domingo, 23 de octubre de 2016

Pequeñas Semillitas 3166

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3166 ~ Domingo 23 de Octubre de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El evangelio de hoy nos presenta la parábola del fariseo y el publicano, como dos espejos en los cuales podemos vernos a nosotros mismos a la hora, sobre todo, de orar al Señor; y también al momento de situarnos frente al prójimo, porque así como Dios resiste a los soberbios y escucha a los humildes, también entre nosotros sucede algo parecido.
Los dos suben al templo a orar, pero cada uno lleva en su corazón su imagen de Dios y su modo de relacionarse con él. El fariseo, soberbio y autorreferencial, sigue enredado en una religión legalista: para él lo importante es estar en regla con Dios y ser más observante que nadie. El publicano, por el contrario, se abre humildemente al Dios del Amor que predica Jesús: ha aprendido a vivir del perdón, sin vanagloriarse de nada y sin condenar a nadie.
Son dos maneras diferentes de ponerse en presencia del Señor y rezarle. ¿Con cuál nos identificamos?
Estamos en las semanas finales del año santo dedicado a la misericordia, y la mejor manera de vivir el Evangelio de este domingo sería sentirnos representados por la humildad del publicano, como así también con la oración agradecida del leproso, del ciego de nacimiento, de Pedro Pecador. La humildad que nos pide el evangelio es simplemente reconocer serenamente nuestra situación.

¡Buenos días!

Abrirse al amor de Dios
En la Biblia está viva la Palabra de Dios. Leyéndola, crecerá tu amor por el Señor. Te sugiero leer con lentitud el salmo 23 del Buen Pastor, diciendo  “Gracias, Señor”, a cada frase del mismo. Sentirás conmoverse tu corazón por el amor delicado y tierno del Señor, que da seguridad, descanso, renovación…Mensaje de la Reina de la paz:

“¡Queridos hijos! También hoy estoy con ustedes y los miro y los bendigo, y no pierdo la esperanza de que este mundo cambie para bien y la paz reine en los corazones de los hombres. La alegría reinará en el mundo porque se han abierto a mi llamado y al amor de Dios. El Espíritu Santo está cambiando a una multitud que ha dicho sí. Por eso deseo decirles: ¡gracias por haber respondido a mi llamado! ”

Trata de avivar la llama interior para tener un amor tan firme a Dios que siempre lo tengas en el primer lugar de tu afecto, preocupaciones, tiempo… Hay un motivo fundamental para eso: Dios, en Jesús, se ha jugado tanto por ti que no te queda sino organizar toda tu vida como respuesta coherente a su entrañable bondad.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús les dijo esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano.
»El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias’.
»En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado». (Lc 18,9-14)

Comentario:
Hoy leemos con atención y novedad el Evangelio de san Lucas. Una parábola dirigida a nuestros corazones. Unas palabras de vida para desvelar nuestra autenticidad humana y cristiana, que se fundamenta en la humildad de sabernos pecadores («¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!»: Lc 18,13), y en la misericordia y bondad de nuestro Dios («Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»: Lc 18,14).
La autenticidad es, ¡hoy más que nunca!, una necesidad para descubrirnos a nosotros mismos y resaltar la realidad liberadora de Dios en nuestras vidas y en nuestra sociedad. Es la actitud adecuada para que la Verdad de nuestra fe llegue, con toda su fuerza, al hombre y a la mujer de ahora. Tres ejes vertebran a esta autenticidad evangélica: la firmeza, el amor y la sensatez (cf. 2Tim 1,7).
La firmeza, para conocer la Palabra de Dios y mantenerla en nuestras vidas, a pesar de las dificultades. Especialmente en nuestros días, hay que poner atención en este punto, porque hay mucho auto-engaño en el ambiente que nos rodea. San Vicente de Lerins nos advertía: «Apenas comienza a extenderse la podredumbre de un nuevo error y éste, para justificarse, se apodera de algunos versículos de la Escritura, que además interpreta con falsedad y fraude».
El amor, para mirar con ojos de ternura —es decir, con la mirada de Dios— a la persona o al acontecimiento que tenemos delante. San Juan Pablo II nos anima a «promover una espiritualidad de la comunión», que —entre otras cosas— significa «una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado».
Y, finalmente, sensatez, para transmitir esta Verdad con el lenguaje de hoy, encarnando realmente la Palabra de Dios en nuestra vida: «Creerán a nuestras obras más que a cualquier otro discurso» (San Juan Crisóstomo).
* Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu (Sant Feliu de Llobregat, España)

Palabras de San Juan Pablo II
"Cuando un hombre ora, se coloca ante Dios, ante un Tú, un Tú divino, y comprende al mismo tiempo la íntima verdad de su propio yo: Tú divino, yo humano, ser personal creado a imagen de Dios […] Es hora de redescubrir, queridos hermanos y hermanas, el valor de la oración, su fuerza misteriosa, su capacidad de volvernos a conducir a Dios y de introducirnos en la verdad radical del ser humano"

Predicación del Evangelio:
La postura justa
Según Lucas, Jesús dirige la parábola del fariseo y el publicano a algunos que presumen de ser justos ante Dios y desprecian a los demás. Los dos protagonistas que suben al templo a orar representan dos actitudes religiosas contrapuestas e irreconciliables. Pero, ¿cuál es la postura justa y acertada ante Dios? Ésta es la pregunta de fondo.

El fariseo es un observante escrupuloso de la ley y un practicante fiel de su religión. Se siente seguro en el templo. Ora de pie y con la cabeza erguida. Su oración es la más hermosa: una plegaria de alabanza y acción de gracias a Dios. Pero no le da gracias por su grandeza, su bondad o misericordia, sino por lo bueno y grande que es él mismo.

En seguida se observa algo falso en esta oración. Más que orar, este hombre se contempla a sí mismo. Se cuenta su propia historia llena de méritos. Necesita sentirse en regla ante Dios y exhibirse como superior a los demás.

Este hombre no sabe lo que es orar. No reconoce la grandeza misteriosa de Dios ni confiesa su propia pequeñez. Buscar a Dios para enumerar ante él nuestras buenas obras y despreciar a los demás es de imbéciles. Tras su aparente piedad se esconde una oración "atea". Este hombre no necesita a Dios. No le pide nada. Se basta a sí mismo.

La oración del publicano es muy diferente. Sabe que su presencia en el templo es mal vista por todos. Su oficio de recaudador es odiado y despreciado. No se excusa. Reconoce que es pecador. Sus golpes de pecho y las pocas palabras que susurra lo dicen todo: «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».

Este hombre sabe que no puede vanagloriarse. No tiene nada que ofrecer a Dios, pero sí mucho que recibir de él: su perdón y su misericordia. En su oración hay autenticidad. Este hombre es pecador, pero está en el camino de la verdad.

El fariseo no se ha encontrado con Dios. Este recaudador, por el contrario, encuentra en seguida la postura correcta ante él: la actitud del que no tiene nada y lo necesita todo. No se detiene siquiera a confesar con detalle sus culpas. Se reconoce pecador. De esa conciencia brota su oración: «Ten compasión de este pecador».

Los dos suben al templo a orar, pero cada uno lleva en su corazón su imagen de Dios y su modo de relacionarse con él. El fariseo sigue enredado en una religión legalista: para él lo importante es estar en regla con Dios y ser más observante que nadie. El recaudador, por el contrario, se abre al Dios del Amor que predica Jesús: ha aprendido a vivir del perdón, sin vanagloriarse de nada y sin condenar a nadie.
* José Antonio Pagola

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página

Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Elena nos escribe y dice: “Mi tía y madrina Cristina Z. P., de 95 años de edad, que reside en San Francisco, California, USA, se ha recuperado de sus problemas digestivos evitando una oclusión intestinal grave. Gracias sean dadas al Padre y a tanta oración enviada por ustedes, queridos amigos. Bendiciones infinitas.”

Desde la provincia de Santa Fe, Argentina, nos escribe Exequiel para agradecer las oraciones hechas en “Pequeñas Semillitas” en favor de Joel y Natalia (que contrajeron matrimonio) y por la salud del Padre Ángel Gaite. Nos sumamos en la oración de gratitud.

También desde la provincia de Santa Fe, Argentina, nos escribe Adelaida y dice: “Desde el 14/10 mi esposo Félix Francisco descansa en los brazos del Señor. Deseo agradecerle por ponerlo en cadena de oración y por todos los lectores que han orado por su salud y posteriormente por su eterno descanso, gracias a todos/as que Dios los bendiga. He aceptado su voluntad con resignación cristiana y ofrezco todo lo que tengo que hacer y sin mi querido compañero de vida, el hacía todo. Nuevamente GRACIAS”.

Los cinco minutos de Dios
Octubre 23
No digas nunca: "ya no puedo más".
No sabes cuánta es la fuerza que descubre en sí el que se mira por dentro, el que se decide a seguir realizando esfuerzos cada vez más redoblados.
No digas que no puedes más, cuando se trata de corregir tus defectos; siempre puedes poner un esfuerzo más.
No digas que no puedes más, cuando se trata de sufrir; ciertamente que no ha llegado a lo que otros están sufriendo a tu lado; si ellos pueden más ¿por qué tú no podrás?
No digas que no puedes más, cuando se trata de ayudar a los otros; es tanto lo que tú tienes para darles, que nunca darás lo suficiente y nunca te darás del todo.
Sé más optimista contigo mismo, tente más confianza, cobra más valor, dilata tus horizontes, descubre nuevos campos de acción.
Sea este tu lema: "¡Siempre más y siempre mejor!"
“Trabajen por su salvación con temor y temblor, porque Dios es el que obra en ustedes el querer y el hacer, conforme al designio de su amor” (Flp 2,13). Si de Dios procede nuestro querer y nuestro hacer, a Dios debemos recurrir, siempre que sintamos que nuestras fuerzas y nuestro entusiasmo van disminuyendo o apagándose.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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