PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3150 ~ Viernes 7 de Octubre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Oración
para comenzar el día
Señor,
he venido a Ti, para que me toques con tu mano antes de comenzar el día.
¡Descansa
un momento tus ojos en mis ojos y deja que me lleve a mi trabajo la certeza de
tu presencia! Y dame fuerzas Señor para llevar ligero mis alegrías y mis
pesares.
Para
que mi amor dé frutos útiles. Para no renegar nunca del pobre, ni doblar mi
rodilla al poder del insolente.
Para
levantar mi pensamiento sobre la pequeñez cotidiana. Para rendir mi fuerza a Tu
voluntad.
Y
dame tiempo Señor para que el mundo, la enfermedad y los agobios de la vida no
me aparten de Ti.
Para
gozar y recrear mi alma en tanta belleza gratuita como me has regalado.
Para
contemplar los campos, saborear el agua, oler las flores y mirar las aves del
cielo.
Para
seguir tus huellas en la espera que mi torpeza, no las haga borrar.
Para
adorarte, alabarte y gozar de Ti.
Para
crecer en santidad y aprender a caminar por
donde Tú caminas. Amén
¡Buenos días!
Da con generosidad
La
generosidad es una virtud que te pone en sintonía con Dios que es todo amor y
donación de sí mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos
pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría
de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das. Una vez
Don Bosco narró a los jóvenes este apólogo.
Un día Jesús se dirigió con Pedro y Juan a un monte.
Ya en plena subida, les dijo: —Tomen cada uno una piedra y llévenla arriba.
Juan tomó la primera piedra que halló al paso, era bastante pesada. Pedro con
un gesto calculador recogió una piedra pequeña. La subida era fatigosa. Juan
comenzó a sudar. Pedro le dijo en tono burlón: —Ay, Juan, ¡qué cándido eres!
¿Quién te mandó tomar esa piedra tan grande? Jesús dijo que lleváramos una
piedra, pero no una piedra grande. Mira, yo con este guijarro ni sudo ni me canso.
Jesús oía y sonreía. Poco después se detuvo bajo un pino y los invitó a
sentarse. La subida y el cansancio les había abierto el apetito. Juan inició un
bostezo. Entonces Jesús bendijo las piedras y se convirtieron en panes. ¡Grande
y sabroso era el de Juan, mientras el de Pedro apenas un bocado! Juan
maravillado se alegró mucho. Pedro quedó avergonzado. Jesús sonrió con bondad.
También
los jóvenes sonrieron, y Don Bosco sacó esta enseñanza: no seamos mezquinos en
servir a Dios. Quien mucho da al Señor, mucho recibirá, quien le da poco, poco
recogerá. María Auxiliadora, interceda por nosotros para que seamos generosos
en el servicio de Dios, y así nos aseguremos una bellísima corona de gloria en
el Cielo.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, después de que Jesús hubo expulsado un demonio, algunos dijeron:
«Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para
ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo.
Pero
Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo
queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido
contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso
los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por
quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero
si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el
Reino de Dios.
»Cuando
uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero
si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba
confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el
que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre,
anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo,
dice: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar la encuentra barrida y
en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se
instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio». (Lc 11,15-26)
Comentario:
Hoy
contemplamos asombrados cómo Jesús es ridículamente “acusado” de expulsar
demonios «por Beelzebul, Príncipe de los demonios» (Lc 11,15). Es difícil
imaginar un bien más grande —echar, alejar de las almas al diablo, el
instigador del mal— y, al mismo tiempo, escuchar la acusación más grave
—hacerlo, precisamente, por el poder del propio diablo—. Es realmente una
acusación gratuita, que manifiesta mucha ceguera y envidia por parte de los
acusadores del Señor. También hoy día, sin darnos cuenta, eliminamos de raíz el
derecho que tienen los otros a discrepar, a ser diferentes y tener sus propias
posiciones contrarias e, incluso, opuestas a las nuestras.
Quien
lo vive cerrado en un dogmatismo político, cultural o ideológico, fácilmente
menosprecia al que discrepa, descalificando todo su proyecto y negándole
competencia e, incluso, honestidad. Entonces, el adversario político o ideológico
se convierte en enemigo personal. La confrontación degenera en insulto y
agresividad. El clima de intolerancia y mutua exclusión violenta puede,
entonces, conducirnos a la tentación de eliminar de alguna manera a quien se
nos presenta como enemigo.
En
este clima es fácil justificar cualquier atentado contra las personas, incluso,
los asesinatos, si el muerto no es de los nuestros. ¡Cuántas personas sufren
hoy con este ambiente de intolerancia y rechazo mutuo que frecuentemente se
respira en las instituciones públicas, en los lugares de trabajo, en asambleas
y confrontaciones políticas!
Entre
todos hemos de crear unas condiciones y un clima de tolerancia, respeto mutuo y
confrontación leal en el que sea posible ir encontrando caminos de diálogo. Y
los cristianos, lejos de endurecer y sacralizar falsamente nuestras posiciones
manipulando a Dios e identificándolo con nuestras propias posturas, hemos de
seguir a este Jesús que —cuando sus discípulos pretendían que impidiera que
otros expulsaran demonios en nombre de Él— los corrigió diciéndoles: «No se lo
impidáis. Quien no está contra vosotros, está con vosotros» (Lc 9,50). Pues,
«todo el coro innumerable de pastores se reduce al cuerpo de un solo Pastor»
(San Agustín).
* Rev. D. Josep PAUSAS i Mas (Sant Feliu de
Llobregat, España)
Santoral Católico:
Nuestra Señora del Rosario
Advocación Mariana
Su
fiesta fue instituida por el Papa san Pío V el 7 de Octubre, aniversario de la
victoria obtenida por los cristianos en la Batalla naval de Lepanto (1571), atribuida
a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La celebración de este
día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía
de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la
encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.
Desde
el principio de la Iglesia, los cristianos rezan los salmos como lo hacen los
judíos. Más tarde, en muchos de los monasterios se rezan los 150 salmos cada
día. Los laicos devotos no podían rezar tanto pero querían según sus
posibilidades imitar a los monjes. Ya en el siglo IX había en Irlanda la
costumbre de hacer nudos en un cordel para contar, en vez de los salmos, las
Ave Marías. Los misioneros de Irlanda más tarde propagaron la costumbre en
Europa y hubieron varios desarrollos con el tiempo.
Oración: Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros,
que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para
que lleguemos, por su pasión y su cruz, y con la intercesión de la Virgen
María, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Palabras de San Juan Pablo II
«El
mes de octubre es el mes del Rosario. Hubo un tiempo en que esta plegaria
sencilla y profunda, rezada en particular y en familia, se hallaba muy
difundida en el pueblo cristiano. ¡Cuánto beneficiaría, si también hoy se
redescubriera y valorara, especialmente en el seno de los hogares! Ayuda a
contemplar la vida de Cristo y los misterios de la salvación; aleja los
gérmenes de la disgregación familiar, gracias a la incesante invocación a la
Virgen; y es vínculo seguro de comunión y de paz. Exhorto a todos, y de modo
especial a las familias cristianas, a encontrar en el santo Rosario el consuelo
y el apoyo diarios para avanzar por el camino de la fidelidad».
Tema del día:
Ruidos que impiden escuchar a Dios
Para
hacer una oración provechosa hay que favorecer el silencio. Es una condición
indispensable para escuchar y encontrarnos con Dios. Y más que propiciar un
silencio exterior hay que propiciar el interior; hay que eliminar todos los
ruidos que intervienen negativamente en la oración, ruidos que distraen o,
incluso, impiden realizar la oración.
El silencio exterior
“Tú,
en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la
puerta, ora a tu Padre que está allí, en lo secreto…” (Mt 6, 6).
Muy
difícilmente escucharemos a Dios si estamos sumergidos en un contexto caótico
lleno agitación, de palabrería y de dispersión. Es importante el silencio de la
lengua, de los medios de comunicación, de cosas y de personas.
Este
silencio es el más fácil, basta con internarse en un bosque, estar en la cima
de una montaña, entrar en una capilla solitaria, etc.
El silencio interior
El
encuentro con Dios se da en el silencio del alma. Es importante conocer los
ruidos que también podríamos llamar “interiores” para superarlos en la
serenidad.
Estos
son ruidos tremendos que no nos permiten el encuentro con Dios en la oración,
ya sea esta comunitaria (verbal, litúrgica) cuando se reza, como –y con mayor razón– en la personal (oración mental: contemplación,
meditación) cuando se ora.
Son
ruidos silenciosos que, aunque no salgan a flote, anidan en la profundidad de
la persona. Son ruidos que, incluso, a la larga nos van enfermando. Recordemos
algunos:
1.
El ruido del odio: Este sentimiento hace inviable la oración, pues la persona
no tiene vida espiritual o vida de Dios pues prescinde del otro. Bien lo dice
san Juan: “Todo el que aborrece a su hermano es un asesino” (1 Jn 3, 15).
2.
El ruido de la crítica a Dios: Cuando le reprochamos a Dios lo malo que nos
pasa o vemos. Este ruido silencioso nos hace callar al ser una actitud de
reproche, crea distancias y elimina deseos de diálogo con Dios. Con un
sentimiento de disgusto contra Dios se impide entablar un diálogo sereno.
3.
El ruido del rencor: El enfado por algo o contra alguien, si no se elimina a
tiempo, se puede convertir en rencor. Este ruido es negativo hasta para la
salud física y psicológica. Aquí conviene recordar que una condición previa
para la oración es tener un corazón reconciliado (Mt 5, 24).
4.
El ruido del orgullo: Este ruido silencioso es exceso de amor propio, un amor
hacia los propios méritos por lo que la persona se cree superior a las demás o
no necesitada de Dios.
5.
El ruido de la envidia: Este ruido silencioso hace que no se alabe a nadie ni
se hable bien de alguien. Es un ruido que desconoce los propios talentos
negando la acción de Dios en la propia vida, esto crea tensión contra Él.
6.
El ruido del miedo: Impide confiar en Dios y en su providencia. Incluso se cree
que a Dios no le importamos.
7.
El ruido de las preocupaciones: Estas circunstancias absorben la atención. No
hay la debida cercanía con Dios, hay incomunicación pues las preocupaciones
generan inquietud.
8.
El ruido de la debilidad: Es prácticamente el silencio de la impotencia. Se
cree que la oración no es posible, o que sea ineficaz. No se sabe qué hacer o
decir en la oración y se decide no hacerla.
9.
El ruido de la acomodación en el pecado: El recuerdo del propio pecado y/o la
complacencia o la instalación en el mismo es un ancla que nos impide elevarnos
a Dios, o sintonizarnos con Él.
10.-
El ruido de la vanidad: La inclinación a amoldarnos a la mentalidad del mundo y
a sus frivolidades acaparan la atención y hacen que la oración sea inviable al
no considerarla algo prioritario en la vida.
11.-
El ruido del propio pasado personal: Un pasado en el que no se ha tenido
experiencia ni de Dios ni de oración. Además el recuerdo de los errores del
pasado crea un desasosiego e inquietud interior.
12.
El ruido de las fantasías: Una imaginación desbordada que no se controla genera
fantasías de todo tipo que impiden escuchar la voz de Dios.
Conviene
recordar estos ruidos y detectar otros tantos para luego reconocerlos como un
problema, porque sólo de esta manera podemos hacer algo para superarlos y
favorecer la oración.
*Henry
Vargas Holguín
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Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los
presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la
unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de
los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración por el almita Vicky, una
niña de Santa Fe, Argentina, que murió como consecuencia de un accidente en una
piscina. Pero, seguros como estamos que este angelito ya está en el cielo junto
a Jesús y María, pedimos especialmente por el necesario consuelo cristiano para
sus familiares y amistades, que están desbastados por su temprana pascua.
Pedimos
oración por las víctimas del huracán Matthew que en su paso por Haití, Cuba,
Bahamas, Florida y otros lugares del Caribe ha dejado muertos, heridos y mucha
destrucción material.
Pedimos
oración por recuperación de la Hermana
Dominga R., misionera claretiana de Córdoba, Argentina, que el 19 de
setiembre se fracturó el fémur. Que la Santísima Virgen del Rosario la acompañe
en la espera para que el hueso se suelde y pueda volver pronto a caminar y a
realizar sus actividades.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de Dios
Octubre 7
¡Qué
multitud y qué variedad de seres se van descubriendo día a día! Hasta se van
descubriendo nuevos mundos y el hombre va conquistando nuevos espacios
inmensos.
Sin
embargo, hablando con propiedad, sólo hay dos seres en todo el universo: Dios y
yo. Sí, porque Dios está en todo lo creado, está en todos los hombres y yo
frente a Él, viéndolo en todo y en todos.
Nada
hay de lo que yo pueda prescindir, como tampoco nada hay que pueda prescindir
de mí; esa será la única forma de beneficiarme yo de todo y de todos.
Todos
formamos una sola unidad y, entre los elementos integrados de esa unidad, se da
una inter relación que la vincula y hace que unos dependan de los otros.
“Las Sagradas Escrituras son, en el diálogo mismo,
instrumentos preciosos en la mano poderosa de Dios, para lograr aquella unidad
que el Salvador presenta a todos los hombres” (UR 21). Dios es el Dios de la
unidad y no de la división; cuanto tiende a fructificar la unidad, viene de
Dios; cuanto disuelve o afloja la unidad, no puede venir del Espíritu de Dios.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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