PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3159 ~ Domingo 16 de Octubre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Dos
acontecimientos nos llenan de alegría en el día de hoy:
Por
un lado, en esta parte del mundo, hoy celebramos el Día de la Madre, y por ese motivo saludamos con emocionada gratitud
a todas las madres… a las que están todavía entre nosotros y a las que nos
siguen cuidando desde el cielo… a las madres biológicas y a las madres del
corazón (en toda mujer hay una madre)… y por sobre todas las cosas a María, la
Madre de Jesús y Madre nuestra. Bien dicen que cómo será de importante y lindo
tener una madre, que hasta Dios quiso tener una.
El
segundo motivo de júbilo en este día, es que el Papa Francisco ha canonizado
siete nuevos santos, entre los cuales está el Cura Brochero, tan querido por los argentinos y en particular en
esta provincia de Córdoba donde él nació, desarrolló toda su gran labor
pastoral y finalmente murió. Para la Iglesia del mundo es una gracia enorme
contar con siete nuevos intercesores en el cielo que escucharán y llevarán a
los pies de Jesús nuestras oraciones y súplicas.
Demos
gracias a Dios por las madres y por los nuevos santos.
¡Buenos días!
Da testimonio con tu vida
Un
prestigioso cardenal español dijo una vez algo que interesa a todos: “Mi madre
no sabía leer ni escribir, pero me enseñó más que todos los libros: me enseñó a
creer, amar y esperar en Dios”. ¡Cuántos cristianos “analfabetos” han enseñado
y pueden seguir enseñando a creer, amar y esperar en Dios! Con este enfoque
Carlos de Foucauld realizó su vida de apóstol en el Sahara.
“Mi apostolado –afirmaba Carlos de Foucauld- debe ser
el testimonio de la bondad. Los que me ven deben decirse: ya que este hombre es
tan bueno, su religión debe ser buena. Y si me preguntan por qué soy manso y
bueno, debo decir: porque soy el servidor de Alguien que es mucho más bueno que
yo. ¡Si supieran qué bueno es mi Maestro Jesús! Quisiera ser bastante bueno
para que digan: si el servidor es así, ¡cómo será pues el Maestro!... Tratemos
de ser una sola cosa con Jesús, reproduciendo su vida en la nuestra, a través
de nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones”.
El
apóstol es un testigo: testigo de la misericordia, el perdón y el amor de Dios.
El testigo es un enamorado de Jesucristo, a quien quiere servir sirviendo a los
hermanos. Está llamado y enviado no a pronunciar brillantes discursos o
realizar obras espectaculares, sino a dar un testimonio valiente y sencillo de
fe y amor en el mundo en que vive. Anímate, tú y Jesús mayoría absoluta.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús les decía una parábola para inculcarles que es preciso orar
siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni
respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él,
le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’. Durante mucho tiempo no
quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los
hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que
no venga continuamente a importunarme’».
Dijo,
pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a
sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo
que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga,
¿encontrará la fe sobre la tierra?». (Lc 18,1-8)
Comentario:
Hoy,
Jesús nos recuerda que «es preciso orar siempre sin desfallecer» (Lc 18,1).
Enseña con sus obras y con las palabras. San Lucas se nos presenta como el
evangelista de la oración de Jesús. Efectivamente, en algunas de las escenas de
la vida del Señor, que los autores inspirados de la Escritura Santa nos
transmiten, es únicamente Lucas quien nos lo muestra rezando.
En
el Bautismo en el Jordán, en la elección de los Doce y en la Transfiguración.
Cuando un discípulo le pidió «Señor, enséñanos a orar» (Lc 11,1), de sus labios
salió el Padrenuestro. Cuando anuncia las negaciones a Pedro: «Yo he rogado por
ti, para que tu fe no desfallezca» (Lc 22,32). En la crucifixión: «Padre,
perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Cuando muere en la Cruz:
«Padre, en tus manos pongo mi espíritu», del Salmo 31. El Señor mismo es modelo
de la oración de petición, especialmente en Getsemaní, según la descripción de
todos los evangelistas.
—Puedo
ir concretando cómo elevaré el corazón a Dios en las distintas actividades,
porque no es lo mismo hacer un trabajo intelectual que manual; estar en la
iglesia que en el campo de deportes o en casa; conducir por la ciudad que por
la autopista; no es lo mismo la oración de petición que el agradecimiento; o la
adoración que pedir perdón; de buena mañana que cuando llevamos todo el
cansancio del día. San Josemaría Escrivá nos da una receta para la oración de
petición: «Más consigue aquel que importuna más de cerca... Por tanto, acércate
a Dios: esfuérzate por ser santo».
Santa
María es modelo de oración, también de petición. En Caná de Galilea es capaz de
avanzar la hora de Jesús, la hora de los milagros, con su petición, llena de
amor por aquellos esposos y llena de confianza en su Hijo.
* Rev. D. Pere CALMELL i Turet (Barcelona, España)
Palabras de San Juan Pablo II
“La
auténtica paz florece cuando en el corazón son vencidos el odio, el rencor y la
envidia; cuando se dice no al egoísmo y a todo lo que impulsa al ser humano a
encerrarse en sí mismo y a defender sus intereses. Si el amor, que es el signo
distintivo de los discípulos de Cristo, se traduce en gestos de servicio
desinteresado, en palabras de comprensión y perdón, la ola pacificadora del
amor se ensancha y se extiende hasta
envolver a toda la comunidad humana”
Predicación del Evangelio:
Seamos perseverantes en la oración
Un
periodista describe la colección de recuerdos que tiene en su desván. Son de las guerras que ha reportado por más
de treinta y cinco años. Una caja tiene
los apuntes de su visita a un campamento de refugiados en el África. Allá quedaron algunos tutsis después del
genocidio intentado en Ruando. Otra caja
es de fotos y apuntes de Irlanda Norte.
Allí el ejército inglés reprimió brutalmente la lucha, también a veces
violenta, de los católicos para sus derechos civiles. En otro recipiente hay un dibujo hecho por
una niña de Camboya. Muestra un
guillotine portátil usado por los jemeres rojos para ejecutar a los niños por
huir de los campamentos de labor. En
otra caja se encuentra la cinta de una entrevista con un sobreviviente del
bombardeo de Hiroshima. Dice el
sobreviviente que estaba en escuela al momento de la explosión. Cuando miró arriba por un hoyo en el techo,
vio nubes con fuegos en el medio.
Las
atrocidades de guerra no cesan. Ni paran
las lágrimas de la gente victimizada.
Hoy en día una guerra civil en Siria ha creado más de diez millones de
refugiados. En Colombia hace días el
pueblo votó no terminar la guerra con los revolucionarios que ha durado por más
de cincuenta años. Hay también las
guerras entre los carteles en México y las pandillas en Chicago que matan a
inocentes.
Enfrentados
por este tipo de barbaridad levantamos nuestras voces a Dios. Rezamos: “Por favor, Señor, pon fin al
derramamiento de sangre”. Como si no nos
escuchara, seguimos con la súplica: “¿Cuándo vas a actuar, Señor?” No estamos pidiendo por nuestras tropas como
Moisés en la primera lectura. Queremos
un alto en todas las hostilidades.
Anhelamos escuchar de los niños del mundo creciendo en la paz, de sus
madres liberadas de la preocupación inexorable, y de sus hermanos mayores
desistiendo creer que la guerra traiga la prosperidad. Sin embargo, parece que no vayamos a realizar
nuestra petición. Siempre en una parte
del mundo u otra, si no en todas, ha existido la lucha violenta.
Del
evangelio hoy sacamos un hilo de la esperanza.
La parábola del juez corrupto nos enseña que sí Dios oye nuestras
oraciones y actuará. Sin embargo,
tenemos que seguir rezando por días si no por meses, años, o aun corporalmente
milenios. Un predicador negro,
ciertamente veterano de la campaña larga para los derechos civiles en los
Estados Unidos, una vez resumió bien la lección aquí. Dijo: “Hasta que hayas estado delante de una
puerta cerrada tocando por años con tus nudillos sangrando, no sabrás lo que es
la oración”.
La
oración forma una parte imprescindible de nuestra campaña para la paz. Pues, Dios es el autor de la paz con
Jesucristo sirviendo como el camino para alcanzarla. También vivimos la paz por sacar de nuestras entrañas
todo aspecto de rencor y venganza. Un
corazón puro no quiere hacer la violencia.
Finalmente, instruimos a nuestros hijos en los modos de la paz. La segunda lectura hoy exhorta a Timoteo que
se aproveche de las Escrituras para “educar en la virtud”. Ciertamente es virtuoso sembrar semillas de
buena voluntad.
Dijo
el papa San Juan Pablo II que la paz es como una catedral. Hay que construirla lentamente, pieza por
pieza, hasta que se haga una construcción digna de Dios. Aún más es como una catedral porque envuelve
la oración. Sin la oración la catedral
se hace primero un museo y después un parque de recreo. Sin la oración la paz disuelve en el rencor,
el rencor en la hostilidad, la hostilidad en la guerra. Por eso, oremos para que se entrañe el mundo
con la paz.
*
P. Carmelo Mele O.P.
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Agradecimientos
Dicen
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Damos
gracias a Dios por todas las Madres y también por los nuevos santos canonizados
hoy en el Vaticano por el Papa Francisco.
Los cinco minutos de Dios
Octubre 16
Nada
se busca hoy, nada se anhela tanto como la paz. La paz para el mundo, la paz
para nuestras familias, la paz para cada uno de nosotros.
Pero
hay varias clases de paz: la paz de los cipreses del cementerio; la paz de los
silencios; la paz envuelta en el canto de los pájaros.
Ninguna
de ellas es comparable a la paz que produce en cada hombre el saber que en su
vida se está cumpliendo la voluntad de Dios.
Porque
entonces la vida cobra sentido, la vida está fundamentada, asegurada, se halla
pacífica.
Cuando
todo está en su sitio, cumpliendo con su función, es cuando se goza de la paz;
si todo en mí se halla ordenado según la voluntad del Creador, podré gozar de
una profunda y auténtica paz interior.
“La Iglesia está fortalecida con la virtud del Señor
resucitado, para triunfar con paciencia y caridad de sus aflicciones y
dificultades, tanto internas como externas, y revelar al mundo fielmente su
misterio, aunque sea entre penumbras, hasta que se manifieste en todo el
esplendor al final de los tiempos” (LG 8)
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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