PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 10 - Número 2649 ~ Jueves
9 de Abril de 2015
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
¿Que hacer con los errores del pasado? ¿Quién de nosotros
no se ha equivocado en esta vida? Algunas cosas nos traen remordimientos, otras
nos causan nostalgia, otras nos entristecen profundamente.
Con todo, no podemos quedarnos recriminando o hiriéndonos
por los errores o pecados del pasado. Lo que pasó, pasó. Lo que importa es
vivir el hoy; asumir la vida que tenemos ahora; evitar las fallas del pasado
para construir un futuro mejor.
Analiza este mensaje de Luis Homero:
"Si usted... fue malo, pero se volvió bueno; fue
infiel, pero se volvió fiel; fue desleal, pero se volvió leal; fue tirano, pero
se volvió justo; fue enemigo, pero se volvió amigo; fue vanidoso, pero se
volvió sencillo; fue arrogante, pero se volvió sereno; fue orgulloso, pero se
volvió humilde; fue deshonesto, pero se volvió honesto. Entonces, en vez de
lamentarse por su pasado, aproveche para vivir bien su tiempo presente"
Nunca es tarde para recomenzar una vida.
¡Buenos días!
Misterio Pascual
Hemos vivido una
intensa semana siguiendo a Jesús en su efímero triunfo del domingo de ramos, en
la última cena con los discípulos y en su dolorosa pasión, agonía y muerte en
la cruz. Ahora ya celebramos su resurrección gloriosa.
Marco Antonio Mureto (1526-1585), huyendo de
Francia para librarse de sus enemigos, se puso a recorrer Italia, llevando por
un tiempo una vida insegura, como un mendigo cualquiera. Había sido un
prestigioso profesor y estudioso humanista pero ahora, completamente pobre y desamparado,
cayó un día enfermo de gravedad en una ciudad italiana. Lo llevaron a un
hospital para pordioseros y gente sin familia. Los médicos que lo atendieron
estaban discutiendo su caso en latín, sin imaginar que el paciente pudiera
entender, y sugirieron que, ya que se trataba de un vagabundo sin valor alguno,
podrían usarlo para sus experimentos médicos. Él los miró y les contestó en
perfecta lengua latina: “No digan nunca que no vale nada un hombre, quienquiera
que sea, por el cual Cristo murió en la cruz”.
Jesús murió en la
cruz por mí, por ti y por todos. Libremente ofreció su vida para que tengamos
vida. Que semana santa y el tiempo pascual, te acerquen a Dios, mediante la
gracia que brota de la cruz y que se canaliza en los sacramentos.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había
pasado en el camino y cómo habían conocido a Jesús en la fracción del pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les
dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu.
Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro
corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un
espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les
mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la
alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos
le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.
Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que
os hablé cuando todavía estaba con vosotros: ‘Es necesario que se cumpla todo
lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca
de mí’». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las
Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara
de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión
para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.
Vosotros sois testigos de estas cosas». (Lc 24,35-48)
Comentario
Hoy, Cristo resucitado saluda a los discípulos,
nuevamente, con el deseo de la paz: «La paz con vosotros» (Lc 24,36). Así
disipa los temores y presentimientos que los Apóstoles han acumulado durante
los días de pasión y de soledad.
Él no es un fantasma, es totalmente real, pero, a veces,
el miedo en nuestra vida va tomando cuerpo como si fuese la única realidad. En
ocasiones es la falta de fe y de vida interior lo que va cambiando las cosas:
el miedo pasa a ser la realidad y Cristo se desdibuja de nuestra vida. En
cambio, la presencia de Cristo en la vida del cristiano aleja las dudas,
ilumina nuestra existencia, especialmente los rincones que ninguna explicación
humana puede esclarecer. San Gregorio Nacianceno nos exhorta: «Debiéramos
avergonzarnos al prescindir del saludo de la paz, que el Señor nos dejó cuando
iba a salir del mundo. La paz es un nombre y una cosa sabrosa, que sabemos
proviene de Dios, según dice el Apóstol a los filipenses: ‘La paz de Dios’; y
que es de Dios lo muestra también cuando dice a los efesios: ‘Él es nuestra
paz’».
La resurrección de Cristo es lo que da sentido a todas
las vicisitudes y sentimientos, lo que nos ayuda a recobrar la calma y a
serenarnos en las tinieblas de nuestra vida. Las otras pequeñas luces que
encontramos en la vida sólo tienen sentido en esta Luz.
«Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en
la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí...»: nuevamente
les «abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras» (Lc
24,44-45), como ya lo había hecho con los discípulos de Emaús. También quiere
el Señor abrirnos a nosotros el sentido de las Escrituras para nuestra vida;
desea transformar nuestro pobre corazón en un corazón que sea también ardiente,
como el suyo: con la explicación de la Escritura y la fracción del Pan, la
Eucaristía. En otras palabras: la tarea del cristiano es ir viendo cómo su
historia Él la quiere convertir en historia de salvación.
Rev. D. Joan Carles MONTSERRAT i Pulido (Cerdanyola del
Vallès, Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa Casilda de Toledo
Virgen
En la vida de
esta santa se mezclan a veces elementos legendarios e históricos. Nació en
Toledo de un alto dignatario musulmán. En Toledo había prisioneros cristianos,
y Casilda los trataba con misericordia y les llevaba víveres. Un día en que les
llevaba comida en su delantal, la sorprendió su padre y, al querer averiguar lo
que llevaba, encontró no alimentos sino rosas. Los presos cristianos le
hablaban de su fe, pero ella no podía abrazarla. Hasta que cayó gravemente
enferma y los médicos no conseguían curarla. Los mismos presos le hablaron de
las aguas de San Vicente, cerca de Briviesca en Burgos, que tenían poder
curativo. La joven musulmana, con permiso de su padre, acudió a bañarse en
aquellas aguas y, efectivamente, alcanzó la salud. Decidió entonces quedarse en
tierras cristianas, se preparó al bautismo y lo recibió, optó por la virginidad
y abrazó la vida eremítica. Construyó allí cerca una ermita y un aposento
adjunto en el que vivió muchos años entregada a la vida de piedad y oración,
hasta que murió el 9 de abril de 1075.
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa Francisco
“¡Dejémonos iluminar por la Resurrección de Cristo,
Dejémonos transformar por su fuerza
para que también a nosotros y a través de nosotros en el
mundo,
los signos de muerte dejen lugar a los signos de la
vida!”
Tema del día:
Jesús te dice
No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme
mucho; basta que me ames con fervor. Háblame, pues, aquí sencillamente, como
hablarías a tu madre, a tu hermano. ¿Necesitas hacerme en favor de alguien una
súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus
hermanos y amigos; dime en seguida qué quisieras que hiciese actualmente por ellos.
Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos que
llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender a las necesidades
ajenas. Háblame así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes
quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados
que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver
otra vez a tu lado.
Dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable y
fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del
corazón; y ¿no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que
tu corazón especialmente ama?
¿Traes ahora mismo entre manos algún proyecto? Cuéntamelo
todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres
que haga por tu hermano, por tu amigo, por tu superior? ¿Qué desearías hacer
por ellos?
¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras
poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y
que viven quizás olvidados de Mí?
¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame,
alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió?
¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién te ha despreciado? Acércate a mi Corazón,
que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas. ¿Temes por ventura?
¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías, que no por ser infundadas dejan
de ser desgarradoras? Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí,
a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.
Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones
habituales, al taller, a la familia, al estudio...; pero no olvides los quince
minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del
santuario. Guarda, en cuanto puedas, silencio, modestia, recogimiento,
resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la
Virgen Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más
entregado a mi servicio. En mi Corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos
beneficios, nuevos consuelos.
Jesús.
Ofrecimiento para sacerdotes
y religiosas
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente
"Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir el power point y
los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de
anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás
trabajos sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo
electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Unidos a María
María es la Reina
de los mártires. Ella es la que les ha sonreído cuando sufrieron el martirio y
con ello les dio fuerzas para soportarlo. Nosotros también debemos acudir a
María e implorar su socorro en las pruebas que tengamos que pasar en esta vida,
pues somos débiles y necesitamos su ayuda y consuelo de Madre.
Y tal vez no
muramos mártires, derramando nuestra sangre, pero sí seremos mártires de la
vida ordinaria, pues el que vive cumpliendo los Diez Mandamientos y tratando de
ser fiel a Dios, ya es un pequeño mártir, y la misma existencia de todos los
días es un martirio.
Entonces
contemplemos la sonrisa de María, que nos espera en el Paraíso para
estrecharnos en sus brazos y estar unidos a nosotros para toda la eternidad.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.