lunes, 13 de abril de 2015

Pequeñas Semillitas 2653

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2653 ~ Lunes 13 de Abril de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El encuentro con Jesús resucitado es un regalo. Los discípulos no hacen nada para provocarlo. Los relatos insisten en que es Jesús el que toma la iniciativa. Es Él quien se les impone lleno de vida, obligándoles a salir de su desconcierto e incredulidad.
Se pone repetidamente en sus labios un saludo significativo: “La paz con vosotros”. El resucitado les regala la paz y la bendición de Dios.
Jesús sigue siendo el mismo. Esa era la paz que infundía cuando caminaba por Galilea. Este es también ahora el gran regalo que Dios ofrece a todos sus hijos e hijas por medio de Cristo muerto y resucitado: el perdón, la paz y la resurrección. 
José Antonio Pagola


¡Buenos días!

Errores de juicio
Con frecuencia al comunicarnos entre nosotros, interpretamos los mensajes en forma muy distinta de lo que pretendía el vocero. Sucede esto porque hay palabras que, teniendo varios significados, se aclaran por el énfasis y otras circunstancias que las acompañan. De allí la necesidad de prestar una inteligente atención a toda transmisión verbal.

Un hombre viajaba muy tranquilo en su coche en una zona montañosa. Sucedió que al entrar en una curva peligrosa, otro coche salía de ésta dando volantazos y viniendo hacia él de manera muy peligrosa. Al pasar a su lado casi rozando, gritó su conductor: —¡Cerdo!
El primer hombre indignado le respondió con otro insulto y continuó como pudo entrando en la curva y una vez que estaba en ella se encontró de repente con un enorme cerdo, que no pudo esquivar y al que golpeó saliéndose de la carretera y quedando tirado en la cuneta.

Evidentemente el conductor de los volantazos no quiso insultar al señor que se le cruzó, sino, por el contrario, prevenirlo de un grave peligro. Estos errores en nuestros juicios son más frecuentes de lo que pensamos. Es un llamado de atención para no juzgar con ligereza y aturdimiento, porque podrían generarse penosas y complicadas situaciones, especialmente si se refieren a la fama de los demás. Jesús dijo al respecto: “No juzguen y no serán juzgados”.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él». Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios».
Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?». Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu». (Jn 3,1-8)

Comentario
Hoy, un «magistrado judío» (Jn 3,1) va al encuentro de Jesús. El Evangelio dice que lo hace de noche: ¿qué dirían los compañeros si se enterasen de ello? En la instrucción de Jesús encontramos una catequesis bautismal, que seguramente circulaba en la comunidad del Evangelista.
Hace muy pocos días celebrábamos la vigilia pascual. Una parte integrante de ella era la celebración del Bautismo, que es la Pascua, el paso de la muerte a la vida. La bendición solemne del agua y la renovación de las promesas fueron puntos clave en aquella noche santa.
En el ritual del bautismo hay una inmersión en el agua (símbolo de la muerte), y una salida del agua (imagen de la nueva vida). Se es sumergido con el pecado, y se sale de ahí renovado. Esto es lo que Jesús denomina «nacer de lo alto» o «nacer de nuevo» (cf. Jn 3,3). Esto es “nacer del agua”, “nacer del Espíritu” o “del soplo del viento...”.
Agua y Espíritu son los dos símbolos empleados por Jesús. Ambos expresan la acción del Espíritu Santo que purifica y da vida, limpia y anima, aplaca la sed y respira, suaviza y habla. Agua y Espíritu hacen una sola cosa.
En cambio, Jesús habla también de la oposición de carne y Espíritu: «Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu» (Jn 3,6). El hombre carnal nace humanamente cuando aparece aquí abajo. Pero el hombre espiritual muere a lo que es puramente carnal y nace espiritualmente en el Bautismo, que es nacer de nuevo y de lo alto. Una bella fórmula de san Pablo podría ser nuestro lema de reflexión y acción, sobre todo en este tiempo pascual: «¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con Él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva» (Rom 6,3-4).
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Martín I
Papa y Mártir
Papa del año 649 al año 655. Nació en Todi (Umbría, Italia), y fue elegido papa el año 649. Aquel mismo año celebró un Concilio en la basílica de Letrán en el que condenó sin paliativos el error monotelita de Eutiques, que negaba la doble voluntad de Cristo derivada de su doble naturaleza, divina y humana. Por ello tuvo que enfrentarse con el emperador de Oriente Constancio II, defensor de la herejía de Eutiques. El Emperador hizo que el exarca de Rávena lo apresara en Letrán y lo llevara a Constantinopla. Allí se le juzgó y fue condenado a muerte por supuesta traición, pena que, dada la ancianidad del Pontífice, se conmutó por la de destierro al Quersoneso (Crimea), donde murió como un mártir el 13 de abril del año 655.
Oración: Dios todopoderoso, tú has querido que san Martín, papa y mártir, no fuera vencido ni por las amenazas, ni por los sufrimientos; concédenos, a nosotros, soportar con fortaleza de espíritu las adversidades de este mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

La frase de hoy

“Creador de la Humanidad, 
no aspiro a comprenderte a Ti ni a tu Creación,
ni a comprender el dolor y el sufrimiento.
Sólo aspiro a aliviar el dolor y el sufrimiento de los demás
y confío en  que, al hacerlo, 
comprenderé con más claridad tu Naturaleza”
~ San Francisco de Asís  ~

Historias:
El médico santo
El doctor José Moscati nació en Benevento (Italia), el 25 de julio de 1880. Ingresó a la universidad para estudiar medicina y a los veintidós años de edad se graduó con las mejores calificaciones de su generación. Se levantaba diariamente muy temprano para ir a misa y recibir la comunión. Después se dirigía a las colonias pobres para ver algunos enfermos y a las ocho treinta de la mañana iniciaba el trabajo en el hospital.

Sus pacientes predilectos eran los pobres. Basta narrar un episodio que sucedió en los últimos años de su vida. Desde hacía tiempo atendía a un anciano pobre. Ya que no podía visitarlo en su casa con la frecuencia deseada, le pidió que todos los días fuera a desayunar al café situado junto a la iglesia donde acudía diariamente a misa y así lo podía ver. El día en que el anciano no iba a desayunar, el doctor acudía a su domicilio para asistirlo. De los pobres nunca aceptaba honorarios, antes bien los curaba a sus expensas o los ayudaba sin hacerse notar. Después de la muerte del doctor, su hermana Ana aseguró que durante su vida, dedicó todas sus ganancias -que no eran pocas- a los pobres, sin quedarse con nada.

Cuando sucedió la erupción del Vesubio en 1906, fue de voluntario a Torre del Greco donde había un gran hospital, con la orden de desalojarlo. Durante más de veinte horas ayudó a trasladar enfermos a un lugar seguro. Cuando todos estaban a salvo, el techo del edificio se derrumbó por el peso de las cenizas. Durante la epidemia de cólera de 1911 en Nápoles, se mantuvo en su puesto a pesar de que los demás médicos se ausentaban, sosteniendo con abnegación heroica las tareas más difíciles en las zonas más afectadas de la ciudad.

En 1911 fue nombrado director del Hospital de Incurables y se le encomedó la formación de los estudiantes de medicina. Son suyas estas palabras dirigidas a uno de ellos: “Ama la verdad; muéstrate cual eres, sin fingimientos, sin miedos, sin miramientos. Y si la verdad te cuesta persecución, acéptala; y si tormento, sopórtalo. Y si por la verdad tuvieras que sacrificarte a ti mismo y a tu vida, sé fuerte en el sacrificio”.

Su densa jornada, llena de ocupaciones en el hospital, la universidad, el consultorio y las visitas domiciliarias, quebrantaron su salud. Murió el 12 de abril de 1927. Aquella mañana, como siempre, asistió al hospital, visitando a numerosos enfermos. Hacia las tres de la tarde se sentó en un sillón, donde murió.

Entre los primeros que acudieron a rezar ante su cadáver estuvo el cardenal Ascalesi, quien ante los presentes, pronunció estas conmovedoras palabras: “El doctor pertenecía a la Iglesia; no a aquella de quienes sanó el cuerpo, sino de la de quienes salvó el alma y que salieron a su encuentro mientras subía al cielo”.

Fue beatificado en 1975 por el papa Pablo VI. En vista de la canonización es examinada la curación de una leucemia (mielosis aguda mieloblástica) del joven Giuseppe Montefusco, ocurrida en 1979. A este hombre se le consideraba ya desahuciado. Su madre, Rosaria Rumieri, deshecha por el diagnóstico infausto, vio una noche en sueños la foto de un médico en batín blanco. Contó el sueño a su párroco, quien le habló del Beato médico Giuseppe Moscati. La señora fue a la Iglesia del Gesú Nuovo, y enseguida reconoció el rostro de la foto vista en sueños. Desde ese momento empezó a rezar a Moscati, y consiguió que se le unieran parientes y amigos. Su hijo Giuseppe se curó totalmente en pocos días. Retornó a su duro trabajo de herrero y no ha vuelto a sufrir recaídas. Después se casó, y ahora vive felizmente con su mujer e hijos.

Después de largos exámenes, finalmente en el consistorio del 28 de abril de 1987 el Papa Juan Pablo II fija la fecha de la canonización para el 25 de octubre del mismo año.
© Catholic.net

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por familia Calidonio Menéndez, de El Salvador, Centro América, que ya tiene mucho tiempo de atravesar por difíciles pruebas, para que Dios y la Santísima Virgen María envíen su misericordia y bendición.

Pedimos oración para Lourdes L., mujer muy joven de la ciudad de Tandil, Argentina, que está bajo tratamiento oncológico y muy delicada. Rogamos a la Santísima Virgen de Luján su intercesión ante Jesús para obtener la curación.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
Si bien es agradable pensar que María era llena de gracia y muy hermosa también en su cuerpo, debemos no obstante aplicar estas palabras a su belleza interior que “el más hermoso de los hijos de los hombres” (Sal 44,3) amó, deseó y santificó hasta no sólo habitar en su alma, sino prepararse una morada también en su seno… Sin ninguna duda cuando estaba en el seno del Padre, sintió el perfume de su virginidad y cuidó la belleza de su alma.
Recemos juntos: Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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