PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
16 - Número 4647 ~ Jueves 22 de Abril de 2021.Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) Alabado sea Jesucristo…
Estás
en un mundo problemático y te acosan las dificultades. Mas, no ser optimista no
depende de circunstancias externas, sino de tu posición frente a problemas,
conflictos y dificultades.
Cultiva
la posición de ti mismo y acostúmbrate a imaginar vivamente las posibilidades
de abundancias de bienes, satisfacciones y éxito.
Superas
el pesimismo y sus terribles efectos, imaginando siempre lo mejor para ti y
trabajando tenazmente por lograrlo.
Pon
todo el potencial de tu mente y de tu fe en el auxilio de Dios, al servicio de
tu progreso integral y de la ayuda a los necesitados.
El
optimismo es la fuente perenne en la que puedes saciar tu sed de todo lo
positivo de la vida.
¡Buenos días María! El viernes 22 de abril de 1921, la hermana Josefa
Menéndez (1), observando los esfuerzos del demonio que buscaba quitarle la paz,
escribe lo siguiente:
Subí al oratorio de la Santísima Virgen, en el
noviciado, para rogarle que no me dejara sucumbir. Ella vino de repente, muy
maternal, y me dijo: "Hija mía, quiero darte una lección de gran
importancia: el demonio es como un perro rabioso, pero encadenado. Es decir,
solo tiene cierta libertad. Por tanto, no puede apoderarse y devorar a su
presa, solo si se acerca a ella. Y, para atraparla, su táctica ordinaria es
disfrazarse de cordero. El alma que no se da cuenta de ello, se acerca poco a
poco y no descubre su malicia hasta que está a su alcance. Cuando te parezca
lejos, no dejes de vigilarle, hija mía. Sus pasos son silenciosos y discretos
para pasar así inadvertido".
Ella me dio su bendición y desapareció.
(1) Sor Josefa Menéndez, nacida en España (1890-1923),
fue religiosa coadjutora de la Compañía del Sagrado Corazón de Jesús. Es autora
del famoso libro “Un llamado al amor” en el que transmitió, múltiples mensajes
por orden del mismo Jesús, quien la llama su mensajera. A veces la Virgen María
también venía a visitarla para sostenerla en su dura misión.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♥ Primera Lectura: Hechos 8,26-40
♥ Salmo: Sal 66 (65),8-9.16-17.20
♥ SANTO EVANGELIO: Juan 6,44-51
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie puede
venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el
último día. Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo
el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al
Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en
verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida.
Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que
baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del
cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a
dar, es mi carne por la vida del mundo».
♥ Comentario:
Hoy cantamos al Señor de quien nos viene la gloria y
el triunfo. El Resucitado se presenta a su Iglesia con aquel «Yo soy el que
soy» que lo identifica como fuente de salvación: «Yo soy el pan de la vida» (Jn
6,48). En acción de gracias, la comunidad reunida en torno al Viviente lo
conoce amorosamente y acepta la instrucción de Dios, reconocida ahora como la
enseñanza del Padre. Cristo, inmortal y glorioso, vuelve a recordarnos que el
Padre es el auténtico protagonista de todo. Los que le escuchan y creen viven
en comunión con el que viene de Dios, con el único que le ha visto y, así, la
fe es comienzo de la vida eterna.
El pan vivo es Jesús. No es un alimento que
asimilemos en nosotros, sino que nos asimila a nosotros. Él nos hace tener
hambre de Dios, sed de escuchar su Palabra que es gozo y alegría del corazón.
La Eucaristía es anticipación de la gloria celestial: «Partimos un mismo pan,
que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, para vivir por siempre
en Jesucristo» (San Ignacio de Antioquía). La comunión con la carne del Cristo
resucitado nos ha de acostumbrar a todo aquello que baja del cielo, es decir, a
pedir, a recibir y asumir nuestra verdadera condición: estamos hechos para Dios
y sólo Él sacia plenamente nuestro espíritu.
Pero este pan vivo no sólo nos hará vivir un día más
allá de la muerte física, sino que nos es dado ahora «por la vida del mundo»
(Jn 6,51). El designio del Padre, que no nos ha creado para morir, está ligado
a la fe y al amor. Quiere una respuesta actual, libre y personal, a su
iniciativa. Cada vez que comamos de este pan, ¡adentrémonos en el Amor mismo!
Ya no vivimos para nosotros mismos, ya no vivimos en el error. El mundo todavía
es precioso porque hay quien continúa amándolo hasta el extremo, porque hay un
Sacrificio del cual se benefician hasta los que lo ignoran
* Rev. D. Pere MONTAGUT
i Piquet (Barcelona, España)
Santoral Católico: Santos Cayo y SoteroPapas y Mártires San Cayo era originario de Dalmacia y pariente
del emperador Diocleciano. La violencia de la persecución le obligó a vivir
ocho años en las catacumbas. Sus sufrimientos por la fe le merecieron el título
de mártir.
San Sotero por su parte sucedió a San Aniceto en
la cátedra de San Pedro. Eusebio nos ha conservado una carta en la que San
Dionisio, obispo de Corinto alude la paternal bondad del Papa, especialmente
con los que habían sufrido por la fe en Cristo. Además, San Dionisio manifiesta
que en las iglesias de Corinto se leyó una carta escrita por San Sotero junto
con la carta del Papa San Clemente, considerada por algunos autores como la
famosa "segunda carta de San Clemente". La Iglesia venera a San
Sotero como mártir, pero no existe ningún relato de su martirio.
Para más información hacer clic acá.
* Aciprensa
Pensamiento del día “La vida no pertenece al hombre.Le sobrepasa porque ha sido recibida de Dios.Es sagrada. Ningún hombre puede disponer de ella a su
antojo”(San Pablo VI)
Tema del día: Nuestro amor por Dios
El
amor de los hombres hacia Dios tiene su origen, su progreso y su perfección en
el amor eterno de Dios hacia los hombres; así siente unánimemente la Iglesia,
nuestra Madre, la cual, con un celo ardiente, quiere que reconozcamos que
nuestra salud y los medios de llegar a ella provienen únicamente de la
misericordia del Salvador, a fin de que lo mismo en la tierra que en el Cielo,
a Él solo sea dada la honra y la gloria (1 Tim., 1, 17). ¿Qué tienes que no
hayas recibido?, dice el divino Apóstol (1 Cor 4, 7), hablando de los dones de
ciencia, de elocuencia y de otras cualidades semejantes de los pastores de la
Iglesia; y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieses
recibido? Todo es, pues, cierto, lo hemos recibido de Dios, pero muy particularmente
hemos recibido de Él los bienes sobrenaturales del santo amor. Pues si los
hemos recibido, ¿por qué pretendemos atribuirnos la gloria de ellos?
Y
a la verdad, si alguno quisiera alabarse por haber hecho algún progreso en el
amor de Dios: ¡Oh hombre miserable! —le diríamos—; tú yacías en el lecho de tu
iniquidad, sin que te quedaran fuerzas ni vida para levantarte... y Dios, por
su infinita bondad, acudió en tu ayuda, diciéndote: Abre la boca de tu
atención, y Yo te saciaré plenamente (Ps. 80, 11); Él mismo puso sus dedos
entre tus labios y entreabrió tus dientes, lanzando dentro de tu corazón su
inspiración santa, que tú has recibido; después, recobrado ya el sentido,
continuó con diferentes movimientos y medios fortaleciendo tu espíritu, hasta
que finalmente derramó en él su caridad como tu vital y perfecta salud.
Dime,
pues, ahora, miserable: ¿qué has hecho tú en todo esto de que te puedas alabar?
Tú has dado tu consentimiento, es cierto; el movimiento de tu voluntad ha
seguido libremente al de la divina gracia. Pero todo esto, ¿qué otra cosa es
sino recibir la operación divina, y no resistir a ella?; ¿y qué hay en esto,
que tú no hayas recibido? ¿Si hasta has recibido la misma recepción de que te
glorías y el consentimiento de que te alabas? Porque, dime: ¿no confesarás que,
si Dios no te hubiese prevenido, tú no hubieses jamás sentido su bondad, ni,
por consiguiente, consentido a su amor? ¿Cómo? ¡Si ni siquiera hubieras tenido
un solo pensamiento bueno! (2 Cor 3, 5).
Su
movimiento, pues, ha dado el ser y la vida al tuyo; y si su liberalidad no
hubiese animado, excitado y provocado tu libertad con sus poderosos y suaves
llamamientos, tu libertad hubiera permanecido siempre inútil para tu salud. Es
cierto que tú has cooperado a la inspiración consintiendo; mas he de
advertirte, si por ventura lo ignoras, que tu cooperación ha nacido de la
operación de la gracia y de tu libre voluntad juntamente, más de tal modo, que,
si la gracia no hubiese prevenido y llenado tu corazón con su operación, jamás
hubiese él podido ni querido prestar cooperación ninguna a ella.
Pero,
dime de nuevo, hombre vil y abyecto, ¿no obras como un ridículo, cuando crees
tener parte en la gloria de tu conversión, porque no has rechazado la
inspiración? ¿No es presunción ésta propia de ladrones y de tiranos, pensar que
dan la vida a alguno porque no se la quitan?; ¿y no es una impiedad propia de
demente furioso pensar que tú hayas dado a la inspiración divina su santa
eficacia y actividad, porque no se la has quitado con tu resistencia? No
podernos impedir los efectos de la inspiración, pero tampoco dárselos: ella
trae su fuerza y su virtud de la bondad divina, que es su origen, y no de la
voluntad humana, que es su término.
(San Francisco de Sales - “Tratado del amor de Dios”)
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas” Si un cuerpo cae hacia abajo, no hay fuerza natural
que lo detenga, sino que sólo una fuerza de orden superior podría invertir el
movimiento de caída y convertirlo en movimiento de elevación.
Así también nos sucede a nosotros cuando decaemos en
el ánimo y estamos abatidos. Necesitamos una Fuerza superior que nos eleve. Y
esa Fuerza es Dios. Por eso para quien está desalentado o desanimado, es necesario
que rece, pues por medio de la oración se obtiene la ayuda de Dios, que es esa
Fuerza que lo puede elevar.
Ya lo dice el Apóstol que sin la ayuda de Dios no
podemos decir ni siquiera que Jesucristo es el Señor. Por eso más cuando
estamos abatidos, tenemos que buscar a Dios, invocar su ayuda, para que sea Él
quien nos levante, que nos resucite como lo hizo con Lázaro.
No dejemos de rezar nunca. Y si no podemos rezar con
oraciones ya hechas, hablemos con Dios. Y si tampoco podemos hablar con Dios
porque todo nos causa tristeza, al menos recostemos nuestra cabeza sobre el
Corazón de Jesús, y estémonos así, para tomar fuerzas. Y por supuesto vayamos
al Sagrario, porque el Señor ha prometido -y es promesa de un Dios-, que
consolará y aliviará a los que van a Él fatigados y agobiados.
Si hemos caído, seamos astutos y aprovechemos esa
caída para crecer en humildad y en amor a Dios, para aferrarnos mucho más al
Señor, despreciando las cosas del mundo, recordando que sólo Dios nos puede
hacer felices ya desde la tierra.
Año de San José San José, hombre justo y modelo
de virtudes,es el Patrono Universal de la
santa Iglesia,y por lo tanto de todos
nosotros.Es el santo que tuvo en la
tierrala misión más grande y noble:proteger al Niño Dios y su
Santísima Madre.
Abril 22
Alabado y glorificado sea el Hijo divino por haber elegido
entre todos los santos al glorioso patriarca san José para ser su padre
adoptivo y nutricio, muriendo en sus divinos brazos y en los de su santísima Madre.
Así sea.
(P. Florentín Brusa, cmf)
FELIPE -Jardinero
de Dios-(el más pequeñito de
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¡Buenos días María!
La Palabra de Dios
Santoral Católico:
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Tema del día:
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
Año de San José
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