martes, 31 de enero de 2017

Pequeñas Semillitas 3257

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3257 ~ Martes 31 de Enero de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Como todos los años, terminamos el mes de Enero celebrando la fiesta de San Juan Bosco, o simplemente “Don Bosco” como le llamaban sus muchachos…
Su niñez fue dura, pues después de perder a su padre, tuvo que trabajar sin descanso para sacar adelante la hacienda familiar. Quería estudiar para ser sacerdote, por lo que tenía que hacer todos los días a pie unos diez kilómetros, y a veces descalzo, por no gastar zapatos. Ya como presbítero, su mayor interés fue atender las necesidades de los niños y jóvenes, especialmente los más pobres y marginados, a los cuales conquistaba con su simpatía, su buen humor, su alegría, sus juegos y trucos de magia… para de ese modo llevarlos al conocimiento de Dios a través del catecismo y de sus predicaciones y ejemplos de vida. De él dijo una vez Pío XI: "En su vida, lo sobrenatural se hizo casi natural y lo extraordinario, ordinario"...   
Fue llamado con toda justicia “Padre y Maestro de la juventud”. Pero también fue escritor, editor, predicador, sociólogo, diplomático y fue considerado precursor de la enseñanza profesional. Su obra más perdurable fue la fundación de la Sociedad Salesiana, el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, y la Pía Unión de Cooperadores Salesianos.
Todos tenemos algunos santos que son de nuestra particular devoción. Y en nuestro caso, San José, San Ignacio de Loyola, San Francisco de Asís, San Alberto Hurtado, San Juan María Vianney, Santa Teresa de Calcuta, San Vicente de Paul, San Maximiliano Kolbe, San Juan Pablo II, San José Gabriel Brochero, el Santo Padre Pío, y San Juan Bosco, conforman ese ramillete especial al que invocamos con mucha más frecuencia.
Buena parte de esta edición de "Pequeñas Semillitas" está dedicada a exaltar su figura y su modelo de santidad. Y en su nombre saludamos a todos los amigos que conforman la comunidad salesiana esparcida por el mundo entero.

¡Buenos días!

Ayuda inesperada
Hoy celebramos a San Juan Bosco. No tuvo una vida fácil. A los dos años quedó huérfano de padre. Pero se constituyó en padre de numerosos huérfanos. Y millares de jóvenes de toda raza y nación, lo aclaman como “Padre y maestro de la juventud”. Su vida transcurrió en la pobreza, pero dedicó sus mejores energías a la juventud indigente y necesitada. El mismo refiere algunas de las persecuciones que sufrió.

“Era una noche lluviosa y volvía yo de la ciudad, cuando observo en un lugar desierto a dos hombres que marchan delante de mí, acelerando o disminuyendo el paso, conforme andaba yo. Quise cambiar de vereda, pero no me dieron lugar, se fueron hacia atrás y en el mayor silencio me arrojaron un manto a la cara. Uno me ciñó la boca con un pañuelo, para que no gritase. En ese momento apareció un perro enorme y, gruñendo como un oso, plantó las zarpas en el rostro de uno y el hocico en el del otro, obligados así a atender al perro antes que a mí. —¡Llame a su perro!, me gritaron aterrados. —Sí, lo llamaré, pero déjenme libre. —¡Pronto, llámelo! El perro seguía rugiendo como lobo rabioso. Los asaltantes huyeron y el perro se me puso al lado y me acompañó hasta el hospital Cottolengo, a donde me dirigía”.

Dios lo protegió repetidas veces en forma prodigiosa. Don Bosco, el santo turinés, anunciaba, a través de revelaciones nocturnas, el futuro de la Iglesia y de la Congregación Salesiana. Por su intercesión, personas afectadas de diversas enfermedades se curaron milagrosamente. Y hubo hasta multiplicación de panecillos, hostias y avellanas. Todos estos dones y su vida entera los consagró a sus queridos jóvenes.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer. (Mc 5,21-43)

Comentario:
Hoy el Evangelio nos presenta dos milagros de Jesús que nos hablan de la fe de dos personas bien distintas. Tanto Jairo —uno de los jefes de la sinagoga— como aquella mujer enferma muestran una gran fe: Jairo está seguro de que Jesús puede curar a su hija, mientras que aquella buena mujer confía en que un mínimo de contacto con la ropa de Jesús será suficiente para liberarla de una enfermedad muy grave. Y Jesús, porque son personas de fe, les concede el favor que habían ido a buscar.
La primera fue ella, aquella que pensaba que no era digna de que Jesús le dedicara tiempo, la que no se atrevía a molestar al Maestro ni a aquellos judíos tan influyentes. Sin hacer ruido, se acerca y, tocando la borla del manto de Jesús, “arranca” su curación y ella enseguida lo nota en su cuerpo. Pero Jesús, que sabe lo que ha pasado, no la quiere dejar marchar sin dirigirle unas palabras: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad» (Mc 5,34).
A Jairo, Jesús le pide una fe todavía más grande. Como ya Dios había hecho con Abraham en el Antiguo Testamento, pedirá una fe contra toda esperanza, la fe de las cosas imposibles. Le comunicaron a Jairo la terrible noticia de que su hijita acababa de morir. Nos podemos imaginar el gran dolor que le invadiría en aquel momento, y quizá la tentación de la desesperación. Y Jesús, que lo había oído, le dice: «No temas, solamente ten fe» (Mc 5,36). Y como aquellos patriarcas antiguos, creyendo contra toda esperanza, vio cómo Jesús devolvía la vida a su amada hija.
Dos grandes lecciones de fe para nosotros. Desde las páginas del Evangelio, Jairo y la mujer que sufría hemorragias, juntamente con tantos otros, nos hablan de la necesidad de tener una fe inconmovible. Podemos hacer nuestra aquella bonita exclamación evangélica: «Creo, Señor, ayuda mi incredulidad» (Mc 9,24).  
* Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas (Girona, España)

Santoral Católico:
San Juan Bosco
Presbítero y Fundador
San Juan Bosco nació el 16 de agosto de 1815 en Castelnuovo de Asti, y recibió de su madre Margarita Occhiena una sólida educación cristiana y humana. Dotado de inteligencia, memoria, voluntad y agilidad física no comunes, desde niño fue seguido por sus coetáneos, a quienes organizaba juegos que interrumpía al toque de las campanas para llevarlos a la iglesia. Fue ordenado sacerdote en Turín en 1841, y allí comenzó su actividad pastoral con San José Cafasso.

Su programa, o mejor, su pasión era la educación de los jóvenes, los más pobres y abandonados. Reunió un grupito que llevaba a jugar, a rezar y a menudo a comer con él. La incómoda y rumorosa compañía de Don Bosco (así se lo llamaba y se lo llama familiarmente) tenía que estar cambiando de lugar continuamente hasta que por fin encontró un lugar fijo bajo el cobertizo Pinardi, que fue la primera célula del Oratorio. Con la ayuda de mamá Margarita, sin medios materiales y entre la persistente hostilidad de muchos, Don Bosco dio vida al Oratorio de San Francisco de Sales: era el lugar de encuentro dominical de los jóvenes que quisieran pasar un día de sana alegría, una pensión con escuelas de arte y oficios para los jóvenes trabajadores, y escuelas regulares para los estudios humanísticos, según una pedagogía que sería conocida en todo el mundo como “método preventivo” y basada en la religión, la razón y el amor. “La práctica del método preventivo se base toda en las palabras de San Pablo que dice: La caridad es benigna y paciente; sufre todo, pero espera todo y aguanta todo”.

Para asegurar la continuidad de su obra, San Juan Bosco fundó la Pía Sociedad de San Francisco de Sales (los Salesianos) y Hijas de María Auxiliadora (las Salesianas). Fue un fecundísimo escritor popular, fundó escuelas tipográficas, revistas y editoriales para el incremento de la prensa católica, la “buena prensa”. Aunque ajeno a las luchas políticas, prestó su servicio como intermediario entre la Santa Sede, el gobierno italiano y la casa Saboya.

Fue un santo risueño y amable, se sentía “sacerdote en la casa del pobre; sacerdote en el palacio del Rey y de los Ministros”. Buen polemista contra la secta de los Valdeses, según la mentalidad del tiempo, nunca se avergonzó de sus amistades con los protestantes y los hebreos de buena voluntad: “Condenamos los errores, escribió en el “Católico”, pero respetamos siempre a las personas”. San Juan Bosco murió el 31 de enero de 1888 y fue canonizado por Pío XI en 1934.
© Catholic.net

Frases de Don Bosco
Entre vosotros jóvenes, es donde me encuentro bien.

Cuando estoy lejos de vosotros me falta algo.

Iría hasta Superga arrastrando la lengua con tal de salvar un alma.

Estad siempre unidos al Señor.

Aquí hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres.

Ahora hemos de trabajar, ya descansaremos en el paraíso.

Quien deja una casa por seguir la vocación encuentra ciento.

Dadme almas y quedaos el resto.

Hemos de hacer buenos cristianos y honrados ciudadanos.

Salud, sabiduría, santidad (son las tras « S» en las que insistía Don Bosco).

Nunca hay que decir «no me toca», sino «¡Voy yo!».

Mi sistema se basa en la religión, la razón y el amor.

Al dar cultura y principios religiosos prevenimos a los delincuentes.

Más moscas se cazan con una gota de miel que con un barril de vinagre.

Vosotros jóvenes sois los responsables de vuestro futuro.

La Eucaristía y la Virgen son las dos columnas que han de sostener nuestras vidas.

Sed devotos del Papa, es una de nuestras principales devociones.

Tristeza y melancolía fuera de la casa mía.

Como padres amorosos corrijamos siempre con amabilidad.

Por los jóvenes hemos de estar dispuestos a soportar cualquier contratiempo y fatiga.

Los jóvenes no sólo deben ser amados, sino que deben notar que se les ama.

Amemos lo que aman los jóvenes.

Procurad siempre vivir en la amistad de Dios.

Tema del día:
María Auxiliadora y Don Bosco
Esta es una historia sobre la total confianza de Don Bosco en los cuidados maternales de Nuestra Madre María.

San Juan Bosco necesitaba construir una Iglesia en honor a María Auxiliadora, pero no tenía nada de dinero. Se lanzó, pero las deudas también se lanzaron sobre él. Para conseguir dinero en un momento en que no podía retrasar más los pagos, un día le dijo a la Virgen: “¡Madre mía! Yo he hecho tantas veces lo que tú me has pedido… ¿Consentirás en hacer hoy lo que yo te voy a pedir?”

Con la sensación de que la Virgen se ha puesto en sus manos, don Bosco penetra en el palacio de un enfermo que tenía bastante dinero pero que también era bastante tacaño. Este enfermo, que hace tres años vive crucificado por los dolores y no podía siquiera moverse de la cama, al ver a don Bosco le dijo: “Si yo pudiera sentirme aliviado, haría algo por usted”.

“Muchas gracias; su deseo llega en el momento oportuno; necesito precisamente ahora tres mil liras”.

“Está bien; obténgame siquiera un alivio, y a fin de año se las daré”.

“Es que yo las necesito ahora mismo”.

El enfermo cambia con mucho dolor de postura, y mirando fijamente a don Bosco, le dice: “¿Ahora? Tendría que salir, ir yo mismo al Banco Nacional, negociar unas cédulas ¡ya ve!, es imposible”.

“No, señor, es muy posible replica don Bosco mirando su reloj. Son las dos de la tarde… Levántese, vístase y vamos allá dando gracias a María Auxiliadora”.

“¡Este hombre está chiflado!” Protesta el viejo entre las cobijas. “Hace tres años que no me muevo en la cama sin dar gritos de dolor, ¿y usted dice que me levante? ¡Imposible!”.

“Imposible para usted, pero no para Dios… ¡Ánimo! Haga la prueba”.

Al rumor de las voces han acudido varios parientes, la habitación está llena. Todos piensan de don Bosco lo mismo que el enfermo: que está chiflado.

“Traigan la ropa del señor, que va a vestirse dice don Bosco, y hagan preparar el coche, porque va a salir. Entretanto, nosotros recemos”.

Llega el médico. “¿Qué imprudencia está por cometer señor mío?”

Pero ya el enfermo no escuchaba más que a don Bosco; se arroja de la cama y empieza a vestirse solo, y solo, ante los ojos maravillados de sus parientes, sale de la habitación y baja las escaleras y sube al coche. Detrás de él, don Bosco. “¡Cochero, al Banco Nacional!”

Ya la gente no se acuerda de él: llevaba tres años sin salir a la calle. Vende sus cédulas y entrega a don Bosco sus tres mil liras.
* Padre José Pedro Manglano Castellary

Meditación

Entre los múltiples talentos que tuvo san Juan Bosco está el de escritor. Por varios años cada mes producía un opúsculo popular para una colección llamada “Lecturas católicas”. Se empeñó en redactar con estilo sencillo y claro para que cualquiera pudiera entender fácilmente. Con ese fin leía los borradores a su madre Margarita, y corregía toda palabra que no comprendiera. He aquí algunos pensamientos simples pero luminosos de este admirable santo.
La vida es demasiado corta - Hay que hacer de prisa lo poco que se pueda, antes que nos sorprenda la muerte - Los ociosos, al final de la vida, experimentarán grandes remordimientos por el tiempo perdido - Las espinas de la vida serán las flores de la eternidad - A la hora de la muerte se ven las cosas desde otro punto de vista - ¿Quieres llevar contigo el dinero a la eternidad? Da limosna a los pobres - Hagamos el bien que podamos y no aguardemos la recompensa del mundo, sino solamente de Dios - Un trocito de paraíso lo arregla todo.
Como los santos, Don Bosco vivió en la tierra sumergido en múltiples tareas y aspiraciones, en especial buscaba la promoción de los jóvenes humildes a una vida más digna; pero se notaba siempre que su corazón estaba en la eternidad, en los bienes celestiales que pagarían con creces su trabajo incansable y dedicación total a sus queridos jóvenes.

Los cinco minutos de María
Enero 31
Si María santísima es el modelo del cristiano, lo es de un modo muy señalado para la juventud, porque María siempre fue joven; muy joven cuando fue Madre de Dios, y siempre joven de espíritu; la fuente de su juventud está en la bondad de su corazón.
María tuvo siempre un ideal joven y por eso se ha convertido en el ideal de los jóvenes; ella fue siempre noble y digna, pura y limpia, inmaculada y santa, como debe ser todo ideal.
Si todo ideal es azul, como el color del cielo, la juventud toma el manto azul de la Inmaculada como el ideal de sus pensamientos y el imán que atrae sus afectos.
Aunque pasen los años por nosotros, no perdamos la juventud de nuestro espíritu, no perdamos la juventud de la Inmaculada.
Señor, ayúdanos a vivir como María, y, así, crecer en seguridad y alegría.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

lunes, 30 de enero de 2017

Pequeñas Semillitas 3256

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3256 ~ Lunes 30 de Enero de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En estos días estamos viviendo la tragedia de los incendios de bosques en Chile, con sus secuelas de destrucción y muerte. También en la zona pampeana de Argentina hay incendios fuera de control. Y cuando vemos tanta devastación por acción de estas fuerzas naturales fuera de control, es inevitable que sentimos una profunda tristeza y agobio.
Llevemos ahora el pensamiento al plano espiritual y veamos que la vida divina renueva la tierra después de incendios, terremotos o inundaciones. Nueva vida surge de entre las cenizas y los escombros. Del mismo modo, Dios nos renueva y sana sin importar la apariencia.
No importa lo que suceda en el mundo externo, debemos saber que existe una vida eterna, inmutable y perfecta. Al calmar nuestros pensamientos, dejar ir nuestros temores y despejar nuestro corazón, abrimos el fluir de la curación que siempre está disponible. Ésta fluye libremente en nuestro cuerpo y mente gracias a la Fuente infinita de vida y no es limitada por el mundo físico. Esta vida es la verdad de nuestro ser y así la aceptamos.

¡Buenos días!

El pino sin infancia
“El presente es tan efímero que no le atribuyes ningún valor. Y es, sin embargo, el único que está en tu poder, y tu vida no es más que un conjunto de momentos presentes. El hombre inquieto arrastra consigo su pasado e intenta agarrar el futuro al mismo tiempo que el presente. Si quieres triunfar en la vida vive plenamente, uno tras otro, cada momento presente” (M. Quoist).

Había una vez un pino que, desde pequeño, soñó con ser grande. Su especie llegaba a alcanzar los sesenta metros. Le habían dicho que, desde arriba, la vista era maravillosa. Sus amigos le señalaban distintas bellezas naturales, pequeñas plantas, flores, insectos, grandes animales y hasta personas, pero no lo atraían; iba creciendo y lo único que le interesaba era ser muy alto. Al llegar a la estatura deseada, disfrutó de un panorama espectacular. Cuando conversaban sus amigos, escuchaba cosas extrañas para él: chicos jugando a la pelota, perros que corrían, abejitas que se posaban en las flores, y muchos comentarios sobre seres que no llegaba a ver desde allá arriba. Pero ya no pudo bajar para conocerlos, se los había perdido mientras esperaba llegar bien alto. El futuro es para soñar; el presente, para vivirlo y gozarlo.

“Piensas siempre que la vida es para mañana: mañana haré, mañana tendré, mañana seré… ¿Por qué esperar al mañana para vivir? Un día no tendrás mañana y no habrás vivido” (M. Quoist). Repite una y otra vez la consigna: «Este es el día que hizo el Señor; me regocijaré y alegraré en él» (S 118).
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante Él y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes». Es que Él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos». Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.
Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos». Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara -unos dos mil- se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.
Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con Él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti». Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados. (Mc 5,1-20)

Comentario:
Hoy encontramos un fragmento del Evangelio que puede provocar la sonrisa a más de uno. Imaginarse unos dos mil puercos precipitándose monte abajo, no deja de ser una imagen un poco cómica. Pero la verdad es que a aquellos porqueros no les hizo ninguna gracia, se enfadaron mucho y le pidieron a Jesús que se marchara de su territorio.
La actitud de los porqueros, aunque humanamente podría parecer lógica, no deja de ser francamente recriminable: preferirían haber salvado sus cerdos antes que la curación del endemoniado. Es decir, antes los bienes materiales, que nos proporcionan dinero y bienestar, que la vida en dignidad de un hombre que no es de los “nuestros”. Porque el que estaba poseído por un espíritu maligno sólo era una persona que «siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras» (Mc 5,5).
Nosotros tenemos muchas veces este peligro de aferrarnos a aquello que es nuestro, y desesperarnos cuando perdemos aquello que sólo es material. Así, por ejemplo, el campesino se desespera cuando pierde una cosecha incluso cuando la tiene asegurada, o el jugador de bolsa hace lo mismo cuando sus acciones pierden parte de su valor. En cambio, muy pocos se desesperan viendo el hambre o la precariedad de tantos seres humanos, algunos de los cuales viven a nuestro lado.
Jesús siempre puso por delante a las personas, incluso antes que las leyes y los poderosos de su tiempo. Pero nosotros, demasiadas veces, pensamos sólo en nosotros mismos y en aquello que creemos que nos procura felicidad, aunque el egoísmo nunca trae felicidad. Como diría el obispo brasileño Helder Cámara: «El egoísmo es la fuente más infalible de infelicidad para uno mismo y para los que le rodean».
* Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero (Viladecans, Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santa Jacinta Mariscotti
Terciaria Franciscana
Nació en Vignanello, cerca de Viterbo (Italia), en 1585, de familia noble. Sus padres la enviaron a las clarisas, que pronto abandonó. A los 20 años ingresó en el monasterio de las Franciscanas de la Tercera Orden Regular de Viterbo. Tanto en el siglo como en el claustro llevó una vida ligera y disipada hasta que, a los treinta años y a raíz de una grave enfermedad, se convirtió del todo al Señor. A partir de entonces llevó una vida de gran austeridad y penitencia, y se afanó en obras de caridad; fundó cofradías para la adoración de la Eucaristía y para atender a los pobres, enfermos y ancianos. Dios adornó su intensa oración y contemplación con carismas extraordinarios. Murió en Viterbo el 30 de enero de 1640.
Oración: Oh Dios, que nos has dejado en santa Jacinta un ejemplo vivo de mortificación y amor a ti, concédenos, por su intercesión, reconocer nuestros pecados, llorarlos y permanecer en tu amistad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano   

Pensamiento del día

"El Corazón de una mujer, debe estar tan envuelto en Dios,
que un hombre tenga que buscarlo a "ÉL" primero,
para después encontrarla a ella"

Tema del día:
5 caminos cristianos para perdonar
El padre Ed Broom, un sacerdote Oblato de la Virgen María y un reconocido autor de libros de espiritualidad en Estados Unidos, ha escrito en su blog “cinco breves y concretas sugerencias que podrán ayudarnos en el camino del perdón y la misericordia”.

1. Ruega por la Gracia.
Perdonar a nuestros enemigos, orar por ellos y amarlos, va mucho más allá de nuestra naturaleza humana caída. Necesitamos –desesperadamente- las abundantes gracias de Dios. San Agustín decía que todos somos mendigos ante Dios. Por lo tanto, debemos pedir la gracia de perdonar cuando somos puestos a prueba. ¡Dios no nos la negará!

2. Perdona inmediatamente.
Cuando estamos ofendidos, a menudo el diablo trabaja en nosotros de inmediato fomentando en nuestra mente pensamientos de venganza diametralmente opuestos a la enseñanza de Jesús. Debemos resistirlos y rechazarlos tan pronto como nos damos cuenta de ellos. Por lo tanto, si respondemos a la gracia de la misericordia de Dios y perdonamos de inmediato, existe una buena posibilidad de que la victoria sea nuestra. En suma, hay que ser rápidos para rechazar los pensamientos vengativos ¡y aún más rápidos para perdonar!

3. Humildad.
Otra arma espiritual eficaz que tenemos en nuestro arsenal es la de la humildad. ¿Cómo? De este modo: si el perdón resulta laborioso y casi imposible, entonces recuerda tu peor pecado o tu pecado más embarazoso y el hecho de que Dios te perdonó esto tan pronto como rogaste Su misericordia y perdón. Lo más probable es que la ofensa que se te dirigió haya sido mínima en comparación con tu pecado más grave o embarazoso. ¡Esto puede ser una herramienta muy poderosa para abrir tu corazón a la misericordia y al perdón!

4. Misericordia es un camino de ida y vuelta.
Recuerda que recibir la misericordia de Dios no es una camino sin salida, sino más bien una calle de dos vías. ¿En qué sentido? Jesús dijo: “Sed misericordiosos como su Padre Celestial es misericordioso”. Por lo tanto, si queremos experimentar la misericordia infinita de Dios en nuestras vidas, debemos extender nuestra mano de perdón hacia aquellos que nos han ofendido. El Padrenuestro nos enseña la misma lección: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Santa Faustina Kowalska en el Diario de la Divina Misericordia en mi alma, afirma, inequívocamente, que el mayor atributo o virtud en Dios es Su Misericordia infinita. Los seguidores de Jesús deben practicar esta sublime pero muy exigente virtud. La misericordia es el amor de Dios que perdona al pecador. Decidir perdonar a nuestros enemigos es una clara señal de la victoria de la Gracia y misericordia de Dios en nuestras vidas.

5. Jesús dio su sangre en la cruz por ti.
Posiblemente la fuerza motivadora más convincente para obligarnos a perdonar a los que nos ofenden sea la serena pero seria contemplación de Jesús colgando de la cruz, derramando cada gota de Su Preciosísima Sangre para salvar a toda la humanidad, pero en particular mi alma inmortal. Después de ser herido y tal vez no dispuesto a perdonar, levanta tus ojos para contemplar a Jesús, mientras Él cuelga de la cruz. Recuerda lo que ya ha pasado: salivazos, azotes, corona de espinas, negado por Pedro, traicionado por Judas, condenado siendo totalmente inocente, clavado en la cruz y derramando cada gota de Su Preciosa Sangre. Y lo primero que pide es: “¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!”. Escuchando, contemplando y meditando este pasaje de su amarga pasión, se tendrá la herramienta más eficiente para romper el más endurecido corazón, que, aparentemente, era incapaz de perdonar.
© Jaime Septién (Aleteia)

Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas

Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir el power point y los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com 
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.

Meditación

El alumno, según él, había terminado el cuadro. Llamó a su maestro para que lo evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y concentración durante un rato.
Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles. Con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno el cuadro había cambiado notablemente.
El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre a sublime.
Casi con reverencia le dijo al maestro:
- ¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado tanto el cuadro?
- Es que en esos pequeños detalles está el arte. Contestó el maestro.
Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles. Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se abre, el beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia.
Todas las relaciones -familia, matrimonio, noviazgo o amistad- se basan en detalles. Nadie espera que remontes el Océano Atlántico por él, aunque probablemente sí que le hables el día de su cumpleaños. Nadie te pedirá que escales el Monte Everest para probar tu amistad, pero sí que lo visites durante unos minutos cuando sabes que está enfermo. 

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por las siguientes intenciones: por el eterno descanso de Manuel F.; por la salud de Beatrice L. F., para que se recupere pronto; por la salud de Cristina L. F., para que terminen sus problemas de riñón; por la recuperación de Pepe C. S. que está internado con neumonía y problemas gástricos. Todos son de México.

Pedimos oración por la salud de Kaleb, de 3 años de edad, con leucemia. Y también rezamos por Rebeca, de 100 años de edad, con fractura de cadera. También son personas de México.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de María
Enero 30
Nuestra Madre celestial tiene un Corazón inmensamente bueno y compasivo, un Corazón maternal.
Como madre que es, entiende muy bien a sus hijos, sabe que somos débiles y pecadores y por eso comprende nuestras caídas y nuestras limitaciones. Cuando nos ve caídos, nos mira con compasión y misericordia.
Nuestra Madre celestial sufre cuando nos ve sufrir a nosotros; sufre más cuando ve que nosotros no sabemos sufrir y perdemos el valor del sufrimiento.
¿Tenemos suficiente confianza en el Corazón maternal de María? ¿Es fuerte el lazo de amor que nos une a nuestra Madre del cielo?
María, fortalece nuestra confianza y ayúdanos a reconocernos como hijos amados por Dios.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

domingo, 29 de enero de 2017

Pequeñas Semillitas 3255

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3255 ~ Domingo 29 de Enero de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Ha escrito José Arregi que si tuviera que resumir todos los evangelios en una sola palabra, elegiría “Bienaventurados”.
Refiere que un día Jesús sintió que le ardía dentro la llama de los profetas, de todos los profetas, y decidido subió al monte, como Moisés en otro tiempo, pero no cargando dos pesadas losas de piedra para grabar allí los diez mandamientos, sino cargado con el aire del Espíritu, empujado por el aire alegre y transformador del Espíritu, y proclamó a los cuatro vientos ocho hermosos edictos iniciados con “Dichosos vosotros, vosotras”.
Con ellos Jesús señaló las pistas que conducen a la verdadera felicidad. El camino realista hacia una vida plena y llena de sentido. El Maestro no se limitó a proclamar las bienaventuranzas, sino que las experimentó y practicó durante toda su vida. Él es las bienaventuranzas hechas persona humana.
No es ley ni código ni norma moral… Es Evangelio, Buena Noticia, anuncio gozoso. No es solamente un anuncio de felicidad futura, sino felicidad presente. Quien vive según el espíritu de las bienaventuranzas es feliz. Ellas revelan cómo es el corazón de Jesús, y por lo tanto, cómo ha de ser el corazón de sus seguidores.

¡Buenos días!

Decídete por lo mejor
El pecado no es de ninguna manera un enriquecimiento del hombre. Todo lo contrario: “coronado de gloria y dignidad por Dios” (Sal 8), el ser humano al pecar se devalúa, se degrada, se priva de la plenitud que le es propia. Se vuelve esclavo del pecado, él que había sido creado “poco inferior a los ángeles y bajo cuyos pies puso Dios la creación inmensa”. La Reina de la Paz te anima a decidirte por lo mejor.

“¡Queridos hijos! Mi oración hoy es para todos ustedes que buscan la gracia de la conversión. Llaman a la puerta de mi Corazón, con el sacramento de la Reconciliación con Dios. Abandonen el pecado y decídanse, hijitos, por la santidad. Solamente así puedo ayudarlos y escuchar sus oraciones e interceder ante el Altísimo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

Los santos vivían con el pensamiento en el Cielo. Con esta luz orientaron sus pasos por la tierra. Sabían que obrar mal desagrada y ofende a Dios y nos perjudica seriamente. Sabían también que no dar importancia a las transgresiones pequeñas, arrastra a graves pecados, porque adormecen la conciencia… Cuida no lesionar el amor a Dios y al hermano.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros». (Mt 5,1-12)

Comentario:
Hoy leemos este Evangelio tan conocido para todos nosotros, pero siempre tan sorprendente. Con este fragmento de las bienaventuranzas, Jesús nos ofrece un modelo de vida, unos valores, que según Él son los que nos pueden hacer felices de verdad.
La felicidad, seguramente, es la meta principal que todos buscamos en la vida. Y si preguntásemos a la gente cómo buscan ser felices, o dónde buscan su propia felicidad, nos encontraríamos con respuestas muy distintas. Algunos nos dirían que en una vida de familia bien fundamentada; otros que en tener salud y trabajo; otros, que en gozar de la amistad y del ocio..., y los más influidos quizá por esta sociedad tan consumista, nos dirían que en tener dinero, en poder comprar el mayor número posible de cosas y, sobre todo, en lograr ascender a niveles sociales más altos.
Estas bienaventuranzas que nos propone Jesús no son, precisamente, las que nos ofrece nuestro mundo de hoy. El Señor nos dice que serán «bienaventurados» los pobres de espíritu, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de la justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que buscan la paz, los perseguidos por causa de la justicia... (cf. Mt 5,3-11).
Este mensaje del Señor es para los que quieren vivir unas actitudes de desprendimiento, de humildad, de deseo de justicia, de preocupación e interés por los problemas del prójimo, y todo lo demás lo dejan en un segundo término.
¡Cuánto bien podemos hacer rezando, o practicando alguna corrección fraterna, cuando nos critiquen por creer en Dios y por pertenecer a la Iglesia! Nos lo dice claramente Jesús en su última bienaventuranza: «Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa» (Mt 5,11).
San Basilio nos dice que «no se debe tener al rico por dichoso sólo por sus riquezas; ni al poderoso por su autoridad y dignidad; ni al fuerte por la salud de su cuerpo... Todas estas cosas son instrumentos de la virtud para los que las usan rectamente; pero ellas, en sí mismas, no contienen la felicidad».
* Rev. D. Pablo CASAS Aljama (Sevilla, España)

Palabras de San Juan Pablo II
“Grave es la responsabilidad de las ideologías que proclaman el odio, el rencor y el resentimiento como motores de la historia. Como el de los que reducen al hombre a dimensiones económicas contrarias a su dignidad. Sin negar la gravedad de muchos problemas y la injusticia de muchas situaciones, es imprescindible proclamar que el odio no es nunca camino: sólo el amor, el esfuerzo personal constructivo, pueden llegar al fondo de los problemas.”

Predicación del Evangelio
Una Iglesia más evangélica
Al formular las bienaventuranzas, Mateo, a diferencia de Lucas, se preocupa de trazar los rasgos que han de caracterizar a los seguidores de Jesús. De ahí la importancia que tienen para nosotros en estos tiempos en que la Iglesia ha de ir encontrando su propio estilo de vida en medio de una sociedad secularizada.

No es posible proponer la Buena Noticia de Jesús de cualquier forma. El Evangelio solo se difunde desde actitudes evangélicas. Las bienaventuranzas nos indican el espíritu que ha de inspirar la actuación de la Iglesia mientras peregrina hacia el Padre. Las hemos de escuchar en actitud de conversión personal y comunitaria. Solo así hemos de caminar hacia el futuro.

Dichosa la Iglesia «pobre de espíritu» y de corazón sencillo, que actúa sin prepotencia ni arrogancia, sin riquezas ni esplendor, sostenida por la autoridad humilde de Jesús. De ella es el reino de Dios.

Dichosa la Iglesia que «llora» con los que lloran y sufre al ser despojada de privilegios y poder, pues podrá compartir mejor la suerte de los perdedores y también el destino de Jesús. Un día será consolada por Dios.

Dichosa la Iglesia que renuncia a imponerse por la fuerza, la coacción o el sometimiento, practicando siempre la mansedumbre de su Maestro y Señor. Heredará un día la tierra prometida.

Dichosa la Iglesia que tiene «hambre y sed de justicia» dentro de sí misma y para el mundo entero, pues buscará su propia conversión y trabajará por una vida más justa y digna para todos, empezando por los últimos. Su anhelo será saciado por Dios.

Dichosa la Iglesia compasiva que renuncia al rigorismo y prefiere la misericordia antes que los sacrificios, pues acogerá a los pecadores y no les ocultará la Buena Noticia de Jesús. Ella alcanzará de Dios misericordia.

Dichosa la Iglesia de «corazón limpio» y conducta transparente, que no encubre sus pecados ni promueve el secretismo o la ambigüedad, pues caminará en la verdad de Jesús. Un día verá a Dios.

Dichosa la Iglesia que «trabaja por la paz» y lucha contra las guerras, que aúna los corazones y siembra concordia, pues contagiará la paz de Jesús que el mundo no puede dar. Ella será hija de Dios.

Dichosa la Iglesia que sufre hostilidad y persecución a causa de la justicia sin rehuir el martirio, pues sabrá llorar con las víctimas y conocerá la cruz de Jesús. De ella es el reino de Dios.

La sociedad actual necesita conocer comunidades cristianas marcadas por este espíritu de las bienaventuranzas. Solo una Iglesia evangélica tiene autoridad y credibilidad para mostrar el rostro de Jesús a los hombres y mujeres de hoy.
José Antonio Pagola

Nuevo vídeo

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Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Bogotá, Colombia, nuestro lector Carlos nos escribe y dice: “Damos gracias a Dios y a María Santísima, así como también a todas las personas que han orado por José Joaquín L., quien ya fue dado de alta y se encuentra disfrutando del amor, el cariño y los cuidados de su hogar. El Señor bendice siempre su salud y la de toda su familia”.

Meditación

El siglo XX está lleno de apariciones marianas: desde la más conocida en Fátima, a las menos publicitadas de Kibeho (Ruanda) y la de  Akita (Japón). ¿Por qué la Virgen María está tan presente en medio de nosotros desde el siglo XX?
El padre René Laurentin -nacido el 19 de octubre de 1917, seis días después de la última aparición de la Virgen María en Fátima- ha viajado por el mundo entero para investigar estos hechos sobrenaturales. Él afirma que estas numerosas apariciones eran un llamado urgente a nuestro mundo que corre hacia la autodestrucción.
"Hay situaciones muy graves en el mundo de hoy. Así que hay muchas razones para  que la Virgen María se aparezca y venga a advertirnos", dijo. "El mundo ha rechazado a Dios. Se libra tranquilamente al pecado. Es como si tuviéramos que cortar las ramas del árbol sobre el que estamos posados.
Hoy estamos viviendo las consecuencias de esto. El mundo se destruye como consecuencia del pecado; no podemos salir de esto por nosotros mismos. La Madre de Dios nos llama a volver a lo esencial y nos invita a la oración y a la conversión. Nos dice que Dios existe y que debemos volver a Él.

Los cinco minutos de María

Enero 29
En María Santísima hallamos la ausencia de todo mal y la presencia de todo bien; ella no tuvo ningún pecado y poseyó todas las virtudes. Por eso la Iglesia la llama “Santa”, “Santísima”.
El cristiano debe apartarse del mal en su vida; debe huir de todo pecado, que es el verdadero mal, porque nos aleja de Dios. Pero no basta no hacer el mal; es preciso practicar el bien no confiando tanto en nuestra capacidad humana, sino en la presencia del Espíritu de Jesús que habita en nosotros y nos impulsa al amor y entrega a Dios y a los hermanos. El ideal del cristiano debe ser no decir nunca “basta” en el amor y la entrega.
María, perseverante en el amor y la entrega total al Padre, ayúdanos a crecer en nuestro amor y servicio.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
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