martes, 12 de enero de 2021

Pequeñas Semillitas 4548

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 16 - Número 4548 ~ Martes 12 de Enero de 2021.
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Amado Padre, gracias porque siempre me tratas como a tu hijo, sabes que yo quiero vivir para Ti. Sabes que me extravío no porque sea malo, sino porque busco respuestas a las preguntas más profundas de mi corazón y, claro, las busco donde no están. Entiendo que necesito estar más unido a Ti y es lo que deseo. Por eso, en este momento, te suplico que pases tu mano sanadora sobre mi corazón y lo liberes de toda soberbia, miedo y de ese exagerado sentimiento de culpa que me aparta de Ti. Dame la oportunidad de vivir la vida con serenidad y paciencia, sabiéndome amado y bendecido por Ti. Amén.
 
¡Buenos días María!
Si tenemos devoción a María, si amamos tiernamente a esta Virgen Fiel, entonces nuestra salvación está asegurada, porque María no dejará perecer a quien la ama tan tiernamente. María es la nueva arca donde hay que entrar para salvarse del diluvio de maldad que hay en el mundo. Ella nos protege del Maligno enemigo y nos obtiene el perdón y la gracia del Altísimo. Si somos amigos de María, entonces somos también amigos de Dios, porque Dios ama a los que aman a su Madre. Y debemos demostrarle nuestro amor rezando su Rosario, o por lo menos las tres avemarías diarias, y si queremos ser más amantes de María y complacerla en todo, tenemos que consagrarnos a su Corazón Inmaculado, entregándole toda nuestra vida para que Ella disponga de nosotros como más le agrade y para la mayor gloria de Dios. No nos demoremos en hacer esta consagración a la Virgen, pues es asegurarnos nuestro destino eterno de felicidad sin fin.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Heb 2,5-12
 
Salmo: Sal 8,2ab.5.6-7.8-9
 
Santo Evangelio: Mc 1,21-28
Llegó Jesús a Cafarnaum y el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.
Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.
 
Comentario:
Hoy, primer martes del tiempo ordinario, san Marcos nos presenta a Jesús enseñando en la sinagoga y, acto seguido, comenta: «Quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Mc 1,21). Esta observación inicial es impresionante. En efecto, la razón de la admiración de los oyentes, por un lado, no es la doctrina, sino el maestro; no aquello que se explica, sino Aquél que lo explica; y, por otro lado, no ya el predicador visto globalmente, sino remarcado específicamente: Jesús enseñaba «con autoridad», es decir, con poder legítimo e irrecusable. Esta particularidad queda ulteriormente confirmada por medio de una nítida contraposición: «No lo hacía como los escribas».
Pero, en un segundo momento, la escena de la curación del hombre poseído por un espíritu maligno incorpora a la motivación admirativa personal el dato doctrinal: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!» (Mc 1,27). Sin embargo, notemos que el calificativo no es tanto de contenido como de singularidad: la doctrina es «nueva». He aquí otra razón de contraste: Jesús comunica algo inaudito (nunca como aquí este calificativo tiene sentido).
Añadimos una tercera advertencia. La autoridad proviene, además, del hecho que a Jesús «hasta los espíritus inmundos le obedecen». Nos encontramos ante una contraposición tan intensa como las dos anteriores. A la autoridad del maestro y a la novedad de la doctrina hay que sumar la fuerza contra los espíritus del mal.
¡Hermanos! Por la fe sabemos que esta liturgia de la palabra nos hace contemporáneos de lo que acabamos de escuchar y que estamos comentando. Preguntémonos con humilde agradecimiento: ¿Tengo conciencia de que ningún otro hombre ha hablado jamás como Jesús, la Palabra de Dios Padre? ¿Me siento rico de un mensaje que tampoco tiene parangón? ¿Me doy cuenta de la fuerza liberadora que Jesús y su enseñanza tienen en la vida humana y, más concretamente, en mi vida? Movidos por el Espíritu Santo, digamos a nuestro Redentor: Jesús-vida, Jesús-doctrina, Jesús-victoria, haz que, como le complacía decir al gran Ramon Llull, vivamos en la continua “maravilla” de Ti.
* Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
Santa Margarita Bourgeoys
Fundadora
Nació en Troyes (Francia) el año 1620. Huérfana de madre, tuvo que cuidar a sus hermanos pequeños. Al mismo tiempo comenzó a visitar enfermos, dar el catecismo a los niños y hacer otras obras de apostolado. En 1653 marchó como misionera a Canadá, invitada por el gobernador de aquella tierra, para hacerse cargo de la educación de las niñas de padres franceses en la colonia de Ville-Marie, futura ciudad de Montreal. Su dedicación a la enseñanza y a otras tareas de apostolado atrajo en torno a ella numerosas jóvenes, llegadas de Francia, con las que fundó la Congregación de Nuestra Señora, a la que desde pequeña había profesado una gran devoción. Pronto se multiplicaron las vocaciones, las escuelas y los hospitales. Murió en Montreal el 12 de enero de 1700. Fue canonizada el año 1982.
Para más información hacer clic acá.
* Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día 
“Si cambias tu pensamiento, cambian tus emociones.
Si cambias tus emociones, cambia tu actitud.
Si cambias tu actitud, cambia tu vida.
Si cambias tu vida, cambia tu destino”
 
Tema del día:
El año litúrgico
Año litúrgico, también denominado ciclo litúrgico, es el nombre que recibe la organización de los diversos tiempos y solemnidades durante el año en la Iglesia, como forma de celebrar la historia de la Salvación.
 
Enmarcados en el año litúrgico, se celebran distintos tiempos litúrgicos con los cuales se relacionan los pasajes de las Sagradas Escrituras que se proclaman en los actos de culto, las diferentes oraciones que se rezan, como así también los colores litúrgicos utilizados en la vestimenta del celebrante.
 
Las fechas de muchas celebraciones varían de año en año, por lo general en línea con la modificación de la fecha de la Pascua a la cual se asocia buena parte de las celebraciones móviles. En el concilio de Nicea I (325), se acordó la celebración de la Pascua cristiana el domingo siguiente al plenilunio (luna llena) después del equinoccio de primavera (otoño en el hemisferio sur). Y partiendo de esa fecha se estructuran todos los tiempos del año litúrgico.
 
El año litúrgico comienza con el ADVIENTO, que es un período aproximado de cuatro y media semanas antes de la Navidad, en el que los cristianos nos preparamos para celebrar la venida de Jesús. Es un tiempo de reflexión y austeridad, por lo que los ornamentos son morados.
 
Pasadas las cuatro semanas de Adviento, la Iglesia católica celebra el TIEMPO DE NAVIDAD, a partir de esta solemnidad, el 25 de diciembre. Este tiempo se extiende desde las I Vísperas de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, al atardecer del día 24, hasta las II Vísperas de la Solemnidad del Bautismo del Señor, el domingo después de la Epifanía. Durante el tiempo de Navidad, el ánimo festivo se expresa con las flores, los cánticos y los ornamentos blancos.
 
Tras el tiempo de Navidad, sigue un periodo que es la primera parte del TIEMPO ORDINARIO (o “durante el año”) que se prolonga hasta el Miércoles de Ceniza con el cual comienza el TIEMPO DE CUARESMA. La Cuaresma comprende días de preparación para la Pascua de Resurrección, que aunque tradicionalmente han sido cuarenta, las reformas posteriores han hecho cambiar; actualmente empieza el Miércoles de Ceniza y termina al comenzar la Misa de la Cena del Señor en las primeras horas de la tarde del Jueves Santo, totalizando 43 días y medio.
 
La Cuaresma incluye seis domingos, incluyendo el Domingo de Ramos y es un período de liturgia penitencial: se utiliza ornamentos morados, a excepción del Domingo de Ramos que es el rojo y las solemnidades más importantes que es el blanco, no se canta el Gloria ni tampoco el Aleluya, tampoco se adorna el templo con flores y el órgano y otros instrumentos callan, a no ser que sean para sostener básicamente el canto. Únicamente se exceptúa el cuarto domingo, tradicionalmente llamado "Laetare" en el que se puede cambiar de color al rosa (opcional, por la proximidad de la Pascua, mezcla entre el morado y el blanco), se pueden poner algunas flores y usar instrumentos, pero sigue callado el Gloria y por supuesto el Aleluya. También en las solemnidades y fiestas que coincidan -habitualmente son dos importantes: San José y la Anunciación a María (Encarnación del Señor)- pueden quitarse estos signos penitenciales, empleando vestiduras blancas debido a la solemnidad de estas celebraciones, aunque nunca usar el Aleluya, que callará hasta la noche de Pascua.
 
El Domingo de Ramos, último domingo de Cuaresma y que abre la SEMANA SANTA, llamado "de la Pasión del Señor", conmemora la Pasión de Cristo, usándose el color rojo debido a que se celebra la Pasión del Señor y leyendo los textos de la misma. Dentro de esta semana, en la mañana del Jueves Santo se celebra la misa crismal, en la que el obispo de la diócesis consagra los santos óleos: el óleo de los enfermos, el santo crisma y el óleo de los catecúmenos. Toda la mañana de Jueves Santo sigue siendo tiempo de Cuaresma, la cual finaliza en la tarde del Jueves Santo antes de la celebración de la misa vespertina de la cena del Señor.
 
Con la misa vespertina llamada de la cena del Señor se inicia el TRIDUO PASCUAL que celebra la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo es el corazón del año litúrgico. Comprende los tres días desde las vísperas del Jueves Santo hasta las II Vísperas del Domingo de Resurrección. Prácticamente, ya es tiempo de Pascua, aunque tiene una consideración especial.
 
El JUEVES SANTO, se celebra la misa vespertina de la cena del Señor, en la que Jesús instituyó la Eucaristía, el orden sacerdotal y el mandamiento del amor. No es la celebración -ni mucho menos- principal de estos días, sino la Introducción al Triduo Pascual, la introducción de lo que va a comenzar a partir de esa misma tarde de Jueves Santo, pero tradicionalmente se celebra con una gran solemnidad.
 
El VIERNES SANTO se recuerda la muerte de Jesús en la cruz para salvar a la humanidad. La liturgia de este día es de una sobriedad muy elocuente. Es el día de la Pasión y Muerte del Señor y no se celebra la Eucaristía. Puntos culminantes de la liturgia de Viernes Santo son el relato de la Pasión según san Juan, la oración universal y la adoración de la Cruz. Este es un día de silencio y de recogimiento interno.
 
El SÁBADO SANTO es un día de silencio y de oración. Está prohibido, como el día anterior, celebrar la Eucaristía. En este día se suelen organizar retiros para profundizar el misterio pascual. Es conveniente celebrar en común la Liturgia de las Horas, u otras celebraciones en torno al sepulcro del Señor, a su cruz o a los dolores de la Virgen, pero cabe recordar que no hay misa alguna este día.
 
Terminado el sábado, la Iglesia celebra la Resurrección del Señor con una vigilia nocturna. Se celebra en la madrugada del DOMINGO DE RESURRECCIÓN (y no en la noche ni en la tarde del sábado). Esta es la noche santa, la noche que recuerda la victoria de Cristo sobre la muerte, la noche en que la Iglesia desde su comienzo se espera la segunda venida del Señor.
 
Los ritos de esta noche son los más largos y solemnes de toda la liturgia romana: primero, se enciende el cirio pascual, imagen de Cristo Resucitado, quien ilumina el mundo y los fieles, que vienen en procesión desde la calle con esta luz, se sientan a escuchar nueve lecturas de la Biblia que les recuerdan la historia de la salvación desde la creación hasta la resurrección de Jesús. Se sigue con la celebración de los sacramentos de la Pascua: el Bautismo, por el cual el hombre muere con Cristo para luego resucitar con Él a una vida nueva (Rom 6, 8), y la Eucaristía, en la cual los Apóstoles reconocen al Señor en la fracción del pan.
 
Comienza acá el TIEMPO PASCUAL que se extenderá a lo largo de siete semanas (50 días). Los cincuenta días después de Pascua se prolongan como un solo día de fiesta, como un solo gran domingo. Durante todo este tiempo la Iglesia canta la alegría de Cristo Resucitado. Las celebraciones son como un eco de lo que fue la noche de Pascua: se usan vestiduras blancas, no se deja de cantar el Aleluya, se vuelve a usar el Gloria, durante la octava de Pascua -sus primeros ocho días- cada día, y después, cada domingo. Se adornan los templos con muchas flores, más que nunca, y se usa música y canto.
 
Hacia el final de este tiempo se celebrarán también la Ascensión y Pentecostés. La solemnidad de Pentecostés (que significa, cinquentena) cierra el tiempo pascual. Celebra la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles.
 
Después de Pentecostés sigue la segunda parte del TIEMPO ORDINARIO (o “durante el año”) que llega hasta el sábado anterior al primer domingo de Adviento. Abarca 33 o 34 semanas, según el año. Durante este tiempo se usan vestiduras de color verde, menos en las celebraciones (memorias, fiestas, solemnidades) que exigen otros colores. En esas semanas, la Iglesia de Roma medita el Evangelio de Cristo, su predicación y ministerio previo a su Pasión. Durante los domingos, se leen, en un ciclo trienal, los Evangelios sinópticos: se sigue el Evangelio de Mateo en el ciclo A, el Evangelio de Marcos para el ciclo B, y el Evangelio de Lucas en el ciclo C. El Evangelio de Juan se suele reservar mayormente para los demás tiempos litúrgicos, en particular el Tiempo de Pascua.
 
En este tiempo hay espacio para otras fiestas y solemnidades del Señor y de los Santos: en primer lugar, algunas fijas como son la fiesta de la Santísima Trinidad, el domingo después de Pentecostés; la fiesta de Corpus Christi, tradicionalmente el jueves siguiente a la Trinidad, pero en la mayoría de los casos, trasladada al domingo; y la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, que se celebra el viernes después de la antigua octava de Corpus, por tanto, la semana después de esta fiesta.
 
El año litúrgico finaliza con la celebración de la solemnidad de Cristo Rey, con un sentido claramente escatológico, es decir, con la esperanza en la vida eterna.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Este es un texto del jesuita Anthony de Mello que me parece hermoso para leerlo y meditarlo:
"Usted perdone", le dijo un pez a otro, "es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo por todas partes, sin resultado".
"El Océano", respondió el viejo pez, "es donde está ahora mismo".
"¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el Océano", replicó el joven pez.
"Deja de buscar, pequeño pez. No hay nada que buscar. Sólo tienes que estar tranquilo, abrir tus ojos y mirar".
Creo que la breve narración vale para todos nosotros... Dejar de buscar obstinados y frenéticos. Aprender a mirar a nuestro alrededor, que allí transcurre la vida y es el lugar donde podemos encontrar a nuestros semejantes.
 
Año de San José
San José, hombre justo y modelo de virtudes, es el Patrono Universal de la santa Iglesia, y por lo tanto de todos nosotros. Es el santo que tuvo en la tierra la misión más grande y noble: proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.
 
Enero 12
Puesto que tienes al Niño Dios en tus brazos, ilumina y protege a los que gobiernan las naciones para que colaboren para tener un mundo mejor. Amén.
(P. Florentín Brusa, cmf)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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AMDG

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