miércoles, 3 de octubre de 2018

Pequeñas Semillitas 3789

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3789 ~ Miércoles 3 de Octubre de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Sé como el colibrí... Ten mayor flexibilidad a todos los cambios que puedan presentarse en tu vida.
Recuerda: Ellos son muy veloces y cambian de posición en cualquier momento. Así tú deberías hacer con los cambios en tu vida.
Abre siempre los brazos a los cambios positivos.
Agrega mayor dulzura a todas las cosas que te toquen realizar en tu vida.
Absorbe la felicidad usando el entorno que te roda.
Un colibrí se aparece frente a ti para mostrarte como debes “chupar” las experiencias positivas y aprender con eso.
No te guardes todo el amor, demuéstralo, exprésalo siempre a tu entorno, principalmente a aquellos que forman parte de tu círculo personal.
Nunca dejes de demostrar tu amor a las personas que te rodean, principalmente a la familia, recuerda que hacerles saber que los amas no es ninguna pérdida de tiempo.

¡Buenos días!

El pozo de agua
Conocerme a mí mismo es llave de sabiduría, porque desde mi realidad personal puedo crecer y superarme. Epítecto, filósofo griego, escribió: “La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos, la cosa más fácil, hablar mal de los demás”. Conocerte es encontrarte con tus límites y fragilidades, y también con tus logros y fortalezas. Ten un tiempo para evaluarte serenamente.

Un hombre se acercó a un monje y le preguntó: —¿Qué es lo que aprendes en tu vida de silencio? El monje estaba sacando agua de un pozo y dijo al visitante: —Mira allá abajo, en el fondo del pozo. ¿Qué ves? El hombre miró no vio nada. —No veo nada, dijo. Después de un tiempo en que el monje estuvo absolutamente quieto, el monje dijo de nuevo al visitante: —Mira ahora. ¿Qué ves en el pozo? El hombre obedeció y respondió: —Ahora me veo a mí mismo: el agua es mi espejo. El monje le dijo: —Ves, cuando sumerjo el cubo, el agua se agita; ahora, en cambio, el agua está tranquila. Esta es la experiencia del silencio: el hombre se ve a sí mismo.

Conocer tus fortalezas y debilidades, está en la base de tu crecimiento armónico como persona. Con un ojo en tus virtudes para conservarlas y darles brillo, y con el otro ojo en tus debilidades para neutralizarlas, afronta con esperanza y firmeza esa labor cotidiana de llegar a realizar el proyecto de Dios sobre tu vida. Para eso busca un tiempo de silencio y reflexión.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy 
Primera Lectura: Jb 9, 1-12. 14-16

Salmo: Sal 87, 10b-15

SANTO EVANGELIO: Lc 9,57-62
En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

Comentario:
Hoy, el Evangelio nos invita a reflexionar, con mucha claridad y no menor insistencia, sobre un punto central de nuestra fe: el seguimiento radical de Jesús. «Te seguiré adondequiera que vayas» (Lc 9,57). ¡Con qué simplicidad de expresión se puede proponer algo capaz de cambiar totalmente la vida de una persona!: «Sígueme» (Lc 9,59). Palabras del Señor que no admiten excusas, retrasos, condiciones, ni traiciones...
La vida cristiana es este seguimiento radical de Jesús. Radical, no sólo porque toda su duración quiere estar bajo la guía del Evangelio (porque comprende, pues, todo el tiempo de nuestra vida), sino -sobre todo- porque todos sus aspectos -desde los más extraordinarios hasta los más ordinarios- quieren ser y han de ser manifestación del Espíritu de Jesucristo que nos anima. En efecto, desde el Bautismo, la nuestra ya no es la vida de una persona cualquiera: ¡llevamos la vida de Cristo inserta en nosotros! Por el Espíritu Santo derramado en nuestros corazones, ya no somos nosotros quienes vivimos, sino que es Cristo quien vive en nosotros. Así es la vida cristiana, porque es vida llena de Cristo, porque rezuma Cristo desde sus más profundas raíces: es ésta la vida que estamos llamados a vivir.
El Señor, cuando vino al mundo, aunque «todo el género humano tenía su lugar, Él no lo tuvo: no encontró lugar entre los hombres (...), sino en un pesebre, entre el ganado y los animales, y entre las personas más simples e inocentes. Por esto dice: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’» (San Jerónimo). El Señor encontrará lugar entre nosotros si, como Juan el Bautista, dejamos que Él crezca y nosotros menguamos, es decir, si dejamos crecer a Aquel que ya vive en nosotros siendo dúctiles y dóciles a su Espíritu, la fuente de toda humildad e inocencia.
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

Santoral Católico:
San Francisco de Borja
Tercer Superior General de los Jesuitas

Nació en Gandía, provincia de Valencia (España), el año 1510. Gran privado del Emperador Carlos V y caballerizo de la emperatriz Isabel, vivió ejemplarmente en palacio. La vista del cadáver de la emperatriz le impulsó a despreciar las vanidades de la corte. Suya es la frase famosa: «No quiero servir a señor que se me pueda morir». Fue virrey de Cataluña y duque de Gandía. En 1529 contrajo matrimonio con Leonor de Castro, y tuvieron ocho hijos. Después de la muerte de su esposa, acaecida en 1546, que acabó de desligarlo del mundo, fue recibido por san Ignacio en la Compañía de Jesús, de la que llegó a ser superior general, después de haberse dedicado, ya sacerdote, al apostolado y a los asuntos de la naciente Compañía. Se distinguió, sobre todo, por su profunda humildad. Dio gran impulso a las misiones, especialmente de América. Murió en Roma el 30 de septiembre de 1572.
Oración: Señor y Dios nuestro, que nos mandas valorar los bienes de este mundo según el criterio de tu ley, al celebrar la fiesta de san Francisco de Borja, tu siervo fiel y cumplidor, enséñanos a comprender que nada hay en el mundo comparable a la alegría de gastar la vida en tu servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa

Pensamiento del día

Cuida tu cuerpo como si fueras a vivir siempre
Cuida tu alma como si fueras a morir mañana.
(San Agustín)

Historias:     
Sigitas Tamkevičius, el jesuita lituano
 
Hablando con los religiosos sobre los mártires que han forjado la Iglesia lituana, el Papa Francisco, en la catedral de Kaunas, citó al arzobispo jesuita Sigitas Tamkevičius, en la actualidad emérito. En 1983 fue arrestado por las autoridades soviéticas. Su historia se encuentra narrada en el libro “El baile tras la tormenta”, de José Miguel Cejas, y el periodista Andrea Tornielli narra en el diario italiano La Stampa cómo pudo sobrevivir a las torturas y no traicionar a sus compañeros sacerdotes.

“Nunca recé tan intensamente como en aquellos momentos –comentó–. Jesús no me dejó solo”. Tamkevičius recuerda el momento del arresto: “‘Nos descubrieron’, pensé ese día de 1983. Al subir a la camioneta de la KGB, me invadió un sudor frío. Los sótanos de la cárcel, con corredores estrechos, techos altos, mal iluminados, bombillas tenues, con manchas de humedad y grietas, no invitaban a la serenidad”.

Le preguntaron su nombre y la profesión. Respondió: “Sacerdote. Jesuita”. Respondieron: “‘¡Anda! Es Sigitas, del Comité para la Defensa de los Creyentes, ese que hace propaganda anti-soviética contra el Estado’. Yo sabía que mi participación en el Comité no era lo que les interesaba. Querían saber quiénes eran los redactores de ‘La Crónica de la Iglesia Católica en Lituania’ y cómo llegaba al extranjero. La idea de “La Crónica” se nos había ocurrido a mí y a otros cuatro sacerdotes en los años setenta”

“Decidimos escribir textos que consolaran a los católicos lituanos y que dieran a conocer nuestra situación en el Occidente: no podíamos ofrecer catequesis ni conferencias, ni evangelizar de ninguna otra manera. En las pocas misas que nos permitían había espías del gobierno que tomaban apuntes de las homilías y vigilaban a las personas que no fueran los ancianos de siempre; no se podían ni construir ni reparar las iglesias”.

“Ocho agentes comenzaron a interrogarme un día sí y otro también. ¡No me podía imaginar que ese interrogatorio habría durado seis meses! Horas y horas de preguntas, en una sucesión constante de examinadores “buenos” y “malos”. Dios me dio la fuerza para no traicionar a ninguno en ese periodo terrible, ni siquiera en los momentos de mayor debilidad”.

“‘No entiendo cómo lo lograste’, me dicen a veces, pensando que superé toda esa situación gracias a mis fuerzas. Pero no es así. En la cárcel logré comprar algunos pedazos de pan y confirmé que era de trigo. Solo me faltaba el vino; en una carta pedí a mi familia una uva pasa seca. Desde entonces, solamente tenía que encontrar un buen momento, sabiendo que mi compañero de celda, como normalmente sucedía, era un criminal común al que le prometían reducir la pena si les hubiera ofrecido informaciones comprometedoras sobre mí”.

“Me ponía de espaldas a la puerta –contó Tamkevičius– con el estuche de los lentes en la mesa; un estuche amarillo de plástico en el que tenía un pequeño pedazo de pan y un pequeño recipiente con un poco de uva pasa. Esperaba que mi compañero de celda se quedara dormido y luego, lentamente, comenzaba a exprimir la uva pasa entre los dedos hasta obtener alguna gota de vino que, en casos excepcionales, resultaba válido incluso para celebrar la Eucaristía”.

“Gracias a Dios tengo buena memoria –continúa el obispo– y me acordaba de las oraciones de la misa. Después de la consagración, consumiendo el cuerpo y la sangre de Cristo, una alegría indescriptible se apoderaba de mí. Experimentaba una alegría mayor de la que había sentido la primera vez que celebré misa en la catedral de Kaunas. Dios me consolaba y confortaba. Lo sentía allí a mi lado”.

“Celebrar la misa en esas circunstancias –explicó Tamkevičius– me daba una fuerza especial, sin la cual no habría podido resistir. A veces quería celebrar acostado en el lecho, en plena noche”. “Nunca he rezado tan intensamente como en esos momentos. Fue un don de Dios. No le pedía que me liberara; confiaba en Él. Los brazos de Jesús me sostenían; nunca me dejó solo. Siempre fue mi esperanza”.
Fuente: Religión en Libertad

Mensaje de María Reina de la Paz 
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de Octubre de 2018

“Queridos hijos, os invito a ser valientes, a no desistir, porque el bien más pequeño y el más pequeño signo de amor, vencen sobre el mal cada vez más visible. Hijos míos, escuchadme, para que el bien pueda vencer, para que podáis conocer el amor de mi Hijo. Esta es la dicha más grande: los brazos de mi Hijo que abrazan; Él, que ama el alma; Él, que se ha dado por vosotros y siempre y nuevamente se da en la Eucaristía; Él, que tiene palabras de vida eterna. Conocer su amor, seguir sus huellas, significa tener la riqueza de la espiritualidad. Esa es la riqueza que da buenos sentimientos y ve el amor y la bondad en todas partes. Apóstoles de mi amor, con el calor del amor de mi Hijo, sed como los rayos del sol que calientan todo en torno a sí. Hijos míos, el mundo tiene necesidad de apóstoles del amor, el mundo tiene necesidad de muchas oraciones, pero de oraciones con el corazón y con el alma, y no solo de aquéllas que se pronuncian con los labios. Hijos míos, tended a la santidad, pero en humildad; en la humildad que le permite a mi Hijo realizar, a través de vosotros, lo que Él desea. Hijos míos, vuestras oraciones, vuestras palabras, pensamientos y obras, todo esto os abre o cierra las puertas del Reino de los Cielos. Mi Hijo os ha mostrado el camino y os ha dado esperanza, y yo os consuelo y aliento porque, hijos míos, yo he conocido el dolor, pero he tenido fe y esperanza. Ahora tengo el premio de la vida en el Reino de mi Hijo. Por eso, escuchadme: ¡tened valor y no desistáis! ¡Os doy las gracias!”

Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
 
Debemos perseverar en gracia de Dios, y así alcanzar la perseverancia final, es decir, que al fin de nuestra vida nos encontremos en gracia de Dios y nos salvemos. Pero esta perseverancia no se alcanzará sin oración. Y la oración no puede ser esporádica, sino perseverante.
¡Cuánta necesidad tenemos de perseverar en la oración! Si no rezamos, estamos perdidos en el tiempo y en la eternidad. Y si rezamos un tiempo, pero luego dejamos la oración, veremos que aparentemente no pasa nada, pero seremos como esas frutas de los árboles que están maduras y que se pasan de fecha, y que aparentemente están sanas, pero que de pronto caen al suelo, podridas, y terminan en el estercolero. Así también nosotros, si dejamos de rezar, terminaremos en el abismo infernal, porque nadie se salva sin la ayuda de Dios, y Dios no da ordinariamente su ayuda a quien no reza.
Si bien es necesario aprender a perseverar en todo lo bueno que hagamos, el corazón de nuestra vida cristiana debe ser la oración, y por eso necesitamos perseverar en la oración, cosa que vale más que todo el oro del mundo. Por eso no podemos tener excusas de que nos falta tiempo para rezar, u otro motivo, porque ya lo ha dicho San Alfonso María de Ligorio: “El que reza se salva, y el que no reza se condena”, y ésta es una gran verdad que ojalá no la debamos experimentar en carne propia.
Comencemos de a poco, aunque sea las tres avemarías todos los días. Luego podemos intentar rezar un misterio del rosario y perseverar un tiempo en ello. Y si luego nos animamos, rezar el Rosario entero. Si un día no podemos rezarlo entero, entonces rezar uno o dos misterios, pero nunca dejar de rezar. Si hacemos así, Dios tendrá compasión de nosotros, nos dará el gusto por la oración, y con el tiempo rezaremos mucho y obtendremos muchos frutos y consuelo.
Sitio Santísima Virgen

Pedidos de oración
 
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los pacientes internados en la Casa de la Bondad en  Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo. Al rezar por la paz, rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.

Cinco minutos del Espíritu Santo
 
Octubre 3
"Espíritu Santo, hay aspectos de mi vida que no están sanados, hay partes de mi ser que no están bien. Hay sectores de mi existencia donde no te he dejado entrar. Por eso mis alegrías siempre tienen manchas. Por eso siempre están dando vueltas las sombras de la tristeza y de la confusión.
Ven Espíritu Santo. Hoy quisiera mostrarte todo, sin pretender ocultarte nada. Quisiera que dialogáramos sobre las sombras que llevo dentro. Ven Espíritu Santo, porque quiero descubrir ante tu mirada mis más profundas rebeldías, esas cosas que no acepto de la vida. Quiero sacar afuera, con total sinceridad, esos reclamos y protestas que no me atrevo a expresar, pero que siempre merodean en mi interior revuelto.
Apaga mis enojos, aplaca mis quejas más escondidas, serena todo ese mundo inquieto que llevo dentro, cura todo rencor, todo mal recuerdo, toda desilusión. Nada de todo eso vale la pena. Son interferencias en el camino de la felicidad.
Por eso, ven Espíritu Santo, tú que puedes liberarme, ven."
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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