lunes, 8 de octubre de 2018

Pequeñas Semillitas 3794

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3794 ~ Lunes 8 de Octubre de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
“Un día, en la playa, un chico le preguntó a su madre:
- ¿Qué puedo hacer para conservar a un amigo?
La madre recogió arena con sus dos manos y puso las palmas boca arriba, apretó una de ellas con fuerza, la arena se escapó entre los dedos.
En cambio la otra mano permanecía abierta, con la arena intacta.
El niño entendió que la amistad se mantiene con abertura y libertad.”

¡Buenos días!

Las abejas de san Medardo
La buena convivencia comienza por el respeto a las personas y el respeto a todo lo que les pertenece. Despreciar a los demás no ayuda a formar una sociedad fraterna. “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos” (M. L. King).

San Medardo tenía unas colmenas que le producían una  miel excelente, y las abejas eran muy mansas y buenas. Sucedió que un día llegó un ratero a llevarse la miel; pero, las abejas lo persiguieron tan terriblemente que no le quedó otro remedio que meterse en la casa del santo a pedirle que rezara por él. San Medardo echó una bendición a las abejas y éstas se fueron obedientes, y él, vuelto hacia el ladrón, le dijo: —Esto es señal de los castigos que te pueden llegar si sigues robando. Ahora son unas sencillas abejas, pero después los que te picarán serán tus remordimientos eternamente.

Los santos vivían con el pensamiento en Cielo. Con esta luz orientaron sus pasos por la vida. Sabían que obrar mal desagrada y ofende a Dios y nos perjudica seriamente. Sabían también que no dar importancia a las transgresiones pequeñas, arrastra a graves pecados, porque adormecen la conciencia… Cuida no lesionar el amor a Dios y a los hermanos.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy 
Primera Lectura: Gál 1, 6-12

Salmo: Sal 110, 1-2. 7-9. 10c

SANTO EVANGELIO: Lc 10,25-37
En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y dijo para poner a prueba a Jesús: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».
Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».  

Comentario:
Hoy, el mensaje evangélico señala el camino de la vida: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, (…) y a tu prójimo como a ti mismo» (Lc 10,27). Y porque Dios nos ha amado primero, nos lleva a la unión con Él. La beata Teresa de Calcuta dice: «Nosotros necesitamos esta unión íntima con Dios en nuestra vida cotidiana. ¿Y cómo podemos conseguirla? A través de la oración». Estando en unión con Dios empezamos a experimentar que todo es posible con Él, incluso el amar al prójimo.
Alguien decía que el cristiano entra en la iglesia para amar a Dios y sale para amar al prójimo. El Papa Benedicto subraya que el programa del cristiano —el programa del buen samaritano, el programa de Jesús— es «un corazón que ve». ¡Ver y parar! En la parábola, dos personas ven al necesitado, pero no paran. Por esto Cristo reprochaba a los fariseos diciendo: «Tenéis ojos y no veis» (Mc 8,18). Al contrario, el samaritano ve y para, tiene compasión y así salva la vida al necesitado y a sí mismo.
Cuando el famoso arquitecto catalán Antonio Gaudí fue atropellado por un tranvía, algunas personas que estaban de paso no pararon para ayudar a aquel anciano herido. No llevaba documento alguno y por su aspecto parecía un mendigo. Seguramente que si la gente hubiese sabido quién era aquel prójimo, hubiese hecho cola para auxiliarlo.
Cuando practicamos el bien, pensamos que lo hacemos por el prójimo, pero realmente también lo hacemos por Cristo: «Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mi lo hicisteis» (Mt 25,40). Y mi prójimo, dice Benedicto XVI, es cualquiera que tenga necesidad de mí y que yo pueda ayudar. Si cada uno, al ver al prójimo en necesidad, se detuviera y se compadeciera de él una vez al día o a la semana, la crisis disminuiría y el mundo devendría mejor. «Nada nos asemeja tanto a Dios como las obras buenas» (San Gregorio de Nisa).
Rev. P. Ivan LEVYTSKYY CSsR (Lviv, Ucrania)

Santoral Católico:
San Hugo de Génova
Religioso 

Nació en Alessandria (Italia) hacia el año 1168, de la noble familia de los Canefri. No parece que recibiera la ordenación sacerdotal. Lo adscribieron a la Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén en pleno fervor de las cruzadas. Prestó servicio largo tiempo en Tierra Santa para defender los intereses de la cristiandad. Vuelto a Italia, lo destinaron a regir, en calidad de maestre, preceptor o comendador, la Encomienda de San Juan de Jerusalén en Génova, casa que tenía un hospital anejo. Allí brilló por su bondad y caridad en el ejercicio de los altos oficios de gobierno y de beneficencia que le habían confiado, a favor de los enfermos y menesterosos acogidos en el hospital, así como de los peregrinos que hacían un alto en Génova antes de embarcarse o al regresar de Tierra Santa. Se le atribuyeron muchos milagros, como el de haber hecho brotar agua de una roca para que las lavanderas de un hospital pudiesen lavar la ropa de los enfermos pobres. Murió hacia el año 1233.
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© Directorio Franciscano – Catholic.net

Pensamiento del día

"Las gracias son el buen placer que Dios se toma
cuando nos confiere beneficios sobre nosotros, los inmerecidos...
¿Has hecho un recuento de tus bendiciones últimamente?"

Tema del día:
Doce principios para la vida

1. La verdad
Sé sincero al hablar. No digas nada a menos que sepas fehacientemente que es verdad.

2. Agilidad
Saber aprovechar el tiempo, lo que debe ser hecho hazlo inmediatamente. El tiempo es muy valioso para ser malgastado.

3. La Diligencia
Toma decisiones conscientemente. Decide que es lo que debes hacer y luego hazlo con entusiasmo. En caso de duda, pide consejo. No permanezcas en estado de confusión.

4. El Respeto
Debes tener mucho cuidado con el sentimiento de otras personas. Todo ser humano es precioso por haber sido creado a la imagen de Dios. Se amable con todos.

5. La Tranquilidad
Ten serenidad. Conserva la calma y la serenidad. Pon sosiego en todo lo que hagas.

6. La Serenidad
Acuérdate del consejo del rey Salomón, "las palabras del sabio son dichas calladamente". Los sabios actúan pausadamente. Fomenta ese hábito, te comprenderán y te comprenderás mejor.

7. La Higiene
Es importante mantener la higiene personal, ropas, casa y lugares públicos limpios. Respeta tanto a tu cuerpo, como a tus vestimentas.

8. La Paciencia
Es necesario cultivar la paciencia sea cual sea la situación. Hay un momento para todo en la vida, no pretendas adelantarlo.

9. El Orden
Guardar cada cosa en su respectivo lugar, evitará pérdida de tiempo y de paciencia. Maneja tu tiempo y tus objetos con orden. Planifica y organiza. Así concretarás tus proyectos con éxito.

10. La Humildad
Reconoce las propias limitaciones, e ignora los errores del prójimo. Aprende de todos. Cada persona tiene alguna virtud o conocimiento único.

11. La Rectitud
Lo que es desagradable para ti no lo hagas al otro. Aquel que ama y practica la justicia es justo y su conciencia es limpia. Haz siempre lo que es correcto, especialmente en lo que respecta a tus obligaciones.

12. El Silencio
Juzga el valor de las palabras antes de hablar. Hablar es una de las armas más poderosas. Es la única característica humana. El silencio es expresión de sabiduría. Piensa antes de hablar y no hables a menos que tengas algo importante para decir.

Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
 
Puede parecer extraño que una oración tan sencilla como el Rosario esté particularmente asociada a los dominicos. A los dominicos rara vez se les considera personas simples. Tenemos la reputación de escribir obras teológicas largas y complejas. Sin embargo, luchamos por conservar el Rosario. Él es nuestra herencia santa. (...)
Pero, ¿por qué esta sencilla oración es tan querida por los dominicos? Quizás porque en el corazón de nuestra tradición teológica reside una aspiración a la simplicidad. Santo Tomás de Aquino dijo que no podemos comprender a Dios porque Dios es perfectamente simple. (...) Hay una falsa simplicidad, de la que debemos deshacernos. Es la simplificación de aquellos que siempre tienen una respuesta fácil para todo, que saben todo de antemano. Son demasiado perezosos o incapaces de pensar.
Existe una simplicidad verdadera, la del corazón, la simplicidad de las miradas transparentes. Y solo podemos llegar a ella lentamente, con la gracia de Dios, acercándonos a la cegadora simplicidad de Dios. El Rosario es simple, muy simple. Lleno de la sabia y profunda simplicidad a la que aspiramos, y en la que encontraremos la paz.
Hermano Timothy Radcliffe, o.p.

Pedidos de oración 
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los pacientes internados en la Casa de la Bondad en  Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo. Al rezar por la paz, rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.

Cinco minutos del Espíritu Santo 
Octubre 8
Dentro de nosotros hay mucha energía que desperdiciamos en los miedos, las tristezas, la envidia, y tantas otras sensaciones inútiles. Pero esa energía despertada por las malas sensaciones puede ser utilizada positivamente, porque el Espíritu Santo puede sanarla y convertirla en algo positivo, si aceptamos dar el paso que él nos propone.
El miedo al futuro, por ejemplo, debe convertirse en un desafío que nos estimule a prepararnos con entusiasmo para enfrentarlo. Es precioso ver cómo esa energía del miedo se convierte en esperanza y decisión.
La tristeza puede convertirse en una actitud de profunda reflexión que nos permita descubrir los grandes valores de la vida, en lugar de buscar entretenimientos que sólo nos distraen.
La energía que se despierta en la envidia también puede convertirse en algo positivo: en la capacidad de dejarse movilizar por esa persona que envidiamos, y comenzar a tomar a esa persona como un estímulo para sacar lo mejor de nosotros mismos, pero a nuestro modo y con nuestra propia misión, sin pretender copiar lo que el otro hace.
Dejemos entrar al Espíritu Santo en esa energía interior que estamos utilizando mal, para que él nos enseñe a usarla bien, para convertirla en una fuerza positiva de vida y de crecimiento.
* Mons. Víctor Manuel Fernández 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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