domingo, 28 de octubre de 2018

Pequeñas Semillitas 3805

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3805 ~ Domingo 28 de Octubre de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El ciego oye que pasa Jesús y le llama a gritos. No quiere dejar pasar a Jesús sin obtener su ayuda. Jesús le pregunta, ¿qué quieres? Jesús sabía lo que el ciego necesitaba, pero quiere que se lo pidamos.
El ciego le pide ver. Nosotros muchas veces también necesitamos ver la voluntad de Dios en nuestra vida: para saber perdonar de corazón, para ver el valor redentor del dolor, para corregir nuestros defectos, etc.
El ciego llamaba a Jesús, y los demás le decían que se calle. El mundo no tolera que se confiese la fe. Lo malo es que muchos católicos caen en la trampa, y se avergüenzan de ser católicos. Lo disimulan. Y si lo manifiestan, lo hacen tímidamente, como pidiendo perdón por serlo.
Dijo Cristo: «A quien me confiese ante los hombres, yo lo defenderé ante mi Padre. Pero no al que se avergüence de Mí».
Tenemos que ser valientes en defender a Cristo y a su Iglesia, siempre que se nos presente ocasión. Hacerlo con prudencia, pero con valentía. Y si esto nos causa contratiempos, Dios nos lo premiará.
Padre Jorge Loring S.J.

¡Buenos días!

En un neuropsiquiátrico
La persona con salud mental es consciente de sí misma y de los otros, conoce la sociedad en que desarrolla sus actividades. Sabe desechar las emociones y pensamientos negativos. Es capaz de ajustarse a los cambios. Se analiza habitualmente y rectifica, si es necesario, su conducta. En fin, se siente libre de soñar y de proponerse nuevas metas.

Un visitante entra en un neuropsiquiátrico. El director se ofrece a acompañarlo por los distintos compartimentos. —Tenemos ocho plantas – le dice – En la planta baja, como usted ve, está la sala de espera y los locutorios; en la segunda y tercera, hay unos enfermos que se pueden tratar; en la cuarta y quinta, son más peligrosos; en la sexta y séptima, son intratables, y en la octava planta está mi despacho.

Para cuidar tu salud mental trata de crecer en tus cualidades positivas; actúa en forma coherente con lo que verdaderamente sientes importante para ti; ten momentos para pensar con verdad tu propia realidad; y confía en tu capacidad de renovarte y afrontar los desafíos de la vida con nuevos bríos, nuevas ideas, nueva actividad.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
 
Primera Lectura: Jer 31, 7-9

Salmo: Sal 125, 1-6

Segunda Lectura: Heb 5, 1-6

SANTO EVANGELIO: Mc 10,46-52
En aquel tiempo, cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!». Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle». Llaman al ciego, diciéndole: «¡Ánimo, levántate! Te llama». Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?». El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!». Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.

Comentario:
Hoy contemplamos a un hombre que, en su desgracia, encuentra la verdadera felicidad gracias a Jesucristo. Se trata de una persona con dos carencias: la falta de visión corporal y la imposibilidad de trabajar para ganarse la vida, lo cual le obliga a mendigar. Necesita ayuda y se sitúa junto al camino, a la salida de Jericó, por donde pasan muchos viandantes.
Por suerte para él, en aquella ocasión es Jesús quien pasa, acompañado de sus discípulos y otras personas. Sin duda, el ciego ha oído hablar de Jesús; le habrían comentado que hacía prodigios y, al saber que pasa cerca, empieza a gritar: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» (Mc 10,47). Para los acompañantes del Maestro resultan molestos los gritos del ciego, no piensan en la triste situación de aquel hombre, son egoístas. Pero Jesús sí quiere responder al mendigo y hace que lo llamen. Inmediatamente, el ciego se halla ante el Hijo de David y empieza el diálogo con una pregunta y una respuesta: «Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: ‘¿Qué quieres que te haga?’. El ciego le dijo: ‘Rabbuní, ¡que vea!’» (Mc 10,51). Y Jesús le concede doble visión: la física y la más importante, la fe que es la visión interior de Dios. Dice san Clemente de Alejandría: «Pongamos fin al olvido de la verdad; despojémonos de la ignorancia y de la oscuridad que, cual nube, ofuscan nuestros ojos, y contemplemos al que es realmente Dios».
Frecuentemente nos quejamos y decimos: —No sé rezar. Tomemos ejemplo entonces del ciego del Evangelio: Insiste en llamar a Jesús, y con tres palabras le dice cuanto necesita. ¿Nos falta fe? Digámosle: —Señor, aumenta mi fe. ¿Tenemos familiares o amigos que han dejado de practicar? Oremos entonces así: —Señor Jesús, haz que vean. ¿Es tan importante la fe? Si la comparamos con la visión física, ¿qué diremos? Es triste la situación del ciego, pero mucho más lo es la del no creyente. Digámosles: —El Maestro te llama, preséntale tu necesidad y Jesús te responderá generosamente.
Rev. D. Pere CAMPANYÀ i Ribó (Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II
"La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo".

Predicación del Evangelio:
Con ojos nuevos
La curación del ciego Bartimeo está narrada por Marcos para urgir a las comunidades cristianas a salir de su ceguera y mediocridad. Solo así seguirán a Jesús por el camino del Evangelio. El relato es de una sorprendente actualidad para la Iglesia de nuestros días.

Bartimeo es "un mendigo ciego sentado al borde del camino". En su vida siempre es de noche. Ha oído hablar de Jesús, pero no conoce su rostro. No puede seguirlo. Está junto al camino por el que marcha Jesús, pero está fuera. ¿No es esta nuestra situación? ¿Cristianos ciegos, sentados junto al camino, incapaces de seguir a Jesús?

Entre nosotros es de noche. Desconocemos a Jesús. Nos falta luz para seguir su camino. Ignoramos hacia dónde se encamina la Iglesia. No sabemos siquiera qué futuro queremos para ella. Instalados en una religión que no logra convertirnos en seguidores de Jesús, vivimos junto al Evangelio, pero fuera. ¿Qué podemos hacer?

A pesar de su ceguera, Bartimeo capta que Jesús está pasando cerca de él. No duda un instante. Algo le dice que en Jesús está su salvación: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!". Este grito repetido con fe va a desencadenar su curación.

Hoy se oyen en la Iglesia quejas y lamentos, críticas, protestas y mutuas descalificaciones. No se escucha la oración humilde y confiada del ciego. Se nos ha olvidado que solo Jesús puede salvar a esta Iglesia. No percibimos su presencia cercana. Solo creemos en nosotros.

El ciego no ve, pero sabe escuchar la voz de Jesús que le llega a través de sus enviados: "¡Ánimo, levántate, que te llama!". Este es el clima que necesitamos crear en la Iglesia. Animarnos mutuamente a reaccionar. No seguir instalados en una religión convencional. Volver a Jesús que nos está llamando. Este es el primer objetivo pastoral.

El ciego reacciona de forma admirable: suelta el manto que le impide levantarse, da un salto en medio de su oscuridad y se acerca a Jesús. De su corazón solo brota una petición: "Maestro, que recobre la vista". Si sus ojos se abren, todo cambiará. El relato concluye diciendo que el ciego recobró la vista y "le seguía por el camino".

Esta es la curación que necesitamos hoy los cristianos. El salto cualitativo que puede cambiar a la Iglesia. Si cambia nuestro modo de mirar a Jesús, si leemos su Evangelio con ojos nuevos, si captamos la originalidad de su mensaje y nos apasionamos con su proyecto de un mundo más humano, la fuerza de Jesús nos arrastrará. Nuestras comunidades conocerán la alegría de vivir siguiéndolo de cerca.
Padre José Antonio Pagola

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página

Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
  
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com 
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.
  
Agradecimientos
 
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

 Desde Guatemala nos llega un agradecimiento de María C. a la Santa Madre del Rosario que ayudó a su hijo Ennio G. con una beca, la que partió justo el día 7 de este mes, celebración de la Virgen del Rosario

♡ Damos gracias por el buen viaje de Stefi desde Córdoba, Argentina, hasta Munich, Alemania.

Cinco minutos del Espíritu Santo
Octubre 28
Muchos, movidos por el Espíritu Santo, han dado la vida por grandes ideales. Algunos han dado la vida por Cristo. Pero si es posible entregar hasta la sangre soportando tormentos terribles, entonces es posible entregar mucho menos por Cristo y por los demás.
Realmente es posible soportar con paciencia, y hasta con el gozo del amor, las contradicciones y angustias de cada día. Es posible tolerar serenamente que nos critiquen, nos rechacen, nos olviden. ¿Por qué no?
Si otros pueden ser asesinados por ser fieles a su opción, y se entregan decididos, ¿por qué yo no puedo recibir burlas, contradicciones y rechazos como los sufrió Jesús? ¿Por qué yo tendré que estar libre de todo sufrimiento, límite o angustia? ¿Quién soy yo para pretender que no se me pida nada?
Ninguno de nosotros es el centro del universo ni tiene derecho a exigir que el mundo esté a su servicio o que su vida esté libre de toda dificultad. Ciertamente, eso es lo que proponen los engaños de la sociedad de consumo, pero no vale la pena vivir de engaños.
Invocando al Espíritu Santo para que nos haga más firmes por dentro, podemos lograr que las contrariedades de la existencia y las molestias de la vida en sociedad no nos derriben ni nos quiten el gozo de ser cristianos.
* Mons. Víctor Manuel Fernández 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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