PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3338 ~ Jueves 25 de Mayo de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy
se cumplen 207 años de aquel 25 de Mayo de 1810, cuando en el cabildo de la
ciudad de Buenos Aires, la entonces capital del Virreinato del Río de la Plata
(de donde años después derivaría la actual República Argentina), se dio la
expresión inicial de libertad al crearse la primera junta de gobierno local,
autóctono, propio, formado entonces por criollos y algunos españoles, y que
seis años después se habría de concretar con la declaración de la
Independencia.
Es
un momento propicio para que los argentinos reflexionemos sobre los valores y
la clase de país que queremos, para nosotros y para nuestra posteridad. Y
advirtiendo la difícil situación que vivimos en este tiempo actual, seamos
capaces, con la necesaria ayuda de Dios y la intercesión de la Virgen de Luján,
de dar los pasos necesarios para volver a crear una Argentina moralmente sana,
socialmente justa, y con un futuro mejor para todos.
¡Buenos días!
Si tú me dices ven…
La
Biblia puede llamarse, entre otros subtítulos, como “El libro de los llamados”.
La verdad es que Dios llama e invita al hombre para confiarle “misiones”
importantes en orden a la salvación de los demás hombres, y de paso, para la
salvación del hombre convocado. Dios llamó a los profetas, a los apóstoles, a
personas de todas las condiciones sociales. El poeta Amado Nervo, en una
hermosa poesía, expresa esta vivencia.
Si tú me dices «¡ven!», lo dejo todo...
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada...
Pero dímelo fuerte, de tal modo
que tu voz, como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.
Si tú me dices «¡ven!», todo lo dejo.
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular;
mas he de compensarte mi retardo,
difundiéndome, ¡oh Cristo!, como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar.
Hay
llamadas de Dios que exigen un cambio fundamental en la vida, pero otras más
sutiles sólo significan una nueva orientación dentro de tus habituales
ocupaciones. Lo importante es vivir siempre alerta al Espíritu de Dios que nos
hace llegar inspiraciones para vivir una vida más plena y satisfactoria. Te
auguro un día en paz.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Dentro de poco ya no me
veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces algunos de sus
discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: ‘Dentro de poco ya
no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’ y ‘Me voy al Padre’?». Y
decían: «¿Qué es ese ‘poco’? No sabemos lo que quiere decir». Se dio cuenta
Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de
lo que he dicho: ‘Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me
volveréis a ver?’. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis,
y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá
en gozo». (Jn
16,16-20)
Comentario:
Hoy
contemplamos de nuevo la Palabra de Dios con la ayuda del evangelista Juan. En
estos últimos días de Pascua sentimos una inquietud especial por hacer nuestra
esta Palabra y entenderla. La misma inquietud de los primeros discípulos, que
se expresa profundamente en las palabras de Jesús —«Dentro de poco ya no me
veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver» (Jn 16,16)— concentra la
tensión de nuestras inquietudes de fe, de búsqueda de Dios en nuestra vida
cotidiana.
Los
cristianos de hoy sentimos la misma urgencia que los cristianos del primer
siglo. Queremos ver a Jesús, necesitamos experimentar su presencia en medio de
nosotros, para reforzar nuestra fe, esperanza y caridad. Por esto, nos provoca
tristeza pensar que Él no esté entre nosotros, que no podamos sentir y tocar su
presencia, sentir y escuchar su palabra. Pero esta tristeza se transforma en
alegría profunda cuando experimentamos su presencia segura entre nosotros.
Esta
presencia, así nos lo recordaba Juan Pablo II en su última Carta encíclica
Ecclesia de Eucharistia, se concreta —específicamente— en la Eucaristía: «La
Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia
cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la
Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en
múltiples formas, la promesa del Señor: ‘He aquí que yo estoy con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28,20). (...) La Eucaristía es
misterio de fe y, al mismo tiempo, “misterio de luz”. Cada vez que la Iglesia
la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos
discípulos de Emaús: 'Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron' (Lc
24,31)».
Pidamos
a Dios una fe profunda, una inquietud constante que se sacie en la fuente
eucarística, escuchando y entendiendo la Palabra de Dios; comiendo y saciando
nuestra hambre en el Cuerpo de Cristo. Que el Espíritu Santo llene de luz
nuestra búsqueda de Dios.
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del
obispo de Sant Feliu (Sant Feliu de Llobregat, España)
Santoral Católico:
San Beda, el Venerable
Presbítero y Doctor de la Iglesia
Nació
junto al monasterio benedictino de Wearmouth, que tiene al lado el filial de
Jarrow (Inglaterra), el año 673. Fue educado por san Benito Biscop, abad de
aquel monasterio, en el que Beda ingresó muy joven. Allí consagró su vida a las
observancias de la Regla, a la convivencia fraterna, a la celebración del culto
litúrgico, a la meditación de las Sagradas Escrituras y de los Santos Padres, y
la actividad literaria. Escribió obras teológicas e históricas de gran fervor y
erudición; entre ellas cabe destacar su Historia eclesiástica de Inglaterra, al
final de la cual escribe: «He pasado toda mi vida dentro del claustro,
repartiendo el tiempo entre el estudio de las Sagradas Escrituras, la
observancia de la disciplina monástica y el diario oficio de cantar en el coro.
Todas mis delicias eran aprender, enseñar o escribir... Desde mi admisión al
sacerdocio hasta el año presente, en que cuento 59 años de edad, me he ocupado
en redactar para mi uso y el de mis hermanos algunas notas sobre la Sagrada
Escritura, sacadas de los Santos Padres o en conformidad con su espíritu e interpretación».
Murió el año 735.
Oración: Señor Dios, que has iluminado a tu Iglesia
con la sabiduría de san Beda el Venerable, concede a tus siervos la gracia de
ser constantemente orientados por las enseñanzas de tu santo presbítero y
ayudados por sus méritos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Pensamientos del día
“El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren
bien; él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Seremos respetables a las
naciones extranjeras, no por riquezas, que excitarán su codicia; no por el
número de tropas, que en muchos años no podrán igualar las de Europa; lo
seremos solamente cuando renazcan en nosotros las virtudes de un pueblo sobrio
y laborioso”.
“Las naciones verdaderamente ilustradas se propusieron
y lograron frutos muy diferentes de sus bibliotecas públicas. Las treinta y
siete que contaba Roma en los tiempos de su mayor ilustración, eran la
verdadera escuela de los conocimientos, que tanto distinguieron a aquella
nación célebre, y las que son hoy día tan comunes en los pueblos cultos de
Europa, son miradas como el mejor apoyo de las luces de nuestro siglo”.
“Seamos, una vez, menos partidarios de nuestras
envejecidas opiniones; tengamos menos amor propio; dése acceso a la verdad y a la
introducción de las luces y de la ilustración: no se reprima la inocente
libertad de pensar en asuntos del interés universal; no creamos que con ella se
atacará jamás impunemente al mérito y la virtud, porque hablando por sí mismos
en su favor y teniendo siempre por árbitro imparcial al pueblo, se reducirán a
polvo los escritos de los que, indignamente, osasen atacarles”.
Mariano Moreno
(Prócer Argentino)
Tema del día:
Curar nuestro interior
Todo
ser humano, unos más y otros menos, necesitamos sanación interior, porque todos
tenemos heridas internas, muchas veces ocultas, imperceptibles, pero que pueden
influir de modo muy negativo nuestro carácter, nuestro comportamiento, nuestras
vidas, impidiéndonos:
–
Alcanzar la integridad emocional, o sea, vivir una vida emocional equilibrada y
relaciones sanas;
–
Crecer en santidad.
Nuestra
mente es como un iceberg. Un iceberg es una enorme montaña de hielo en el mar,
que no parece muy grande, pero en realidad, lo que es grande es la parte que no
vemos y que está sumergida. Nuestra mente tiene tres niveles, pero es en el
nivel más profundo, el del inconsciente, donde están almacenados los
acontecimientos de nuestra vida que nos traumatizaron.
Por
no saber lidiar con ellos, los “empujamos” allí como mecanismo de defensa; sin
embargo, aún en el inconsciente, pueden influenciar en nuestras actitudes,
nuestras decisiones y nuestras relaciones (con Dios, con los demás y con
nosotros mismos). Muchas veces intentamos controlar esos recuerdos dolorosos,
pero no siempre lo conseguimos, y éstos acaban tomando las riendas de nuestra
voluntad, y las consecuencias son desastrosas. Por eso tenemos:
–
Explosiones de humor;
–
Crisis depresivas;
–
Enfermedades psicosomáticas:
–
Comportamientos destructivos (alcoholismo, drogas, activismo, problemas en la
sexualidad, etc.)
Los
efectos son fáciles de reconocer, porque son muchas las personas que viven
continuamente en la tristeza y en la angustia; otras se desesperan por
cualquier cosa e incluso llegan a intentar el suicidio. Otras son pesimistas,
tímidas, miedosas, inseguras, inestables, inquietas, agitadas e insatisfechas.
En fin, hay otras que nunca se liberan de los remordimientos de culpas pasadas
y creen que Dios ya no las ama. Consideran antes a Dios como a un enemigo, dispuesto
a castigarlas. Estas personas también desconfían de las demás, manteniéndose
apartadas de todos por arrogancia y desprecio.
Verificamos
esas realidades todos los días, incluso en personas que se consideran normales
y equilibradas, pero que en verdad son víctimas de desequilibrios emocionales,
causados por traumas que, quizás, existen desde hace años.
Están
las que toman calmantes. Sin embargo, sólo apartan la tensión por un poco de
tiempo, sin erradicar nunca la verdadera causa. Otras ahogan sus angustias en
el alcohol, en las drogas o en los placeres de la carne. Pero, pasando el
alivio momentáneo, los problemas vuelven con mayor fuerza y, lo que es peor,
nos hacen dependientes de las drogas y el vicio. Otras buscan toda clase de
diversiones, pero sus males los siguen allá donde vayan.
Estamos
presos en las cadenas del pasado y sufrimos:
–
Por nuestras imperfecciones;
–
Por las imperfecciones de los demás;
–
Y nos quedamos cada vez más confusos, bloqueados, tenemos dificultades para
relacionarnos con Dios, con los demás, y para creer y para tomar decisiones.
Pero
el hombre fue creado por Dios, para Dios y necesita de Dios para alcanzar la
felicidad eterna (su fin último). Sólo que todos ponemos nuestras expectativas
en los demás, esperamos en los demás, confiamos en los demás, queremos ser
amados por los demás, que son tan imperfectos y limitados como nosotros.
Acabamos por sentirnos rechazados, angustiados, solos y vacíos.
Muchas
veces este proceso sucede de modo sutil, no nos damos cuenta, pero nuestros
corazones quedan oscuros y vacíos. Causa un desorden en nuestras relaciones, y
los sentimientos que produce generan celos, egoísmo, envidia… Y la raíz de todo
está allí, en los primeros días de nuestra vida, en la cuna.
Necesitamos
dejarnos guiar por Dios y no por nuestros traumas, angustias y heridas. Jesús
es el verdadero Señor y Señor de nuestras vidas, nuestra justificación. Sólo Él
tiene poder para penetrar en nuestros recuerdos y transformar las tinieblas en
luz (Is 53,4-5).
Pero
para que Jesús actúe en nuestras heridas, es necesario que queramos que lo
haga. Es necesario un acto de voluntad por nuestra parte para invitarle a que
las purifique, las libere. Necesitamos que nos libere para convertirnos en
hombres y mujeres nuevos, como estamos llamados a ser.
Fuente:
Escola de Formação Shalom
Oración por la Patria
Jesucristo,
Señor de la historia, te necesitamos.
Nos
sentimos heridos y agobiados.
Precisamos
tu alivio y fortaleza.
Queremos
ser nación, una nación cuya identidad
sea
la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común.
Danos
la valentía de la libertad de los hijos de Dios
para
amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando
a los pobres y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo
el odio y construyendo la paz.
Concédenos
la sabiduría del diálogo
y
la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú
nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos
a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina!
¡Canta y camina!
Jesucristo,
Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
Meditación
Hace
207 años, un 25 de Mayo, el pueblo se reunió en la plaza y se escuchaban en las
voces de los criollos los reclamos por la renuncia del virrey Cisneros. “¡Viva
la Patria!”, “¡Revolución!”, “¡Queremos saber de qué se trata!”. Se respiraba
un aire de cambio, las negritas candomberas bailaban al mismo tiempo que
promocionaban sus empanadas, el velero pasaba por ahí sonriente y cantando:
“¡Vendo velas, velitas, para iluminar sus casitas!”. French y Berutti repartían
escarapelas en la Plaza Mayor. Finalmente, logramos organizar la Primera Junta
creando así nuestro primer gobierno patrio. Así recordamos el celebrado 25 de
Mayo… Esta fecha se constituye nuestro primer gobierno patrio y este hecho
forma parte del proceso de independencia argentino. Ésta será definitivamente
declarada en 1816.
Los cinco minutos de María
Mayo 25
Una
madre nunca juzga al hijo, nunca condena su proceder; su maternal corazón la
impulsa a hallar excusas y explicaciones para no juzgar y no condenar al hijo.
Si
esto hace la madre terrena, podemos imaginar lo que hará la nuestra celestial.
A
ella Dios no le ha encomendado la justicia sino la misericordia, no el castigo
sino el perdón. Por eso, cuando la conciencia nos cargue con el peso del
pecado, debemos acudir a ella implorando su perdón; siempre hallaremos su
Corazón latiendo por nosotros, perdonándonos, amándonos.
Madre de todos, pero de un modo especial de los
jóvenes, protégelos, porque ellos son la esperanza del mundo y de la Iglesia.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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