domingo, 7 de mayo de 2017

Pequeñas Semillitas 3320

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3320 ~ Domingo 7 de Mayo de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En las comunidades cristianas necesitamos vivir una experiencia nueva de Jesús reavivando nuestra relación con él. Ponerlo decididamente en el centro de nuestra vida. Pasar de un Jesús confesado de manera rutinaria a un Jesús acogido vitalmente. El evangelio de Juan hace algunas sugerencias importantes al hablar de la relación de las ovejas con su Pastor.
Lo primero es “escuchar su voz” en toda su frescura y originalidad. No confundirla con el respeto a las tradiciones ni con la novedad de las modas. No dejarnos distraer ni aturdir por otras voces extrañas que, aunque se escuchen en el interior de la Iglesia, no comunican su Buena Noticia.
Es decisivo “seguir a Jesús”. La fe cristiana no consiste en creer cosas sobre Jesús, sino en creerle a él: vivir confiando en su persona. Inspirarnos en su estilo de vida para orientar nuestra propia existencia con lucidez y responsabilidad.
Es vital caminar teniendo a Jesús “delante de nosotros”. No hacer el recorrido de nuestra vida en solitario. Experimentar en algún momento, aunque sea de manera torpe, que es posible vivir la vida desde su raíz: desde ese Dios que se nos ofrece en Jesús, más humano, más amigo, más cercano y salvador que todas nuestras teorías.
Esta relación viva con Jesús no nace en nosotros de manera automática. Se va despertando en nuestro interior de forma frágil y humilde. Al comienzo, es casi solo un deseo. Por lo general, crece rodeada de dudas, interrogantes y resistencias. Pero, no sé cómo, llega un momento en el que el contacto con Jesús empieza a marcar decisivamente nuestra vida. Hemos de escuchar su llamada. (José Antonio Pagola)

¡Buenos días!

Buena convivencia
La buena convivencia comienza por el respeto. Respetas a una persona cuando la tienes por lo que es: un ser humano con toda su dignidad. Una forma distinguida de respeto es el trato cortés. Las reglas básicas de la cortesía son simples: alabar lo bueno de los otros, suprimir reproches, dar importancia y prestar atención a los demás.

Robert Schuman, ex-ministro francés de Asuntos Exteriores, preguntado por su vecina de mesa, durante un banquete de boda, por qué nunca manifestó ningún deseo de casarse, repuso: Tengo mis motivos. Cuando era aún muy ¡oven, cierto día viajé en el metro. La aglomeración era enorme, y, sin querer, pisé a una señora que se hallaba a mi lado. Sin volver la cabeza, la dama exclamó: Imbécil, ¿no puedes tener más cuidado? Luego me miró, sonrió amablemente y me dijo: “Ah, perdone usted, creí que era mi marido”.

Las buenas relaciones humanas en el hogar y fuera del hogar necesitan un clima de aceptación mutua, de comprensión y en especial de paciencia. Ésta es una faceta del amor. San Pablo en el magnífico himno al amor dice que “el amor es paciente”. La paciencia es difícil. Pero es más fácil si la pides cada día al Señor.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia». (Jn 10,1-10)

Comentario:
Hoy, en el Evangelio, Jesús usa dos imágenes referidas a sí mismo: Él es el pastor. Y Él es la puerta. Jesús es el buen pastor que conoce a las ovejas. «Las llama una por una» (Jn 10,3). Para Jesús, cada uno de nosotros no es número; tiene con cada uno un contacto personal. El Evangelio no es solamente una doctrina: es la adhesión personal de Jesús con nosotros.
Y no sólo nos conoce personalmente. También personalmente nos ama. “Conocer”, en el Evangelio de san Juan, no significa simplemente un acto del entendimiento, sino un acto de adhesión a la persona conocida. Jesús, pues, nos lleva en su Corazón a cada uno. Nosotros también lo hemos de conocer así. Conocer a Jesús no implica solamente un acto de fe, sino también de caridad, de amor. «Examinaos si conocéis —nos dice san Gregorio Magno, comentando este texto— si le conocéis no por el hecho de creer, sino por el amor». Y el amor se demuestra con las obras.
Jesús es también la puerta. La única puerta. «Si uno entra por mí, estará a salvo» (Jn 10,9). Y poco más allá recalca: «Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6). Hoy, un ecumenismo mal entendido hace que algunos se piensen que Jesús es uno de tantos salvadores: Jesús, Buda, Confucio…, Mahoma, ¡qué más da! ¡No! Quien se salve se salvará por Jesucristo, aunque en esta vida no lo sepa. Quien lucha por hacer el bien, lo sepa o no, va por Jesús. Nosotros, por el don de la fe, sí que lo sabemos. Agradezcámoslo. Esforcémonos por atravesar esta puerta, que, si bien es estrecha, Él nos la abre de par en par. Y demos testimonio de que toda nuestra esperanza está puesta en Él.
P. Pere SUÑER i Puig SJ (Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II
"Buen Pastor, enseña a los jóvenes de todo el mundo lo que significa «dar» su vida mediante la vocación y la misión. Como enviaste a los Apóstoles a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra, lanza ahora tu desafío a la juventud de la Iglesia para que cumpla la gran misión de darte a conocer a cuantos aún no han oído hablar de Ti. Da a estos jóvenes la valentía y la generosidad de los grandes misioneros del pasado, de suerte que, a través del testimonio de su fe y su solidaridad con todos sus hermanos y hermanas necesitados, el mundo descubra la verdad, la bondad y la belleza de la vida que sólo Tú puedes dar"

Predicación del Evangelio:
Pastor y guía
Celebramos, en el medio de esta Pascua, el domingo conocido como el domingo del Buen Pastor.

Claro está que, hablar de “pastor” en una sociedad abanderada por la industria y los servicios, es difícil hacer un paralelismo entre Jesús (Buen Pastor que nos conduce hacia valles llenos de vida) y el pastor que, con su rebaño por delante o por detrás, intenta lo mejor para él. ¿Dónde han quedado los rebaños de hoy? Contemplar la figura de un pastor rodeado de cientos de ovejas es hoy, poco menos que un privilegio de unos pocos.

Aun así, la figura del Buen Pastor, por ser una de las más antiguas en la iconografía cristiana sigue teniendo una irresistible atracción y con unas connotaciones muy profundas:

* Jesús, cada domingo, nos preside la Eucaristía. A su alrededor nos encontramos aquellos que, perdidos o centrados, caminamos detrás de Él porque sabemos que sus Palabras no nos dejan indiferentes. Y, entre otras cosas, porque caminar a la sombra de su cayado es saber que problemas, inquietudes, desesperanzas y mil ansiedades tienen solución y respuesta, al igual que en los discípulos de Emaús, con Jesús.

* Por otro lado, en una sociedad tan colapsada y confundida por palabras interesadas y maquilladas en falsas apariencias, el Buen Pastor habla como nadie y con sinceridad al corazón de cada persona. ¿Cuál es, además, su originalidad? Pues, ni más ni menos, que lo hace para cada persona y para cada situación. El Buen Pastor, no solamente tiene palabras de vida eterna, es que además tiene mensajes personales. Esa voz que, cuando uno la escucha llega a concluir: esto, Jesús, lo ha dicho por mí y para mí.

* Además, Jesús, como Buen Pastor quiere no un rebaño de borregos (creyentes que viven al amparo de su fe pero no se comprometen ni piensan en su causa). El Señor quiere un equipo de personas que, avanzando en la misma dirección, trabajen por hacer presente el Reino que Él nos trajo con su nacimiento, y que rubricó impresionantemente con su pasión, muerte y resurrección.

Para ello, claro está, la Eucaristía es el mejor alimento con el que, los creyentes, tonificamos el espíritu, fortalecemos el corazón y entramos en comunión con Aquel que se ofrece, se parte y comparte su existencia con los que creen y esperan en El. ¿Sentimos la eucaristía como el alimento que el Pastor pone a disposición de su rebaño? ¿Conocemos la vida, la historia, la grandeza de Aquel que va por delante indicándonos el camino que conduce hasta el Padre? ¿Nos dejamos conocer por El? ¿Intentamos que nuestra vida sea traspasada por ese lenguaje de vida y de verdad que es el Evangelio?

Hoy, un cristiano sin un conocimiento auténtico y radical de Jesucristo, corre el riesgo de tener una fe pendiente de cuatro hilos de simple formalismo, tradición o ritos. Jesús, si pronuncia nuestros nombres, si conoce la verdad o la mentira de nuestra existencia, si nos conoce de arriba abajo… ¿no merece también un tiempo y un interés por nuestra parte? ¿No merece que, su persona, sea conocida, seguida, reverenciada, amada y respetada?

Que el Buen Pastor, Aquel sobre el que descansan nuestras vidas y se amortiguan nuestros temores, nos ayude a dar y cumplir con esa hoja de ruta que no es otra que el camino de una vida nueva traspasada por la alegría de la Pascua.

Que el Buen Pastor, referencia de todos los sacerdotes (débiles pero probados pastores que intentan asemejarse a Cristo) nos anime también a trabajar, potenciar, rezar y presentar en nuestras comunidades cristianas la vida sacerdotal, como necesaria e interpelante a un mundo que necesita menos líderes y personas más sacrificadas, entregadas y que se desvivan contracorriente a favor de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Padre Javier Leoz

Nuevo vídeo

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Los cinco minutos de María
Mayo 7
El amor que María tuvo a Dios fue un amor verdaderamente perfecto, porque amó a Dios con toda su intensidad y esa intensidad llegó a tal grado que nunca jamás ningún ser creado pudo ni de lejos igualar.
Ella sola cumplió al pie de la letra el precepto de amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas, con toda la mente y con toda el alma.
La medida de nuestro amor a Dios la dará el hecho de amarlo sin medida, sin límites, sin restricciones ni excepciones de ninguna clase.
Como afirma San Pablo, nada nos podrá separar del amor de Cristo: ni el hambre, ni la persecución, ni la muerte, ni ninguna otra cosa; siempre estaremos unidos a Él con los vínculos de la caridad.
Madre de la que hemos recibido el fruto de la vida, que no perdamos esa vida.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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