PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3326 ~ Sábado 13 de Mayo de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En
1917, tres pastorcitos, después de haber sido preparados por el ángel de Portugal,
reciben la visita de la Madre del Cielo, María Santísima, quien se da a conocer
como La Virgen del Rosario y les muestra su Inmaculado Corazón.
Hoy
se cumplen cien años de ese día (13 de mayo de 1917) y toda la Iglesia celebra
jubilosa este gran acontecimiento mariano, con la presencia del Papa Francisco
en Fátima y con el compromiso renovado de todos los creyentes de cumplir con el
pedido de la Santísima Virgen: rezar el Santo Rosario, vivir la gracia de Dios
y consagrarnos al Inmaculado Corazón de María.
En
este día de tanta significación, pidamos a la Madre de Dios y Madre nuestra por
la paz en el mundo.
¡Buenos días!
Vivía de la comunión
Vivir
sin comer absolutamente nada es un
fenómeno místico, inexplicable para la ciencia, pero verificado
objetivamente en varios santos, como en santa Liduvina, santa Catalina de
Siena, beata Alejandrina Da Costa, etc. En las visiones que tuvo Alejandrina
Jesús le dijo: “Quiero que en adelante seas tú un signo de que la Comunión
alimenta la vida interior, porque en ti no sólo te sostendrá espiritualmente,
sino también físicamente”. Y vivió sin comer ni beber por trece años.
En
1421, o sea 12 años antes de la muerte de Liduvina, las autoridades civiles de
Schiedam (Holanda), su pueblo, publicaron un documento que decía:
"Certificamos por las declaraciones de muchos testigos presenciales, que
durante los últimos siete años, Liduvina no ha comido ni bebido nada, y que así
lo hace actualmente. Vive únicamente de la Sagrada Comunión que recibe".
Durante los primeros años de su enfermedad, la santa podía tomar algunos
alimentos, pero después, durante los últimos 19 años de su vida, ya no volvió a
comer ni a beber. Su único alimento era la Sagrada Hostia. Nadie ha logrado
explicar este prodigio.
Jesús
en la Eucaristía se une a mí para que dé abundantes frutos, es fuente de vida,
de gracia y santidad, me da fuerza para llevar la cruz de cada día, viene a
reforzar mi voluntad de servicio humilde a los hermanos, ilumina las tinieblas
de mi corazón, me comunica su paz y alegría, se pone a mi lado en el camino de
la vida. Que crezcas en amor a este Sacramento.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si me conocéis a mí, conoceréis
también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Le dice Felipe:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace
que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha
visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy
en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi
cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.
»Creedme:
yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En
verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo
hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi
nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pedís algo
en mi nombre, yo lo haré». (Jn 14,7-14)
Comentario:
Hoy,
estamos invitados a reconocer en Jesús al Padre que se nos revela. Felipe
expresa una intuición muy justa: «Muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14,8).
Ver al Padre es descubrir a Dios como origen, como vida que brota, como
generosidad, como don que constantemente renueva cada cosa. ¿Qué más
necesitamos? Procedemos de Dios, y cada hombre, aunque no sea consciente, lleva
el profundo deseo de volver a Dios, de reencontrar la casa paterna y permanecer
allí para siempre. Allí se encuentran todos los bienes que podamos desear: la
vida, la luz, el amor, la paz… San Ignacio de Antioquía, que fue mártir al
principio del siglo segundo, decía: «Hay en mí un agua viva que murmura y dice
dentro de mí: ‘¡Ven al Padre!’».
Jesús
nos hace entrever la tan profunda intimidad recíproca que existe entre Él y el
Padre. «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). Lo que Jesús
dice y hace encuentra su fuente en el Padre, y el Padre se expresa plenamente
en Jesús. Todo lo que el Padre desea decirnos se encuentra en las palabras y
los actos del Hijo. Todo lo que Él quiere cumplir a favor nuestro lo cumple por
su Hijo. Creer en el Hijo nos permite tener «acceso al Padre» (Ef 2,18).
La
fe humilde y fiel en Jesús, la elección de seguirle y obedecerle día tras día,
nos pone en contacto misterioso pero real con el mismo misterio de Dios, y nos
hace beneficiarios de todas las riquezas de su benevolencia y misericordia.
Esta fe permite al Padre llevar adelante, a través de nosotros, la obra de la
gracia que empezó en su Hijo: «El que crea en mí, hará él también las obras que
yo hago» (Jn 14,12).
P. Jacques PHILIPPE (Cordes sur Ciel, Francia)
Santoral Católico:
Nuestra Señora de Fátima
Advocación Mariana
A
partir del 13 de mayo de 1917, la Virgen María se estuvo apareciendo a los
niños Francisco, su hermana Jacinta y su prima Lucía, en Cova de Iría, lugar de
Fátima, en Portugal. Los videntes habían nacido en Ajustrel, caserío de Fátima,
eran niños normales y sanos, piadosos y cercanos a la parroquia, y se dedicaban
al pastoreo. A diario cuidaban de sus ovejas, jugaban y rezaban el Rosario. Ya
habían tenido apariciones de un ángel, cuando aquel día se les apareció la
Señora vestida de blanco sobre un carrasco; las apariciones se repitieron.
Nadie daba fe a lo que decían los niños, que tuvieron que pasar un tiempo en la
incomprensión y una cierta persecución. En sus mensajes, la Virgen llamaba a
los fieles a la oración por los pecadores y a la conversión íntima de los
corazones.- Oración: Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te
adoramos profundamente y te ofrecemos el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del
mundo, en reparación de los ultrajes con los que Él es ofendido. Por los
méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de
María, te pedimos la conversión de los pecadores. Amén.
© Directorio Franciscano
Pensamiento del día
“Rezad
el Rosario todos los días
para
alcanzar la paz del mundo y
el fin de la guerra”
Virgen
de Fátima
Tema del día:
Consagración del mundo a la Virgen de Fátima
Ante
unas 100 mil personas presentes en la Plaza de San Pedro el 13 de octubre de
2013, el Papa Francisco consagró el mundo a la protección de la Virgen de
Fátima.
Esta
es la oración de consagración que rezó el Santo Padre ante la imagen original
de la Virgen de Fátima que fue llevada a Roma desde su santuario en Portugal:
Bienaventurada
María Virgen de Fátima,
con
renovada gratitud por tu presencia maternal
unimos
nuestra voz a la de todas las generaciones
que
te llaman bienaventurada.
Celebramos
en ti las grandes obras de Dios,
que
nunca se cansa de inclinarse
con
misericordia hacia la humanidad,
afligida
por el mal y herida por el pecado,
para
curarla y salvarla.
Acoge
con benevolencia de Madre
el
acto de consagración que hoy hacemos con confianza,
ante
esta imagen tuya tan querida por nosotros.
Estamos
seguros de que cada uno de nosotros
es
precioso a tus ojos y que nada de lo que
habita
en nuestros corazones es ajeno a ti.
Nos
dejamos alcanzar por tu dulcísima mirada
y
recibimos la consoladora caricia de tu sonrisa.
Custodia
nuestra vida entre tus brazos:
bendice
y refuerza todo deseo de bien;
reaviva
y alimenta la fe;
sostiene
e ilumina la esperanza;
suscita
y anima la caridad;
guíanos
a todos nosotros por el camino de la santidad.
Enséñanos
tu mismo amor de predilección
por
los pequeños y los pobres,
por
los excluidos y los que sufren,
por
los pecadores y los extraviados de corazón:
congrega
a todos bajo tu protección
y
entrégalos a todos a tu dilecto Hijo,
el
Señor nuestro Jesús.
Amén.
Indulgencia Plenaria
El
santuario de Fátima anunció la concesión de una indulgencia plenaria por
mandato del papa Francisco, durante este año jubilar que inició el 27 de
noviembre de 2016 y concluirá el 26 de noviembre de 2017. Durante este Año
Jubilar, la indulgencia será concedida:
A
los fieles que visiten en peregrinación el Santuario de Fátima y participen devotamente
de alguna celebración u oración en honor de la Virgen María, recen la oración
del Padre Nuestro, reciten el Símbolo de la Fe (Credo) e invoquen a Nuestra
Señora de Fátima;
A
los fieles que visiten devotamente una imagen de la Virgen de Fátima expuesta a
la veneración en iglesias, capillas o lugares adecuados en los días del
aniversario de las Apariciones (día 13 de cada mes, de mayo a octubre de 2017),
participen en celebraciones u oraciones en honor de la Virgen María, recen la
oración del Padre Nuestro, reciten el Símbolo de la Fe (credo) e invoquen a
Nuestra Señora de Fátima;
A
los fieles que por razón de edad, enfermedad o graves motivos no puedan
moverse, estén arrepentidos de sus pecados y tengan la firme intención de poner
en práctica, tan pronto como sea posible, las tres condiciones indicadas ante
una pequeña imagen de la Virgen de Fátima; y en los días de las Apariciones, se
unan espiritualmente a las celebraciones jubilares, ofreciendo con confianza a
Dios misericordioso, por medio de María, sus oraciones, sufrimientos y
dificultades.
Para
obtener la indulgencia plenaria, los fieles sinceramente arrepentidos y
animados por la caridad deben cumplir las siguientes condiciones: confesión
sacramental, comunión eucarística y oraciones por las intenciones del Papa.
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Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración para Pilar M. I., de ciudad
de México, que hoy entra a cirugía mayor, rogando a la Virgen de Fátima que
interceda para que salga bien y pronto esté en casa. Y también pedimos por José
María C., de Tiaxcala, México, con
problemas en la nariz, para que estos se solucionen sin tener que llegar a
cirugía.
Pedimos
oración por la salud de Silvia, de
Córdoba, Argentina, 57 años de edad, operada hace poco de cáncer de mamas,
ahora en plan de quimio y radioterapia, y portadora de otras patologías serias
como artritis reumatoidea. Que la mediación del cura santo cordobés (José
Gabriel Brochero), le permita superar definitivamente cualquier secuela de su
enfermedad sin diseminación a ningún otro órgano de su cuerpo. Y que la
Santísima Virgen le conceda fortaleza espiritual y anímica para superar con
bien todas estas pruebas que ha tenido que enfrentar.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de María
Mayo 13
La
imagen de María se nos sugiere siempre con los ojos entrecerrados y las manos
recogidas en el pecho, guardando la intimidad que con Dios tiene en su
Inmaculado Corazón. Pero también podemos pensar en María elevando sus ojos al
cielo, como desprendiéndose de la tierra y aspirando a las cosas de las
celestiales alturas.
Esa
es la doble dimensión o vertiente que debe regir toda nuestra vida: la
intimidad personal por la que gozamos de la presencia del Dios Uno y Trino en
lo más recóndito de nuestro espíritu y la elevación sobre la oquedad de la
tierra, anhelando siempre el azul de los cielos, la morada de Dios, el reino de
María Inmaculada.
Madre, que nos diste al Esperado de los tiempos,
guíanos en la búsqueda de un nuevo amanecer para la tierra.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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