domingo, 24 de mayo de 2015

Pequeñas Semillitas 2686

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2686 ~ Domingo 24 de Mayo de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
“Echa leña, sopla y el fuego jamás se apagará”. Dice el viejo proverbio. La culminación de la Pascua no es la Ascensión del Señor. Se marchó y nos dejó un sugerente y difícil encargo: “id por el mundo”. Y el tesoro de la fe, llevado en nuestras manos de barro (como dice San Pablo) necesita de una fuerza que lo sostenga; un ánimo que lo empuje; una presencia que lo haga más vigoroso y fuerte.
Y, un buen día, llegó hasta nosotros (parroquia, ciudad, comunidad). ¡Cómo no agradecer en este día del Espíritu Santo, esa acogida, a nuestros antepasados! Lo que, Cristo confío a aquellos primeros seguidores, nuestros padres lo adoptaron, lo vivieron y nos lo dejaron como el mejor testamento para nuestra existencia: ¡Vivid según Dios y no os faltara su espíritu!
Hoy, no podemos quedarnos absortos en un Cristo crucificado; no podemos complacernos por haber cumplido –más o menos– con la Pascua. El Espíritu Santo baja, viene y se mete en el meollo de lo que somos y realizamos para que nuestra fe, lejos de debilitarse, se fortalezca y sea más auténtica.
Es el Espíritu Santo que, en un acto de confianza por parte de Dios, viene para que no desfallezcamos y caminemos con la cabeza bien alta proclamando: ¡Somos cristianos, el Espíritu nos acompaña!
Hoy, Pentecostés, es el día de la Iglesia. El Espíritu Santo acampa entre nosotros. ¡Adelante! El futuro, aunque sea incierto, seguirá contando con hombres y mujeres que propongan, vivan y anuncien lo que Jesús nos dejó: ¡Id y anunciad!
© P. Javier Leoz

¡Buenos días!

María Auxiliadora
San Juan Bosco propagó la devoción a María Auxiliadora. De ella decía: “Amen, honren, sirvan a María. Procuren hacerla conocer, amar y honrar por los demás. No sólo no perecerá un hijo que haya honrado a esta madre, sino que podrá aspirar también a una gran corona en el cielo”.

Era el 24 de mayo de 1878, un oficial muy entristecido se presentó a Don Bosco y le dijo: —Padre, mi esposa está muy enferma y se teme que llegó su fin. Esto es terrible para mí. Por favor, pida a Dios le devuelva la salud. El Santo lo alentó y rezó con él a María Auxiliadora. A la hora el oficial volvió emocionado y dijo a Don Bosco: —¿Sabe usted, Padre? Mientras estaba aquí con usted, mi esposa, a quien había dejado moribunda, recobró la salud, se vistió, salió a mi encuentro y me relató lo sucedido. Sacó del bolsillo un brazalete de oro que entregó a Don Bosco: —Es el regalo de boda que hice a mi esposa; pero, de común acuerdo, lo ofrezco a María Auxiliadora. Don Bosco mostró luego a un grupo el brazalete: —Miren, una ofrenda de gratitud por una nueva curación debida a Maria Auxiliadora. ¡Bendito sea su dulce nombre!

San Juan Bosco, con estas o semejantes palabras, alentaba a confiar en María Santísima: “María nos asegura que si somos devotos suyos, nos tendrá como hijos suyos, nos cubrirá con su manto, nos colmará de bendiciones en este mundo para obtenernos después el Paraíso”. Con piedad y cariño reza hoy un Avemaría a tu Madre del cielo.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». (Jn 20,19-23)

Comentario
Hoy, en el día de Pentecostés se realiza el cumplimiento de la promesa que Cristo había hecho a los Apóstoles. En la tarde del día de Pascua sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo» (Jn 20,22). La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés renueva y lleva a plenitud ese don de un modo solemne y con manifestaciones externas. Así culmina el misterio pascual.
El Espíritu que Jesús comunica, crea en el discípulo una nueva condición humana, y produce unidad. Cuando el orgullo del hombre le lleva a desafiar a Dios construyendo la torre de Babel, Dios confunde sus lenguas y no pueden entenderse. En Pentecostés sucede lo contrario: por gracia del Espíritu Santo, los Apóstoles son entendidos por gentes de las más diversas procedencias y lenguas.
El Espíritu Santo es el Maestro interior que guía al discípulo hacia la verdad, que le mueve a obrar el bien, que lo consuela en el dolor, que lo transforma interiormente, dándole una fuerza, una capacidad nuevas.
El primer día de Pentecostés de la era cristiana, los Apóstoles estaban reunidos en compañía de María, y estaban en oración. El recogimiento, la actitud orante es imprescindible para recibir el Espíritu. «De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno» (Hch 2,2-3).
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y se pusieron a predicar valientemente. Aquellos hombres atemorizados habían sido transformados en valientes predicadores que no temían la cárcel, ni la tortura, ni el martirio. No es extraño; la fuerza del Espíritu estaba en ellos.
El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es el alma de mi alma, la vida de mi vida, el ser de mi ser; es mi santificador, el huésped de mi interior más profundo. Para llegar a la madurez en la vida de fe es preciso que la relación con Él sea cada vez más consciente, más personal. En esta celebración de Pentecostés abramos las puertas de nuestro interior de par en par.
Mons. Josep Àngel SAIZ i Meneses Obispo de Terrassa (Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II

“En la solemnidad de Pentecostés,
desde todas las partes de la Iglesia
se eleva este canto unánime:
"Veni, creator Spiritus!".
El Cuerpo místico de Cristo,
esparcido por toda la tierra,
invoca al Espíritu que le da vida,
al Soplo vital que anima su ser y su obrar”

Palabras de San Juan Bosco
“Estad seguros de que cuanto más puras
sean vuestras miradas y palabras,
tanto más agradaréis a la Virgen María
y mayores gracias os obtendrá Ella
de su divino Hijo y Redentor nuestro”

“En todos los peligros invocad a María,
y os aseguro que seréis librados”

“En el cielo nos quedaremos gratamente sorprendidos
al conocer todo lo que María Auxiliadora ha hecho
por nosotros en la tierra”


Tema del día:
Pentecostés
Esta palabra “Pentecostés” quiere decir: cincuenta días. Era una de las tres principales fiestas de los judíos. A los cincuenta días de la Pascua celebraban en cuanto a lo material el hecho de que la cosecha estaba ya crecida, por lo que daban gracias a Dios, y en cuanto a la historia celebraban el recuerdo de la llegada de los israelitas al monte Sinaí y la entrega de las tablas de la Ley a Moisés entre truenos y relámpagos. Con ese motivo tocaban fuertemente las trompetas del templo.

Ese es el día en que los apóstoles reciben de una manera grandiosa al Espíritu Santo. Según lo narra san Lucas, autor de los “Hechos de los Apóstoles”, Dios aprovecha el ambiente de fiesta popular y bulliciosa para ese acontecimiento. Algunos datos podemos decir que son simbólicos, expresión de lo que sucedía en el alma o el corazón de los que recibían el Espíritu Santo. Los principales signos fueron el viento impetuoso y el fuego, que da luz y calor: Luz que les ilumina la mente para comprender mejor los mensajes de Jesús y fuego para darles energías para seguir sin miedo la misión de Jesús de predicar el Evangelio por todo el mundo. El viento precisamente significa el Espíritu y es expresión de una nueva creación, recordando el soplo creador.

En realidad ya habían recibido el Espíritu Santo el día de la Resurrección. Jesús, al presentarse resucitado, les da el mayor don que puede darles, que es el Espíritu Santo. Ya les había prometido que les enviaría “otro Consolador, otro Abogado”. San Juan nos cuenta en el evangelio de hoy que Jesús se presenta gozoso y les da la paz y alegría, y les da el perdón y el poder de perdonar. Pero todo eso no sería efectivo y duradero, si no les ayudase una fuerza especial, que es la presencia del Espíritu Santo, como ya se lo había prometido. Lo hace también con un gesto de viento: “Sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”.

¿Cuándo recibieron de verdad el Espíritu Santo? Las dos veces y otras muchas más. Porque el Espíritu viene a nosotros según la preparación que tengamos: Viene en el bautismo, viene especialmente en la confirmación y viene en otras ocasiones. Él es infinito. Lo que hace falta es que nos preparemos a recibirle. El día de Pentecostés vino de una manera muy especial sobre los apóstoles, no sólo porque así lo quiso Dios de forma gratuita, sino porque ellos estaban mejor preparados pues habían estado aquellos días en oración con la Santísima Virgen María.

Un aspecto importante en esta fiesta es el comunitario: Los apóstoles reciben el Espíritu Santo viviendo en comunidad. Y son enviados para formar la comunidad de la Iglesia universal. Por eso se nombran allí todos los principales pueblos o naciones entonces conocidas. Y aparece una contraposición con lo que significó la “Torre de Babel”, que era dispersión o confusión de lenguas. En Pentecostés se realiza la unidad: todos comprenden lo mismo. Sería la unidad que quiere Jesús por medio del AMOR.

Pentecostés continúa en la Iglesia. Cada vez que asistimos a misa se nos recuerda la intervención del Espíritu Santo en la transformación del pan y del vino y en la unidad de la Iglesia. Para que influya en nuestro ser hace falta que nos preparemos, que nos comuniquemos más con Dios en la oración y que dejemos muchas ataduras materiales de modo que nuestra vida tenga un sentido pleno y sea vivificante, de modo que se note que el Espíritu Santo habita en nuestro ser.
© P. Silverio Velasco (España)

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Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde México, nos escribe Cecilia y dice: En el mes de marzo del 2015, pedimos oración  por mi sobrina María Elena A., de Guadalajara. La bebé Viviane nació el 24 de marzo y estuvo en terapia intensiva por 8 semanas hasta el pasado 13 de mayo que la dieron de alta y ya se encuentra en su casa con sus papás y hermanito. Queremos agradecer por este medio, primeramente a Dios y a la Virgen de Fátima por su recuperación. También a la página de “Pequeñas Semillitas” y a todas las personas que rezaron por ella. Esta es una foto de la bebé:

Mes de María
Flor del 24 de mayo: 
María Auxiliadora de los Cristianos
Fiesta de María Auxiliadora
Meditación: “Todos estaban unidos, insistiendo en la oración, con María la Madre de Jesús” (Hechos 1,14). María siempre ha estado presente en todas las persecuciones de la Iglesia, por su ayuda en Lepanto protegió milagrosamente a toda la cristiandad, incluyéndola San Pío X en las Letanías. También es el auxilio de la Iglesia del silencio, ya que todo cristiano fiel “padecerá persecución” (Segunda carta a Timoteo 3,12), pero “de los perseguidos por causa de la Justicia es el Reino de los Cielos” (Mateo 5,10). ¿Defendemos a Cristo y Su Doctrina con la voz, con el corazón y con nuestra labor, o sólo tenemos un corazón tibio y poco digno?. Seamos soldados valientes, enamorados de Jesús y María, quien como Capitana nos defenderá con la Espada de la Justicia y el Manto de la Verdad. Y a través de Ella el Espíritu con Sus Alas nos cubrirá y nada nos pasará.
Oración: ¡Oh María auxilio de los cristianos!, cúbrenos con tu Manto de toda amenaza física y espiritual, para así poder luchar por la Patria Celestial. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Auxiliar a un hermano cercano que esté en dificultad física o espiritual, dando testimonio mediante ésta obra de misericordia de la fe en Cristo a través de Su Madre.
Fuente: www.reinadelcielo.org

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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