miércoles, 9 de octubre de 2013

Pequeñas Semillitas 2170

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2170 ~ Miércoles 9 de Octubre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Gracias, Jesús, porque te hiciste hombre para traerme el mensaje de la inconcebible misericordia de mi Padre Celestial. Gracias, porque tu Palabra reaviva mi fe, esperanza y amor. Gracias, Señor, por ofrecerme tu luz y tu amor en las Sagradas Escrituras.
Perdóname, Señor, las veces que no recibo con sencillez de corazón y docilidad los anuncios y promesas contenidos en la Biblia y cuando no aprovecho con diligencia y constancia este alimento del alma.
Concédeme, Señor, escucharte cada día con humildad, en un ambiente de silencio interior al leer el Libro Santo. Ayúdame, Señor, a liberarme de las palabras inútiles que distraen mi espíritu. Haz que, meditando tu Palabra como María en mi corazón, pueda hacerla fructificar en mi vida.
Alabado seas, mi Jesús, porque sólo tú tienes palabras de vida eterna. Tus palabras son espíritu y vida. Amén.

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Sucedió que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación».
(Lc 11,1-4)

Comentario
Hoy vemos cómo uno de los discípulos le dice a Jesús: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos» (Lc 11,1). La respuesta de Jesús: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación» (Lc 11,2-4), puede ser resumida con una frase: la correcta disposición para la oración cristiana es la disposición de un niño delante de su padre.
Vemos enseguida que la oración, según Jesús, es un trato del tipo “padre-hijo”. Es decir, es un asunto familiar basado en una relación de familiaridad y amor. La imagen de Dios como padre nos habla de una relación basada en el afecto y en la intimidad, y no de poder y autoridad.
Rezar como cristianos supone ponernos en una situación donde vemos a Dios como padre y le hablamos como sus hijos: «Me has escrito: ‘Orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?’. —¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias..., ¡flaquezas!: y hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y desagravio. En dos palabras: conocerle y conocerte: ¡tratarse!’» (San Josemaría).
Cuando los hijos hablan con sus padres se fijan en una cosa: transmitir en palabras y lenguaje corporal lo que sienten en el corazón. Llegamos a ser mejores mujeres y hombres de oración cuando nuestro trato con Dios se hace más íntimo, como el de un padre con su hijo. De eso nos dejó ejemplo Jesús mismo. Él es el camino.
Y, si acudes a la Virgen, maestra de oración, ¡qué fácil te será! De hecho, «la contemplación de Cristo tiene en María su modelo insuperable. El rostro del Hijo le pertenece de un modo especial (...). Nadie se ha dedicado con la asiduidad de María a la contemplación del rostro de Cristo» (Juan Pablo II).
Fr. Austin Chukwuemeka IHEKWEME (Ikenanzizi, Nigeria)

Santoral Católico:
San Dionisio
Primer Obispo de París
San Dionisio, obispo, y compañeros, mártires, de los cuales la tradición quiere que el primero, enviado por el Romano Pontífice a la Galia, fuese el primer obispo de París, y que junto con el presbítero Rústico y el diácono Eleuterio, padeciesen en las afueras de la ciudad (s. III).

Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Fue un error involuntario…

Para amar como Jesús nos enseñó, debemos ejercitar ciertas actitudes que bajan el amor a la realidad cotidiana: compasión, comprensión, indulgencia, etc. ¿Qué es la indulgencia? Facilidad en perdonar las culpas ajenas. ”Sopórtense  y perdónense mutuamente si alguno tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes”, san Pablo (Col. 3:13).

Los italianos en Navidad tienen la costumbre de enviar un pan dulce a sus amigos y familiares.  En cierto año Puccini y Toscanini se hallaban en uno de sus típicos y feroces enfrentamientos. Puccini dio la orden a su servicio de enviar los panes dulces a las direcciones de costumbre, entre las que se hallaba la del colérico director de orquesta, Toscanini. Al darse cuenta Puccini del error -el pan dulce ya había sido enviado- mandó un telegrama a Toscanini que decía: “Pan
dulce enviado por error”. ¿Cuál fue la genial respuesta de Toscanini?: “Pan dulce comido por error”.

El odio que se niega a perdonar y olvidar es muy destructivo. Suplica así: “Señor, tú que eres puro amor, tú que perdonabas a los que te crucificaban, quita de mi interior todo el veneno de los recuerdos que me llenan de rencor y de tristeza. Derrama en mi corazón el deseo y la gracia del perdón”. El Señor te libre del odio, la ira y toda mala voluntad con tu prójimo.
Padre Natalio

Aviso Importante
Informo a los lectores de esta página que la misma no se editará por espacio de 7-10 días, para descanso del autor.
Ruego no enviar correos ya que al no estar en la computadora no los podré leer.
El descanso comprende también mi presencia en las redes sociales (Facebook y Twitter), que se interrumpirá también por estos días.
Quienes deseen consultar en este tiempo el Evangelio y el Santoral de cada día pueden hacerlo en la columna lateral situada a la derecha de esta misma página.

Tema del día:
Estar junto al enfermo
Cada hombre enfermo toca nuestro corazón de un modo particular. La mayoría experimenta compasión, un profundo deseo de asistir o acompañar a quien sufre, a quien vive la experiencia de la incapacidad, del dolor, tal vez de la desesperación y la amargura.

El dolor de otros nos afecta a todos. Querríamos aliviarlo, ayudarle a encontrar caminos para curarlo, u ofrecerle medios para una rápida recuperación. Querríamos que el enfermo no quedase abandonado a su suerte. Querríamos que pudiese encontrar maneras para seguir en la vida de un modo más o menos autosuficiente, libre, indoloro.

A veces no podemos hacer casi nada para que regrese la deseada salud, pero sí mucho para mostrar nuestro afecto y cercanía. Eso ya es mucho. A veces basta con estar allí, a su lado. Con una palabra oportuna, o con la sonrisa de siempre; con un chiste, o con el recuerdo de momentos más felices, más buenos.

Otras veces podremos escuchar sus deseos, ayudarle a realizar aquello que nos pide. Hoy nos permitirá llamar por teléfono a un familiar lejano, para escuchar, desde su lecho, esa voz que tanto deseaba oír de nuevo. Mañana nos pedirá que vayamos a comprar un cochecito de juguete a un nieto que pronto lo visitará. Otro día nos dirá, simplemente, que le acariciemos la mano, que le digamos si hay nubes en el cielo. Nos suplicará que miremos sus ojos cansados, oprimidos por el miedo, ansiosos por ver un rostro amigo. Otro día no dirá nada. Respirará, con fatiga, con esfuerzo. Apretará con su mano nuestra mano, fijará sus ojos en los nuestros, buscando un poco de esperanza, un cariño que no ha muerto.

Estar junto al enfermo. Tal vez, sin darnos cuenta, será él quien nos ayude, quien nos haga menos irritables, un poco más sencillos y pacientes. Tal vez él nos hará comprender que esta vida no lo es todo, que de nada sirve el dinero sin salud, que esa casa de campo comprada con tanto esfuerzo queda ahora sola, triste, sin su dueño.

Estar junto al enfermo. Alguien nos quiere allí, alguien nos espera a su lado. Un día nos dejará, irá a otros cielos. Su partida será un momento de dolor, pero no un adiós definitivo: será un “hasta luego”. Un “hasta luego” que nos hará sentir que no fue tiempo perdido el que pasamos junto a él, como si preparásemos ahora esa dicha de los cielos, donde el amor es simplemente eso: estar junto a un enfermo...
Fernando Pascual

La frase de hoy

“El que conoce a los demás, es inteligente.
El que se conoce a si mismo, es iluminado.
El que vence a los demás, es fuerte.
El que se vence a si mismo, es poderoso.”
Tao te King


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“Juan Pablo II inolvidable”

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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio. 

Pedimos oración por la salud de Julio, de Buenos Aires, Argentina, a quien mañana harán un estudio delicado de próstata, rogando al Buen Jesús que los resultados sean favorables y que Dios Misericordioso derrame abundantes bendiciones sobre él y su familia.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración. Debido a que el domingo próximo no se editará este boletín, adelantamos hoy los agradecimientos que estaban programados para ese día.

Desde Mendoza, Argentina, queremos agradecer por la premura en atender nuestra petición de oración, y a todos aquellos que se unieron en nuestra plegaria a Dios Padre y María Auxiliadora para pedir por Marisú B. con una delicada afección intestinal. Hoy podemos decir que su recuperación es contínua. Dios bendiga a todos por esta unidad en oración.

Desde Santiago del Estero, Argentina, Cecilia agradece las oraciones hechas por su mamá que fue operada hace unos días en la ciudad de Córdoba. Gracias a Dios las biopsias son negativas y ahora se espera una buena recuperación.

El rincón de los lectores

Desde hace años hemos tenido esta sección llamada “El rincón de los lectores” destinada a dar cabida a los mensajes, opiniones y comentarios de las personas que leen Pequeñas Semillitas, que han podido expresarse libre y respetuosamente. Ahora, con nuestra presencia en Facebook, la posibilidad de manifestarse es mucho más abierta, directa y permanente.
Igual vamos a mantener esta sección para los que deseen expresarse por esta vía. Para que tu mensaje se publique debes dirigirlo por mail a feluzul@gmail.com  con el título "El rincón de los lectores" y deberá ser muy breve y no contener conceptos agraviantes para nada ni para nadie.
Los mensajes serán moderados por el propietario de esta página y se publicarán a medida que el tiempo y el espacio en la misma lo permitan (una o dos veces por semana), y no se admitirán réplicas o respuestas públicas a mensajes anteriores de otros lectores.

# Esnélida Barreda Aballe (Nery) - 8 de octubre de 2013 – Las Tunas, Cuba
Cada día al abrir el correo y ver Felipe de Urca, es casi imposible describir la alegría que siento; cuántas veces coincide con mis situaciones y emociones, lo comparto con grupo de amigas, me hacen feliz.
Gracias hermanos que hacen posible que en medio de tribulaciones encuentre paz.
Saludos desde el bello caimán verde antillano, Cuba, Las Tunas

“Intimidad Divina”

Bienaventurados los misericordiosos

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5, 7). Jesús no se contentó con anunciar esta bienaventuranza, sino que enseñó también el camino para alcanzarla: modelarse según la misericordia de Dios. “Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre” (Lc 6, 36). Dios, amor infinito, cuando quiere llegar a sus criaturas no puede hacerlo sino inclinándose hasta su nada con un acto de misericordia infinita. Por misericordia sacó al hombre de la nada y lo honró tanto que lo hizo a su imagen y semejanza; luego, cuando el hombre le traicionó, su misericordia acudió a buscarlo en el abismo del pecado: “con amor eterno te he compadecido” (Is 54 y para redimirlo ha rebasado todo límite llegando a sacrificar por él a su Unigénito. Jesús, venido al mundo a encarnar la misericordia del Padre, declaró: “Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores” (Mt 9, 13). La consideración, o mejor la contemplación de la misericordia divina tiene el poder de derretir la dureza del corazón humano, sus intransigencias y asperezas y de suavizarlo hasta una actitud llena de bondad con los hermanos aun culpables o deudores suyos.

El gran premio prometido a los misericordiosos es alcanzar misericordia, que es como decir asegurar su salvación eterna. A cambio de un poco de misericordia usada entre los hermanos por sus deudas u ofensas, que, por grandes que sean, son siempre limitadas y pasajeras, el cristiano gozará de las misericordias del Señor y las cantará eternamente. Con todo no es raro que el hombre experimente dificultad para usar de misericordia con los otros; esto puede depender de que es demasiado poco consciente de su indigencia personal y por lo tanto de la inmensa necesidad que tiene cada uno de la misericordia divina. En la presencia de Dios, todos, hasta los santos, son siempre grandes deudores y pobres indigentes; nadie, exceptuada la Santísima Virgen, puede decir que ha sido siempre fiel a la gracia y el amor, nadie puede decir que no ha ofendido a Dios, al menos venialmente.

Profundamente convencidos de ello, los santos una necesidad inmensa de la misericordia de Dios y de rechazo han juzgado siempre bien poca cosa el usar de la misericordia con su prójimo, perdonándole las más graves ofensas. El reconocimiento de la miseria personal nos hace comprensivos e indulgentes con las debilidades de los otros. Sentirse profundamente necesitado de la misericordia de Dios, hace al hombre espontáneamente misericordioso con los hermanos. Entonces el cristiano no encuentra duro el perdonar; entonces va en busca de los que habiéndole ofendido, tienen mayor derecho a su misericordia y le dan ocasión de imitar la misericordia del Padre. “No puedo yo creer que alma que tan junto llega de la misma misericordia, adonde conoce lo que es lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con toda facilidad” (C 36, 12). Se disipan así todas las tentaciones de juzgar y de condenar al prójimo, y el cristiano se hace, como Jesús, dispensador de misericordia, de perdón y de indulgencia.

Acudo a ti, Señor Jesús, movido por tu bondad, porque sé que no desprecias a los pobres ni tienes horror de los pecadores. Tú no rechazaste al ladrón que confesaba su pecado, ni a la pecadora deshecha en lágrimas, ni a la cananea suplicante, ni a la mujer sorprendida en flagrante adulterio y ni siquiera al alcabalero sentado a su banca, no rechazaste al publicano que imploraba misericordia ni al apóstol que te negaba, ni al perseguidor de tus discípulos, ni siquiera a tus crucificadores. El perfume de tus gracias me atrae… Haz, Señor, que a este perfume se reanime mi corazón, atormentado largo tiempo por el hedor de mis pecados, para que abunde en estos perfumes no menos suaves que saludables… Haz, Señor, que tenga yo el corazón lleno de compasión para los miserables, que sea inclinado a compadecer y pronto a socorrer, y que me tenga por más dichoso dando que recibiendo. Haz que sea fácil en perdonar y sepa resistir a la cólera, que jamás ceda a la venganza y en todas las cosas considere las necesidades de los otros como mías. Que mi alma se impregne del rocío de tu misericordia y mi corazón rebose de piedad, de modo que sepa hacerme todo a todos…, y esté tan muerto a mí mismo que no viva sino para el bien de los demás. (San Bernardo).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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