lunes, 28 de octubre de 2013

Pequeñas Semillitas 2175

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2175 ~ Lunes 28 de Octubre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Con frecuencia se dice que más que la actitud de los malos, lo peor es la debilidad de los buenos…
Ese catolicismo edulcorado, empobrecido por doctrinas humanistas, de acercamiento sentimental a todos los errores, que en este principio del tercer mileno campea por doquier, y que encuentra aceptación de los "sabios" modernos en consonancia con el católico común. No puede hacer frente a las doctrinas del Anticristo. Los católicos actuales son pasto seco, preparado para el fuego que arrasará sin remedio a la humanidad. Hoy más que nunca, la principal fuerza de los malévolos es la debilidad de los buenos.
Oremos entonces a Jesús para ser parte de su pequeño rebaño fiel.
Solamente las almas que se complacen y se deleitan en su bautismo, elemento sobrenatural, que tienen la conciencia de la grandeza y energía del mismo, están dotadas de un temple a toda prueba, son como de acero. Estas son las almas que piden a Jesucristo que reine sobre la tierra. Ven ya Señor y purifícala.
Este pequeño resto, que seguirá luchando contra “un imposible”, será la Iglesia visible de los últimos tiempos esparcida por todo el mundo a nivel individual y doméstico. Este pequeño resto, serán los elegidos, por quienes Nuestro Señor Jesucristo acortará los días del Anticristo, para venir en su Parusía.

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.
(Lc 6,12-19)

Comentario
Hoy contemplamos un día entero de la vida de Jesús. Una vida que tiene dos claras vertientes: la oración y la acción. Si la vida del cristiano ha de imitar la vida de Jesús, no podemos prescindir de ambas dimensiones. Todos los cristianos, incluso aquellos que se han consagrado a la vida contemplativa, hemos de dedicar unos momentos a la oración y otros a la acción, aunque varíe el tiempo que dediquemos a cada una. Hasta los monjes y las monjas de clausura dedican bastante tiempo de su jornada a un trabajo. Como contrapartida, los que somos más “seculares”, si deseamos imitar a Jesús, no deberíamos movernos en una acción desenfrenada sin ungirla con la oración. Nos enseña san Jerónimo: «Aunque el Apóstol nos mandó que oráramos siempre, (…) conviene que destinemos unas horas determinadas a este ejercicio».
¿Es que Jesús necesitaba de largos ratos de oración en solitario cuando todos dormían? Los teólogos estudian cuál era la psicología de Jesús hombre: hasta qué punto tenía acceso directo a la divinidad y hasta qué punto era «hombre semejante en todo a nosotros, menos en el pecado» (He 4,5). En la medida que lo consideremos más cercano, su “práctica” de oración será un ejemplo evidente para nosotros.
Asegurada ya la oración, sólo nos queda imitarlo en la acción. En el fragmento de hoy, lo vemos “organizando la Iglesia”, es decir, escogiendo a los que serán los futuros evangelizadores, llamados a continuar su misión en el mundo. «Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles» (Lc 6,13). Después lo encontramos curando toda clase de enfermedad. «Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos» (Lc 6,19), nos dice el evangelista. Para que nuestra identificación con Él sea total, únicamente nos falta que también de nosotros salga una fuerza que sane a todos, lo cual sólo será posible si estamos injertados en Él, para que demos mucho fruto (cf. Jn 15,4).
Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas (Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santos Judas Tadeo y Simón
Apóstoles del Señor
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Claves de felicidad

Existe una inmensa alegría en poder alegrar a otros a pesar de nuestra propia situación. La aflicción compartida disminuye la propia tristeza; pero, cuando la alegría se comparte, se duplica. Si deseas sentirte feliz y realizado, basta compartir tus bendiciones, esas que no se pueden comprar con dinero.

Serás feliz cuando creas en ti mismo; cuando aceptes y luches contra la adversidad; y cuando aprendas a disfrutar de tus ocupaciones cotidianas. Serás feliz cuando sientas satisfacción con lo que tienes; cuando mires de frente tus temores; y cuando compartas tus bendiciones con los demás. Serás feliz si entiendes que casi todo es temporal y pasajero; si comprendes que siempre puedes elegir; y si estás convencido que las pequeñas cosas significan mucho para ti. Serás feliz, en fin, cuando lo espiritual prevalezca en tu vida sobre lo material.

Compartir tus bendiciones con generosidad es una virtud que te pone en sintonía con Dios que es todo amor y donación de sí mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.
Padre Natalio

Tema del día:
¿Puede deberse todo al azar?
—¿Y no cabe pensar que todo el universo es, simplemente, obra del azar?

Desde los tiempos más antiguos, el hombre se ha preguntado con asombro cuál sería la explicación de toda esa armonía que hay en la configuración y las leyes del universo.

Cuando el hombre de hoy -comenta José Ramón Ayllón- observa la complejidad y perfección de los procesos bioquímicos en el interior de una célula diminuta, o la de los más gigantescos fenómenos de movimiento y transformación de las galaxias; cuando se asoma al mundo microfísico y propone unas leyes que intentan explicar fenómenos que suceden a escalas de hasta una billonésima de milímetro; o cuando profundiza en la estructura a gran escala del universo hasta límites de más de un billón de billones de kilómetros; contemplando todo ese grandioso espectáculo, cada día con más profundidad gracias a los avances de la ciencia, resulta cada vez más difícil sostener que todo obedece a una misteriosa evolución gobernada por el azar, sin ninguna inteligencia detrás.

Allí donde existe un plan, ha de haber alguien que planifica. Y detrás de una obra de tal complejidad y de tales proporciones, ha de haber un creador, cuyo poder y sabiduría trasciendan cualquier medida.

Pensar que toda la armonía del universo y todas las complejas leyes de la naturaleza son fruto del azar, sería como pensar que las andanzas de Don Quijote de la Mancha que escribió Cervantes pudieron aparecer íntegras sacando letras al azar de una gigantesca marmita con una sopa de letras. Recurrir a una gigantesca casualidad para explicar las maravillas de la naturaleza es una explicación un poco ingenua.

—¿Y no cabe también, como dicen algunos, que el mundo haya existido desde siempre?

Cuando vemos un libro, o un cuadro, o un edificio, inmediatamente pensamos que detrás de esas obras habrá, respectivamente, un escritor, un pintor, un arquitecto.

Y de la misma manera que a nadie se le ocurre pensar que el Quijote surgió de una inmensa masa de letras que cayó al azar sobre unos pliegos de papel y quedaron ordenadas precisamente de esa forma tan ingeniosa, tampoco puede decirse que aquel edificio "está ahí desde siempre", o que ese cuadro "se ha pintado solo", o cosas por el estilo. No podemos sostener seriamente que el mundo "se ha hecho solo", o "se ha creado a sí mismo". Son incongruencias que caen por su propio peso.
Alfonso Aguiló

La frase de hoy

La Palabra de Dios no es un simple texto escrito,
es el mismo amor de Dios hecho hombre en Jesucristo.
“Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo”
(San Jerónimo)
“La Palabra de Dios es la escalera para llegar a Cristo”
(Benedicto XVI)

“Intimidad Divina”

Santificados y enviados

“El Señor Jesús a quien el Padre santificó y envió al mundo (Jn 10, 36), hace partícipe a todo su Cuerpo místico de la unción del Espíritu con que fue él ungido, pues en él todos los fieles son hechos sacerdocio santo y regio” (PO 2); por el sacerdocio común de que todos han sido investidos en el bautismo o por el sacerdocio ministerial a que son elevados los que reciben el sacramento del orden; unos y otros han sido santificados de este modo y enviados al mundo a  continuar la misión de Cristo, como testigos y apóstoles suyos. El apóstol lo es, no tanto por lo que hace, cuanto por lo que es, y, esencialmente por su participación en la unción de Cristo, de su gracia y de su santidad. Pero la gracia del bautismo, igual que la del orden o de los otros sacramentos, no produce frutos de santidad si el apóstol no la asimila a través de un proceso continuo de ascesis, por el cual vive más intensa y perfectamente cada vez “la santidad recibida” (LG 40).

Dice el Vaticano II a propósito de los sacerdotes ocupados en el ministerio: “las preocupaciones apostólicas, los peligros y contratiempos, no sólo no les sean un obstáculo, antes bien asciendan por ellos a una más alta santidad” (LG 41). El mismo principio se aplica a los laicos comprometidos en el apostolado: deben santificarse “al cumplir como es debido las obligaciones del mundo”, no separando “la unión con Cristo de su vida personal” (AA 4). En otros términos, el campo del apostolado debe ser para cada uno la palestra de su propia santificación “Santificarse para el apostolado y mediante el apostolado –escribía Don Poppe–. Sacaríamos mentirosas a la Iglesia, a la vida de Jesús y a las vidas de todos los santos, si afirmásemos la incompatibilidad del apostolado exterior con la santidad” (Vida sacerdotal).

El que se da al apostolado, no por prurito de activismo ni por propia voluntad, sino por responder a la llamada de Dios y siguiendo en todo su voluntad, no puede dejar de hallar en el ejercicio mismo del apostolado las gracias necesarias para su santificación. Pero es preciso adoptar un comportamiento tal, que las actividades y circunstancias inherentes a los deberes apostólicos sean vividas de modo que intensifiquen la unión con Cristo y le vayan conformando cada vez más a él.

Procuremos ser tales que valgan nuestras oraciones para ayudar a estos siervos de Dios, que con tanto trabajo se han fortalecido con letras y buena vida y trabajado para ayudar ahora al Señor… Que los que tenga el Señor de su mano para que puedan librarse de tantos peligros como hay en el mundo y tapar los oídos en este peligroso mar, de canto de las sirenas. Y si en esto podemos algo con Dios, estando encerrados peleamos por él… Así que os pido por amor del Señor pidáis a Su Majestad nos oiga en esto. Yo, aunque miserable, lo pido a Su Majestad, pues para gloria suya y bien de su Iglesia, que aquí van mis deseos. (Santa Teresa de Jesús, Camino)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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