PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2177 ~
Miércoles 30 de Octubre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Hoy sembraré una sonrisa para que haya más alegría.
Hoy sembraré una palabra consoladora para cosechar
serenidad.
Hoy sembraré un gesto de
caridad para que haya más amor.
Hoy sembraré una oración para que el hombre esté más
cerca de Dios.
Hoy sembraré palabras y gestos de verdad para que no
crezca la mentira.
Hoy sembraré un poco de paz y bondad para que haya menos
discordias.
Hoy encenderé una luz de esperanza para levantar un
corazón decaído.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos
enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos
los que se salvan?». Él les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha,
porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la
casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a
la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde
sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has
enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois.
¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el
rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los
profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de
oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de
Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».
(Lc 13,22-30)
Comentario
Hoy, camino de Jerusalén, Jesús se detiene un momento y
alguien lo aprovecha para preguntarle: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?»
(Lc 13,23). Quizás, al escuchar a Jesús, aquel hombre se inquietó. Por
supuesto, lo que Jesús enseña es maravilloso y atractivo, pero las exigencias
que comporta ya no son tan de su agrado. Pero, ¿y si viviera el Evangelio a su
aire, con una “moral a la carta”?, ¿qué probabilidades tendría de salvarse?
Así pues, pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se
salvan?» Jesús no acepta este planteamiento. La salvación es una cuestión
demasiado seria como para resolverla mediante un cálculo de probabilidades.
Dios «no quiere que alguno se pierda, sino que todos se conviertan» (2Pe 3,9).
Jesús responde: «Luchad por entrar por la puerta
estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el
dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis
fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No
sé de dónde sois’» (Lc 13,24-25). ¿Cómo pueden ser ovejas de su rebaño si no
siguen al Buen Pastor ni aceptan el Magisterio de la Iglesia? «¡Retiraos de mí,
todos los agentes de injusticia!. Allí será el llanto y el rechinar de dientes»
(Lc 13,27-28).
Ni Jesús ni la Iglesia temen que la imagen de Dios Padre
quede empañada al revelar el misterio del infierno. Como afirma el Catecismo de
la Iglesia, «las afirmaciones de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la
Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la
que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno.
Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión» (n.
1036).
Dejemos de “pasarnos de listos” y de hacer cálculos.
Afanémonos para entrar por la puerta estrecha, volviendo a empezar tantas veces
como sea necesario, confiados en su misericordia. «Todo eso, que te preocupa de
momento —dice san Josemaría—, importa más o menos. —Lo que importa
absolutamente es que seas feliz, que te salves».
Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)
Santoral Católico:
San Alonso Rodríguez
Viudo y Portero
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
El labrador y sus perros
A veces sentimos
cierta amargura al percibir la forma tan inhumana en que se comportan las
personas. Al parecer, ya a nadie le importa nada de los demás. Alexis Carrel,
premio Nobel de medicina, expresó: “Hoy todos se encierran en su egoísmo, lo
mismo que el cangrejo en su caparazón, intentando como él devorar a su vecino”.
Eso hizo el labrador de la fábula.
Aprisionó el mal tiempo a un labrador en su
cuadra. No pudiendo salir para buscar comida, empezó por devorar a sus
carneros; luego, como el mal tiempo seguía, comió también las cabras; y, como
no paraba el temporal, acabó con sus propios bueyes. Viendo entonces los perros
lo que pasaba se dijeron entre ellos: —Larguémonos de aquí, pues, si el amo ha
sacrificado los bueyes que trabajan con él, ¿cómo nos perdonará a nosotros?
(Esopo).
El mal ha entrado
en el mundo por la puerta del egoísmo humano, que es negación del amor y
búsqueda desenfrenada del propio bienestar. Cada día puedes empezar a ser
generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás
la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que
das.
Padre Natalio
Tema del día:
Murió el Padre Ignacio
Larrañaga
(Material enviado por Rocío).- En la madrugada del lunes 28 de octubre, en México, donde
se encontraba dirigiendo una tanda de ejercicios espirituales, ha fallecido el
sacerdote y fraile capuchino español Ignacio Larrañaga, uno de los autores de
libros de espiritualidad de mayor calidad y éxito de las últimas décadas, iniciador de los
Encuentros de Experiencia de Dios y de los Talleres de Oración y Vida. Tenía 85
años y era de origen vasco. La mayor parte de su vida discurrió en América
Latina.
El Padre Ignacio Larrañaga, sacerdote franciscano,
capuchino de origen español. Nació en Loyola el 4 de mayo de 1928. Fue ordenado
sacerdote en Pamplona y desarrolló por algunos años su ministerio sacerdotal en
España. Enviado a Chile, desde muy joven, ha desarrollado una obra pastoral
inmensa, como predicador, escritor y organizador de conferencias, cursos,
retiros.
En el año 1965 fundó, el Centro de Estudios Franciscanos
y Pastorales para América Latina (CEFEPAL), desarrollando a lo largo de una
década una intensa actividad animadora en la línea franciscana y en la
renovación conciliar en diversos países de América Latina y España.
En 1974 en Brasil, inició un método de evangelización
llamado “Encuentro de Experiencia de Dios“, de seis días de duración que llevó
a cabo durante 23 años, en los que participaron decenas de miles de personas,
delegando después esa tarea evangelizadora a matrimonios de distintos países,
que hoy día prosigue.
Desde el año 1984 inició la obra, considerada más
importante de su vida: los Talleres de Oración y Vida (TOV), a cuya fundación y
consolidación dedicó aproximadamente diez años, escribiendo para su eficaz
funcionamiento, dos libros fundamentales: el ‘Manual del Guía TOV’ y ‘Estilo y
Vida de los Guías’ y grabando siete casetes con la misma finalidad.
El Padre Larrañaga es asimismo autor de 16 libros que han
alcanzado numerosas ediciones y han sido traducidos a 10 idiomas. Entre sus
escritos destacan “Muéstrame tu rostro”, “El hermano de Asís”, “El pobre de
Nazaret”, “Salmos para la vida”, “El silencio de María”, “Del sufrimiento a la
paz”, “El matrimonio feliz”.
Plegaria de la noche
Padre mío, ahora
que las voces se silenciaron
y los clamores se
apagaron,
aquí al pie de la
cama
mi alma se eleva
hasta a Ti para decirte:
Creo en Ti, espero
en Ti,
te amo con todas
mis fuerzas.
Gloria a Ti,
Señor.
Deposito en tus
manos
la fatiga y la
lucha,
las alegrías y
desencantos
de este día que
quedó atrás.
Si los nervios me
traicionaron
si los impulsos
egoístas me dominaron,
si di entrada al
rencor o a la tristeza,
¡perdón, Señor!
Ten piedad de mí.
Si he sido infiel,
si pronuncié
palabras vanas,
si me dejé llevar
por la impaciencia,
si fui espina para
alguien, ¡perdón, Señor!
No quiero esta
noche entregarme al sueño
sin sentir sobre
mi alma
la seguridad de tu
misericordia,
tu dulce
misericordia
enteramente
gratuita, Señor.
Te doy gracias,
Padre mío,
porque has sido la
sombra fresca
que me ha cobijado
durante todo este
día.
Te doy gracias
porque
-invisible,
cariñoso, envolvente-
me has cuidado
como una madre,
a lo largo de
estas horas.
Señor, a mi
derredor
ya todo es
silencio y calma.
Envía el ángel de
la Paz a esta casa.
Relaja mis
nervios, sosiega mi espíritu,
desata mis
tensiones,
inunda mi ser de
silencio y serenidad.
Vela sobre mí,
Padre querido,
mientras me
entrego confiado al sueño,
como un niño que
duerme feliz en tus brazos.
En tu nombre,
Señor,
descansaré
tranquilo. Así sea.
P. Ignacio
Larrañaga
La frase de hoy
“Señor, envíame cada alborada un ángel,
para que arranque de mi corazón los cardos y las ortigas,
por si, durante la noche, el enemigo los hubiere
plantado”
P. Ignacio Larrañaga
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Mercedes y Leandro, de Rosario, Argentina,
que están buscando trabajo, para que, con la bendición de Dios, pronto
encuentren lo que desean.
Pedimos oración por la salud de Miriam Beatriz S., de Frías, Argentina, afectada de fibromialgia,
rogando a Jesús que le conceda mejorar y aliviar sus dolores.
Pedimos oración por la señora Delia de B., que vive en Nueva Orleans (USA), de 90 años de edad,
con los achaques propios de la edad, no puede levantarse ni andar, está muy
dolorida. Ella es muy devota de Jesús y seguramente Él hará que sus molestias
se alivien y sus días tengan al menos una cierta calidad de vida mientras sea
Su voluntad.
Pedimos oración por Virgilio
C., cubano residente en Miami (USA), enfermo de diabetes, que se ha caído y
tiene un hematoma cerebral por lo que está hospitalizado.
Pedimos oración por Luis
B. M., de México, internado por cáncer de páncreas. Que el Buen Jesús le
conceda sus gracias sanadoras.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
“Intimidad Divina”
En provecho de los
otros
“… sin procurar mi propio interés, sino el de la mayoría,
para que se salven” (1 Cr 10, 33). Ese desinterés absoluto de Pablo, lo propone
el Vaticano II como ejemplo a los que tienen cura de almas, los cuales
“practican la ascesis propia del pastor de almas, renunciando a sus propios
intereses, no buscando su utilidad particular, sino la de muchos, a fin de que
se salven” (PO 13). Esta enseñanza vale proporcionalmente para cualquier
apóstol. Dar de lado resueltamente al interés propio, para atender en total
desinterés y, por ende, con total pureza de intención, al servicio de Dios y de
los hermanos es la piedra de toque de los apóstoles auténticos… El desinterés
de un apóstol tiene una fuerza especial para convencer al mundo de la
sinceridad de su fe en los valores eternos y para persuadirle que la verdadera
felicidad no se ha de buscar en los bienes terrenos, sino sólo en Dios.
El Vaticano II insiste en que los apóstoles, junto con el
espíritu de pobreza, cultiven el “de la propia abnegación, de suerte que se
habitúen a renunciar con prontitud a las cosas que, aun siendo lícitas, no son
convenientes, y a asemejarse a Cristo crucificado” (OT 9). Cae de su peso que
todo apóstol, tanto más si está consagrado por la ordenación sacerdotal o la
profesión de los consejos evangélicos,
está obligado a un espíritu de abnegación más profundo que el de un simple cristiano,
el cual puede permitirse actitudes y alivios que desentonarían en un apóstol.
Este ha de vivir como hermano entre hermanos (PO9), en el sentido de no hacer
pesar sobre ellos su autoridad y no querer descollar o dominar, no en el
sentido peyorativo de compartir cualquier aspecto de la vida secular. No son
los espectáculos o entretenimientos mundanos, ni las lecturas o conversaciones
libres los que preparan al hombre actual a la comprensión del mensaje. En todo
caso el apóstol, se ha de mantener a un nivel de equilibrio y de renuncia que lo
distinga de los demás, no para contraponerse a ellos, sino para ser luz que
emerge y guía, para ser “la ciudad puesta sobre un monte” (Mt 5, 13), la sal
que no se torna insípida; pues si no “¿con qué se lo salará?” (ib.).
No se trata de alejarse del mundo, pues el apóstol está
llamado a ejercer en él su influencia, y tanto menos a cerrarse al conocimiento
del hombre, sino de encontrar un justo equilibrio. San Pablo indica el camino:
“No os acomodéis al mundo presente, antes transformaos mediante la renovación
de vuestra mente, de forma que podáis distinguir lo que es la voluntad de Dios”
(Rm 12, 2). El apóstol que ha formado su mente en un espíritu evangélico
genuino de desasimiento, renuncia, pureza integral y, al mismo tiempo, de
caridad y de apertura a los hermanos, sabrá distinguir lo que es útil
verdaderamente a los fines del apostolado de lo que le es dañoso y aun pudiera
servir de escándalo a los mismos mundanos. Por lo demás lo que los hombres
piden a los apóstoles es sobre todo el ejemplo de un Evangelio vivido, es un
corazón abierto a sus sufrimientos, una mano tendida para darles ayuda, una fe
sin incertidumbres testimoniada con la vida.
Señor, quienes
apacientan tus ovejas con ánimo de hacerlas suyas propias y no tuyas,
claramente manifiestan que se aman a sí mismos y no a ti, haciéndolo con vistas
a la gloria, al predominio o a la codicia, y no por el amor de obedecer, hacer
el bien y agradarte a ti… Contra esto nos pone en guardia tu voz insistente.
Porque ¿qué otra cosa quiere decir: “¿Me amas? Apacienta mis ovejas”, sino: Si
me amas, no pienses en apacentarte a ti, sino a mis ovejas como mías, no como
tuyas; busca mi gloria en ellas y no la tuya; mi dominio, y no el tuyo; mis
intereses y no los tuyos… Señor, que no nos amemos pues a nosotros mismos sino
a ti; y en el apacentamiento de tus ovejas no busquemos nuestros intereses,
sino los tuyos. (San Agustín)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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