PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2164 ~ Jueves
3 de Octubre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Ayer celebrábamos a los Ángeles Custodios, y este es un
hermoso texto breve del P. Ángel Peña relacionado con esos compañeros
invisibles que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros:
Procura ser delicado y atento con tu ángel. Al levantarte
por la mañana, dale los buenos días a Jesús, a María y a tu ángel custodio, que
ha estado toda la noche a tu lado y ha estado orando por ti. De vez en cuando,
dale la alegría de ofrecerle alguna flor espiritual: un sacrificio, el rezo del
Rosario, hacer un pequeño servicio... También puedes ofrecer alguna misa o
comunión en su honor y en honor de todos los ángeles de tus antepasados, que
son parte de tu familia.
Puedes pedirle al ángel que visite a tus familiares
ausentes para darles un mensaje o su bendición. Cuando estén enfermos, que vaya
a su cabecera y se preocupe de que todo vaya bien. Incluso puedes pedirle que
se asocie a todos los ángeles de la familia para que ayuden al enfermo,
especialmente, cuando lo estén operando o cuando se encuentre en algún momento
de peligro o dificultad.
Siempre es bueno que, al hablar con alguien, pensemos en
su ángel y lo saludemos, pues, aunque la persona no sea muy buena, su ángel sí
lo es. Cuando vayas de viaje, invoca al ángel del chofer y de los compañeros de
viaje para que todo vaya bien y alejen todo poder del maligno. Si eres
profesor, invoca al ángel de tus alumnos. Si vas a dar una charla, homilía o
conferencia, invoca a los ángeles de los asistentes.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos,
y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde
él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad,
pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío
como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y
no saludéis a nadie en el camino.
»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta
casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no,
se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que
tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la
ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos
que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’.
»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus
plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los
pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’.
Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella
ciudad».
(Lc 10,1-12)
Comentario
Hoy Jesús nos habla de la misión apostólica. Aunque
«designó a otros setenta y dos, y los envió» (Lc 10,1), la proclamación del
Evangelio es una tarea «que no podrá ser delegada a unos pocos “especialistas”»
(Juan Pablo II): todos estamos llamados a esta tarea y todos nos hemos de
sentir responsables de ella. Cada uno desde su lugar y condición. El día del
Bautismo se nos dijo: «Eres Sacerdote, Profeta y Rey para la vida eterna». Hoy,
más que nunca, nuestro mundo necesita del testimonio de los seguidores de
Cristo.
«La mies es mucha, y los obreros pocos» (Lc 10,2): es
interesante este sentido positivo de la misión, pues el texto no dice «hay
mucho que sembrar y pocos obreros». Quizá hoy debiéramos hablar en estos
términos, dado el gran desconocimiento de Jesucristo y de su Iglesia en nuestra
sociedad. Una mirada esperanzada de la misión engendra optimismo e ilusión. No
nos dejemos abatir por el pesimismo y por la desesperanza.
De entrada, la misión que nos espera es, a la vez,
apasionante y difícil. El anuncio de la Verdad y de la Vida, nuestra misión, no
puede ni ha de pretender forzar la adhesión, sino suscitar una libre adhesión.
Las ideas se proponen, no se imponen, nos recuerda el Papa.
«No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias...» (Lc
10,4): la única fuerza del misionero ha de ser Cristo. Y, para que Él llene
toda su vida, es necesario que el evangelizador se vacíe totalmente de aquello
que no es Cristo. La pobreza evangélica es el gran requisito y, a la vez, el
testimonio más creíble que el apóstol puede dar, aparte de que sólo este
desprendimiento nos puede hacer libres.
El misionero anuncia la paz. Es portador de paz porque
lleva a Cristo, el “Príncipe de la Paz”. Por esto, «en la casa en que entréis,
decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz
reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros» (Lc 10,5-6). Nuestro mundo,
nuestras familias, nuestro yo personal, tienen necesidad de Paz. Nuestra misión
es urgente y apasionante.
Rev. D. Ignasi NAVARRI i Benet (La Seu d'Urgell, Lleida,
España)
Santoral Católico:
San Francisco de Borja
Religioso Jesuita
Información amplia
Fuente: EWTN
¡Buenos días!
En qué orden leer la Biblia
“Casi siempre quien lee y medita la Biblia es
una persona más cabal y madura, aunque no tenga estudios universitarios, que
otro que, si bien llegó a coronar una carrera universitaria, sin embargo no
leyó ni meditó con regularidad el libro de la Palabra de Dios”, (Dr. Phelps,
rector en la Universidad Yale).
Léela en este
orden para entenderla mejor:
1º. Los
Evangelios: san Lucas es el más fácil, san Mateo el más pedagógico, san Juan el
más espiritual y san Marcos el más resumido.
2º. Los Hechos de
los Apóstoles: una narración bellísima y fácil sobre los primeros tiempos de la
Iglesia.
3º. Génesis y
Éxodo.
4º. Samuel Iº y
IIº, Reyes Iº y IIº.
5º. Tobías y
Judit.
6º. Salmos:
conviene poner una señal a los que más te gusten para volver a leerlos.
7º. Libro de los
Proverbios: señala las frases que más te impresionen.
8º. Eclesiástico:
marca los consejos que te parezcan más hermosos.
9º. La carta de
Santiago: fácil de leer y muy agradable.
10º. Las cartas
de san Pablo: la primera vez lee tan solo la segunda parte (la más fácil de
entender). Después podrás leerlas completas.
Leídos estos
libros, estarás ya muy bien entrenado para aprovechar los demás libros de la
Biblia, como los Profetas, Levítico, Números, Deuteronomio, etc.
Para que esta
lectura resulte para ti un verdadero crecimiento, subrayo lo que expresó el
rector universitario citado arriba: debe ser una lectura meditada y hecha con
regularidad, diariamente, y su influjo en tu vida se asemejará a esas lluvias
lentas que caen generosamente fecundando la tierra. Esta resolución será para
ti de sorprendentes consecuencias.
Padre Natalio
Palabras del Papa Francisco
“Los jefes de la Iglesia a menudo han sido narcisistas,
vanidosos y equívocamente estimulados por sus cortesanos. La corte es la lepra del
papado (…) tiene un defecto: es Vaticano-céntrica. Ve y cuida de los intereses
del Vaticano, que siguen siendo, en gran parte, intereses temporales. Esta
visión centrada en el Vaticano descuida el mundo que nos rodea. Yo no comparto
este punto de vista y haré lo que pueda para cambiarlo”
Papa Francisco
Tema del día:
¿Por qué Juan XXIII
será
santo sin milagro?
«En el caso de Juan
XXIII también hubo una petición para proclamarlo "santo súbito"».
Comienza de esta manera el artículo de Stefanía Falasca publicado
en el periódico "Avvenire" y en el que se explican las razones que
llevaron a la decisión de canonizar a Papa Roncalli incluso sin el
reconocimiento de un segundo milagro (que habría debido verificarse después de
la beatificación). En medio de las sesiones de trabajo del Concilio, el teólogo
Yves Congar escribió en su diario que el cardenal belga Lèon Joseph Suenens
quería concluir las modificaciones al esquema "De Ecclesia" con la
petición de canonizar (por aclamación) a Juan XXIII. «Un objetivo que hay que obtener inmediatamente», escribió Congar.
Esta petición contaba con el apoyo de muchos otros padres
conciliares y de una multitud de fieles. Como se recordará, el 5 de julio
pasado, el Papa Francisco promulgó el decreto sobre el milagro por intercesión
del Beato Juan Pablo II y al mismo tiempo aprobólos votos favorables que
expresó la Sesión ordinaria de los cardenales y de los obispos para la
canonización "pro gratia" del beato Juan XXIII.
«Esto quiere decir -escribe "Avvenire" - que el
Papa Bergoglio acogió favorablemente los motivos presentados por la
Congregación de los santos sobre la instancia de la postulación de la causa de
Juan XXIII, para poder proceder a su canonización incluso en ausencia de un
milagro formalmente reconocido, como sucede normalmente para llegar a la
proclamación de la santidad».
«Según la actual normativa canónica, de hecho, se puede
acceder a la canonización -explica el artículo- solo después de la aprobación
de un milagro atribuido a la intercesión de un candidato al culto de la Iglesia
universal, que sea mártir y confesor de la fe, ya beatificado. Sin embargo, no
es ninguna novedad la proclamación de la santidad con base en otros elementos y
motivos que pueden sustituir un milagro científica y teológicamente demostrado».
No se trata, pues, ni de un atajo ni de ninguna simplificación o decisión
arbitraria. Se trata, más bien, de una excepción que está contemplada en la
normativa y que ha tenido varios antecedentes.
«En la historia reciente de las canonizaciones -recuerda
"Avvenire"-, una de las excepciones se encuentra, por ejemplo, en los
Santos Mártires chinos (Agustín Zhao Rong y sus 119 compañeros) que fueron
proclamados santos por Juan Pablo II en 2000. Los mártires, cuya memoria
celebra la Iglesia el 9 de julio, llegaron a la beatificación con
procedimientos regulares en diferentes momentos. Sus causas después habrían
sido unificadas y, con la firma del decreto "de signis", Juan Pablo
II, dispensando a cada uno de ellos del milagro, los inscribió directamente
entre los santos el primero de octubre del año del Gran Jubileo. Los elementos
que llevaron a esta determinación por parte de Papa Wojtyla fueron: una
indiscutible y creciente "fama signorum" (es decir fama de signos y
milagros) atribuida después de la beatifiación y el influjo particular que su
memoria había ejercido en la perseverancia de la fe en contextos extremos y
difíciles».
Las principales razones por las cuales se procedió a la
canonización son, básicamente, dos:
«La primera tiene que ver con la excepcional vastidad del
culto litúrgico ya dedicado al beato, que, previa petición de autorización, fue
concedido por la Santa Sede a diferentes diócesis del mundo, desde Asia hasta
América. La memoria litúrgica de Juan XXIII, oficialmente inscrita en el
calendario de las Iglesias particulares, se configura, de hecho, como algo
semejante a la de un santo canonizado».
«A este culto -recuerda "Avvenire"- se une el
aumento de la fama y de los signos y milagros que acompaña en el pueblo de Dios
la memoria del Papa bueno. A partir del día de su beatificación, el 3 de
septiembre de 2000, llegaron a la postulación numerosas indicaciones de gracias
y favores obtenidos por intercesión del beato en todo el mundo, a menudo
acompañadas con documentación médica. Alrededor de unos veinte son los casos
más interesantes».
La segunda de las razones fue justamente la petición de
los padres del Concilio Vaticano II que, inmediatamente después de la muerte de
Juan XXIII, «esperaron su inmediata canonización, incluso como acto del
Concilio. Ninguno de los candidatos a la canonización puede, pues, presumir
actualmente de una excepcionalidad parecida: un culto litúrgico ya difundido en
la Iglesia universal y una petición de canonización por aclamación expresada en
un Concilio. Estas son las principales razones por las que Papa Francisco
aprobó que se procediera a la canonización del beato Juan XXIII».
Para concluir, no hay que olvidar, explica Falasca en
"Avvenire", que a 50 años de la muerte de Roncalli se puede limpiar
su figura de cualquier emoción o maniobra del momento, además de desentrañar
todos los aspectos de su vida más íntima y de sus acciones. «Esto ha conducido
a un conocimiento seguro y profundo del patrimonio de sus escritos y de su
obra, haciendo surgir de forma luminosa su santidad».
Autor: Andrea Tornielli / Fuente:
vaticaninsider.lastampa.it / Imagen: Google
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Sor
María Leonor, carmelita residente en España, que ha sufrido una caída que
le ha ocasionado la fractura de la cadera, encontrándose en estado delicado.
Roguemos al Señor para que supere esta dura prueba recuperando su total
movilidad, que le permita no quedar sujeta a tener que desplazarse en silla de
ruedas. Que la Virgen del Carmen intervenga ante Su Hijo para que Sor María
Leonor continúe su ardua labor en el Carmelo.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
“Intimidad Divina”
Espíritu
consolador
Además de Espíritu de la verdad, Jesús llama al Espíritu
Santo el “Paráclito”, nombre griego de profundo significado que puede
traducirse como abogado, defensor, protector y consolador. Muchos usan sin más
esa última fórmula “Consolador”, aceptada también por la Liturgia que invoca al
Espíritu Santo con el título de “Consolador perfecto” y ruega que todos los
fieles gocen “siempre de su consuelo” (MR). Esto corresponde muy bien al oficio
del Espíritu para con los discípulos después de la Ascensión de Jesús, y por lo
tanto para con toda la Iglesia. “Os conviene que yo me vaya –había dicho el
Señor–; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy,
os lo enviaré” (Jn 16, 7). El Espíritu Santo es enviado a continuar
invisiblemente la obra de Cristo: asiste y consuela a los Apóstoles privados de
la presencia del Maestro, fortalece e interioriza su fe, los defiende y
sostiene en las persecuciones, los convierte en heraldos valerosos y fieles
hasta el testimonio supremo del martirio… El cristiano posee el secreto de la
verdadera alegría y paz del Espíritu Santo, índices de una conciencia tranquila
ante Dios y ante los hombres, de un corazón que es morada del Espíritu Santo y
está íntegramente poseído por él.
El cristiano goza la alegría y la paz del Espíritu Santo
en la medida que es verdaderamente dócil a su acción, no oponiéndole
resistencia. “No entristezcáis al Espíritu Santo” (Ef 4, 30), recomienda San
Pablo casi en tono suplicante. La labor del Espíritu Santo en el corazón del
creyente es tan delicada que se precisa mucha finura espiritual para
reconocerla. Su palabra interior es tan tenue y suave que sólo puede ser
percibida en el recogimiento. El ruido, las distracciones, la curiosidad y la
palabrería inútil, así como la agitación proveniente del desorden de las
pasiones embotan el espíritu impidiéndole acoger la voz y la luz del Espíritu
Santo. Y le impiden también discernir las inspiraciones auténticas de los
movimientos de la naturaleza y de los impulsos personales fruto con frecuencia
de orgullo y espíritu de partido.
El Espíritu no se contradice nunca a sí mismo. Único e
idéntico, “obra todo en todos” (1 Cr 12, 6); por eso sus inspiraciones nunca
están en contraste con la Sagrada Escritura, con la voz autorizada de la
Jerarquía, con la enseñanza de la Iglesia y con la palabra del Papa. Todo don o
carisma del Espíritu Santo se da “para provecho común” (ib. 7), y por lo tanto
para unir, no para dividir, “pues Dios no es un dios de confusión, sino de paz”
(ib 14, 33). Por eso no sólo los particulares no deben estar celosos por los
dones ajenos, sino que todos deben estar sujetos al dictamen de la Iglesia. Los
antagonismos entre hermanos o entre fieles y Jerarquía no pueden estar nunca
inspirados por el Espíritu Santo. Sólo en esta perspectiva puede el creyente
confiarse a la guía interior del Espíritu Santo, sin miedo a errar. Y sólo así
podrá, como los primeros discípulos, quedar lleno “de gozo y del Espíritu
Santo” (He 13, 52), ayudar al bien de la comunidad y cooperar para que la
Iglesia vaya adelante colmada “de la consolación del Espíritu Santo” (He 9,
31).
Oh Espíritu Santo,
tú estás presente en todas las cosas de modo inmaterial, sin forma, sin
mutación, pero no cesas de permanecer inefablemente asentado junto con el
Padre; te difundes por doquier y en todas las cosas habitas inconfuso y
penetras en nuestros pensamientos y en los seres a nosotros invisibles; todo lo
escrutas, siendo así que todo lo conoces, resuenas sin voz y escuchas a las
almas que internamente gritan en silencio; de todas y en todo tienes piedad sin
demora y las vigorizas, y das indecible alegría a todos los seres dondequiera
que estén. Tú envuelves la totalidad de este universo y tienes todas las
criaturas bajo tu poder, las iluminas con luz divina y las colmas de beneficios
con tu actividad y bondad. (Dídimo el Ciego)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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