PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
18 - Número 5309 ~ Miércoles 10 de Mayo de 2023Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
Decía José Luis Martín Descalzo, sacerdote, periodista y escritor español
(1930-1991):
“De la vehemencia y el entusiasmo deben surgir la paz y la serenidad. Del
optimismo, la esperanza. De la risa fácil y de la alegría ruidosa, el apacible
y agudo sentido del humor. De la capacidad de asimilación ha de nacer la
riqueza interior. El ímpetu y el vigor deben producir la paciencia y la
dulzura. La búsqueda inquieta de la felicidad ha de concluir en el aprecio y la
armonía con todo lo que nos rodea. De la fe en los demás hemos de llegar a la
indulgencia y la comprensión de todos. De la alegría de vivir hay que sacar el
gozo de haber vivido. De la necesidad de amar y ser amado tiene que surgir la
derrota de todos los egoísmos y un amor, al fin, plenamente desprendido”.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Hch 15,1-6
♡ Salmo: Sal 121
♡ Santo Evangelio: Jn 15,1-8
En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid
verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo
corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros
estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí,
como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo,
si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy
la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da
mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no
permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los
recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi
Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».
♡ Comentario:
Hoy contemplamos de nuevo a Jesús rodeado por los Apóstoles, en un clima
de especial intimidad. Él les confía lo que podríamos considerar como las
últimas recomendaciones: aquello que se dice en el último momento, justo en la
despedida, y que tiene una fuerza especial, como si de un postrer testamento se
tratara.
Nos los imaginamos en el cenáculo. Allí, Jesús les ha lavado los pies, les
ha vuelto a anunciar que se tiene que marchar, les ha transmitido el
mandamiento del amor fraterno y los ha consolado con el don de la Eucaristía y
la promesa del Espíritu Santo (cf. Jn 14). Metidos ya en el capítulo
decimoquinto de este Evangelio, encontramos ahora la exhortación a la unidad en
la caridad.
El Señor no esconde a los discípulos los peligros y dificultades que
deberán afrontar en el futuro: «Si me han perseguido a mí, también a vosotros
os perseguirán» (Jn 15,20). Pero ellos no se han de acobardar ni agobiarse ante
el odio del mundo: Jesús renueva la promesa del envío del Defensor, les
garantiza la asistencia en todo aquello que ellos le pidan y, en fin, el Señor
ruega al Padre por ellos —por todos nosotros— durante su oración sacerdotal
(cf. Jn 17).
Nuestro peligro no viene de fuera: la peor amenaza puede surgir de
nosotros mismos al faltar al amor fraterno entre los miembros del Cuerpo
Místico de Cristo y al faltar a la unidad con la Cabeza de este Cuerpo. La
recomendación es clara: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que
permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no
podéis hacer nada» (Jn 15,5).
Las primeras generaciones de cristianos conservaron una conciencia muy
viva de la necesidad de permanecer unidos por la caridad. He aquí el testimonio
de un Padre de la Iglesia, san Ignacio de Antioquía: «Corred todos a una como a
un solo templo de Dios, como a un solo altar, a un solo Jesucristo que procede
de un solo Padre». He aquí también la indicación de Santa María, Madre de los
cristianos: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5).
* Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona,
España)
Santoral Católico: San Juan de Ávila Nació en Almodóvar del
Campo (Ciudad Real, España) el año 1499. Después de estudiar en Salamanca y
Alcalá, se ordenó de sacerdote en 1526. Distribuyó sus bienes entre los pobres
y decidió marchar a las Indias. Pero el arzobispo de Sevilla consiguió que se
quedara en su diócesis. Desarrolló una muy intensa actividad apostólica
especialmente en el sur de España, por lo que se le llama el Apóstol de
Andalucía. Y no sólo durante su vida, sino también después de su muerte, con
sus cartas, pláticas, sermones y escritos, llenos de unción evangélica, ha
influido poderosamente en la historia de la espiritualidad. Acusado
injustamente de herejía a la Inquisición, fue recluido en la cárcel, en la que
escribió una parte importante de su doctrina espiritual; lo absolvieron en
1533. En Granada convirtió a san Juan de Dios. Fundó colegios para la formación
del clero y dirigió varios memoriales al Concilio de Trento sobre la situación
de los sacerdotes. Reunió discípulos, predicó sin cansancio, dirigió a muchas
almas personalmente o por carta. Murió en Montilla (Córdoba, España) el 10 de
mayo de 1569. Es patrono del clero secular español.
Oración: Oh Dios, que hiciste
de san Juan de Ávila un maestro ejemplar para tu pueblo por la santidad de su
vida y por su celo apostólico, haz que también en nuestros días crezca la
Iglesia en santidad por el celo ejemplar de tus ministros. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
Pensamientos de San Juan de Ávila 🌞 «Manso va el Señor y callado como un cordero, y con entrañas
encendidas de amor para darnos lo que nos cumple; y todo lo que allí se ve y se
cree nos convida a que nos lleguemos a Él, a recibir de su mano el perdón y la
gracia.»
🌞 «Acude a Jesucristo en la Cruz, y atado a la columna y azotado, y
dile: Tu divino cuerpo está tan atormentado y ensangrentado, ¿y quiero yo
deleites para el mío? No quiero disfrutar a tu costa, Señor.»
🌞 «La comunión te hace participante de la Pasión de Cristo. Si para
tratar el cuerpo purísimo de Cristo nuestro Señor no se requiere santidad, no
sé para qué sea menester en la tierra, pues ésta es la más santa cosa de
todas.»
Historias: Eligiendo cruces Esto también es del tiempo viejo, cuando Dios se
revelaba en sueños. O al menos la gente todavía acostumbraba a soñar con Dios.
Y era con Dios que nuestro caminante había estado dialogando toda aquella
tarde. Tal vez sería mucho hablar de diálogo, ya que no tenía muchas ganas de
escuchar sino de hablar y desahogarse.
El hombre cargaba una buena estiba de años, sin
haber llegado a viejo. Sentía en sus piernas el cansancio de los caminos, luego
de haber andado toda la tarde bajo la fría llovizna, con el mono al hombro y
bordeando las vías del ferrocarril hacía tiempo que se había largado a linyerear,
abandonando, vaya a saber por qué, su familia, su pago y sus amigos. Un poco de
amargura guardaba por dentro, y la había venido rumiando despacio como para
acompañar la soledad.
Finalmente llegó mojado y aterido hasta la estación
del ferrocarril, solitaria a la costa de aquello que hubiera querido ser un
pueblito, pero que de hecho nunca pasó de ser un conjunto de casas que
actualmente se estaban despoblando. No le costó conseguir permiso para pasar la
noche al reparo de uno de los grandes galpones de cinc. Allí hizo un fueguito,
y en un tarro que oficiaba de ollita recalentó el estofado que le habían dado
al mediodía en la estancia donde pasara la mañana. Reconfortado por dentro,
preparó su cama: un trozo de plástico negro como colchón que evitaba la
humedad. Encima dos o tres bolsas que llevaba en el mono, más un par de otras
que encontró allí. Para taparse tenía una cobija vieja, escasa de lana y
abundante en vida menuda. Como quien se espanta un peligro de enfrente, se santiguó
y rezó el Bendito que le enseñara su madre.
Tal vez fuera la oración familiar la que lo hizo
pensar en Dios. Y como no tenía otro a quien quejarse, se las agarró con el
Todopoderosos reprochándole su mala suerte. A él tenían que tocarle todas.
Pareciera que el mismo Tata Dios se las había agarrado con él, cargándole todas
las cruces del mundo. Todos los demás eran felices, a pesar de no ser tan
buenos y decentes como él. Tenían sus camas, su familia, su casa, sus amigos.
En cambio aquí lo tenía a él, como si fuera un animal, arrinconado en un
galpón, mojado por la lluvia y medio muerto de hambre y de frío. Y con estos
pensamientos se quedó dormido, porque no era hombre de sufrir insomnios por
incomodidades. No tenía preocupaciones que se lo quitaran. En el sueño va y se
le aparece Tata Dios, que le dice:
-Vea, amigo. Yo ya estoy cansado de que los
hombres se me anden quejando siempre. Parece que nadie está conforme con lo que
yo le he destinado. Así que desde ahora le dejo a cada uno que elija la cruz
que tendrá que llevar. Pero que después no me vengan con quejas. La que agarren
tendrán que cargarla para el resto del viaje y sin protestar. Y como usted está
aquí, será el primero a quien le doy la oportunidad de seleccionar la suya,
vea, acabo de recorrer el mundo retirando todas las cruces de los hombres, y
las he traído a este galpón grande. Levántese y elija la que le guste.
Sorprendido el hombre, mira y ve que
efectivamente el galpón estaba que hervía de cruces, de todos los tamaños,
pesos y formas. Era una barbaridad de cruces las que allí había: de fierro, de
madera, de plástico, y de cuanto material uno pudiera imaginarse.
Miró primero para el lado que quedaban las más
chiquitas. Pero le dio vergüenza pedir una tan pequeña. Él era un hombre sano y
fuerte. No era justo siendo el primero quedarse con una tan chica. Buscó
entonces entre las grandes, pero se desanimó enseguida, porque se dio cuenta
que no le daba el hombro para tanto. Fue entonces y se decidió por una de
tamaño medio: ni muy grande, ni tan chica.
Pero resulta que entre éstas, las había
sumamente pesadas de quebracho, y otras livianitas de cartón como para que
jugaran los gurises. Le dio no sé qué elegir una de juguete, y tuvo miedo de corajear
una de las pesadas. Se quedó a mitad de camino, y entre las medianas de tamaño
prefirió una de peso regular.
Faltaba con todo tomar aún otra decisión. Porque
no todas las cruces tenían la misma terminación. Las había lisitas y parejas,
como cepilladas a mano, lustrosas por el uso. Se acomodaban perfectamente al
hombro y de seguro no habrían de sacar ampollas con el roce. En cambio había
otras, medio brutas, fabricadas a hacha y sin cuidado, llenas de rugosidades y
nudos. Al menor movimiento podrían sacar heridas. Le hubiera gustado quedarse con
la mejor que vio. Pero no le pareció correcto. Él era hombre de campo,
acostumbrado a llevar el mono al hombro durante horas. No era cuestión ahora de
hacerse el delicado. Tata Dios lo estaba mirando, y no quería hacer mala letra
delante suyo. Pero tampoco andaba con ganas de hacer bravatas y llevarse una
que lo lastimara toda la vida.
Se decidió por fin y tomando de las medianas de
tamaño, la que era regular de peso y de terminado, se dirigió a Tata Dios
diciéndole que elegía para su vida aquella cruz.
Tata Dios lo miró a los ojos, y muy en serio le
preguntó si estaba seguro de que se quedaría conforme en el futuro con la
elección que estaba haciendo. Que lo pensara bien, no fuera que más adelante se
arrepintiera y le viniera de nuevo con quejas.
Pero el hombre se afirmó en lo hecho y garantizó
que realmente lo había pensado muy bien, y que con aquella cruz no habría
problemas, que era la justa para él, y que no pensaba retirar su decisión. Tata
Dios casi riéndose le dijo:
-Ven, amigo. Le voy a decir una cosa. Esa cruz
que usted eligió es justamente la que ha venido llevando hasta el presente. Si
se fija bien, tiene sus iniciales y señas. Yo mismo se la he sacado esta noche
y no me costó mucho traerla, porque ya estaba aquí. Así que de ahora en adelante
cargue su cruz y sígame, y déjese de protestas, que yo sé bien lo que hago y lo
que a cada uno le conviene para llegar mejor hasta mi casa.
Y en ese momento el hombre se despertó, todo
adolorido del hombro derecho por haber dormido incómodo sobre el duro piso del
galpón.
A veces se me ocurre pensar que si Dios nos
mostrara las cruces que llevan los demás, y nos ofreciera cambiar la nuestra,
cualquiera de ellas, muy pocos aceptaríamos la oferta. Nos seguiríamos quejando
lo mismo, pero nos negaríamos a cambiarla. No lo haríamos, ni dormidos.
-
Mamerto Menapace
Monje Benedictino
Los Toldos (Buenos Aires)
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” Hay muchos tipos de equipaje que llevamos con nosotros y que sabotean
nuestra felicidad y éxito.
Viejas heridas, palabras duras, actos inacabados, desconfianza de uno
mismo, promesas rotas y miedos.
Estas -y muchas otras más- son las cicatrices que nos han infligido los
amigos, amados, socios o clientes.
Permite que todo esto se vaya, antes de que te sofoquen y envenenen sus
actitudes y acciones.
No permitas que el sol se ponga hoy, sin perdonar tus errores del pasado o
a todas aquellas personas que te han hecho mal (desde el desaire más pequeño a
la más grande injusticia). El verdadero propósito del perdón es aliviarte de
una carga negativa.
Deshazte de todo el equipaje viejo, cualquiera sea su forma, antes de que
se vuelva parte permanente de tu manera de ver, de tus actitudes y tus
conductas.
Pedidos de oración 🙏 Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monjas,
religiosas, novicias, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico
de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios
Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las
misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón
de María; por la conversión de todos los
pueblos; por la Paz en el mundo: no a la criminal agresión de Rusia a Ucrania;
por el fin de los ataques a la Iglesia Católica en Nicaragua, por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África (Nigeria), y en
otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
patologías graves; por los jóvenes, especialmente los que han caído en las
drogas o cualquier tipo de adicción, por las víctimas de trata, por el drama de
los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de
libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales;
por la unión de las familias, por lo no nacidos, por la fidelidad de los
matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el
aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas
del Purgatorio. En este tiempo pedimos especiales oraciones por todas las
personas que en diversos países del mundo han sido afectadas por el
coronavirus, rogando que el Sagrado Corazón de Jesús nos proteja ante esta
terrible pandemia, y que, con fe y esperanza, y siguiendo las indicaciones
médicas de prevención, el riesgo de contagio vaya disminuyendo en todo el
planeta y los que están enfermos se sanen. Para lectores argentinos, pedimos
especial oración por la salvación de la República Argentina en el marco de la
democracia, la justicia y la honestidad de los gobernantes.
🙏
Pedimos oración por el viaje de necesario descanso de Elena, de Canadá, para que todo sea bendecido con salud y protección.
🙏
Pedimos oración para dos personas de Lima, Perú: Lucha L., de 75 años de edad, que espera resultados de scan de tiroides, para que Dios permita que se arribe al diagnóstico y pueda ser tratada; y Juanita M., de 78 años, con problemas de minerales en su organismo (sodio, potasio), para que pueda ser tratada y curada.
🙏
Continuamos unidos en oración por
medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita
todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades y pidiéndole a Ella paz
para el mundo. Al rezar por la paz, rezamos por todo, por la paz en el mundo,
en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños
que están en peligro de ser abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran
el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de
conocer al Amor. En fin, rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.
Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia. Escucha las
plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos
se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de
sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse
unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por
Cristo nuestro Señor. Amén.
Recordando al Padre Natalio Un regalo de verdad
Crea en torno a ti sentimientos y actitudes de paz,
concordia y convivencia. Perdona las injurias presentes y pasadas, líbrate de
las garras del odio, guarda la libertad de tu corazón para amar y comenzar una
vida nueva cada día. Desea sinceramente la colaboración, la buena vecindad y el
gozo de la fraternidad y del servicio.
Hace mucho tiempo un rey quiso hacer un
regalo precioso a un místico musulmán. Era una tijera de oro incrustada de
diamantes y de otras piedras preciosas. Agradeciéndolo educadamente, el sufí le
dijo: —Vuestro gesto me conmueve, pero siento no poder aceptar vuestro regalo.
La tijera sirve para cortar, separar, dividir... y toda mi enseñanza y toda mi
vida se basan en el acercamiento y la reconciliación, la unión y la
reunificación. Ofrecedme, si queréis, y para mi alegría una aguja, una sencilla
aguja para unir cosas parecidas y también cosas diversas.
A la obra gigantesca de la paz mundial, tú puedes
aportar tu sonrisa, la paz de tu propio corazón, porque quien está en paz
consigo mismo, la irradia a su alrededor, a la familia, al círculo de amigos,
al entorno de su trabajo cotidiano. Que el Señor te haga instrumento de su paz,
favoreciendo el amor, la unidad, la buena convivencia…
(P. Natalio)
FELIPE -Jardinero de Dios-(el más pequeñito de todos)
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SEMILLITAS”♡”JUAN PABLO II
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