martes, 9 de mayo de 2023

Pequeñas Semillitas 5308

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5308 ~ Martes 9 de Mayo de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Una cosa es tener conocimientos y otra es poseer sabiduría. Las puertas del conocimiento son la investigación y el análisis.
Una de las puertas de la sabiduría es la meditación. Quien reflexiona profundamente sobre lo que él es y sobre lo que debe ser, comienza a entrar al palacio de la sabiduría. Quien contempla los acontecimientos conflictivos y mantiene el equilibrio mental y emocional, se está iniciando en la sabiduría.
Sabio es quien logra ser veraz, quien se gobierna a sí mismo y quien se integra con amor a sus semejantes.
La meditación de la Palabra de Dios nos lleva a saber quién es Dios, cuánto nos ama y cuál es nuestro compromiso con Él, comienzo de la sabiduría superior.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Hch 14,19-28
 
Salmo: Sal 144,10-11.12-13ab.21
 
Santo Evangelio: Jn 14,27-31a
En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: ‘Me voy y volveré a vosotros’. Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado».
 
Comentario:
Hoy, Jesús nos habla indirectamente de la cruz: nos dejará la paz, pero al precio de su dolorosa salida de este mundo. Hoy leemos sus palabras dichas antes del sacrificio de la Cruz y que fueron escritas después de su Resurrección. En la Cruz, con su muerte venció a la muerte y al miedo. No nos da la paz «como la da el mundo» (cf. Jn 14,27), sino que lo hace pasando por el dolor y la humillación: así demostró su amor misericordioso al ser humano.
En la vida de los hombres es inevitable el sufrimiento, a partir del día en que el pecado entró en el mundo. Unas veces es dolor físico; otras, moral; en otras ocasiones se trata de un dolor espiritual..., y a todos nos llega la muerte. Pero Dios, en su infinito amor, nos ha dado el remedio para tener paz en medio del dolor: Él ha aceptado “marcharse” de este mundo con una “salida” sufriente y envuelta de serenidad.
¿Por qué lo hizo así? Porque, de este modo, el dolor humano —unido al de Cristo— se convierte en un sacrificio que salva del pecado. «En la Cruz de Cristo (...), el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido» (San Juan Pablo II). Jesucristo sufre con serenidad porque complace al Padre celestial con un acto de costosa obediencia, mediante el cual se ofrece voluntariamente por nuestra salvación.
Un autor desconocido del siglo II pone en boca de Cristo las siguientes palabras: «Mira los salivazos de mi rostro, que recibí por ti, para restituirte el primitivo aliento de vida que inspiré en tu rostro. Mira las bofetadas de mis mejillas, que soporté para reformar a imagen mía tu aspecto deteriorado. Mira los azotes de mi espalda, que recibí para quitarte de la espalda el peso de tus pecados. Mira mis manos, fuertemente sujetas con clavos en el árbol de la cruz, por ti, que en otro tiempo extendiste funestamente una de tus manos hacia el árbol prohibido».
* Rev. D. Enric CASES i Martín (Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
Santa Luisa de Marillac
Hoy celebramos la memoria litúrgica de Santa Luisa de Marillac [en algunos santorales su memoria se celebra el 15 de marzo]. Nació en Francia el 12 de Agosto de 1591, era hija de una familia noble. Huérfana de madre muy pronto, su padre le proporcionó una formación extraordinaria en todas las ramas del saber. Era también sumamente piadosa y ejemplar. A los quince años quiso entrar en un convento de capuchinas, pero la disuadieron por su delicada salud. Muere entonces su padre, y a instancias de sus parientes se casó con el señor Antonio Le Gras, secretario de la reina de Francia, María de Médicis, con quien tendría un hijo al que tenía un amor sin límites. Al morir su esposo, Luisa se dirige a San Francisco de Sales, quien la conecta con San Vicente de Paúl quien había empezado ya sus ingentes obras de misericordia, como las Caridades, asociaciones al servicio de los pobres. A principios de 1655 quedaba canónicamente erigida la Congregación de las Hijas de la Caridad fundada por Vicente y Luisa. Falleció el 15 de Marzo de 1660. Las religiosas fundadas por Santa Luisa se dedican exclusivamente a obras de caridad. El Papa Pío XI declaró santa a Luisa de Marillac en 1934, y el Sumo Pontífice san Juan XXIII la declaró Patrona de los Asistentes Sociales.
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© ACI Prensa – Web Católico de Javier
 
Pensamiento del día
(Liturgia de las horas)
 
Tema del día:
Aprende a valorarte
Mientras no aceptes verdaderamente tus límites, no podrás construir nada sólido, pues pierdes el tiempo deseando las cosas que están en manos de los demás, sin darte cuenta de que tú también posees otras diferentes, pero igualmente útiles.
 
No mires los de los demás, mira los tuyos, tómalos y trabaja. No niegues tus límites, sería desastroso. Negarlos no los suprime. Si existen, ignorarlos sería darles una misteriosa fuerza de destrucción contra tu vida. Por el contrario, míralos de frente, sin exagerarlos, pero sin minimizarlos tampoco. Si eres capaz de cambiarlos en algo hazlo, Si no puedes hacer nada, acéptalos.
 
No se trata de "resignarte" inclinando la cabeza, sino de decir Sí, levantándola. No se trata de dejarse aplastar, sino de soportar y ofrecer. Tus limitaciones no son sólo barreras, sino también indicaciones de Dios, para iluminar tu camino…
 
Pregúntate:
- ¿No hablo bien?  Acaso ¿no será señal de que debo sobre todo escuchar?
- ¿Eres tímido? Acaso, ¿no debieras aceptar a los demás en vez de imponer tus ideas?
- ¿No eres intelectual? Acaso, ¿no estarás destinado a actuar de manera concreta?
- ¿Soy indeciso? Acaso, deberé tomar la vida en serio…
 
Reconoce, acepta y ofrece tus limitaciones, así como tus cualidades. Reconocer los regalos que el Señor nos hace no es malo. El orgullo reside en creer que los hemos heredo o adquirido por nuestros propios medios. El auténtico humilde no teme a nada, ni siquiera a sí mismo, ni a sus cualidades, ni a sus límites, ni a los demás, ni a las cosas. Teme a Dios.
 
Cuando recibes un regalo de un amigo, abres el paquete, lo miras, lo admiras y se lo agradeces. El Padre del Cielo te ha hecho muchos regalos, los cuales no son para tu uso personal, son para los otros y para Él.
 
Cuanto más hayas recibido material y espiritualmente, más responsable eres. De modo que, si algo hay que temer, no es el reconocimiento de tus cualidades, solo el no emplearlas.
 
Tranquilízate. Dios te observa y a sus ojos, no eres ni menos grande ni menos amado que cualquier otra persona de las que envidias. Ofrécele tus ocupaciones, tus penas, tus pesares... y cree más en Su poder que en tu eficiencia.
 
Recuerda que, “En la medida, en que, compruebes, aceptes y ofrezcas tus limitaciones a Dios, descubrirás que tu flaqueza se convierte en una inmensa riqueza” ¡Ánimo!
-
(Michael Quoist)
 
”Pequeñas Semillitas” por email
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo electrónico. Las suscripciones son totalmente gratuitas y solo tienes que solicitarlas dirigiéndote por e-mail a feluzul@gmail.com   
Recuerden, queridos lectores, que, desde el día mismo de nuestro Bautismo, todos somos discípulos y misioneros, y en tal condición tenemos que ayudar a llevar la Palabra y las divinas enseñanzas de Jesús a tantas personas como nos sea posible.
También pueden difundir “Pequeñas Semillitas” a través de las redes sociales en las que estamos presentes, como Facebook, Twitter, etc.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
Estaba desayunando, sumergí un bizcocho en la leche... De repente: ¡Plof!
La parte que se había ablandado del bizcocho cayó en la taza desde unos centímetros de altura... y el resultado fue catastrófico.
Las salpicaduras llegaron hasta mis gafas, pasando por la ropa y la mesa. La escena fue divertida, y no pude evitar soltar una carcajada ante la situación.
¡Me di cuenta que tenemos que ser bizcocho! Bizcocho que se empapa con el otro, que no solo escucha, sino que se moja y se deja caer hasta ser uno con él.
Se puede ver a las personas como la cuchara, que se moja pero no se implica del todo... o como el bizcocho, que se va empapando poco a poco, quedando totalmente impregnado.
Hoy el reto del amor es que te empapes y te dejes caer, que te intereses por algo que esté haciendo esa persona que tienes cerca, y te impliques en ello de alguna manera. ¿Qué le gusta hacer o qué está haciendo? ¿Le acompañas? ¡Salta! Déjate caer y hazte uno con él.
 
Recordando al Padre Natalio
Mantener la alegría
San Ignacio, fundador de los jesuitas, decía: “Me gusta ver reír a la gente. Un cristiano no tiene ningún motivo para estar triste y tiene muchos para estar alegre”. Es conocido el proverbio: “Un santo triste es un triste santo”; esto significa que no tiene nada de santo, sino que da lástima. El buen humor es un aspecto social de la alegría y se manifiesta en la conversación cotidiana.
 
Evalúa el nivel de tu alegría y, si lo encuentras algún tanto más bajo de lo conveniente, esboza una sonrisa frente al espejo y mantenla por un minuto, mientras te repites “así quiero estar hoy, y así estaré con tu ayuda, Señor”. Esto es tan efectivo como tomar una aspirina para sacarse el dolor de cabeza. La alegría es una opción. Se cuenta que, cuando Don Bosco estaba más alegre y contento que de costumbre, sus amigos íntimos pensaban: “Pobre Don Bosco, hoy debe tener algún gravísimo problema que resolver”. El santo de la alegría había comprendido la necesidad de gobernar las propias emociones y no dejarse esclavizar por ellas. Intenta pasar una jornada de serena alegría.
 
Defiende, pues, y cultiva la alegría. La risa y el buen humor te liberarán de aquella lúgubre seriedad que vuelve los problemas pesados como el plomo, te liberarán además de la triste inquietud cotidiana. La risa y el buen humor crean espacios nuevos para alegrías desconocidas. Es un precepto de Dios estar alegres: “Estén siempre alegres” (1 Tes. 5,16).
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
  
 
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