lunes, 2 de noviembre de 2020

Pequeñas Semillitas 4488

PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 15 - Número 4488 ~ Lunes 2 de Noviembre de 2020
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La Santa Madre Iglesia, después de su solicitud en celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventurados en el cielo (Solemnidad de Todos los Santos, ayer), se interesa hoy ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha del pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna. Recemos por todos ellos...
 
¡Buenos días!
Paz, esperanza y gozo
“Nosotros los creyentes, cuando rezamos por nuestros muertos, nos reencontramos con ellos en una misteriosa comunión de fe, esperanza y amor. Ellos han transpuesto ya  la frontera del tiempo y entrado en el ámbito de la eternidad, propio de Dios. Pero aunque hayan dejado de existir para nuestro mundo físico, siguen viviendo, con todo, en el mismo mundo espiritual en que vivimos nosotros.
 
Siempre que hacemos oración por ellos, los encontramos dentro del infinito abrazo con que estrecha Dios a cuantos lo aman. He aquí el motivo de por qué, quienes nos hemos abierto por la fe a un sentido cristiano de la muerte, no nos dejamos abatir por el pesimismo o la desesperación. Desde luego, cuando se produce el deceso de algún ser querido, los creyentes experimentamos, como cualquier ser humano, un profundo dolor. Nuestro corazón puede derramar lágrimas de sangre. Nuestra sensibilidad puede haber quedado destrozada. Pero en la zona más secreta del alma, la fe nos hace vivir una experiencia de paz, esperanza y gozo.
 
Paz, esperanza y gozo que surgen de saber con seguridad que ellos, nuestros muertos, viven. No podemos precisar cómo ni dónde, pero sabemos que viven. Así como sabemos que un día nos volveremos a encontrar definitivamente con ellos, para compartir en plenitud la existencia trascendente que ellos ya viven”. (H. Valla). Que Cristo, “resurrección y vida”, aliente tu esperanza.
* Enviado por el P. Natalio
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Sabiduría 3:1-9
 
Salmo: Sal 23 (22):1-6
 
Segunda Lectura: Romanos 5:5-11
 
Santo Evangelio: Lc 23,33.39-43
Cuando los soldados llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!». Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».
 
Comentario:
Hoy, el Evangelio evoca el hecho más fundamental del cristiano: la muerte y resurrección de Jesús. Hagamos nuestra, hoy, la plegaria del Buen Ladrón: «Jesús, acuérdate de mí» (Lc 23,42). «La Iglesia no ruega por los santos como ruega por los difuntos, que duermen en el Señor, sino que se encomienda a las oraciones de aquéllos y ruega por éstos», decía san Agustín en un Sermón. Una vez al año, por lo menos, los cristianos nos preguntamos sobre el sentido de nuestra vida y sobre el sentido de nuestra muerte y resurrección. Es el día de la conmemoración de los fieles difuntos, de la que san Agustín nos ha mostrado su distinción respecto a la fiesta de Todos los Santos.
Los sufrimientos de la Humanidad son los mismos que los de la Iglesia y, sin duda, tienen en común que todo sufrimiento humano es de algún modo privación de vida. Por eso, la muerte de un ser querido nos produce un dolor tan indescriptible que ni tan sólo la fe puede aliviarlo. Así, los hombres siempre han querido honrar a los difuntos. La memoria, en efecto, es un modo de hacer que los ausentes estén presentes, de perpetuar su vida. Pero sus mecanismos psicológicos y sociales amortiguan los recuerdos con el tiempo. Y si eso puede humanamente llevar a la angustia, cristianamente, gracias a la resurrección, tenemos paz. La ventaja de creer en ella es que nos permite confiar en que, a pesar del olvido, volveremos a encontrarlos en la otra vida.
Una segunda ventaja de creer es que, al recordar a los difuntos, oramos por ellos. Lo hacemos desde nuestro interior, en la intimidad con Dios, y cada vez que oramos juntos, en la Eucaristía, no estamos solos ante el misterio de la muerte y de la vida, sino que lo compartimos como miembros del Cuerpo de Cristo. Más aún: al ver la cruz, suspendida entre el cielo y la tierra, sabemos que se establece una comunión entre nosotros y nuestros difuntos. Por eso, san Francisco proclamó agradecido: «Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana, la muerte corporal».
* Fra. Agustí BOADAS Llavat OFM (Barcelona, España)
 
Santoral Católico:
Conmemoración de los Fieles Difuntos
La Iglesia, después de celebrar ayer la fiesta de todos sus hijos bienaventurados ya en el cielo, se interesa hoy ante el Señor en favor de las almas de todos cuantos nos precedieron en el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, para que, purificados de toda mancha de pecado, puedan gozar de la felicidad eterna. Celebramos, pues, la victoria de Cristo, y de nosotros con Él, sobre la muerte. Y hacemos memoria de cuantos, habiendo compartido ya la muerte de Jesucristo, están llamados a compartir también con Él la gloria de la resurrección. El primer prefacio de difuntos nos enseña que «en Cristo brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad; porque la vida de los que creemos en el Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo». Mientras nosotros pedimos por los difuntos, ellos interceden por nosotros.
Oración: Oh Dios, gloria de los fieles y vida de los justos, nosotros los redimidos por la muerte y resurrección de tu Hijo, te pedimos que acojas con bondad a tus siervos difuntos, y pues creyeron en la resurrección futura, merezcan alcanzar los gozos de la eterna bienaventuranza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
* Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net
 
Pensamiento del día
“No pienses que me he ido. Si algún día visitas mi tumba no llores: solo imagina que estoy durmiendo. Te visitaré con el alba, te abrazaré con el viento, te besaré con la lluvia y cantaré para ti en silencio. Nunca pienses que me he ido, porque entonces sí habré muerto”.
 
Tema del día:
La muerte es el comienzo de la vida
Comencemos por decir hoy que hay muertes preciosas. Es una muerte maravillosa la de quien puede decir en ese momento: "He cumplido mi misión". Una muerte así es el comienzo de la vida verdadera. Es propiamente entonces cuando se nace. Por eso en el Martirologio, el libro donde se narra la vida de los santos y mártires, no se hace constar el día de su nacimiento, sino el de su muerte, como el verdadero día de su nacimiento, su "dies natalis".
 
La muerte para los buenos brilla como una estrella de esperanza. Sus frutos son la paz, el descanso, la vida. Con esta paz y serenidad murió San Juan XXIII: "¡Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor!", decía en su lecho de muerte. Un muchacho decía a la hora de su muerte: "¡Qué bueno ha sido Dios conmigo, por haberme concedido vivir 17 años!"; y moría ofreciendo su vida por sus padres y por los que lo habían formado.
 
Otro decía: "No sé por qué lloran". Aquel joven moría pidiendo perdón a todos, incluso a su novia, pero la novia tuvo un gesto y unas palabras muy oportunas: "No tengo de qué perdonarte, y te lo digo delante del sacerdote, porque desde que te conocí soy más buena". ¿Lo podrías decir tú de tu novio o de tu novia?
 
Preguntémonos ahora la cosa más importante: ¿Cómo será mi muerte? He aquí lo importante, no el cuándo sino el cómo voy a morir. Es decir, en qué disposiciones. Aunque no podemos fijar el día, el lugar, la forma externa de morir, sí podemos fijar el cómo. Podemos preverlo: se muere según se vive. Si se vive bien, lo normal es que se muera bien; si se vive mal, lo normal es que se muera mal, si Dios no pone remedio. Si vivo bien, con su ayuda moriré bien; si vivo mediocremente, moriré como un mediocre; si vives santamente, no lo dudes, morirás como un santo.
 
Si desde hoy te decides a ser un buen hombre, seguro que morirás como un buen hombre, y nunca te arrepentirás; pero, si dejas ese asunto para más adelante, lo dejas para nunca. No se puede improvisar la hora de la muerte. Los dos ladrones que iban a morir, estaban al lado del Redentor, pero sólo uno de los dos compañeros de suplicio de Jesús se convirtió.
 
Comenta San Agustín: "Hubo un buen ladrón, para que nadie desespere; pero sólo uno, para que nadie presuma y se confíe". Hay que ser lógicos y aprovechar el tiempo. El que pasó, ya pasó, pero el que queda por delante hay que aprovecharlo con avaricia. Si muriera esta noche, ¿estaría preparado?; ¿tendría mis manos llenas, vacías o medio vacías? ¿Estaré preparado el día de mí muerte? Esta es la gran pregunta.
 
Podríamos terminar estas reflexiones con las palabras de un gran hombre, que todos los días medita sobre la muerte como maestra de vida: "Yo sé que toda la vida humana se gasta y se consume bien o mal, y no hay posible ahorro: los años son esos, y no más. Y la eternidad es lo que sigue a esta vida. Gastarnos por Dios y por amor a nuestros hermanos en Dios es lo razonable y seguro."
 
Según se vive, así se muere. Si esto es así: de los que viven santamente estamos seguros que morirán santamente. Pero de los que viven en pecado podemos estar seguros que morirán impenitentes.
 
(Autor: P Mariano de Blas | Fuente: Catholic.net | Imagen: Google)
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
La Iglesia Católica está constituida por tres niveles de almas:
1) La Iglesia Triunfante, que son todas las almas que ya gozan de la presencia de Dios en el Cielo, representada por estampas y figuras de santos.
2) La Iglesia Purgante, conformada por todas las almas que se encuentran en el purgatorio, es decir aquéllas personas que no murieron en pecado mortal, pero que están purgando penas por las faltas cometidas hasta que puedan llegar al cielo. Se representa con las fotos de los difuntos.
3) La Iglesia Militante, que somos todos los que aún estamos en la tierra, transcurriendo esta vida y somos los que debemos acumular méritos espirituales para algún día llegar al cielo, invocando para ello la ayuda de los santos y rezando por las benditas almas del purgatorio. Los vivos podemos ofrecer obras de penitencia, oraciones, limosnas e indulgencias para que los difuntos alcancen la salvación eterna.
 
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras patologías graves; por los jóvenes, especialmente los que han caído en las drogas o cualquier tipo de adicción, por las víctimas de trata, por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, por lo no nacidos, por la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio. En este tiempo pedimos especiales oraciones por todas las personas que en diversos países del mundo han sido afectadas por el coronavirus, rogando que el Sagrado Corazón de Jesús nos proteja ante esta terrible pandemia, y que con fe y esperanza, y siguiendo las indicaciones médicas de prevención, el riesgo de contagio vaya disminuyendo en todo el planeta y los que están enfermos se sanen.
 
Pedimos oración por el eterno descanso del alma del Padre Jorge “Coqui” Vaudagna, párroco del sur de la provincia de Córdoba, Argentina, que fue asesinado en la entrada de su parroquia al ser asaltado el día 27 de octubre. Que el Señor Jesús lo reciba en el cielo para darle allí el premio de los justos.
 
Pedimos oración por el eterno descanso del alma del señor Antonio Maio, de Buenos Aires, Argentina, que el día 22 de octubre partió a la Casa del Padre, lugar que se ganó a lo largo de su vida de hombre bueno, excelente hijo, esposo, padre, abuelo, tío, hermano, vecino...
 
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Daniel B., de Córdoba, Argentina, fallecido el día 28. Que el Señor, con su misericordia infinita, lo reciba en su Reino.
 
Pedimos oración por el eterno descanso del alma del señor Mario Pereyra, de Córdoba, Argentina, locutor y periodista de Cadena 3 Argentina, hombre honesto y de enorme capacidad de trabajo y gran motivador de miles de personas a través de sus muchísimos años de trayectoria periodística ejemplar.
 
Pedimos oración por la comunidad de Carmelitas Descalzas del Monasterio San José de Comodoro Rivadavia, Chubut, Argentina, que de un total de 14 hermanas, hay al menos 11 que tienen Covid. Las encomendamos a la maternal protección de la Virgen María para que Ella interceda ante Jesús por su curación.
 
Pedimos oración para las siguientes personas: el Padre Jean Pierre T., de la parroquia Divino Niño Jesús, del Perú, que tiene una afección cardíaca; Padre Osvaldo Rentería, de México, por su salud; Sara Evelia U. Q., de 57 años de edad, de Aguadulce, Panamá, hospitalizada con diabetes y dolencia hepática grave; Javier D.P., un joven argentino que ha sido diagnosticado con cáncer de páncreas; Alejandro P. P., de ciudad de México, nuevamente positivo para el Covid; Olivia A., de México, que tiene hidrocefalia; Eliseo L., con problema de estómago, muy dolorido; la bebé Noa R. M., de México, nació hace una semana y tiene un shock séptico. Por todos ellos ¡Escúchanos Señor!
 
Pedimos oración para Rocío R. C., mujer que vive en España y anhela ser mamá, pero hasta ahora ha tenido muchas dificultades para quedar embarazada a pesar de los tratamientos realizados. Pedimos la mediación de la Santísima Virgen, Madre de Jesús y Madre de todos nosotros, para que la ayude a concretar su sueño de convertirse también en mamá.
 
Pedimos oración para Claudia P., de 41 años de edad, de Córdoba, Argentina, afectada de Covid y en grave situación por neumonía y con respiración asistida. Que el Señor Jesús la toque con Sus Santas Manos y le conceda la gracia de la sanación.
 
Pedimos oración para cuatro personas de Argentina que son: Débora A., de 45 años de edad, de Córdoba, con cáncer de mama, operada y próxima a comenzar quimioterapia; Rubén Omar A., de provincia de Buenos Aires, 67 años, internado por Covid en estado delicado por compromiso pulmonar; y María Florencia A., de 50 años, con melanoma maligno y va a ser operada mañana; y Daniel G., médico de Buenos Aires, de 40 años de edad, afectado de un tumor complicado que le está haciendo perder la vista. Por ellos... ¡Te rogamos Señor!
 
 En el día en que conmemoramos a los Fieles Difuntos elevamos una oración por nuestros muertos más queridos y también hagamos una plegaria por aquellas almas a las que nadie se acuerda de rezar...
 
Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo. Al rezar por la paz, rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.
Tú quisiste, Señor, que tu hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia. Escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos y conceda a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
 
¡Hasta mañana! con Madre Teresa
Noviembre 2
A la hora de la muerte, cuando nos encontremos cara a cara con Dios, seremos juzgados por el amor: sobre cuánto hemos amado. No sobre cuánto hemos realizado sino sobre cuánto amor hemos puesto en nuestros actos.
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
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~AMDG~

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