PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
15 - Número 4491 ~ Jueves 5 de Noviembre de 2020Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) Alabado sea Jesucristo…
Nuestras
mejores obras deben llevar el sello del amor. Porque si las hacemos con amor,
las obras, por pequeñas e insignificantes que sean, tendrán un gran valor para
Dios y para la salvación de las almas. En cambio si hacemos grandes obras, pero
sin poner amor a Dios, entonces no servirán para nada. Es que si hacemos algo
por los demás para recibir algo a cambio, nuestra motivación no es la de
Cristo.
Pidamos
al Espíritu Santo que nos ayude a darnos cuenta de nuestros momentos de egoísmo
para saber y poder evitarlos. Y siempre obremos con amor.
¡Buenos días! Señor, te entrego mi
futuro
La paz del corazón es un tesoro tan grande que debes
cuidarla y defenderla. La ansiedad por el futuro perturba de tal manera que te
impide concentrar tus energías en el presente y disfrutar las alegrías de cada
día. Abandónate confiadamente en Dios que te ama y podrás vivir con plenitud y
paz el momento presente. Aquí tienes una oración para entregar el futuro al
Señor.
Señor, quiero confiar en
el proyecto que tú tienes para mi vida y no obsesionarme tanto por el futuro.
Quiero entregarme a la vida de cada día y dejarme llevar por ti. Por eso pongo
en tus manos todos los días hasta el último minuto de mi existencia. Sana,
Señor mi ansiedad y mis miedos. Hoy quiero entregarte todo mi futuro. Tú que
sabes lo que más me conviene, conduce mi vida por el camino justo y protégeme
de todos los males. Tú que eres mi Padre, derrama en mi interior el bálsamo de
tu paz divina. Amén. (P. V. Fernández).
Hay en la Biblia un mensaje frecuente, expresado de
una u otra forma, y es éste: “Contigo estoy, aquí a tu lado me tienes, ni por
un momento te desamparo, déjate llevar en mis brazos divinos, no tengas miedo,
yo te amo”. Que vivas hoy feliz y seguro, pues el Señor es tu pastor y nada te
faltará. Pide al Señor crecer en fe y confianza en su providencia.
* Enviado por el P.
Natalio
La Palabra de Dios Lecturas del día ♥ Primera Lectura: Sabiduría 3:1-9
♥ Salmo: Sal 23:1-6
♥ Santo Evangelio: Lc 15,1-10
En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores
se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban,
diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».
Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros
que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en
el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la
encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los
amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que
se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo
por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no
tengan necesidad de conversión.
»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una,
no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la
encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice:
‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo
modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador
que se convierta».
♥ Comentario:
Hoy, el evangelista de la misericordia de Dios nos
expone dos parábolas de Jesús que iluminan la conducta divina hacia los
pecadores que regresan al buen camino. Con la imagen tan humana de la alegría,
nos revela la bondad de Dios que se complace en el retorno de quien se había
alejado del pecado. Es como un volver a la casa del Padre (como dirá más
explícitamente en Lc 15,11-32). El Señor no vino a condenar el mundo, sino a
salvarlo (cf. Jn 3,17), y lo hizo acogiendo a los pecadores que con plena
confianza «se acercaban a Jesús para oírle» (Lc 15,1), ya que Él les curaba el
alma como un médico cura el cuerpo de los enfermos (cf. Mt 9,12). Los fariseos
se tenían por buenos y no sentían necesidad del médico, y es por ellos —dice el
evangelista— que Jesús propuso las parábolas que hoy leemos.
Si nosotros nos sentimos espiritualmente enfermos,
Jesús nos atenderá y se alegrará de que acudamos a Él. Si, en cambio, como los
orgullosos fariseos pensásemos que no nos es necesario pedir perdón, el Médico
divino no podría obrar en nosotros. Sentirnos pecadores lo hemos de hacer cada
vez que recitamos el Padrenuestro, ya que en él decimos «perdona nuestras
ofensas...». ¡Y cuánto hemos de agradecerle que lo haga! ¡Cuánto agradecimiento
también hemos de sentir por el sacramento de la reconciliación que ha puesto a
nuestro alcance tan compasivamente! Que la soberbia no nos lo haga
menospreciar. San Agustín nos dice que Jesucristo, Dios Hombre, nos dio ejemplo
de humildad para curarnos del “tumor” de la soberbia, «ya que gran miseria es
el hombre soberbio, pero más grande misericordia es Dios humilde».
Digamos todavía que la lección que Jesús da a los
fariseos es ejemplar también para nosotros; no podemos alejar de nosotros a los
pecadores. El Señor quiere que nos amemos como Él nos ha amado (cf. Jn 13,34) y
hemos de sentir gran gozo cuando podamos llevar una oveja errante al redil o
recobrar una moneda perdida.
* Rev. D. Francesc
NICOLAU i Pous (Barcelona, España)
Santoral Católico: San Guido María ConfortiObispo y Fundador Nació en Casalora di Ravadese (Parma, Italia) el año
1865. De niño, venciendo la oposición de su padre, entró en el seminario
diocesano. Intentó en vano hacerse religioso para que lo enviaran a misiones.
Sufrió crisis epilépticas y en 1888, ya curado, recibió la ordenación
sacerdotal. Luego trabajó en el seminario y lo nombraron Vicario General. Lleno
de celo por las misiones, fundó la Pía Sociedad de San Francisco Javier para
las Misiones Extranjeras (Javerianos). En 1902 fue elegido arzobispo de Ravena y
en 1907 pasó a la sede de Parma, continuando siempre al frente de su instituto
misionero. Además, impulsó la catequesis, la formación del clero, la buena
prensa, los encuentros eucarísticos, la Acción Católica. Su vida estuvo marcada
por numerosas pruebas, algunas muy graves; las acogió como indicaciones de la
Providencia. Murió en Parma el 5-XI-1931. Canonizado en 2011.
Para más información hacer clic acá.
* Directorio Franciscano
– Catholic.net
Pensamiento del día "Mientras somos ovejas, vencemos y superamos a
los lobos, aunque nos rodeen en gran número; pero, si nos convertimos en lobos,
entonces somos vencidos, porque nos vemos privados de la protección del Pastor
(Jesucristo). Éste, en efecto, no pastorea lobos, sino ovejas, y, por esto, te
abandona y se aparta entonces de ti, porque no le dejas mostrar su poder".
(San Juan Crisóstomo)
Historias: La enfermera Un caluroso día de verano, un joven matrimonio y su
pequeña hija de cuatro años, Susana, iban de viaje de vacaciones a las montañas
por algunas semanas cuando en forma imprevista un inmenso camión que venía en
sentido contrario chocó violentamente al pequeño auto en que viajaban. Los
padres de la niña quedaron gravemente heridos y ella se quebró algunos huesos.
Tan pronto como fue posible fueron llevados al hospital más próximo y separados
en distintos centros: los padres fueron a la unidad de cuidados intensivos, y
Susanita fue llevada a la unidad infantil. Como pueden imaginarse, la niña no
sólo se encontraba con grandes dolores físicos, sino que además ella estaba muy
asustada porque sus padres no estaban con ella para confortarla.
Gloria, la enfermera que fue asignada a Susana, era
soltera y de unos cuarenta años. Ella entendió el temor y la inseguridad de la
niña y procuró darle todo lo que sus padres no podían darle. Cuando Gloria
terminaba su turno de trabajo, en lugar de irse a su casa se ofrecía como
voluntaria para acompañar a Susana por las noches. Por supuesto que la relación
especial que estaba naciendo entre la niña y su enfermera produjo un
acercamiento afectivo muy grande entre las dos. Gloria le traía galletas,
libros de monitos y juguetes; le cantaba canciones y le contaba un sin fin de
cuentos.
Cuando Susanita pudo moverse, Gloria la colocaba en
una silla de ruedas y la llevaba a visitar a sus padres todos los días. Después
de varios meses de hospitalización la familia fue dada de alta. Antes de dejar
el hospital los padres agradecieron a Gloria por su devoción y tierno cuidado,
y la invitaron a que los visitara. Susana no quería que Gloria se quedara e
insistía en que ella se fuera a vivir con ellos. Gloria tampoco quería que su
Susanita se fuera sin ella, pero su vida estaba en el hospital para niños y ella
no podía dejar su "hogar". Por meses mantuvieron contacto solo vía
telefónica debido a la distancia que los separaba, hasta que la familia se fue
a vivir a otro país.
Después de pasar más de treinta años, Gloria ahora en
sus setenta, se enfermó de pulmonía y fue hospitalizada en la unidad geriátrica
del hospital cerca de su casa. Una enfermera que estaba de turno notó que
Gloria recibía muy pocas visitas, así que trató de darle un cuidado especial.
Una noche cuando la enfermera estaba sentada cerca de
su anciana paciente y conversaban amigablemente, le confidenció a Gloria la
razón por la cual ella había estudiado enfermería. Comenzó diciendo que cuando
ella tenía cuatro años, con sus padres había tenido un accidente
automovilístico, y que al ser llevada al hospital conoció a una enfermera
maravillosa que le había ayudado a recuperarse con tal devoción y amor.
Después, continuó diciendo, había dejado el país y al crecer había decidido
seguir el ejemplo de su amada y recordada enfermera, estudiando enfermería,
para poder ayudar a los enfermos. Al volver a su país y contraer matrimonio,
encontraron trabajo en esta ciudad. Y por eso que ella estaba en ese lugar.
Gloria no pudo seguir escuchando, y con sus ojos
llenos de lágrimas se acercó a su enfermera y le dijo: "Susanita, estamos
nuevamente juntas, pero esta vez tú me estás cuidando". Susana al fijar
sus ojos en Gloria de pronto pudo reconocerla. ¿Eres realmente tú?, exclamó.
"Cuántas veces he pensado en ti y orado que algún día pudiéramos estar
juntas de nuevo".
Cuando Gloria se recuperó, Susana sin preguntar tomó
las pertenencias de Gloria y la llevó a vivir con su familia, donde llegó a ser
una muy especial abuelita.
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas” A veces, es mejor dejar que algo se vaya y comenzar
de nuevo. Hay cosas que nos pasan en la vida que encontramos difíciles de
aceptar. Los recuerdos regresan y nos perturban una y otra vez.
Cuando algo sucede en nuestras vidas que encontramos
difícil de aceptar, tenemos que decidir si hay algo que podamos hacer para
cambiar las cosas.
Si lo hay, debemos hacer los que podamos para que
todo esté de nuevo bien.
Pero si hemos hecho todo lo posible, y en nuestro
corazón sabemos que ahora no hay nada más que hacer, entonces, dejemos que se
vaya lo que nos quita la tranquilidad.
Después de haber repasado los "qué hubiera
pasado si..." y los "¿por qué?", quizás aprendamos una lección
valiosa. Y descubramos que si bien fue doloroso, crecimos por la experiencia.
Aprender a dejar ir las cosas, en vez de preocuparnos
por lo que pudo haber sido, con el tiempo podría ser más valioso que aquello
que hemos dejado ir.
¡Hasta mañana! con Madre
Teresa Noviembre 5
La vocación es, sencillamente, una llamada a
pertenecer por entero a Cristo, con la condición de que nada puede separarme de
su amor. La vocación es una invitación a permanecer siempre en el amor de Dios
y a dar testimonio de ese amor siempre y en todas partes.
FELIPE -Jardinero
de Dios-(el más pequeñito de
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¡Buenos días!
La Palabra de Dios
Santoral Católico:
Pensamiento del día
Historias:
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
¡Hasta mañana! con Madre
Teresa
FELIPE
Muchas gracias por tan linda labor de evangelización Dios le bendiga y le proteja y lo colme de salud . Saludos desde Colombia
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