PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
14 - Número 4114 ~ Martes 17 de Setiembre de 2019
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Sé
un humano pensando como el pájaro… celebrando cada amanecer con una linda
canción.
Sé
un humano pensando como el caballo… librando los obstáculos con clase, firmeza
y determinación.
Sé
un humano pensando como un perro… dando tú amor en constante muestra de cariño,
lealtad y fidelidad.
Sé
un humano pensando como el gato… teniendo la calma y equilibrio en cualquier
dificultad.
Sé
un humano pensando como la abeja… constatando que nada se construye por sí
solo.
Sé
un humano pensando como la hormiga… viendo que el trabajo y el éxito caminan
juntos y en la misma dirección.
Sé
un humano pensando como la ballena… Viendo la importancia y el poder de la
solidaridad.
Sé
un humano teniendo la pureza y la sencillez de los animales… ¡y la paz mundial
dejara de ser un sueño y se convertirá en una realidad!
¡Buenos días!
El caracol viejo
En tu
vida se van dando posibilidades de cambiar para bien. Conviene que te detengas,
evalúes con serenidad las ventajas, y tomes decisiones sabias y prudentes,
porque ésa es la forma normal de progresar. No caigas en el error de desechar
todo cambio por principio; ni tampoco en el otro extremo, de creer que toda
novedad es mejor. Una fábula para ilustrar
el tema.
Un caracol viejo se arrastraba con dificultad.
Estirando los cuernos para buscar su camino, hacía con el pescuezo grandes
esfuerzos para llegar hasta una hoja de parra donde pensaba almorzar. Más que
todo, parecía causarle gran dolencia una abolladura, cicatrizada pero ancha y
profunda, que tenía en la cáscara. Unos caracolitos que lo estaban mirando, le
dijeron:
—Pero, padre caracol, ¿por qué no cambia usted su
cáscara por una nueva? Le debe hacer sufrir mucho esa abolladura que tiene.
—Hijitos –les contestó–, esta abolladura es dolorosa,
pero cambiar la cáscara sería peor, y creo que me resultaría fatal (G.
Daireaux).
El
buen marino de un barco de velas, está siempre atento y obra con habilidad
cuando percibe que se levanta una brisa, aunque muy suave. Tú también permanece
alerta y cuando surja en tu interior un impulso a cambiar para bien, despliega
al punto tus velas y obra decididamente. Como decía san Agustín: “La gracia
pasa y no vuelve”.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas del día
♥ Primera Lectura: 1 Tim 3, 1-13
♥ Salmo: Sal 100, 1-3b. 5-6
♥ Santo Evangelio: Lc 7,11-17
En aquel tiempo, Jesús se fue a una ciudad llamada
Naím, e iban con Él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a
la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre,
que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor,
tuvo compasión de ella, y le dijo: «No llores». Y, acercándose, tocó el
féretro. Los que lo llevaban se pararon, y Él dijo: «Joven, a ti te digo:
levántate». El muerto se incorporó y se puso a hablar, y Él se lo dio a su
madre. El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran
profeta se ha levantado entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». Y lo
que se decía de Él, se propagó por toda Judea y por toda la región
circunvecina.
♥ Comentario:
Hoy, dos comitivas se encuentran. Una comitiva que
acompaña a la muerte y otra que acompaña a la vida. Una pobre viuda, seguida
por sus familiares y amigos, llevaba a su hijo al cementerio y de pronto, ve la
multitud que iba con Jesús. Las dos comitivas se cruzan y se paran, y Jesús
dice a la madre que iba a enterrar a su hijo: «No llores» (Lc 7,13). Todos se
quedan mirando a Jesús, que no permanece indiferente al dolor y al sufrimiento
de aquella pobre madre, sino, por el contrario, se compadece y le devuelve la
vida a su hijo. Y es que encontrar a Jesús es hallar la vida, pues Jesús dijo
de sí mismo: «Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 11,25). San Braulio de
Zaragoza escribe: «La esperanza de la resurrección debe confortarnos, porque
volveremos a ver en el cielo a quienes perdemos aquí».
Con la lectura del fragmento del Evangelio que nos
habla de la resurrección del joven de Naím, podría remarcar la divinidad de
Jesús e insistir en ella, diciendo que solamente Dios puede volver un joven a
la vida; pero hoy preferiría poner de relieve su humanidad, para que no veamos
a Jesús como un ser lejano, como un personaje tan diferente de nosotros, o como
alguien tan excesivamente importante que no nos inspire la confianza que puede
inspirarnos un buen amigo.
Los cristianos hemos de saber imitar a Jesús. Debemos
pedir a Dios la gracia de ser Cristo para los demás. ¡Ojalá que todo aquél que
nos vea, pueda contemplar una imagen de Jesús en la tierra! Quienes veían a san
Francisco de Asís, por ejemplo, veían la imagen viva de Jesús. Los santos son
aquellos que llevan a Jesús en sus palabras y obras e imitan su modo de actuar
y su bondad. Nuestra sociedad tiene necesidad de santos y tú puedes ser uno de
ellos en tu ambiente.
+ Rev. D. Joan SERRA i Fontanet (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Roberto Belarmino
Obispo y Doctor de la
Iglesia
Nació el año 1542 en Montepulciano (Toscana, Italia),
de familia noble. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1560, estudió en el
Colegio Romano y luego en Padua y Lovaina, donde también fue profesor. Recibió
la ordenación sacerdotal en Gante el año 1570. Vuelto al Colegio Romano, enseñó
teología, mantuvo brillantes disputas en defensa de la fe católica y publicó
obras importantes. Fue provincial de los jesuitas, teólogo del Papa y
colaborador de varias Congregaciones romanas. Estuvo relacionado con los
grandes personajes y santos de su tiempo, y entre sus amigos y dirigidos
espirituales están Luis Gonzaga y Juan Berchmans. Elegido cardenal y nombrado
obispo de Capua, permaneció tres años en su diócesis como solícito pastor,
hasta que regresó a sus tareas en Roma, donde murió el 17 de septiembre de
1621, día de las llagas de San Francisco, cuya memoria había conseguido que se
celebrara en toda la Iglesia.
Oración: Señor,
tú que dotaste a san Roberto Belarmino de santidad y sabiduría admirable para
defender la fe de tu Iglesia, concede a tu pueblo, por su intercesión, la
gracia de vivir con la alegría de profesar plenamente la fe verdadera. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa –
Catholic.net
Pensamiento del día
“Hay que aprender a no
posponer nuestra conversión hasta la proximidad de la muerte... La regla es que
los hombres terminen una vida perversa con una muerte miserable... Son demasiado
presuntuosas y necias aquellas personas que en un asunto de tal importancia
como la felicidad eterna o el tormento eterno, osan permanecer en un estado de
pecado mortal incluso por un día, viendo que pueden ser sorprendidas por la
muerte en cualquier momento, y que después de la muerte no hay lugar para el
arrepentimiento, y que una vez en el infierno ya no hay redención”
(San Roberto
Belarmino)
Historias:
Cuánto cuesta un milagro
Una pequeña niña fue a su habitación y sacó un frasco
que estaba escondido en su closet. Esparció su contenido en el suelo y contó
con cuidado. Tres veces, incluso. El total fue contado a la perfección. No
había errores.
Con cuidado regresó las monedas al frasco y cerrando
la tapa, ella salió sigilosamente por la puerta trasera y caminó 6 cuadras
hasta la Farmacia y esperó pacientemente a que el farmacéutico le prestara
atención, pero estaba muy ocupado por el momento.
Tere movió sus pies para que rechinaran sus zapatos.
Nada. Se aclaró la garganta lo más
fuerte que pudo. No sirvió de nada, finalmente tomó 25 centavos del
frasco y tocó en el mostrador de cristal. Con eso fue suficiente…
“Y ¿qué es lo que quieres?” le preguntó el farmacéutico con tono de disgusto en la voz.
“Estoy hablando con mi hermano que viene de Chicago y que no he visto en años”.
“Eh, bueno, quiero hablar contigo acerca de mi
hermano”, le contestó Tere, con el mismo tono de impaciencia, “Él está
realmente muy, muy enfermo... y quiero comprar un milagro”.
“¿Perdón?”, dijo el farmacéutico.
“Su nombre es Andrés y algo malo ha estado creciendo
en su cabeza y mi papi dice que sólo un milagro puede salvarlo, ahora dime...
¿Cuánto cuesta un milagro?”
“Nosotros no vendemos milagros aquí, chiquita, lo
siento pero no puedo ayudarte”, dijo el farmacéutico, con voz suave.
“Oye, tengo dinero para pagarlo. Si no es suficiente,
conseguiré lo que falte; sólo dime cuánto cuesta”
El hermano del farmacéutico que era un hombre muy
bien vestido, intervino y le preguntó a la niñita: “¿Qué clase de milagro
necesita tu hermano?”
“No sé”, replicó Tere, con los ojos muy abiertos. “Yo
sólo sé que está muy enfermo y mami dice que necesita una operación. Pero mi
papi no puede pagarla, por eso quiero usar mi dinero”.
“¿Cuánto tienes?”, le preguntó el hombre de Chicago
“Un dólar con once centavos”, contestó Tere, apenas
audible. “Y ese es todo el dinero que tengo, pero puedo conseguir más si es
necesario”
“Bueno, que coincidencia”, sonrió el hombre. “Un
dólar y once centavos... el precio exacto de un milagro para los hermanitos.”
Él tomó el dinero en sus manos y con la otra sostuvo
la manita enguantada de Tere y le dijo: “Llévame dónde vives, quiero ver a tu
hermano y conocer a tus padres. Veamos si tengo el milagro que necesitas.”
Ese hombre bien vestido era el Dr. Carlton Armstrong,
un cirujano especializado en neurocirugía.
La operación fue completamente gratis y sin cargo
alguno por su estancia en el hospital, hasta que Andrés regresó sano a casa.
Mami y papi comentaron felices de la cadena de eventos que les trajo a todo
esto.
“Esa cirugía”, susurraba su madre, “fue un milagro
real, ya me imagino cuánto podría costar…”
Tere sonrió. Ella sabía exactamente cuánto cuesta un
milagro... un dólar con once centavos... más la fe de una chiquilla...
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
A veces nos cuesta hacer las cosas y creemos que
estamos solos, que nadie nos ve, que nadie se percata del esfuerzo que nos
cuesta el hacer muchas actividades que hacemos cotidianamente. Pero debemos
saber que a Dios nada le pasa desapercibido de todo lo que hacemos, y Él nos
premiará en el Cielo por cada mínima tarea que hayamos realizado.
No pocas veces los hombres son un poco desagradecidos
y no notan quizás el esfuerzo que realizamos para servirlos y ayudarlos. Nos
pasa quizás hasta con nuestros mismos seres queridos, hijos, esposa, esposo,
hermanos y demás, que no valoran todo lo que hacemos por ellos. Sin embargo
Dios cuenta y pesa cada esfuerzo, cada acto por pequeño que sea, para
premiarnos en la eternidad, pero también para darnos un premio ya aquí en la
tierra.
No nos desalentemos por los desabrimientos del
prójimo, que a veces no valora lo que hacemos por él, sino hagamos todo con
mucho amor, ofreciéndoselo a Dios y haciéndolo especialmente por Él, como si la
obra o el acto lo hiciéramos no a esta o a aquella persona, sino al mismo
Jesucristo, porque esa es la realidad.
Tenemos que poner la fe a funcionar, porque ya lo ha
dicho el Señor que lo que hacemos al más pequeño de sus hermanos, se lo hacemos
a Él mismo.
Así que ánimo, porque no trabajamos por una paga en
dinero ni en bienes materiales, sino por gloria eterna, por felicidad de
corazón, por tranquilidad de conciencia de que hemos hecho lo que Dios quería.
Que Dios nos ayude a no descorazonarnos ante las
cosas que tenemos que hacer todos los días sirviendo a nuestros prójimos,
porque grande es el premio en el Cielo, y ya estamos ocupando un lugar de
predilección en el Corazón de Jesús.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los
que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para
que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto
con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de
Jesús y del Inmaculado Corazón de María;
por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras patologías graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Cinco minutos con Jesús
Setiembre 17
Cristo es la verdadera luz que ilumina a todo hombre
(cf Jn 1,9; 8,12); pero quiso que los hombres participaran de su luz, a fin de
que ellos pudieran, a su vez, transmitir la luz a los otros.
No digas que no tienes cualidades para ser luz del
Evangelio; el esplendor de la gloria dinámica de Dios se manifiesta en las
obras de sus hijos e invita a todos a encontrarse con el Padre.
No basta que nosotros llevemos una vida que en sí sea
signo; es preciso que la realidad, signada por esa vida, sea lo que significa,
de suerte que cuantos nos vean no puedan menos de convencerse de la realidad
salvadora del Evangelio.
(Padre Alfonso Milagro)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
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