PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
14 - Número 4101 ~ Domingo 1 de Setiembre de 2019
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En
el Evangelio de hoy Cristo nos dice que seamos humildes. Que nos pongamos los últimos.
Las
personas que siempre quieren ocupar los primeros puestos resultan repelentes.
Van por la vida dando codazos y pisotones. La soberbia es el peor de los
pecados. Es el pecado que convirtió a los ángeles en demonios.
Por
otra parte la humildad hace agradables a las personas. La persona humilde es
apreciada por todo el mundo.
Hay
que agradecer a Dios las cualidades que nos ha dado. El no reconocerlo es una
ingratitud a Dios. Pero sin envanecernos.
Dice
San Pablo: «¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿de qué te
engríes»? Por eso la persona humilde procura poner sus cualidades a disposición
de los demás.
El
humilde también valora a los demás. Se alegra de las cualidades que tienen. No
siente envidia de los que son superiores.
(Padre Jorge Loring S. J.)
¡Buenos días!
Jesús, ¡soy yo!
La
oración auténtica es un encuentro personal con Dios. Por ella te acercas a la
realidad de un Dios vivo, cercano, presente: un Dios persona. ¿Por qué no pocas
veces la oración resulta pesada? Simplemente, porque no se produce el encuentro
entre dos personas: Dios y yo.
Concretamente, porque no tiendes con todas las fuerzas al encuentro con
el Señor.
Jesús, ¡soy yo! Necesito hablarte. Sabes, algunos
días son muy difíciles. Me preocupo por muchas cosas, y a veces la presión que
aguanto es muy grande. Tú sabes, “hay que hacer esto, hay que hacer aquello”.
Quizás sentiste algo parecido, cuando anduviste por este mundo. De todas
maneras, lo que trato de decir es que quiero que estés conmigo a lo largo del
camino. Porque en algún lugar en lo profundo de mí, yo sé que me amas tal corno
yo soy. Para ti yo soy alguien especial. Y el mañana no importa. Amén.
Acabas
de leer un buen modelo de oración espontánea. Orar por cualquier necesidad
—grande o pequeña, espiritual o material— te ofrece la ocasión de verificar la
proximidad de Dios. Él quiere librarte de tus angustias y afanes y se pone a tu
alcance para cualquier necesidad. De este modo entrarás en una relación
afectuosa, verdadera y concreta con Dios.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas del día
♥ Primera Lectura: Ecli 3, 17-18. 20. 28-29
♥ Salmo: Sal 67, 4-5ac. 6-7b. 10-11
♥ Segunda Lectura: Heb 12, 18-19. 22-24
♥ Santo Evangelio: Lc 14,1.7-14
Un sábado, habiendo ido a casa de uno de los jefes de
los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Notando cómo los
invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: «Cuando seas
convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que
haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os
convidó a ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a ocupar
avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a
sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te
diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Y esto será un honor para ti delante de todos
los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado;
y el que se humille, será ensalzado».
Dijo también al que le había invitado: «Cuando des
una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y
tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los
lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden
corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos».
♥ Comentario:
Hoy, Jesús nos da una lección magistral: no busquéis
el primer lugar: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en
el primer puesto» (Lc 14,8). Jesucristo sabe que nos gusta ponernos en el
primer lugar: en los actos públicos, en las tertulias, en casa, en la mesa...
Él conoce nuestra tendencia a sobrevalorarnos por vanidad, o todavía peor, por
orgullo mal disimulado. ¡Estemos prevenidos con los honores!, ya que «el
corazón queda encadenado allí donde encuentra posibilidad de fruición» (San
León Magno).
¿Quién nos ha dicho, en efecto, que no hay colegas
con más méritos o con más categoría personal? No se trata, pues, del hecho
esporádico, sino de la actitud asumida de tenernos por más listos, los más
importantes, los más cargados de méritos, los que tenemos más razón; pretensión
que supone una visión estrecha sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea.
De hecho, Jesús nos invita a la práctica de la humildad perfecta, que consiste
en no juzgarnos ni juzgar a los demás, y a tomar conciencia de nuestra
insignificancia individual en el concierto global del cosmos y de la vida.
Entonces, el Señor, nos propone que, por precaución,
elijamos el último sitio, porque, si bien desconocemos la realidad íntima de
los otros, sabemos muy bien que nosotros somos irrelevantes en el gran
espectáculo del universo. Por tanto, situarnos en el último lugar es ir a lo
seguro. No fuera caso que el Señor, que nos conoce a todos desde nuestras
intimidades, nos tuviese que decir: «‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a
ocupar avergonzado el último puesto» (Lc 14,9).
En la misma línea de pensamiento, el Maestro nos
invita a ponernos con toda humildad al lado de los preferidos de Dios: pobres,
inválidos, cojos y ciegos, y a igualarnos con ellos hasta encontrarnos en medio
de quienes Dios ama.
Rev. D. Enric PRAT i Jordana (Sort, Lleida, España)
Palabras de San Juan
Pablo II
“La
Palabra del Señor ayuda a mirar las cosas en su justa medida, la de la
eternidad. En el Evangelio de este domingo, Cristo afirma: «Todo el que se
ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado» (Lucas 14, 11).
Él mismo, el Hijo de Dios hecho hombre, ha recorrido con coherencia el camino
de la humildad, transcurriendo la mayor parte de su existencia terrena en el
escondrijo de Nazaret, junto a la Virgen María y san José, realizando el
trabajo de carpintero”.
Predicación del
Evangelio:
Ante todo ser humildes
Jesús estaba invitado a comer un sábado, día de
fiesta, en casa de un fariseo rico. En varias ocasiones nos narran los
evangelios situaciones parecidas. Ello debía ser porque, aunque algunas veces
nos cuentan palabras terribles de Jesús contra ellos, normalmente les trataría
con mucha bondad y cortesía. Ellos sabían que su charla era amena y provechosa
y se sentían halagados invitándole, por ser Jesús muy famoso.
Jesús aceptaba porque era la ocasión para dar a los
fariseos y a sus discípulos alguna enseñanza interesante. Hoy da dos consejos:
uno para los invitados y otro para quien invita. El primero nos cuenta el
Evangelio que se debió porque Jesús se dio cuenta de lo que pasaba entre los
invitados: todos querían estar entre los puestos principales. Es una actitud
mundana: querer ser más que los demás y eso se manifestaba en el puesto a
ocupar. Hoy normalmente en los banquetes de cierta categoría todos los puestos
están ya señalados según cierto protocolo; pero esa actitud de vida vale para
otros muchos momentos. Hasta en las cosas religiosas o los que creemos que
vivimos como discípulos de Cristo, tenemos una gran tentación de comportarnos
como los fariseos o los mundanos al actuar casi “pisando” a los demás.
Jesús da un consejo que parecería como de prudencia
humana o una norma de educación para sacar provecho material. En realidad, si
uno lo usa así sólo por lo material, es posible que te quedes en el último
puesto sin conseguir nada. Pero Jesús habla como en parábola buscando y
pidiendo un bien mayor. Si hay que buscar el último puesto, sea por una
verdadera humildad, huyendo de las alabanzas, porque toda alabanza debe ser
para Dios. Por eso no tiene humildad quien dice que no sirve para nada, pensando
que le digan que vale para mucho. Siempre debemos dar gracias a Dios por todo y
no envanecernos, sabiendo que hay otros que valen mucho más.
De ahí que “buscar el último puesto” es tener
caridad, como Cristo, que, siendo Dios, bajó del cielo por nuestro amor y se
rebajó hasta la muerte en cruz. Para el mundo, quien busca el último lugar será
un “tonto”, pero, si se hace por amor a Dios, merece una bienaventuranza.
Humildad no es desprecio de nosotros ni aceptar como ciertos los desprecios de
los demás, sino saber que la vida no es competencia, sino realizar una tarea
común, viviendo como hermanos en familia. Y dentro de la familia de Dios, los
privilegiados deben ser los más pequeños y los más débiles. Jesús les diría a
los apóstoles: “Quien quiera ser el más grande, sea vuestro servidor...” Y la
Virgen María diría en el “Magníficat” que Dios humilla a los potentados y
enaltece a los humildes. Jesús termina este consejo diciendo: “El que se
ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado”.
Luego Jesús se dirige a quien invitó, y a otros
potenciales invitadores, y da un consejo que, mirado con mentalidad mundana,
parece una locura. Resulta que es mucho más productivo para nuestra salvación
invitar, no a los familiares y amigos, sino a los pobres y enfermos. A veces
encontramos a ricos que, para quedar bien en algún ambiente, organizan comidas
para los pobres. Pero eso no es exactamente lo que Jesús está diciendo. Se
trata de tener una actitud de servicio hacia todos, en especial para los más
necesitados y aquellos que no nos lo van a recompensar. Termina Jesús con una
bienaventuranza: “Dichoso si cuando convidas a alguien, no te lo pueden
recompensar”, porque, si lo haces con amor, la recompensa será grande en el
cielo.
Todo ello sigue a la ley de la caridad y también de
la sinceridad. Una de las cosas que más molestaba a Jesús era la hipocresía: el
querer aparentar lo que no es. Muchas veces hasta en la parte humana, cuando
uno quiere subir más arriba, sin tener los méritos suficientes, se cae en el
ridículo como el de aquel abogado que, al comenzar, creyendo que llegaba un
cliente, comienza a hablar cosas grandiosas por el teléfono, y resulta que el
“cliente” era quien le iba a instalar la línea telefónica.
Padre Silverio Velasco
Poesía
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno a oscuras?
(Lope de Vega – SonetoXVIII)
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Ofrecimiento para
sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio
del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de
preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la
Palabra de Dios, pueden pedírmelo a info@pequesemillitas.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y
allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por
la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos
por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
♡ Desde Uruguay, Aníbal R. agradece las
oraciones hechas en favor de su esposa Lucía
Mabel, que está en recuperación lenta pero segura. Demos gracias a Dios.
♡ Desde Cuba, nos
escribe Brígida y dice: “Continúo mi
recuperación satisfactoria. Sé que muchos hermanos han orado por mí. El Señor
me ha bendecido de muchas maneras y agradezco a todos. Y a Dios en primer
lugar”.
Un minuto con María
Mientras María vivió en la tierra, no pudo encontrarse a la
vez en Nazaret y Caná. Hoy que ha entrado para siempre, en cuerpo y alma, en la
gloria del cielo, está completamente libre de las limitaciones de espacio y
tiempo: Ella está íntimamente presente en todos los miembros del Cuerpo Místico
de Cristo.
La verdadera devoción mariana no consiste primero en decir
muchas veces el Avemaría, sino en tener el hábito de vivir bajo la sonrisa de
María. Después de su Asunción, su rostro se transfiguró. “Los ojos llenos de
misericordia”, que Ella no deja de posar sobre nosotros, tal como cantamos en
la Salve Regina, son ojos que irradian una sonrisa maravillosa.
Mamá... ¡Hacemos todo mejor cuando sabemos que estás aquí!
Estas palabras de hijo ilustran a su manera en lo que se convierte una vida
cristiana cuando se deja iluminar por la sonrisa materna de María. Esta es la
sonrisa que vislumbraron Bernadette Soubirous en Lourdes, en 1858, y Teresa
Martin en Lisieux, en 1883. Aunque es cierto que ninguna de ellas contempló
toda la plenitud de la ternura materna de María; si la hubieran visto, habrían
muerto de felicidad.
Es solo en el cielo donde finalmente veremos todo el amor
infinito con el que somos amados por Dios, por la Virgen María y por todos los
santos del Paraíso. Pero estas dos hijas de Francia vieron algo de la sonrisa
de María y eso las marcó.
(Padre Pierre Descouvemont)
Cinco minutos con Jesús
Setiembre 1
El apostolado es el desbordamiento de la vida
interior; no podrás desbordar, si no estás saturado.
El que no arde, no enciende. Debemos vivir a Cristo y
luego irradiar a Cristo.
(Padre Alfonso Milagro)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
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