PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
14 - Número 4113 ~ Lunes 16 de Setiembre de 2019
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hay
cosas que nos gustaría que fueran diferentes. Que las discusiones que nos
dividieron en la familia no hubieran existido, que las traiciones que nos
hirieron o destruyeron la confianza no hubieran pasado, o que el momento
difícil por el que estamos pasando no sea tan duro y doloroso. Todos queremos
que nos vaya bien, que haya paz en nuestro corazón y que podamos afirmar sin
ninguna duda que nos sentimos plenos y felices con lo que somos y vivimos. Pero
no es así. En el mundo existe el mal, la división, el odio, los resentimientos
y no lo podemos negar. A veces el mal nos salpica sin que tengamos parte en él,
y otras veces porque somos cómplices. Necesitamos estar muy atentos para no
dejar crecer la cizaña que hay en nosotros y ocuparnos por hacer crecer el amor
y la bondad que nos habita.
(P. Javier Rojas, SJ)
¡Buenos días!
Valora lo que tienes
Ser
optimista es cultivar una visión serena de la vida que nos lleve a descubrir
todo lo que hay de bueno, alegre y gratificante en medio de espinas y
deficiencias. Desarrolla el sentido de la proporción y valora todo lo que
tienes, porque existe la tentación de especializarse en detectar carencias y
defectos, y todo lo sombrío y difícil de nuestro diario caminar.
A pesar de que eran ricos, Napoleón y Washington
nunca contaron con una aspirina para el dolor de cabeza. Simón Bolívar y San
Martín jamás pudieron tomar un taxi cuando necesitaban llegar pronto a algún
lugar. Ni Cervantes, ni Dante, ni Shakespeare tuvieron una máquina de escribir.
Los vikingos viajaron sin brújulas y Colón no pudo llevar alimentos enlatados
ni una heladera. Julio César y Carlo Magno jamás comieron una pizza y tampoco
disfrutaron del cine o la televisión. Beethoven no pudo usar audífonos ni oír
su música en un equipo de sonido. Mozart no pudo grabar sus composiciones.
Hipócrates y Galeno no tuvieron vacunas ni miles de avances médicos… ¡Y
nosotros vivimos quejándonos!
Busca
siempre la faz luminosa y positiva de los obstáculos y reveses de la vida.
Piensa que puedes desarrollar la escondida sabiduría de convertir un menos en
más, un fracaso en victoria y una cruz en resurrección y vida. Que pases un día
muy apacible. Hasta mañana.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas del día
♥ Primera Lectura: 1 Tim 2, 1-8
♥ Salmo: Sal 27, 2. 7-9
♥ Santo Evangelio: Lc 7,1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús hubo acabado de dirigir
todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto
de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar
de Jesús, envió donde Él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera
y salvara a su siervo. Éstos, llegando donde Jesús, le suplicaban
insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro
pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga».
Jesús iba con ellos y, estando ya no lejos de la
casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes,
porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me
consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi
criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes,
y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz
esto’, y lo hace».
Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y
volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he
encontrado una fe tan grande». Cuando los enviados volvieron a la casa,
hallaron al siervo sano.
♥ Comentario:
Hoy, nos enfrentamos a una pregunta interesante. ¿Por
qué razón el centurión del Evangelio no fue personalmente a encontrar a Jesús
y, en cambio, envió por delante algunos notables de los judíos con la petición
de que fuese a salvar a su criado? El mismo centurión responde por nosotros en
el pasaje evangélico: Señor, «ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro.
Mándalo de palabra, y quede sano mi criado» (Lc 7,7).
Aquel centurión poseía la virtud de la fe al creer
que Jesús podría hacer el milagro —si así lo quería— con sólo su divina
voluntad. La fe le hacía creer que, prescindiendo de allá donde Jesús pudiera
hallarse, Él podría sanar al criado enfermo. Aquel centurión estaba muy
convencido de que ninguna distancia podría impedir o detener a Jesucristo, si
quería llevar a buen término su trabajo de salvación.
Nosotros también estamos llamados a tener la misma fe
en nuestras vidas. Hay ocasiones en que podemos ser tentados a creer que Jesús
está lejos y que no escucha nuestros ruegos. Sin embargo, la fe ilumina
nuestras mentes y nuestros corazones haciéndonos creer que Jesús está siempre
cerca para ayudarnos. De hecho, la presencia sanadora de Jesús en la Eucaristía
ha de ser nuestro recordatorio permanente de que Jesús está siempre cerca de
nosotros. San Agustín, con ojos de fe, creía en esa realidad: «Lo que vemos es
el pan y el cáliz; eso es lo que tus ojos te señalan. Pero lo que tu fe te
obliga a aceptar es que el pan es el Cuerpo de Jesucristo y que en el cáliz se
encuentra la Sangre de Jesucristo».
La fe ilumina nuestras mentes para hacernos ver la
presencia de Jesús en medio de nosotros. Y, como aquel centurión, diremos:
«Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo» (Lc
7,6). Por tanto, si nos humillamos ante nuestro Señor y Salvador, Él viene y se
acerca a curarnos. Así, dejemos a Jesús penetrar nuestro espíritu, en nuestra
casa, para curar y fortalecer nuestra fe y para llevarnos hacia la vida eterna.
Fr. John A. SISTARE (Cumberland, Rhode Island, Estados Unidos)
Santoral Católico:
Santos Cornelio y
Cipriano
Mártires
Cornelio fue elegido papa, por su humildad y
su bondad, en marzo del año 251, al cesar la persecución del emperador Decio y
después de un largo periodo de sede vacante. Adoptó una actitud indulgente en
la praxis penitencial para acoger a los que habían apostatado en la
persecución, y así, con gran espíritu de caridad, recuperó a la plena comunión
con la Iglesia a muchos cristianos caídos en la apostasía. Se opuso al
rigorista Novaciano quien provocó un cisma, pero con la ayuda sobre todo de
Cipriano pudo imponer su autoridad. Fue desterrado por el emperador Galo, y
murió en Civitavecchia, puerto de Roma, en septiembre del año 253. Su cuerpo,
trasladado a Roma, fue sepultado en el cementerio de Calixto.
Cipriano nació en Cartago hacia el año 210, de
familia pagana. Convertido a la fe y ordenado de sacerdote, fue elegido obispo
de su ciudad el año 249. En tiempos muy difíciles gobernó sabiamente su Iglesia
con sus obras y sus escritos. En la persecución de Valeriano, primero sufrió el
destierro y después, tras su vuelta a Cartago, fue decapitado el 14 de
septiembre del año 258. Fue importante por sus escritos, pero sobre todo como
pastor, cuya influencia se dejó sentir no sólo en el norte de África sino también
en las Iglesias de España.
Oración: Oh
Dios, que has puesto al frente de tu pueblo como abnegados pastores y mártires
intrépidos a los santos Cipriano y Cornelio, concédenos, por su intercesión,
fortaleza de ánimo y de fe para trabajar con empeño por la unidad de tu
Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa –
Catholic.net
Pensamiento del día
"Hay grandes hombres
que hacen
a todos los demás sentirse
pequeños...
Pero la verdadera grandeza
consiste
en hacer que todos se
sientan grandes"
(Charles Dickens)
Tema del día:
Devoción de las tres
Avemarías
¿En qué consiste la
devoción de las tres Avemarías?
En rezar tres veces el Avemaría a la Santísima
Virgen, Madre de Dios y Señora nuestra, bien para honrarla o bien para alcanzar
algún favor por su mediación.
¿Cuál es el fin de esta
devoción?
Honrar los tres principales atributos de María
Santísima, que son:
1.- El poder que le otorgó Dios Padre por ser su Hija
predilecta.
2.- La sabiduría con que la adornó Dios Hijo, al
elegirla como su Madre.
3.- La misericordia con que la llenó Dios Espíritu
Santo, al escogerla por su inmaculada Esposa.
De ahí viene que sean tres las Avemarías a rezar y no
otro número diferente.
¿Cuál es la forma de
rezar las tres Avemarías?
María Madre mía, líbrame de caer en pecado mortal.
- 1. Por el poder que te concedió el Padre Eterno
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor
es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- 2. Por la sabiduría que te concedió el Hijo.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor
es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- 3. Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor
es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como
era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!
¿Cuál es el origen de la
devoción de las tres Avemarías?
Santa Matilde, religiosa benedictina, suplicó a la
Santísima Virgen que la asistiera en la hora de la muerte. La Virgen María le
dijo lo siguiente: "Sí que lo haré; pero quiero que por tu parte me reces
diariamente tres Avemarías. La primera, pidiendo que así como Dios Padre me
encumbró a un trono de gloria sin igual, haciéndome la más poderosa en el cielo
y en la tierra, así también yo te asista en la tierra para fortificarte y
apartar de ti toda potestad enemiga. Por la segunda Avemaría me pedirás que así
como el Hijo de Dios me llenó de sabiduría, en tal extremo que tengo más conocimiento
de la Santísima Trinidad que todos los Santos, así te asista yo en el trance de
la muerte para llenar tu alma de las luces de la fe y de la verdadera
sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error e ignorancia. Por
la tercera, pedirás que así como el Espíritu Santo me ha llenado de las
dulzuras de su amor, y me ha hecho tan amable que después de Dios soy la más
dulce y misericordiosa, así yo te asista en la muerte llenando tu alma de tal
suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para ti
en delicias."
Y esta promesa se extendió en beneficio de todos
cuantos ponen en práctica ese rezo diario de las tres Avemarías.
¿Cuáles son las promesas
de la Virgen a quienes recen diariamente las tres avemarías?
Nuestra Señora prometió a Santa Matilde y a otras
almas piadosas que quien rezara diariamente tres Avemarías, tendría su auxilio
durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte, presentándose
en esa hora final con el brillo de una belleza tal que con sólo verla la
consolaría y le transmitiría las alegrías del Cielo.
¿De qué fecha data el
primer texto del Avemaría?
El 23 de octubre de 1498 apareció impreso en
Brescia-Italia, el primer texto completo del Avemaría, tal como se le reza en
la actualidad. Fue incluida en una obra dedicada a la Virgen, compuesta por el
padre servita Gasparino Borro. En 1568, el Papa Pío V, al promulgar la nueva
Liturgia de las Horas, introdujo y prescribió la fórmula completa del Avemaría
y dispuso que todos los sacerdotes, al iniciar en cada hora el rezo del Oficio
Divino, recen el Avemaría después del Padre Nuestro.
¿Cuál es el fundamento
de esta devoción?
La afirmación católica de que la Santísima Virgen
poseyó, en el más alto grado posible a una criatura, los atributos de poder,
sabiduría y misericordia.
Esto es lo que enseña la Iglesia al invocar a María
como Virgen Poderosa, Madre de Misericordia y Trono de Sabiduría.
Fuente: Web Católico de Javier
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ese modo ayudan a sembrar en el mundo la alegría del Evangelio.
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
En cierta ocasión estaban en un convento trabajando
arduamente los monjes, cuando en forma imprevista llegó otro monje peregrino
que se dedicaba a predicar las cosas de Dios. Golpeó la puerta principal y les
dijo a los laboriosos religiosos del convento: "Vengo a visitarles para hablarles
del Señor".
Los monjes que estaban muy atareados, de inmediato
empezaron a murmurar entre ellos: "¿Qué puede enseñarnos éste que nosotros
no sepamos?"
"¡Sólo llega este peregrino a hacernos perder el
tiempo!", comentaban contrariados.
Y en medio de ese descontento, decidieron insinuarle
muy sutilmente que no podrían detenerse para escucharlo.
Entonces, uno de los monjes, le ofreció como cena
sólo un vaso de leche diciéndole: "Mira, es lo único que tenemos para
darte de comer; no tenemos tiempo en prepararte otra comida".
El monje peregrino, que no era tonto, interpretó
inmediatamente la indirecta, y colocando un pétalo de rosa sobre el vaso de
leche que le habían ofrecido, dijo: "Ves, este pétalo que he agregado a la
leche flota en la superficie, pero no hace rebasar el vaso. Por el contrario,
no sólo que no ocupa lugar, sino que además perfuma la leche que me
trajiste".
El monje del convento calló y se retiró avergonzado:
Él también había captado el sutil mensaje de respuesta.
Moraleja: "Por más que estemos atareados,
siempre debe haber un tiempo en nuestra vida y un lugar en nuestro corazón para
escuchar las cosas de Dios. Lo que escuchemos y aprendamos acerca de Él, no
sólo no "rebasará" nuestros conocimientos u ocupará inútilmente nuestro
tiempo, sino que por el contrario, contribuirá a "perfumar" y hacer
más bella nuestra existencia".
Cinco minutos con Jesús
Setiembre 16
Lo que pesa en la ofrenda que se presenta a Dios no
es lo material, sino la espiritualidad del que ofrece lo material. Dicho con
las palabras de San Juan de la Cruz: “Dios no mira lo que le ofrecemos sino el
amor con que se lo ofrecemos”
A ejemplo del Señor, que se nos dio todo entero,
nosotros debemos darnos íntegros, sin reservarnos nada para nosotros mismos.
Eso es, precisamente, una consagración, una entrega total, absoluta, sin
excepciones ni limitaciones de ninguna clase.
(Padre Alfonso Milagro)
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
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