PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
13 - Número 3826 ~ Domingo 18 de Noviembre de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Llegamos
casi al final del año litúrgico: ¡Cuántas vivencias, interna y externamente,
hemos compartido o incentivado en nuestra comunidad! (Eclesial, Diocesana,
Parroquial, Comunitaria, etc.). ¿Qué quedará al final de todo esto? Nos
podríamos interpelar en esta celebración. Ni más ni menos lo que, al prensar el
evangelio de hoy, brota con un lenguaje apocalíptico: veremos al Hijo del
hombre. Desde el mismo día de nuestro Bautismo, Jesús, nos invitó a seguirle
con una visión de un futuro totalmente distinto al que vivimos.
Los
cristianos, bien lo sabemos, no caminamos por la vida de espaldas a lo que
acontece en ella pero, sabemos, que el Señor vendrá. Y, precisamente esa
venida, nos carga de esperanza y de ilusión para seguir apostando y creyendo en
Jesús de Nazaret.
¡Demos
gracias a Dios! Durante todo este año litúrgico hemos sido guiados, hacia el
Padre, de la mano de San Marcos. Con él hemos aprendido a estar con los pies en
la tierra pero sin olvidar los horizontes que nos aguarda en el cielo. Mirando
al futuro que nos aguarda es cuando, como cristianos, trabajamos con vigor y
con pasión por la transformación de la realidad que nos rodea.
No
nos quedemos fuera de todo este seductor proyecto que Jesús ha puesto en
nuestras manos. Aprovechemos la oportunidad que Dios nos da de ser sus
colaboradores para llevar a feliz realidad, junto con Jesús, esa sociedad que
vive como si Dios no existiera y que ya no sabe sino desesperar de sí misma.
Padre Javier Leoz
¡Buenos días!
Entre truenos y
relámpagos
Un niño es el regalo de Dios para tus días tristes.
Es el movimiento y el torbellino de la vida que se agita, que salta, que corre,
que sueña, que sonríe y se duerme. Un niño es siempre una esperanza, un por qué
vivimos y trabajamos sin dar lugar a la fatiga. Un niño es un misterio
impenetrable; ¿qué será de él en el futuro?
Una nena, como todos los
días fue caminando a la escuela, a pesar del mal tiempo y de las nubes oscuras.
A los pocos minutos el viento arreció y empezaron los rayos y los truenos. La
madre pensó que su hijita podría tener miedo en el camino, pues ella misma
estaba asustada por la tormenta. Preocupada, la madre entró a su auto, y se
dirigió a la escuela. En el camino encontró a su hija caminando, y notó que a
cada relámpago la niña se detenía, miraba hacia arriba y sonreía. Cuando la
niña subió al auto, la madre le preguntó muy curiosa: —¿Qué estabas haciendo?
La niña le respondió: —Estaba sonriendo, porque Dios no paraba de sacarme
fotos.
Un niño es el interrogante permanente sobre el mundo
que hemos construido, sobre los valores que nos movilizan, sobre el destino de
nuestra humanidad... ¿Saldría el sol cada mañana si ellos no iluminaran
nuestras noches? ¿Podríamos vivir sin su bullicio, sin sus sonrisas, sin la
abismante profundidad de sus preguntas? (Anónimo). Agradezcamos este don del
Cielo.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
♥ Primera Lectura: Dn 12, 1-3
♥ Salmo: Sal 15, 5. 8-11
♥ Segunda Lectura: Heb 10, 11-14. 18
♥ SANTO EVANGELIO: Mc 13,24-32
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En
aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la
luna no dará su resplandor, y los astros estarán cayendo del cielo, y las
fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. Entonces, verán al Hijo del
hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los
ángeles, y congregará a sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad
de la tierra hasta la extremidad del cielo.
»De la higuera aprended la semejanza: cuando ya sus
ramas se ponen tiernas, y brotan las hojas, conocéis que el verano está cerca;
así también, cuando veáis suceder todo esto, sabed que Él está cerca, a las
puertas. En verdad, os digo, la generación ésta no pasará sin que todas estas
cosas se hayan efectuado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán. Mas en cuanto al día y la hora, nadie sabe, ni los mismos ángeles del
cielo, ni el Hijo, sino el Padre».
♥ Comentario:
Hoy recordamos cómo, al comienzo del año litúrgico,
la Iglesia nos preparaba para la primera llegada de Cristo que nos trae la
salvación. A dos semanas del final del año, nos prepara para la segunda venida,
aquella en la que se pronunciará la última y definitiva palabra sobre cada uno
de nosotros.
Ante el Evangelio de hoy podemos pensar que “largo me
lo fiais”, pero «Él está cerca» (Mc 13,29). Y, sin embargo, resulta molesto
—¡hasta incorrecto!— en nuestra sociedad aludir a la muerte. Sin embargo, no
podemos hablar de resurrección sin pensar que hemos de morir. El fin del mundo
se origina para cada uno de nosotros el día que fallezcamos, momento en el que
terminará el tiempo que se nos habrá dado para optar. El Evangelio es siempre
una Buena Noticia y el Dios de Cristo es Dios de Vida: ¿por qué ese miedo?;
¿acaso por nuestra falta de esperanza?
Ante la inmediatez de ese juicio hemos de saber
convertirnos en jueces severos, no de los demás, sino de nosotros mismos. No
caer en la trampa de la autojustificación, del relativismo o del “yo no lo veo
así”... Jesucristo se nos da a través de la Iglesia y, con Él, los medios y
recursos para que ese juicio universal no sea el día de nuestra condenación,
sino un espectáculo muy interesante, en el que por fin, se harán públicas las
verdades más ocultas de los conflictos que tanto han atormentado a los hombres.
La Iglesia anuncia que tenemos un salvador, Cristo,
el Señor. ¡Menos miedos y más coherencia en nuestro actuar con lo que creemos!
«Cuando lleguemos a la presencia de Dios, se nos preguntarán dos cosas: si
estábamos en la Iglesia y si trabajábamos en la Iglesia; todo lo demás no tiene
valor» (Beato J.H. Newman). La Iglesia no sólo nos enseña una forma de morir,
sino una forma de vivir para poder resucitar. Porque lo que predica no es su
mensaje, sino el de Aquél cuya palabra es fuente de vida. Sólo desde esta
esperanza afrontaremos con serenidad el juicio de Dios.
Rev. D. Pedro IGLESIAS Martínez (Rubí, Barcelona, España)
Palabras de San Juan
Pablo II
“La orante unión con Cristo
nos ayuda a descubrir su presencia
incluso en momentos de aparente desilusión,
cuando la fatiga parece inútil.
En momentos así es cuando hay que abrir el corazón
a la onda de la gracia y dejar
que la palabra del Redentor actúe con toda su fuerza”
Predicación del
Evangelio:
Perseguidos
Siguen viniendo.
Siete mil personas –hombres, mujeres, y niños– están en marcha. Por la mayor parte son hondureños. Pero hay guatemaltecos, y probablemente
salvadoreños y mexicanos también. Están
atravesando México a la frontera con el EEUU.
Allá van a declararse como refugiados.
¿Quién puede negar que han experimentado amenazas y quizás asesinos en
sus pueblos? Son personas perseguidas aunque no es cierto que puedan convencer
a los jueces americanos de sus casos. De
todos modos son como las gentes en las tres lecturas de la misa hoy.
En la primera lectura el “tiempo de angustia” refiere
a la persecución de los judíos en el segundo siglo antes de Cristo. Entonces los griegos regían a Israel. Trataron a convertir a los judíos al
paganismo por fuerza. Se presume que los
dirigidos de la Carta a los Hebreos eran cristianos judíos. A lo mejor no estaban perseguidos por una
fuerza exterior sino por las dificultades de vivir la fe en el mundo. No obstante, el autor identifica estas
pruebas como hombres cuando dice que Cristo está aguardando “a que sus enemigos
sean puestos bajo sus pies”.
El evangelio narra la predicción de Jesús sobre la
persecución de sus discípulos en el tiempo venidero. Cuando dice que será “gran tribulación”, los
cristianos del primer siglo tendrán en cuenta varios crímenes del imperio
romano. Cuando el emperador acusó
falsamente a los cristianos de poner fuego a Roma, creó una reacción atroz
entre la gente. San Pedro y San Pablo
entre muchos otros cristianos fueron martirizados. También, las turbas ahuyentaron a muchas
cristianos de la ciudad.
Las persecuciones contra la Iglesia no han cesado
hasta el día hoy. Hace unos años el Estado
Islámico publicó en el Internet un video de la ejecución de trientes
cristianos. Ahora los radicales en
Pakistán están insistiendo que una cristiana sea ejecutada por supuestamente
blasfemando al profeta Mohamed aunque la corte suprema allá le ha declarado
inocente. Sí es la verdad que la mayoría
de los cristianos en el mundo no tienen que preocuparse de la pérdida de
vida. Sin embargo, a menudo enfrentan la
persecución de modos más sutiles.
Algunos políticos no pueden votar con su consciencia
sobre el aborto por miedo de perder el apoyo de su partido. El aborto se ha vuelto en la cuestión más
controvertida en la política norteamericana de modo que un partido
prácticamente haya prohibido a sus representantes a tomar una posición en pro
de vida.
Muchos jóvenes entran en guerra contra sus
conciencias por miedo de perder una experiencia considerada buena. Se les hacen sentir como desvalidos si no
tienen relaciones antes de casarse o si no prueban drogas. Es difícil decir “no” a la tentación cuando
los medios masivos glorifican el sexo y promueven la legalización de marihuana.
No es raro que nos sintamos perseguidos en el
trabajo. Puede ser por un jefe que
siempre nos corrige aun cuando hacemos todo bien. Puede ser por las palabrotas de compañeros
que nos quitan la paz. Puede ser por el
pago insuficiente para cubrir las necesidades de la casa. No sabemos qué hacer cuando no se oyen
nuestras quejas y no es factible buscar otro empleo.
En el evangelio el Señor Jesús promete a sus discípulos
que vendrá cuando la situación parezca no aguantable. Rescatará a su pueblo de la persecución y
terminará sus dolores. Tan cierto como
la higuera echa hojas en el verano, Jesús premiará a sus fieles con la
salvación.
Hasta entonces es de nosotros a seguir luchando. Pero no deberíamos pensar que estemos en la
guerra solos. Pues tenemos el apoyo de
Jesús mismo. Él forma a otros fieles mujeres
y hombres para aliviarnos. Él despacha
al Espíritu Santo para iluminarnos a discernir entre lo bueno y lo malo. Sobre todo él nos viene en el sacramento que
ya estamos para recibir. Su Cuerpo nos
dará sustancia para resistir las tentaciones.
Su Sangre nos levantará el ánimo para mantener el gozo a pesar de las
dificultades. En el Día de Acción de
Gracias qué no olvidemos a agradecer a Dios por el acompañamiento de Jesús.
Padre Carmelo Mele O. P.
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Ofrecimiento para
sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio
del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de
preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la
Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Agradecimientos
Imaginemos
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
♡ Desde Buenos
Aires, Ana María C. escribe y dice: “Te pido que incluyas en Pequeñas
Semillitas el más sincero agradecimiento a quienes oraron por Liliana, quien fue sometida a dos
intervenciones quirúrgicas, brazo izquierdo y cadera, el 7/11, fiesta de María,
Medianera de todas las Gracias, debido a las fracturas producidas por una
caída. Las cirugías fueron exitosas y desde hace una semana se encuentra en su
hogar, algo dolorida aún pero recuperándose a pasos agigantados”
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
Si
lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas
Semillitas" por correo. Las suscripciones son totalmente gratis y solo
tienes que solicitarlas dirigiéndote por mail a feluzul@gmail.com con el título “Suscripción a Pequeñas Semillitas”
Si
ya estás suscripto y quieres cancelar tu suscripción debes escribir a la misma
dirección con el título: “Baja”.
También
te invito a que compartas las "Pequeñas
Semillitas" que recibes por correo electrónico reenviándolas a tus
contactos, y de ese modo tú también estarás sembrando en el mundo la alegría
del Evangelio.
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
Una luz en medio de la oscuridad. Las formas emergen
en medio de la noche. Empezamos a ver con algo de nitidez lo que bulle a
nuestro alrededor. Un mundo de prisas y angustias trata de absorbernos,
mientras el reloj corre y suena el teléfono.
Hay ocasiones en que la vida nos arrastra. Dejamos
que los hechos marquen la pauta de nuestras acciones. Empezamos a vivir como
despojados de quereres propios y esclavos de voluntades ajenas.
Cuando una luz clara nos hace ver cómo perdemos el
tiempo entre actos que nos cansan y que nos destruyen, estamos en condiciones
para dar un paso fuera de las tinieblas y de las dudas asfixiantes.
Esa luz vino al mundo, habló a los pobres y a los
ricos, visitó a los enfermos, consoló a los tristes, denunció el pecado,
anunció la gran fiesta de la misericordia. Esa luz tuvo un rostro y un nombre:
Jesucristo.
Queda atrás la noche con sus tinieblas y sus miedos.
Rompemos con ambiciones que carcomen lo mejor del alma. Abrimos el corazón a
Dios, que nos conoce y ama como Padre bueno. Una luz clara ilumina los ojos de
mi alma y me impulsa a pedir perdón, a perdonar, y a buscar la paz que viene de
lo alto y que llena la vida de esperanza.
P. Fernando Pascual
Cinco minutos del
Espíritu Santo
Noviembre 18
Cuenta el Evangelio que Jesús “se dejó llevar por el
Espíritu al desierto” (Lucas 4,1). En el desierto Dios habla al corazón. Porque
en el desierto no hay nada interesante, nada que pueda distraernos y
atontarnos. Sólo arena movida por el viento. Por eso, llega un momento en que
nos sentimos solos, desnudos frente a Dios, y entonces le abrimos de verdad el
corazón. El Espíritu Santo quiere llevarnos al desierto.
Si leemos el libro del profeta Oseas, allí vemos a un
enamorado que intenta por todos los medios seducir a la amada, pero todo es
inútil. Finalmente encuentra una manera: “La llevaré al desierto y le hablaré
al corazón" (Oseas 2,16).
Evidentemente, eso no significa que tengamos que
hacer un viaje para buscar a Dios en un desierto. Se trata de hacer desierto en
nuestro interior. Hay que despojarse de todo, darse cuenta de que no vale la
pena aferrarse a nada, que todos los falsos remedios y secretos de felicidad no
sirven. Sólo nos distraen. Son fantasías y excusas. Tenemos que entrar en
oración, dejar todo a un lado, dejar que todo se caiga. Hacer desierto es
entonces encontrarnos cara a cara con el Padre Dios, para conversar con él
desnudos, sin ocultar nada, sin aferrarnos a nada. Sólo así podremos descubrir
y aceptar que él es el único que vale la pena, que sólo él puede ocupar el
centro de nuestra existencia.
Podemos vivir este desierto en medio de la ciudad,
dentro de las preocupaciones de un día de trabajo, en cualquier circunstancia.
Porque en cualquier cosa que hagamos podemos vaciarnos, desarmarnos, liberarnos
de falsas seguridades y quedar pobres, con humildad, rendidos y espiritualmente
postrados ante Dios.
El Espíritu Santo quiere hacernos vivir ese desierto
ahora mismo. Aceptemos esta divina invitación que puede cambiar nuestras vidas.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito
de todos)
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