domingo, 4 de noviembre de 2018

Pequeñas Semillitas 3812

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3812 ~ Domingo 4 de Noviembre de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina) 
Alabado sea Jesucristo…
En el Evangelio de este domingo se nos dice que amemos al prójimo como a nosotros mismos. Y esta es la regla de oro de la caridad.
Es frecuente que, inconscientemente, usemos dos reglas distintas: una para juzgar a los demás y otra para juzgarnos a nosotros mismos. Somos muy benévolos para juzgarnos a nosotros, y con frecuencia crueles para juzgar a los demás.
Por eso es tan sabia la norma del Evangelio: «No hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti». «Pórtate con los demás como te gusta que se porten contigo». Si todos cumplieran esta norma evangélica, esta vida sería un pedazo de cielo.
Esta identificación de Cristo con mi prójimo es la suprema norma de caridad. Pensar que Cristo me premiará lo que haga con mi prójimo como hecho a Él mismo es una maravillosa motivación para practicar la caridad.
Padre Jorge Loring S. J.

¡Buenos días!

¡Cuánto te ama Dios!
La Biblia es una carta de Dios que nos ama. Medita estas frases: Yo soy tu proveedor: miro por tus necesidades (Mt 6, 31-33). El plan que tengo para tu futuro está siempre lleno de esperanza (Jer. 29, 11). Yo te amo con amor eterno (Jer. 31, 3). Me regocijo por ti con cantos de alegría (Sof. 3, 7).Tú eres de gran precio para mí, porque eres valioso (Is.43, 4). (Sigue).

Si Dios tuviera una heladera, tu fotografía estaría pegada a su puerta. Si él tuviera una billetera, llevaría en ella tu foto. Él te envía flores cada primavera. Él te regala un amanecer soleado cada mañana. Las veces que deseas hablar, él te escucha. Él puede vivir en cualquier parte del universo, pero eligió... tu corazón. Reconócelo como amigo. ¡Él está loco por ti! Dios no prometió días sin dolor, risas sin penas, sol sin lluvias, pero prometió fortaleza para el día, consuelo para las lágrimas, y luz para el camino. Tanto te ama que murió por ti. Ahora mismo,  abre tu corazón y déjate amar por Dios.

Yo deseo afirmarte dándote todo mi corazón y toda mi alma (Jer. 32, 41). Deléitate en mí y te concederé las peticiones de tu corazón (Sal. 37, 4). Porque yo soy el que produce en ti el querer y el hacer (Flp. 2, 13). Yo también soy el Padre que te consuela y reconforta en todos tus problemas (2 Cor. 1,3-4). Como el pastor carga a un cordero, yo te cargo a ti cerca de mi corazón (Is. 40, 11). La Palabra de Dios fortalezca tu confianza en el Señor.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
 
Primera Lectura: Deut 6, 1-6

Salmo: Sal 17, 2-4. 47. 51ab

Segunda Lectura: Heb 7, 23-28

SANTO EVANGELIO: Mc 12,28-34
En aquel tiempo, se acercó a Jesús uno de los escribas y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos».
Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.

Comentario:
Hoy, está muy de moda hablar del amor a los hermanos, de justicia cristiana, etc. Pero apenas se habla del amor a Dios.
Por eso tenemos que fijarnos en esa respuesta que Jesús da al letrado, quien, con la mejor intención del mundo le dice: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» (Mc 12,29), lo cual no era de extrañar, pues entre tantas leyes y normas, los judíos buscaban establecer un principio que unificara todas las formulaciones de la voluntad de Dios.
Jesús responde con una sencilla oración que, aún hoy, los judíos recitan varias veces al día, y llevan escrita encima: «Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas» (Mc 12,29-30). Es decir, Jesús nos recuerda que, en primer lugar, hay que proclamar la primacía del amor a Dios como tarea fundamental del hombre; y esto es lógico y justo, porque Dios nos ha amado primero.
Sin embargo, Jesús no se contenta con recordarnos este mandamiento primordial y básico, sino que añade también que hay que amar al prójimo como a uno mismo. Y es que, como dice el Papa Benedicto XVI, «amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero».
Pero un aspecto que no se comenta es que Jesús nos manda que amemos al prójimo como a uno mismo, ni más que a uno mismo, ni menos tampoco; de lo que hemos de deducir, que nos manda también que nos amemos a nosotros mismos, pues al fin y al cabo, somos igualmente obra de las manos de Dios y criaturas suyas, amadas por Él.
Si tenemos, pues, como regla de vida el doble mandamiento del amor a Dios y a los hermanos, Jesús nos dirá: «No estás lejos del Reino de Dios» (Mc 12,34). Y si vivimos este ideal, haremos de la tierra un ensayo general del cielo.
Rev. D. Ramón CLAVERÍA Adiego (Embún, Huesca, España)

Palabras de San Juan Pablo II 
“El amor es el primer y eterno contenido del mandamiento que proviene del Padre. Cristo dice que él mismo ‘observa’ este mandamiento. Es también Él quien nos da este mandamiento, en el que está todo el contenido esencial de nuestra semejanza a Dios en Cristo [...] El Señor revela al mundo el misterio del amor divino y la verdadera dignidad del hombre”

Predicación del Evangelio:
Todo por amor
 
Para comprender el texto evangélico que nos trae la liturgia de hoy hay que recordar el enfrentamiento entre Jesús y las autoridades religiosas de Israel, que cada día se sentían más molestas con su predicación. Le hacían preguntas malintencionadas con el fin de ponerlo en conflicto con las enseñanzas religiosas tradicionales. Pero Jesús no se deja “poner contra las cuerdas” y  argumenta vigorosamente.

El interlocutor del relato de hoy es un maestro de la ley. Pero, a diferencia de los colegas que lo habían precedido en las discusiones con Jesús, es un hombre honesto que no está cegado por los prejuicios. Por eso Jesús le dice: “no estás lejos del reino de Dios”. Concentrémonos en el diálogo entre Jesús y este personaje.

La pregunta que hace el maestro de la ley  es precisa: “¿qué mandamiento es el primero de todos?”

- El Judaísmo de esa época tenía un problema muy serio respecto a la observancia de la ley, pues un número absurdamente alto de normas y preceptos impedía ver con claridad qué era lo realmente importante en la relación con Dios.
- Los líderes religiosos habían formulado 613 mandamientos, de los cuales 365 eran prohibiciones y 248 eran preceptos positivos. Si nos acercamos a esta lista interminable con sentido práctico, comprendemos que era imposible su cumplimiento. El pueblo creyente era incapaz de atender a tantos requerimientos. Y el  problema del cumplimiento se agudizaba porque las escuelas rabínicas hacían diversas interpretaciones y cada una proponía su propia jerarquía de normas.

Jesús nunca estuvo de acuerdo con esta forma de vivir la religión que la reducía a un ritualismo vacío que no iba al fondo de la relación con Dios y con la comunidad. Por eso aprovechó esta oportunidad de oro para corregir desviaciones y para fijar su posición.

Comprendemos, entonces, la importancia de la pregunta que  el maestro de la ley hace a Jesús: “¿qué mandamiento es el primero de todos?” Analicemos la respuesta de Jesús, que ofrece unos elementos muy interesantes:

- Sintetiza el difícil laberinto de los 613 mandamientos en un solo punto, y declara que el amor de Dios y el amor al prójimo son el centro de todos ellos.
- Une los dos mandamientos nucleares dándoles la misma importancia, de manera que el amor a Dios y al prójimo son inseparables. Como las dos caras de una misma moneda.
- Se sale del esquema enseñado por los escribas y fariseos, quienes veían la religión bajo la óptica del cumplimiento de unos ritos externos, y centra la religión en el amor y la justicia.
- Despoja a los jefes religiosos del poder de interpretar la complejísima lista de los 613 mandamientos, pues el pueblo ya puede prescindir de ellos en la medida en que descubre una religiosidad mucho más sencilla, que no necesita de eruditas interpretaciones.
- Vemos, pues, que la respuesta de Jesús simplifica lo que se había complicado innecesariamente; va a lo fundamental. Esto queda confirmado mediante la repetición de la palabra “todo”, que aparece repetida en cuatro ocasiones: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. Se trata de asumir el amor y la justicia como un compromiso de vida. Para ello Jesús repite el viejo texto del Deuteronomio, que escuchamos al comienzo de esta celebración.

Es hora de terminar nuestra meditación dominical. La respuesta que ofrece Jesús a la pregunta del maestro de la ley aporta una luz especial para comprender nuestra pertenencia a la Iglesia:

- Ciertamente, la Iglesia como cuerpo social necesita unas estructuras y unas reglas que permitan su adecuado funcionamiento.
- Es importante subrayar que se trata de algo puramente funcional, que no podemos identificar con lo nuclear de la relación con Dios.
- Que este texto evangélico de hoy, que tiene como telón de fondo el libro del Deuteronomio, nos ayude a descubrir una experiencia religiosa centrada en el amor a Dios y al prójimo, y que se expresa en hechos de justicia.
Padre Jorge Humberto Peláez S. J.

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página

Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
  
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com 
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.
  
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

 - - - - -  no ha llegado ningún agradecimiento - - - - -

Cinco minutos del Espíritu Santo
 
Noviembre 4
Los dones del Espíritu Santo están tomados del texto de Isaías 11,2, donde habla del Mesías, y dice que “reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Yahveh”. Como en el versículo 3 se repite el temor, algunas traducciones colocan “piedad”, y así tenemos los famosos siete dones.
Son los dones que han estado en plenitud en Jesús, porque él tenía “el Espíritu sin medida” (Juan 3,34). Y son los dones que el Espíritu Santo derrama también en cada uno de nosotros para impulsarnos a vivir de una manera diferente. Con estos dones, el Espíritu Santo nos sostiene y nos empuja para que podamos practicar con más agilidad las virtudes cristianas y para que lleguemos a la plenitud de la santidad.
Pidámosle al Espíritu Santo que desarrolle cada vez más esos dones en nuestra vida, de manera que podamos parecernos cada vez más a Jesús, para que se nos haga espontáneo actuar como Jesús actuaba. En los próximos días reflexionaremos sobre cada uno de estos dones.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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