PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
13 - Número 3814 ~ Martes 6 de Noviembre de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Me pregunto: ¿Cómo es
posible que un hombre de Dios se sienta desalentado?
Tal vez la respuesta está en
que somos hombres de carne y hueso… No somos perfectos. Tenemos nuestros sueños,
nuestras necesidades y también anhelamos realizarnos como personas.
Pero tenemos que pensar que
hay tiempos en que se exige heroísmo… y tiempos en que nos sentimos amenazados
y descorazonados... Pero sepamos que Dios concede heroísmo, fuerza y valentía a
los suyos. Y si lo invocamos a Él, ningún obstáculo impedirá realizar nuestros
sueños y anhelos. Dios nos acompaña. Él nos fortalece.
¡Buenos días!
La familia que encontró
a Cristo
Te cuento el caso de una familia que se marchó detrás
de Cristo, dejando castillos, riquezas y títulos de nobleza. Es el comienzo de
la historia de san Bernardo, Padre de la Iglesia por la calidad de sus
escritos, abad del monasterio de Claraval por muchos años y legado del Papa
para restablecer la paz y la unión entre los reinos de Europa.
Bernardo volvió a su
familia a contar la decisión que había tomado y todos se opusieron. Los amigos
le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para ir a sepultarse
vivo en un convento. Pero Bernardo les habló tan maravillosamente de las
ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al
convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y treinta amigos de la nobleza
que dejaron todo para unirse a Cristo.
Dicen que cuando
anunciaron a Nervando, el hermano menor, que se iban de religiosos, el joven
les dijo: "¡Ajá! ¿Ustedes se van para ganarse el cielo, y a mí me dejan
aquí en la tierra? Esto no lo acepto". Y poco después, también él se hizo
religioso del Císter.
Esa familia se decidió a seguir con generosidad a
Cristo pobre, casto y humilde. Sintieron y siguieron el llamado a una vida
entregada totalmente a dar testimonio de los valores del Evangelio. Los
bautizados estamos llamados a ser testigos de que el amor a Cristo puede llenar
nuestra vida en cualquier condición nos encontremos.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
♥ Primera Lectura: Flp 2, 5-11
♥ Salmo: Sal 21, 26b-30a. 31-32
♥ SANTO EVANGELIO: Lc 14,15-24
En aquel tiempo, dijo a Jesús uno de los que comían a
la mesa: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!». Él le respondió:
«Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a
su siervo a decir a los invitados: ‘Venid, que ya está todo preparado’. Pero
todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘He comprado un campo y
tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses’. Y otro dijo: ‘He comprado cinco
yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses’. Otro dijo: ‘Me he casado,
y por eso no puedo ir’.
»Regresó el siervo y se lo contó a su señor.
Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: ‘Sal en seguida a las
plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y
ciegos y cojos’. Dijo el siervo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía
hay sitio’. Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a
entrar hasta que se llene mi casa’. Porque os digo que ninguno de aquellos
invitados probará mi cena».
♥ Comentario:
Hoy, el Señor nos ofrece una imagen de la eternidad
representada por un banquete. El banquete significa el lugar donde la familia y
los amigos se encuentran juntos, gozando de la compañía, de la conversación y
de la amistad en torno a la misma mesa. Esta imagen nos habla de la intimidad
con Dios trinidad y del gozo que encontraremos en la estancia del cielo. Todo
lo ha hecho para nosotros y nos llama porque «ya está todo preparado» (Lc
14,17). Nos quiere con Él; quiere a todos los hombres y las mujeres del mundo a
su lado, a cada uno de nosotros.
Es necesario, sin embargo, que queramos ir. Y a pesar
de saber que es donde mejor se está, porque el cielo es nuestra morada eterna,
que excede todas las más nobles aspiraciones humanas —«ni el ojo vio, ni el
oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le
aman» (1Cor 2,9) y, por lo tanto, nada le es comparable—; sin embargo, somos
capaces de rechazar la invitación divina y perdernos eternamente el mejor
ofrecimiento que Dios podía hacernos: participar de su casa, de su mesa, de su
intimidad para siempre. ¡Qué gran responsabilidad!
Somos, desdichadamente, capaces de cambiar a Dios por
cualquier cosa. Unos, como leemos en el Evangelio de hoy, por un campo; otros,
por unos bueyes. ¿Y tú y yo, por qué somos capaces de cambiar a aquél que es
nuestro Dios y su invitación? Hay quien por pereza, por dejadez, por comodidad
deja de cumplir sus deberes de amor para con Dios: ¿Tan poco vale Dios, que lo
sustituimos por cualquier otra cosa? Que nuestra respuesta al ofrecimiento
divino sea siempre un sí, lleno de agradecimiento y de admiración.
Rev. D. Joan COSTA i Bou (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Leonardo de Noblac
Ermitaño
Llevó vida eremítica en un lugar al que dio el nombre
de Noblac, cerca de Limoges (Francia). Allí construyó una ermita en la que
vivió santamente hasta su muerte acaecida a mediados del siglo VI.
Posteriormente la ermita se convirtió en el monasterio llamado
Saint-Leonard-de-Noblac.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa –
Catholic.net
Pensamiento del día
«La adoración eucarística es
una forma esencial de estar con el Señor.
En la sagrada custodia está
presente el verdadero tesoro,
siempre esperando por
nosotros:
no está allí por Él, sino
por nosotros»
Benedicto XVI
Tema del día:
La justicia
“Dar a cada quien lo suyo”. Así se ha definido
siempre la justicia.
Si vamos a la etimología, justicia proviene del
sustantivo latino “ius”, que significa derecho. Es justo el hombre que concede
a cada uno sus derechos, lo que le es debido por ser lo que es en todos los
órdenes. Por tanto, la justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar
a los demás lo que les es debido.
La justicia es un valor que acompaña el ejercicio de
la correspondiente virtud moral cardinal. Desde el punto de vista subjetivo, la
justicia se traduce en la actitud determinada por la voluntad de reconocer al
otro como persona. Desde el punto de vista objetivo, este valor y virtud
constituye el criterio determinante de moralidad en el ámbito intersubjetivo y
social.
Hoy la justicia se muestra particularmente importante
en el contexto actual, en que el valor de la persona, de su dignidad y de sus
derechos, está seriamente amenazado por la generalizada tendencia a recurrir
exclusivamente a los criterios de utilidad y del tener.
La justicia no es una simple convención humana,
porque lo que es “justo” no es originalmente determinado por la ley, sino por
la identidad profunda del ser humano.
Esta virtud regula las relaciones entre los hombres
en sus múltiples manifestaciones: con Dios, con los demás y consigo mismo.
Tenemos que ser justos, primero, con Dios. La
justicia con Dios se llama virtud de religión. Debemos dar a Dios honor y
gloria. Debemos dar a Dios el primer lugar. Y esto se demuestra en dedicar un
tiempo al día para agradecerle la vida, la fe, y tantas gracias que a diario Él
nos da en el orden espiritual y material, familiar y laboral. Aquí entrarían
esos minutos al día para leer la Biblia y entrar en diálogo con Él. Aquí
entraría ese participar activa y fervorosamente de la misa dominical. Aquí
también la oración de agradecimiento antes de las comidas. O ese rezo del Rosario
en familia. Todo esto es justicia con Dios por ser quien es: nuestro Señor,
nuestro Padre y nuestro Dios.
Tenemos que ser justos, sobre todo, con los demás.
Esta justicia garantiza básicamente el respeto mutuo en el uso de los bienes
que Dios nos ha otorgado, que son para todos y que miran no sólo a nuestra
utilidad en este mundo, sino también para que nos ayuden a llegar hasta Dios.
El Magisterio social de la Iglesia evoca al respecto tres formas clásicas de
justicia: la conmutativa, la distributiva y la legal. Dice el Catecismo de la
Iglesia católica: “Los contratos están sometidos a la justicia conmutativa, que
regula los intercambios entre las personas y entre las instituciones en el
respeto exacto de sus derechos. La justicia conmutativa obliga estrictamente;
exige la salvaguardia de los derechos de propiedad, el pago de las deudas y el
cumplimiento de obligaciones libremente contraídas. Sin justicia conmutativa no
es posible ninguna otra forma de justicia. La justicia conmutativa se distingue
de la justicia legal, que se refiere a lo que el ciudadano debe equitativamente
a la comunidad, y de la justicia distributiva que regula lo que la comunidad
debe a los ciudadanos en proporción a sus contribuciones y a sus necesidades”
(número 2411). “En virtud de la justicia conmutativa, la reparación de la
injusticia cometida exige la restitución del bien robado a su propietario…”
(número 2412).
Por tanto, bajando a detalles, se falta a la
justicia, y a veces gravemente, mediante el hurto, la rapiña, el fraude, la
usura, la extorsión, el plagio, la retención injusta del algo ajeno. Se falta a
la justicia, cuando por negligencia se retrasan los salarios o pagos, pudiendo
hacerlo a tiempo. Mientras se pueda, convendría pagar al contado, sobre todo a
los que lo necesitan, y al día siguiente de terminar el mes.
Falta a la justicia:
• El patrón que retrasa el pago del salario a los
obreros, sin causa justa.
• El que se niega a pagar sus deudas pudiendo
hacerlo.
• Los que no devuelven las cosas prestadas o las
devuelven en mal estado.
• Los que engañan en la administración de bienes
ajenos.
• Los que falsifican dinero.
• El que estafa a quien le confió la administración
de sus bienes.
• Los que guardan la cosa perdida sin buscar al
dueño.
• El que con gastos excesivos se imposibilita para
pagar sus deudas.
• Los comerciantes que provocan quiebras ficticias
para declararse insolventes.
• El que sabiendo que en el supermercado se ha
equivocado la cajera y le ha dado dinero de más, y no hace nada por devolverlo.
Tenemos que ser justos, finalmente, con nosotros
mismos. A esto lo llamamos humildad. La justicia con nosotros mismos significa
ponernos en el lugar que nos corresponde: ni arriba ni abajo. Y si ahondamos un
poco, sabemos que el lugar que nos corresponde es el último, porque somos
criaturas de Dios, servidores de nuestros hermanos y además pesa sobre nosotros
una realidad profunda: somos pecadores.
Tratemos de vivir esta virtud de la justicia con más
conciencia, sobre todo con nuestro prójimo. Y unamos a la virtud de la
justicia, la virtud del amor y de la solidaridad. Sólo así superaremos la
visión contractual de la justicia, que es visión limitada. La justicia sola no
basta. Puede incluso llegar a negarse a sí misma, si no se abre a aquella
fuerza más profunda que es el amor.
Autor: P. Antonio Rivero, LC
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
Hoy podrían ocurrir cantidad de hechos terribles.
Podrían ocurrir, pero probablemente no ocurran.
Y sin embargo, demasiado a menudo, el temor por
aquellas cosas que podrían suceder, así de improbables como son, nos aleja de
las cosas maravillosas que podrían ser.
E irónicamente, lo que termina ocurriendo es lo peor
de todo lo que podría ocurrir. Absolutamente nada.
Aunque siempre hay riesgos, éstos son ampliamente
superados en cantidad por las oportunidades positivas que tienes a tu
alcance.
Por cada dificultad que podrías encontrar, hay
docenas de oportunidades esperando ser aprovechadas.
Anímate y arriésgate hoy, y todos los días. Vive
plenamente la vida con la que has sido bendecido.
Experimentarás las alegrías que te están esperando
apenas tengas el coraje y la fe como para formar parte del juego.
Toma una respiración profunda. Date cuenta de que hay
un hermoso mundo esperando ser disfrutado. Forma parte de él.
Concéntrate en las cosas maravillosas que podrían
ser, y disfruta haciéndolas realidad.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los
que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para
que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto
con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de
Jesús y del Inmaculado Corazón de María;
por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y
martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros
hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el
abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por
los pacientes internados en la Casa de la Bondad en Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer
y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por
los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las
víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad
de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento;
por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Continuamos unidos en oración por medio del rezo del
Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras
preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de
nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo. Al rezar por la paz,
rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia
sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser
abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los
deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin
rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.
Cinco minutos del
Espíritu Santo
Noviembre 6
El segundo don del Espíritu Santo es el
entendimiento, que ilumina la inteligencia. Es la capacidad de captar algo de
las verdades más profundas de la fe, la habilidad para entender el sentido más
profundo de la Palabra de Dios. Pero no es un don de los estudiosos, porque el
Espíritu Santo puede derramar este don de una manera preciosa en una persona
que ni siquiera sepa leer y que no haya recibido ninguna instrucción. Esa
persona, aunque no sepa explicar con claridad lo que sabe, puede poseer una
gran intuición espiritual que le permite entender las cosas más altas y más
sublimes de la fe cristiana.
Cuando uno trata de estudiar, de profundizar su fe, o
de comprender la Biblia, tiene que invocar al Espíritu Santo para que derrame
este don con mayor intensidad; porque nuestra mente, sin la luz del Espíritu
Santo, nada puede comprender de los misterios de la fe.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito
de todos)
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