PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
13 - Número 3607 ~ Miércoles 28 de Febrero de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Nuestra vida no es simplemente una serie de
circunstancias, una serie de días que van pasando uno detrás de otro, sino que
todos los días de nuestra vida son un don de Dios, no sólo para nosotros, sino
sobre todo un don de Dios para los demás, para aquellos que viven con nosotros.
Un don de Dios que requiere, por parte nuestra, reconocerlo y hacernos
conscientes de que efectivamente es un regalo de Dios. Y permitir, como
consecuencia, que en nuestro corazón haya un espíritu agradecido por el hecho
de ser un don de Dios.
Cuando
el Señor nos llama a la fe cristiana, es para llenarnos de cosas cotidianas y
normales, como es cada una de nuestras vidas. En lo cotidiano está el don, no
tenemos que buscar cosas extraordinarias ni milagros ni cosas raras.
Pidámosle
a Cristo que nos conceda abrir nuestro corazón al don de Dios, pero también
pidámosle que nos permita abrir nuestro corazón para que también nosotros,
corredentores, compañeros y servidores, sepamos ser don de Dios para los demás.
P. Cipriano Sánchez
¡Buenos días!
La cáscara de banana
En
los grupos suele haber siempre un burlón que se siente importante cuando le
festejan la broma que hace a la víctima elegida. Con tiempo la venía
estudiando, conoce lo que no le gusta y cuáles son sus temores. Aprovecha cada
debilidad y error. Pierde tiempo para disfrutar la derrota de su imaginario
rival al que a veces llama compañero y amigo.
Aquel día en el zoológico había algunos visitantes
que en grupos se detenían a observar las
jaulas: leopardos, leones, jirafas, monos y monitos de toda clase. Los monos
con sus monadas atraían al público y algunos les tiraban maníes o frutas. Pero
llegó un momento en que los monos quedaron tranquilos comiendo los regalos. Un
monito al terminar su banana, vio acercarse un señor grande y obeso, arrojó la
cáscara al camino y quedó a la expectativa. Al pasar el gordo pisó la cáscara
con tan mala suerte que se dio una sentada terrible quedando con los pies al
aire. Todos los monos corrieron a las rejas gozando del espectáculo, riendo y
aplaudiendo como nunca en su vida de zoológico.
Sentirse
objeto de burla es molesto e irritante. Si alguno siente satisfacción en
divertirse a costa de los demás, recuerde que siempre encontrará a otro que lo
hará con él... y eso no le gustará. Antes de emprender un largo viaje, Tobías recibió
de su padre, entre otros consejos, éste que es una norma de oro: “No hagas a
otro lo que no te agrada a ti” (4, 15).
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, cuando Jesús iba subiendo a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y
les dijo por el camino: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre
será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte y le
entregarán a los gentiles, para burlarse de Él, azotarle y crucificarle, y al
tercer día resucitará».
Entonces
se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como
para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?». Dícele ella: «Manda que estos
dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu
Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo
voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero
sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es
para quienes está preparado por mi Padre».
Al
oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los
llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores
absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre
vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será
vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro
esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido,
sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos». (Mt 20,17-28)
Comentario:
Hoy,
la Iglesia —inspirada por el Espíritu Santo— nos propone en este tiempo de
Cuaresma un texto en el que Jesús plantea a sus discípulos —y, por lo tanto,
también a nosotros— un cambio de mentalidad. Jesús hoy voltea las visiones
humanas y terrenales de sus discípulos y les abre un nuevo horizonte de
comprensión sobre cuál ha de ser el estilo de vida de sus seguidores.
Nuestras
inclinaciones naturales nos mueven al deseo de dominar las cosas y a las
personas, mandar y dar órdenes, que se haga lo que a nosotros nos gusta, que la
gente nos reconozca un status, una posición. Pues bien, el camino que Jesús nos
propone es el opuesto: «El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será
vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro
esclavo» (Mt 20,26-27). “Servidor”, “esclavo”: ¡no podemos quedarnos en el
enunciado de las palabras!; las hemos escuchado cientos de veces, hemos de ser
capaces de entrar en contacto con la realidad que significan, y confrontar
dicha realidad con nuestras actitudes y comportamientos.
El
Concilio Vaticano II ha afirmado que «el hombre adquiere su plenitud a través
del servicio y la entrega a los demás». En este caso, nos parece que damos la
vida, cuando realmente la estamos encontrando. El hombre que no vive para
servir no sirve para vivir. Y en esta actitud, nuestro modelo es el mismo
Cristo —el hombre plenamente hombre— pues «el Hijo del hombre no ha venido a
ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20,28).
Ser
servidor, ser esclavo, tal y como nos lo pide Jesús es imposible para nosotros.
Queda fuera del alcance de nuestra pobre voluntad: hemos de implorar, esperar y
desear intensamente que se nos concedan esos dones. La Cuaresma y sus prácticas
cuaresmales —ayuno, limosna y oración— nos recuerdan que para recibir esos
dones nos debemos disponer adecuadamente.
Rev. D. Francesc JORDANA i Soler (Mirasol, Barcelona,
España)
Santoral Católico:
San Román de Condat
Abad
A
los 35 años empezó a llevar vida de anacoreta en el Monte Jura (Francia). El
obispo de Besançon, sabedor de sus virtudes lo ordenó de sacerdote. Se le
unieron muchos discípulos y con ellos fundó el monasterio de Condat, del que
fue abad, luego el de Leuconne y por último, para mujeres, el de La Beaume, al
frente del cual puso a su hermana. Murió en torno al año 463.
© Directorio Franciscano - Aciprensa
Pensamiento del día
“Cuando te acuerdes de tus pecados mira la Cruz y ten
confianza,
mira este sagrado madero teñido de la sangre
del Cordero de Dios inmolado por tu amor y espera.
Ama a un Dios que tanto te ha amado”
-San Alfonso María de Ligorio-
Historias:
Cumplir con Dios
Había
una vez una mujer muy piadosa, que infaltablemente acudía todas las mañanas a
rezar a la capilla de su barrio. Día tras día, lloviese o hiciese sol,
estuviera sana o enferma, pasase lo que pasase, como un reloj, a las siete en
punto de la mañana, era la primera persona en llegar a la capilla, empujar la
puerta y entrar a rezar.
Una
mañana, despertó sobresaltada. ¡Se había dormido! ¡Eran las siete menos diez, y
no llegaría a horario a su cita diaria! A toda carrera se levantó, se peinó a
las apuradas y se vistió como pudo. Con la ropa medio arrugada y los cabellos
medio desordenados salió velozmente de su casa y enfiló rumbo a la capilla.
Apenas
hubo salido, casi tropieza con un viejito que venía en una bicicleta, y al
cruzarse con ella perdió el control del vehículo y cayó de boca al suelo.
Lamentablemente la mujer iba muy apurada como para detenerse, así que apenas
logró esbozar una disculpa y continuar en su carrera.
Una
cuadra después, se le cruzó una mujer que le pidió una ayuda para poder pagar
una consulta en el hospital. "Perdone, estoy apurada" alcanzó a decir
sin detenerse y continuó su veloz marcha.
Apenas
hubo logrado zafar de la mujer, se le cruzó un niñito que le pidió un poco de
pan. "Disculpa, hijito, pero tengo una cita con Dios y no puedo llegar
tarde. Otra vez será", y siguió su interrumpido camino.
Cuando
por fin llegó a la capilla, miró de reojo el reloj. ¡Eran las siete en punto!
¡Lo había logrado! Embargada por la emoción de no haber fallado a su cita,
empujó como de costumbre la puerta de la capilla, pero... no se abrió. Volvió a
empujar con más fuerza, y nada. ¡Qué extraño! Jamás en los doce años que
llevaba con su diaria rutina, había encontrado la puerta cerrada. De pronto
notó que había una nota clavada con una chinche en la puerta de la capilla.
Desconcertada,
la desclavó y la leyó. La nota, garrapateada como con apuro decía:
"Perdón
por no estar aquí. Esta mañana tuve un accidente en la bicicleta, y encima
después no pude conseguir plata para ir al hospital, ni un poco de pan para
desayunar, así que es probable que llegue un poco tarde"
Firma:
Dios.
Nota de Redactor:
Es muy importante esta historia que has leído para recordar que en Cuaresma
debemos ajustarnos a la oración, los pequeños sacrificios (ayunos) y la
misericordia con el prójimo.
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del Evangelio.
Cada día de Cuaresma
Beber
el cáliz del Señor
I.
Los Apóstoles no han puesto ningún límite a su Señor; tampoco nosotros lo hemos
puesto. Por eso, cuando pedimos algo en nuestra oración debemos estar
dispuestos a aceptar, por encima de todo, la Voluntad de Dios; también cuando
no coincida con nuestros deseos. Quiere que le pidamos lo que necesitamos y
deseemos pero, sobre todo, que conformemos nuestra voluntad con la suya. Él nos
dará siempre lo mejor. El Señor nos invita a una profunda amistad y a compartir
un destino común a todos los que queremos seguirle. Para participar en su resurrección
gloriosa es necesario compartir con Él la Cruz, y nos pregunta como preguntó a
los Apóstoles: ¿Podéis beber el cáliz, -el cáliz de la entrega completa al
cumplimiento de la voluntad del Padre- que yo voy a beber? ¡Possumus! ¡Podemos,
sí, estamos dispuestos! Contestamos como los Apóstoles. Hoy nos preguntamos en
la oración si hemos dado al Señor nuestro corazón entero, o seguimos apegados a
nuestro amor propio.
II.
No existe vida cristiana sin mortificación. El Señor hizo del dolor un medio de
redención; con su dolor nos ha redimido. La mortificación y la vida de
penitencia, a la que nos llama la Cuaresma, tienen como motivo principal la
co-redención, participar del mismo cáliz del Señor. La voluntaria mortificación
es medio de purificación y desagravio, necesario para poder tratar al Señor en
la oración e indispensable para la eficacia apostólica. Este espíritu de
penitencia y de mortificación lo manifestamos en nuestra vida corriente en el
quehacer de cada día, sin esperar ocasiones extraordinarias: cumplimiento de
nuestro horario, compaginar nuestras obligaciones con Dios, con los demás y con
nosotros mismos, tratar con caridad a los demás empezando por los nuestros,
soportar con buen humor las mil contrariedades de la jornada, corregir cuando tenemos
una misión de gobierno, renunciar a nuestros propios proyectos...
III.
El servicio de Cristo a la humanidad va encaminado a la salvación. Nuestra
actitud ha de ser servir a Dios y a los demás con visión sobrenatural,
especialmente en lo referente a la salvación, pero también en todas las
ocasiones que se presentan cada día. Servir a los demás requiere mortificación
y presencia de Dios, y olvido de uno mismo. No nos importe servir y ayudar
mucho a quienes están a nuestro lado, aunque no recibamos ningún pago ni
recompensa. Nuestra Madre, que sirvió a su hijo y a San José, nos ayudará a
darnos sin medida ni cálculo.
© Francisco Fernández Carvajal
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Febrero 28
El
ser humano tiene también la capacidad de hacer cosas, de prolongarse en una
obra, y también allí puede derramarse el Espíritu Santo para que lo vivamos de
otra manera.
El
Espíritu, que infunde dinamismo, también influye en nuestras actividades, en
nuestro trabajo, en todo lo que hacemos, no sólo para que podamos hacerlo bien,
sino para que esas actividades enriquezcan nuestra vida, para que no sean un
peso o una simple obligación. Es decir, el Espíritu Santo puede hacer que esas
actividades tengan un sentido, un "para qué" profundo que nos permita
hacerlas con interés, con cierto gusto, y que nos sintamos fecundos en esa
actividad. Podemos hacer algo por necesidad, o "porque sí", pero también
podemos hacerlo como una ofrenda de amor al Señor, o como un acto de amor a los
hermanos, a la Iglesia, a la sociedad, o podemos ofrecerlo al Señor por nuestra
santificación, o pidiéndole algo que deseamos alcanzar, o uniéndonos con
ternura a la Pasión de Cristo, etc. Esto permite que no sólo nos sintamos bien
cuando descansamos, sino también cuando trabajamos.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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