PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
13 - Número 3581 ~ Viernes 2 de Febrero de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En
esta fecha, no sólo se conmemora la Presentación
del Niño Jesús en el Templo, sino también la Purificación de la Santísima Virgen María.
Después
del nacimiento de Jesús, Ella permaneció 40 días en su casa sin dejarse ver,
absteniéndose de entrar al templo y de participar en las ceremonias de culto.
Luego se dirigió a Jerusalén con su hijo en brazos, hizo sus ofrendas como
acción de gracias y para su expiación, presentó a su Hijo, por manos del
sacerdote a su Padre Celestial.
Esta
fiesta llamada también “de las Candelas” por la procesión con velas que nos
recuerda que la Virgen da luz a Jesucristo, Luz del Mundo, quien se manifiesta
a su pueblo por medio de Simeón y Ana.
No
se sabe con certeza cuando se iniciaron las procesiones en relación a esta
fiesta, pero en el siglo X ya se celebraban con solemnidad. Después de la
procesión, los cirios se llevan a las casas para encenderse cuando hubiese
necesidad de oración especial.
¡Buenos días!
Señor, tú me llamaste…
Hay
llamadas de Dios que exigen un cambio fundamental en la vida, pero otras más
sutiles sólo significan una nueva orientación dentro de tus habituales
ocupaciones. Lo importante es vivir siempre alerta al Espíritu de Dios que nos
inspira y mueve emprender una vida más plena y satisfactoria, más generosa y
entregada.
Señor, tú me llamaste para ser instrumento de tu
gracia,
para anunciar la Buena Nueva, para sanar las almas.
Instrumento de paz y de justicia, pregonero de todas
tus palabras,
agua para calmar la sed hiriente, mano que bendice y
que ama.
Señor, tú me llamaste para curar los corazones
heridos,
para gritar, en medio de las plazas, que el Amor está
vivo,
para sacar del sueño a los que duermen y liberar al
cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos, haz lo que quieras
conmigo.
Todos
en una época de su vida tienen que afrontar una decisión importante: ¿qué seré
cuando sea grande? Es el planteo del problema vocacional. Resolverlo con
acierto es decisivo porque incide en tu felicidad. Para eso debes empezar por
conocer tu propia verdad: inclinaciones y disposiciones naturales que te
marcan, desde el nacimiento, una dirección.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
Cuando
se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron
a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del
Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor» y para ofrecer en
sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la
Ley del Señor.
Y
he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo
y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu
Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte
antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al
Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la
Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora,
Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han
visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los
pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». Su
padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él.
Simeón
les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación
de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una
espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones
de muchos corazones».
Había
también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad
avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y
permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo,
sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en
aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban
la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del
Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se
fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él. (Lc 2,22-40)
Comentario:
Hoy,
aguantando el frío del invierno, Simeón aguarda la llegada del Mesías. Hace
quinientos años, cuando se comenzaba a levantar el Templo, hubo una penuria tan
grande que los constructores se desanimaron. Fue entonces cuando Ageo
profetizó: «La gloria de este templo será más grande que la del anterior, dice
el Señor del universo, y en este lugar yo daré la paz» (Ag 2,9); y añadió que
«los tesoros más preciados de todas las naciones vendrán aquí» (Ag 2,7). Frase
que admite diversos significados: «el más preciado», dirán algunos, «el deseado
de todas las naciones», afirmará san Jerónimo.
A
Simeón «le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte
antes de haber visto al Cristo del Señor» (Lc 2,26), y hoy, «movido por el
Espíritu», ha subido al Templo. Él no es levita, ni escriba, ni doctor de la
Ley, tan sólo es un hombre «justo y piadoso, y esperaba la consolación de
Israel» (Lc 2,25). Pero el Espíritu sopla allí donde quiere (cf. Jn 3,8).
Ahora
comprueba con extrañeza que no se ha hecho ningún preparativo, no se ven
banderas, ni guirnaldas, ni escudos en ningún sitio. José y María cruzan la
explanada llevando el Niño en brazos. «¡Puertas, levantad vuestros dinteles,
alzaos, portones antiguos, para que entre el rey de la gloria!» (Sal 24,7),
clama el salmista.
Simeón
se avanza a saludar a la Madre con los brazos extendidos, recibe al Niño y
bendice a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu
siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has
preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y
gloria de tu pueblo Israel» (Lc 2,29-32).
Después
dice a María: «¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!» (Lc 2,35).
¡Madre!, —le digo— cuando llegue el momento de ir a la casa del Padre, llévame
en brazos como a Jesús, que también yo soy hijo tuyo y niño.
Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)
Santoral Católico:
Presentación de Jesús en el Templo
Fiesta
Esta
fiesta, que se llama también "La Candelaria", celebra el episodio que
narra san Lucas. Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, a los 40
días del parto, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor y así
cumplir su santa Ley. En el templo les salió al encuentro el anciano Simeón,
hombre justo y que esperaba la consolación de Israel. El anciano anunció a
María su participación en la Pasión de su Hijo, y proclamó a éste "luz
para alumbrar a las naciones". De ahí que los fieles, en la liturgia de
hoy, salgan al encuentro del Señor con velas en sus manos y aclamándolo con
alegría. Es una fiesta fundamentalmente del Señor, pero también celebra a
María, vinculada al protagonismo de Jesús en este acontecimiento por el que es
reconocido como Salvador y Mesías.
Oración: Dios todopoderoso y eterno, te rogamos
humildemente que, así como tu Hijo unigénito, revestido de nuestra humanidad,
ha sido presentado hoy en el templo, nos concedas, de igual modo, a nosotros la
gracia de ser presentados delante de ti con el alma limpia. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano - Aciprensa
Pensamiento del día
«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu
siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has
preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y
gloria de tu pueblo Israel [...] ¡Y a ti misma una espada te atravesará el
alma!»
(Lc 2, 29-32 y 35)
Tema del día:
La corrupción se puede y debe evitar
1) Para saber
Después
de su visita a Chile y Perú, de regreso a Roma, el Santo Padre respondió a
varias preguntas durante el vuelo. Una periodista de Perú quiso saber la
opinión del Papa sobre los actos de corrupción de la clase política de su país
que ha defraudado al pueblo.
El
Papa Francisco respondió que la corrupción es como esos pantanos o arenas
movedizas, en que uno pisa y se va adentro y mientras más se mueve uno, más se
hunde. Es la destrucción de la persona humana.
El
Pontífice agregó que la corrupción va viciando el alma y el cuerpo; y un
corrupto está tan seguro de sí mismo que no puede volver atrás. La corrupción
se puede dar no solo en la política, sino también en las empresas, cuando se
paga la mitad a sus obreros, o en el hogar cuando se explota a quienes ayudan,
incluso en la misma Iglesia. Por ello hay que estar alerta.
2) Para
pensar
La
corrupción política no es exclusiva de un país. Ya en la antigua Grecia y Roma
se legisló contra ella, aunque sin mucho éxito. El autor Aulo Gelio, en el
libro XI de “Noches Áticas”, ofrece un famoso ejemplo de corrupción que se le
adjudica al gran Demóstenes, el duro nacionalista ateniense que se opuso al
avance de Filipo con sus famosos y duros discursos que precisamente se llaman
“Filípicas”.
Demóstenes,
que fue siempre coherente en la defensa de Atenas frente al macedonio, cedió a
veces en su labor como abogado al mejor pagador.
Relata
que llegaron a Atenas unos embajadores de Mileto por un asunto de estado, se
diría que para pedir ayuda. Una vez que los abogados milesios hablaron a favor
de la ayuda, Demóstenes respondió con dureza a las peticiones de los milesios,
planteando que no eran dignos de ayuda. El asunto se pospuso para el día
siguiente.
Los
embajadores acudieron esa noche a la casa de Demóstenes y le rogaron con gran
insistencia que no hablase en contra. Entonces Demóstenes les pidió dinero por
su silencio y recibió cuanto había pedido. Al día siguiente, cuando el asunto
comenzó a tratarse de nuevo, Demóstenes se presentó ante el pueblo con el
cuello y la garganta tapados con una gran bufanda alrededor y dijo que padecía
de “anginas” y que por eso no podía hablar contra los milesios. Entonces uno
del pueblo gritó que lo que Demóstenes padecía no era de “anginas”, sino de
“argentina” (“argentina” en griego es palabra derivada de “plata”, o sea,
dinero). Fue como decirle que no es que no pudiera hablar debido a las anginas,
sino debido a tener tapada la boca con la plata del soborno.
3) Para vivir
Muchos
corruptos quizás comenzaron con una pequeña cosa, el comerciante comenzó por
dar 900 gramos en vez del kilo o menos de un litro de gasolina, el niño que hace
trampa… se piensa que es poca cosa y, poco a poco, se cae en el pecado, se cae
en la corrupción, advirtió el Papa.
Concluyó
el Papa denunciando que la corrupción hace mucho mal a nuestros pueblos, es un
«virus» social, un fenómeno que lo infecta todo: “Lo que se haga para luchar
contra este flagelo social merece la mayor de las ponderaciones y ayuda… y esta
lucha nos compete a todos. Nadie puede resultar ajeno a este proceso; la
corrupción es evitable y exige el compromiso de todos”.
© Pbro. José Martínez Colín
Meditaciones
“¡Creo
que la Virgen María tiene grandes deseos que haya muchas personas que recen por
los sacerdotes! A través de esta frase sencilla el Espíritu Santo nos envió en
misión para sostener a los sacerdotes y seminaristas y también para hacer amar
a la Iglesia.
Descubrimos
una evidencia: es necesario dejar de criticar a nuestros sacerdotes y callar
sus debilidades, a menos que se trate de actos criminales.
La
Virgen María nos invita a transformar nuestras recriminaciones en oraciones y a
entregarle todos los sacerdotes… ¡Ya que ella es su Madre! Ella se ocupa de sus
hijos y los guía a lo largo de su sacerdocio. En María, los sacerdotes renuevan
su sacerdocio en el Espíritu Santo y nos conducen a la alegría eterna. Cuanto
más unidos estén los sacerdotes a la Virgen María, tanto más fácilmente Ella
podrá guiarlos para conducirnos a la santidad haciéndolos a ellos mismos más
santos.
Podemos
escoger confiarlos durante la misa, o junto a María al pie de la Cruz y ofrecer
la comunión por ellos, para que las gracias de la Muerte y de la Resurrección
de Jesús se extiendan en su sacerdocio para la mayor gloria de Dios y de la
Iglesia.
Santa
Virgen María, Madre de los sacerdotes, te confiamos los sacerdotes y
seminaristas del mundo entero.
Anne Isabelle Chartier-Kastler
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Febrero 2
El
que se empeña en encontrar su fortaleza en lo exterior, se va vaciando cada vez
más por dentro, y va creando una horrorosa debilidad interior. Eso le hará
experimentar cada vez más el miedo, y la desesperación porque todo se le acaba.
Al mismo tiempo, va creciendo un tremendo rechazo por todo lo que sea límite o
dolor. Por eso, en realidad sufre mucho más por el miedo a la enfermedad que lo
que sufriría por la enfermedad misma.
Pero
el hombre lleno del Espíritu, que se deja llevar por la existencia con el
impulso de vida del Espíritu Santo, está cada vez más vivo, y así pierde todo
temor al desgaste y al paso del tiempo.
Cada
vez experimenta una seguridad mayor, vive cada día más "gozo y paz en el
Espíritu Santo" (Romanos 14,17).
Por
eso, el que ha ido creciendo con el poder del Espíritu Santo, cuando tiene
cuarenta años no aceptaría jamás volver a los quince o a los veinte, porque no
desea volver a la inseguridad, a los temores, a la fragilidad interior, a la
inestabilidad afectiva de los años jóvenes. Prefiere la firme vitalidad que le
ha ido dando el Espíritu Santo con el paso de los años, y "en la vejez
seguirá dando fruto, y estará frondoso y lleno de vida" (Salmo 92,15).
Cada día que pasa es crecimiento, es adquirir una nueva riqueza que lo hace feliz.
Por eso ya no le teme al paso del tiempo, al desgaste. Al contrario, el tiempo
que pasa le va dejando un tesoro, y sabe que cada desafío lo hará crecer más
todavía en una vida que nunca se acaba.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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