PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
13 - Número 3594 ~ Jueves 15 de Febrero de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La
conversión del corazón que viene a ser el núcleo de toda la Cuaresma, es vista
por la Escritura, como un momento de elección por parte del hombre que debe
dirigir a Alguien. La pregunta es: ¿A quién dirigimos el corazón? ¿Hacia quién
me estoy dirigiendo yo? En este período en el cual la Iglesia nos invita a
reflexionar más profundamente tenemos que preguntarnos: ¿Hacia dónde voy yo?
Son
dos caminos. A nosotros nos toca elegir: “Dichoso el hombre que confía en el
Señor, éste será dichoso; en cambio los malvados serán como paja barrida por el
viento. El Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por
perderlo”: ¿Qué camino llevo en este inicio de Cuaresma? ¿Es un camino de
seguimiento? Me dice Nuestro Señor: ¿Eres de los que quieren estar conmigo, de
los que quieren adherirse a Mí? ¿O eres de los que se resisten?
P. Cipriano Sánchez
¡Buenos días!
En verdes praderas
Los
salmos son una ayuda excelente para ponernos en comunicación con Dios. “No
existe un medio tan rápido de llegar al corazón de Dios como orar con los
salmos. Ellos son portadores de una densa carga experimental de Dios” (P.
Larrañaga). Te ofrezco unos renglones del salmo 23, organizados como
responsorio. La repetición de las palabras invita a la contemplación, a “gustar
y ver qué bueno es el Señor”.
V. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. En verdes praderas me hace recostar.
R. Nada me falta.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Si
observas bien, el tercer renglón es intercambiable por casi todas las
afirmaciones del salmo. Inténtalo con algunas. Este salmo puede ayudarte para
meditar el padrenuestro. Trata de iluminar distintas frases del mismo con algún
verso del salmo. Por ejemplo: “Hágase tu voluntad…”, con “él me guía por el
camino justo, por el honor de su nombre”.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El Hijo del hombre debe sufrir
mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas,
ser matado y resucitar al tercer día». Decía a todos: «Si alguno quiere venir
en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque
quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése
la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si
él mismo se pierde o se arruina?». (Lc 9,22-25)
Comentario:
Hoy
es el primer jueves de Cuaresma. Todavía tenemos fresca la ceniza que la
Iglesia nos ponía ayer sobre la frente, y que nos introducía en este tiempo
santo, que es un trayecto de cuarenta días. Jesús, en el Evangelio, nos enseña
dos rutas: el Via Crucis que Él ha de recorrer, y nuestro camino en su
seguimiento.
Su
senda es el Camino de la Cruz y de la muerte, pero también el de su
glorificación: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado (...),
ser matado y resucitar al tercer día» (Lc 9,22). Nuestro sendero,
esencialmente, no es diferente del de Jesús, y nos señala cuál es la manera de
seguirlo: «Si alguno quiere venir en pos de mí...» (Lc 9,23).
Abrazado
a su Cruz, Jesús seguía la Voluntad del Padre; nosotros, cargándonos la nuestra
sobre los hombros, le acompañamos en su Via Crucis.
El
camino de Jesús se resume en tres palabras: sufrimiento, muerte, resurrección.
Nuestro sendero también lo constituyen tres aspectos (dos actitudes y la
esencia de la vocación cristiana): negarnos a nosotros mismos, tomar cada día
la cruz y acompañar a Jesús.
Si
alguien no se niega a sí mismo y no toma la cruz, quiere afirmarse y ser él
mismo, quiere «salvar su vida», como dice Jesús. Pero, queriendo salvarla, la
perderá. En cambio, quien no se esfuerza por evitar el sufrimiento y la cruz,
por causa de Jesús, salvará su vida. Es la paradoja del seguimiento de Jesús:
«¿De qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde
o se arruina?» (Lc 9,25).
Esta
palabra del Señor, que cierra el Evangelio de hoy, zarandeó el corazón de san
Ignacio y provocó su conversión: «¿Qué pasaría si yo hiciera eso que hizo san
Francisco y eso que hizo santo Domingo?». ¡Ojalá que en esta Cuaresma la misma
palabra nos ayude también a convertirnos!
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Claudio de la Colombiére
Presbítero
Nació
en 1641 en St-Symphorien d'Ozon (Francia). Ingresó en la Compañía de Jesús y
pronto, en París, lo eligieron preceptor de los hijos de Colbert, ministro de
Finanzas de Luis XIV. Ordenado de sacerdote, regresó a Lyon, donde se dedicó a
la predicación y dirección de la Congregación Mariana. En 1675, fue nombrado
rector del colegio de Paray-le-Monial; allí, en el monasterio de la Visitación,
Margarita María de Alacoque vivía momentos difíciles en su misión de difundir
la devoción al Corazón de Jesús. El P. La Colombière supo discernir los planes
de Dios, y la apoyó y guió con acierto. Poco después, marchó a Londres como
predicador de María Beatriz, esposa del duque de York, futuro rey, que era una
católica en un entorno protestante. El encargo era delicadísimo, pero Claudio
cumplió su cometido e instruyó en la fe a no pocas personas que habían
abandonado la Iglesia romana. En 1678 fue acusado de conspiración papista,
encarcelado y expulsado de Inglaterra. Enviado nuevamente a Paray, falleció el
15 de febrero de 1682.
© Directorio Franciscano - Aciprensa
Pensamiento del día
“Hemos entrado en el tiempo de Cuaresma: tiempo de
penitencia, de purificación, de conversión. No es tarea fácil. El cristianismo
no es camino cómodo: no basta estar en la Iglesia y dejar que pasen los años.
En la vida nuestra, en la vida de los cristianos, la conversión primera —ese
momento único, que cada uno recuerda, en el que se advierte claramente todo lo
que el Señor nos pide— es importante; pero más importantes aún, y más
difíciles, son las sucesivas conversiones”
(San Josemaría Escrivá)
Historias:
Los tres árboles
Había
una vez tres árboles en una colina de un bosque. Hablaban acerca de sus sueños y
esperanzas y el primero dijo: "Algún día seré cofre de tesoros. Estaré
lleno de oros, plata y piedras preciosas. Estaré decorado con labrados
artísticos y tallados finos, todos verán mi belleza".
El
segundo árbol dijo: "Algún día seré una poderosa embarcación. Llevaré a
los más grandes reyes y reinas a través de los océanos, e iré a todos los
rincones del mundo. Todos se sentirán seguros por mi fortaleza, fuerza y mi
poderoso casco".
Finalmente
el tercer árbol dijo: "Yo quiero crecer para ser el más recto y grande de
todos los árboles en el bosque. La gente me verá en la cima de la colina,
mirará mis poderosas ramas y pensarán en el Dios de los cielos, y cuán cerca
estoy de alcanzarlo. Seré el más grande árbol de todos los tiempos y la gente
siempre me recordará".
Después
de unos años de que los árboles oraban para que sus sueños se convirtieran en
realidad, un grupo de leñadores vino donde estaban los árboles.
Cuando
uno vio al primer árbol dijo: "Este parece un árbol fuerte, creo que
podría vender su madera a un carpintero", y comenzó a cortarlo. El árbol
estaba muy feliz debido a que sabía que el carpintero podría convertirlo en
cofre para tesoros.
El
otro leñador dijo mientras observaba al segundo árbol: "Parece un árbol
fuerte, creo que lo podré vender al carpintero del puerto". El segundo
árbol se puso muy feliz porque sabía que estaba en camino a convertirse en una
poderosa embarcación.
El
último leñador se acercó al tercer árbol, este muy asustado, pues sabía que si
lo cortaban, su sueño nunca se volvería realidad. El leñador dijo entonces:
"No necesito nada especial del árbol que corte, así que tomaré éste",
y cortó el tercer árbol.
Cuando
el primer árbol llegó donde el carpintero, fue convertido en un cajón de comida
para animales, y fue puesto en un pesebre y llenado con paja. Se sintió muy mal
pues eso no era por lo que tanto había orado.
El
segundo árbol fue cortado y convertido en una pequeña balsa de pesca, ni
siquiera lo suficientemente grande para navegar en el mar, y fue puesto en un
lago. Y vio como sus sueños de ser una gran embarcación cargando reyes habían
llegado a su final.
El
tercer árbol fue cortado en largas y pesadas tablas y dejado en la oscuridad de
una bodega.
Años
más tarde, los árboles olvidaron sus sueños y esperanzas por las que tanto
habían orado. Entonces un día un hombre y una mujer llegaron al pesebre. Ella
dio a luz un niño, y lo colocó en la paja que había dentro del cajón en que fue
transformado el primer árbol. El hombre deseaba haber podido tener una cuna
para su bebé, pero este cajón debería serlo. El árbol sintió la importancia de
este acontecimiento y supo que había contenido el más grande tesoro de la
historia.
Años
más tarde, un grupo de hombres entraron en la balsa en la cual habían
convertido al segundo árbol. Uno de ellos estaba cansado y se durmió en la
barca. Mientras ellos estaban en el agua una gran tormenta se desató y el árbol
pensó que no sería lo suficientemente fuerte para salvar a los hombres. Los
hombres despertaron al que dormía, éste se levantó y dijo: "¡Calma! ¡Quédate
quieto!" y la tormenta y las olas se detuvieron. En ese momento el segundo
árbol se dio cuenta de que había llevado al Rey de Reyes y Señor de Señores.
Finalmente
un tiempo después alguien vino y tomó al tercer árbol convertido en tablas. Fue
cargado por las calles al mismo tiempo que la gente escupía, insultaba y
golpeaba al Hombre que lo cargaba. Se detuvieron en una pequeña colina y el
Hombre fue clavado al árbol y levantado para morir en la cima de la colina.
Cuando llegó el domingo, el tercer árbol se dio cuenta que él fue lo
suficientemente fuerte para permanecer erguido en la cima de la colina, y estar
tan cerca de Dios como nunca, porque Jesús había sido crucificado en él.
La
moraleja de esta Historia es:
-
Cuando parece que las cosas no van de acuerdo a tus planes, debes saber que
siempre Dios tiene un plan para uno.
-
Si pones tu confianza en él, te va a dar grandes regalos a su tiempo.
-
Recuerda que cada árbol obtuvo lo que pidió, sólo que no en la forma en que
pensaba.
-
No siempre sabemos lo que Dios planea para nosotros, sólo sabemos que: Sus
Caminos no son nuestros caminos, pero sus caminos siempre son los mejores!!!
Cada
día de Cuaresma
La cruz de cada día
I.
En el Evangelio de la Misa, Cristo nos habla: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sí (Lucas 9, 23). El Señor se
dirige a todos y habla de la Cruz de cada día. Son palabras dichas a todos los
hombres que quieren seguirle, pues no existe un Cristianismo sin Cruz, para
cristianos flojos y blandos, sin sentido del sacrificio. Uno de los síntomas
más claros de que la tibieza ha entrado en el alma es precisamente el abandono
de la Cruz.. Por otra parte, huir de la cruz es alejarse de la santidad y de la
alegría; porque uno de sus frutos es precisamente la capacidad de relacionarse
con Dios y con los demás, y también una profunda paz, aun en medio de la
tribulación y de dificultades externas. No olvidemos pues, que la mortificación
está muy relacionada con la alegría, y que cuando el corazón se purifica se
torna más humilde para tratar a Dios y a los demás.
II.
La Cruz del Señor, con la que hemos de cargar cada día, no es ciertamente la
que producen nuestros egoísmos, envidias o pereza. Esto no es del Señor, no
santifica. En alguna ocasión encontraremos la Cruz en una gran dificultad, en
una enfermedad grave y dolorosa, en un desastre económico, en la muerte de un
ser querido. Sin embargo, lo normal será que encontremos la cruz de cada día en
pequeñas contrariedades en el trabajo, en la convivencia; en un imprevisto que
no contábamos, planes que debemos cambiar, instrumentos de trabajo que se
estropean, molestias por el frío o calor, o el carácter difícil de una persona
con la que convivimos. Hemos de recibir estas contrariedades con ánimo grande,
ofreciéndolas al Señor con espíritu de reparación, sin quejarnos: nos ayudará a
mejorar en la virtud de la paciencia, en caridad, en comprensión: es decir, en
santidad. Además experimentaremos una profunda paz y gozo.
III.
Además de aceptar la cruz que sale a nuestro encuentro, muchas veces sin
esperarla, debemos buscar otras pequeñas mortificaciones para mantener vivo el
espíritu de penitencia que nos pide el Señor. Unas nos facilitarán el trabajo,
otras nos ayudarán a vivir la caridad. No es preciso que sean cosas más
grandes, sino que se adquiera el hábito de hacerlas con constancia y por amor
de Dios. Digámosle a Jesús que estamos dispuestos a seguirle cargando con la
Cruz, hoy y todos los días.
© Francisco
Fernández Carvajal
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el eterno descanso de Margarita C., abuelita que vivía en
Bogotá, Colombia, quien fue llamada a la Casa del Señor. Oramos por fortaleza para
toda la familia.
Pedimos oración
para Augusto P., de Antioquia,
Colombia, que sufre ataques epilépticos y tiene cáncer con metástasis, para que
el buen Dios se compadezca de él y le conceda la mejor. También pedimos para Inés S. de E., de la ciudad de
Medellín, Colombia, que tiene daños multisistémicos, para que el Señor alivie
su sufrimiento. Y finalmente por la mamá de las hermanas Nelly y Lucía S., que
está postrada en cama en estado vegetativo, para que el Padre celestial la llame
con Él si así es Su voluntad.
Continuamos
unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de
Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades,
poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para
el mundo. Al rezar por la paz, rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los
corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que
están en peligro de ser abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino,
paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al
Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras
debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Febrero 15
Cuando
nos preguntamos por qué esta Persona divina se llama Espíritu, podríamos
responder "porque no es material". Pero esa respuesta es muy pobre.
En la Biblia ese nombre significa mucho más.
En
el Antiguo Testamento la palabra espíritu (ruaj) es un sonido que imita el
ruido de la respiración agitada. El sentido principal es el de aire. Pero hay
que decir "aire en movimiento" porque el hebreo no conoce la idea de
aire quieto, sino moviéndose o moviendo. Indica una vitalidad dinámica que
depende de Dios (Salmo 33,6; 104,29-30) y está ausente en los ídolos (Jeremías
10,14).
El
espíritu tiene una gran movilidad: es comunicado, entra, sale, renueva,
impulsa, abandona (Números 11,24-29). Este aspecto dinámico es una
característica inseparable de la noción de espíritu. De hecho, el Antiguo
Testamento lo relaciona particularmente con la actividad profética, que orienta
hacia adelante, hacia el futuro.
En
el Antiguo Testamento traducido al griego, la palabra espíritu tiene también
ese sentido dinámico. La raíz del término expresa un "movimiento de aire
cargado de energía".
En
el libro de la Sabiduría se describe al "espíritu" como ágil, que
atraviesa y penetra, espejo de la actividad de Dios, que se despliega
vigorosamente, etc. (7,22.24.26; 8,1).
Según
los escritos de San Pablo el Espíritu moviliza, da fuerzas, y derrama dones en
orden a actuar, para enriquecer la vida de la Iglesia (Romanos 8,14-15.24-27; 1
Corintios 12,1-11; 2 Corintios 3,6.17-18; Gálatas 4,6-7; 5,22-25). Y esta
concepción dinámica se expresa también en la invitación a "no apagar el
Espíritu" (1 Tesalonicenses 5,19).
En
los Hechos de los Apóstoles, el derramamiento y la acción del Espíritu producen
un permanente y fervoroso dinamismo (Hechos 1,8; 2,2.41; 4,29-31; 8,39-40;
10,44-46; 13,4; 19,6; 20,22-23). Es bueno pedirle al Espíritu Santo que nos
llene de ese dinamismo de vida.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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