PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3457 ~ Domingo 24 de Setiembre de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Dios
no cesa de mover los corazones de los cristianos para que trabajemos
apostólicamente. Todos tenemos este encargo: a cada uno le llama y le envía
para el advenimiento del Reino.
En
cada jornada somos llamados por Dios para llevar a cabo sus planes de redención;
cada día recibimos la gracia necesaria y Él espera que en esas circunstancias
del trabajo, de la vida de familia o del descanso no sólo estemos cerca de Él,
sino que sean ocasiones de apostolado. Aunque no participemos en una actividad
organizada por una institución eclesiástica o no tengamos un encargo concreto,
cualquier ocasión es buena para hacer apostolado con la palabra y con el
ejemplo. Cada uno, si hace oración, se dará cuenta de lo mucho que puede hacer,
porque el Señor se lo insinúa. Además, como decía un chico cristiano que fue a
estudiar a Japón donde apenas hay católicos: «si no hablo a los demás de Dios,
en diez años acabaré siendo como ellos».
Señor,
quieres necesitar de mí, y estás dispuesto a pagarme generosamente; quiero
decirte que, aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno
te temiera; no me tienes que dar porque te quiera, pues ya me has dado
demasiado generosamente. Muéstrame, Señor, tus caminos, muéstrame qué debo de
hacer, que yo iré a trabajar hoy a tu viña, porque Tú lo quieres.
P. Jesús Martínez García
¡Buenos días!
Turbulencias
Confiar
en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas.
Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo.
Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (salmo 131). Y confiar sobre
todo en las pruebas, cuando las cosas resultan duras e incomprensibles.
Todo ocurre en un aeropuerto. Un niño está solo en la
sala de espera y luego la azafata lo guía hacia el avión. El niño continúa
solo. Qué raro, pues siempre los niños van acompañados de una persona adulta.
Él estaba solo y en la ventanilla. De repente, en el viaje se presenta una
turbulencia. Todos estaban nerviosos y otros gritaban desesperados. Y el niño
como si nada. Una señora se acerca y le pregunta al niño, ¿tú no tienes miedo?,
y él responde: no. ¿Y por qué? Su respuesta fue certera: “Mi papá es el piloto”.
¡Qué confianza!
“Descarguen
en el Señor sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”. Si lees y meditas
la Biblia, encontrarás esta exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a
fortalecer tu confianza en Dios que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas
mientras vienen calamidades” de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo
estoy. Yo te amo”, te asegura Dios.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los
Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros
para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los
mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la
plaza sin trabajo, y les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo
debido’. Ellos fueron.
»Salió
de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la
tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ‘¿Cómo es que estáis aquí el día
entero sin trabajar?’. Le respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Él les dijo:
‘Id también vosotros a mi viña’.
»Cuando
oscureció, el dueño dijo al capataz: ‘Llama a los jornaleros y págales el
jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros’. Vinieron los
del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros,
pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno.
Entonces se pusieron a protestar contra el amo: ‘Estos últimos han trabajado
sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el
peso del día y el bochorno’. Él replicó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago
ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete.
Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer
lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?’.
Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos». (Mt 20,1-16)
Comentario:
Hoy
el evangelista continúa haciendo la descripción del Reino de Dios según la
enseñanza de Jesús, tal como va siendo proclamado durante estos domingos de
verano en nuestras asambleas eucarísticas.
En
el fondo del relato de hoy, la viña, imagen profética del pueblo de Israel en
el Primer Testamento, y ahora del nuevo pueblo de Dios que nace del costado
abierto del Señor en la cruz. La cuestión: la pertenencia a este pueblo, que
viene dada por una llamada personal hecha a cada uno: «No me habéis elegido
vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros» (Jn 15,16), y por la
voluntad del Padre del cielo, de hacer extensiva esta llamada a todos los
hombres, movido por su voluntad generosa de salvación.
Resalta,
en esta parábola, la protesta de los trabajadores de primera hora. Son la
imagen paralela del hermano mayor de la parábola del hijo pródigo. Los que
viven su trabajo por el Reino de Dios (el trabajo en la viña) como una carga
pesada («hemos aguantado el peso del día y el bochorno»: Mt 20,12) y no como un
privilegio que Dios les dispensa; no trabajan desde el gozo filial, sino con el
malhumor de los siervos.
Para
ellos la fe es algo que ata y esclaviza y, calladamente, tienen envidia de
quienes “viven la vida”, ya que conciben la conciencia cristiana como un freno,
y no como unas alas que dan vuelo divino a la vida humana. Piensan que es mejor
permanecer desocupados espiritualmente, antes que vivir a la luz de la palabra
de Dios. Sienten que la salvación les es debida y son celosos de ella.
Contrasta notablemente su espíritu mezquino con la generosidad del Padre, que
«quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad»
(1Tim 2,4), y por eso llama a su viña, «Él que es bueno con todos, y ama con
ternura todo lo que ha creado» (Sal 145,9).
Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)
Palabras de San Juan Pablo II
«Esta
vocación y misión personal [de apostolado] define la dignidad y la
responsabilidad de cada fiel laico y constituye el punto de apoyo de toda obra
formativa (...). En efecto, Dios ha pensado en nosotros desde la eternidad y
nos ha amado como personas únicas e irrepetibles, llamándonos a cada uno por
nuestro nombre, como el Buen Pastor que a sus ovejas las llama a cada una por
su nombre (Jn 10,3). Pero el eterno plan de Dios se nos revela a cada uno sólo
a través del desarrollo histórico de nuestra vida y de sus acontecimientos, y,
por tanto, sólo gradualmente: en cierto sentido, día a día»
Ex. Ap. Christifideles laici, 58.
Predicación del Evangelio:
"Id a mi viña"
La parábola de los obreros enviados a trabajar en la
viña en horas diferentes, y que reciben todos la misma paga de un denario, ha
plantado siempre problemas a los lectores del Evangelio. ¿Es aceptable el modo
de actuar del propietario? ¿No viola el principio de la recompensa justa? Los
sindicatos se sublevarían al unísono si alguien actuara como ese propietario.
La dificultad nace de un equívoco. Se considera el
problema de la recompensa en abstracto, o bien en referencia a la recompensa
eterna. Vista así, el tema contradiría en efecto el principio según el cual
Dios «dará a cada cual según sus obras» (Rm 2,6). Pero Jesús se refiere aquí a
una situación concreta. El único denario que se da a todos es el Reino de los
Cielos que Jesús ha traído a la tierra; es la posibilidad de entrar a formar
parte de la salvación mesiánica. La parábola comienza: «El Reino de los Cielos
es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana...». Es el
Reino de los Cielos por lo tanto el tema central y el fondo de la parábola. El
problema es, una vez más, el de la postura de judíos y paganos, o de justos y
pecadores, frente a la salvación anunciada por Jesús. Si bien los paganos
(respectivamente los pecadores, los publicanos, las prostitutas, etc.) sólo
ante la predicación de Jesús se decidieron por Dios, mientras que antes estaban
lejanos («ociosos»), no por esto ocuparán en el Reino una posición de segunda
clase. También ellos se sentarán en la misma mesa y gozarán de la plenitud de
los bienes mesiánicos.
Más aún, puesto que los paganos se muestran más
dispuestos a acoger el Evangelio que los llamados «justos» (los fariseos y los
escribas), se realiza aquello que Jesús dice como conclusión de la parábola:
«Los últimos serán primeros y los primeros, últimos». Una vez conocido el
Reino, esto es, una vez abrazada la fe, entonces sí que hay lugar para las
diferenciaciones. No es idéntica la suerte de quien sirve a Dios toda la vida,
haciendo rendir al máximo sus talentos, respecto a quien da a Dios sólo las sobras
de la vida, con una confesión reparadora, en cierto modo, en el último momento.
Aclarado este punto central, es legítimo sacar a la
luz las otras enseñanzas de la parábola. Una es que Dios llama a todos y a
todas horas. ¡Existe una llamada universal a la viña del Señor! Se trata, en
resumen, del problema de la llamada más que del de la recompensa. Este es el
modo en que nuestra parábola es utilizada en la exhortación de Juan Pablo II
«sobre vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo» («Christifideles
laici»): «Los fieles laicos pertenecen a aquel Pueblo de Dios representado en
los obreros de la viña... "Id también vosotros a mi viña"» (n. 1-2).
La parábola evoca también el problema del desempleo:
«¡Nadie nos ha contratado!»: esta respuesta desconsolada de los obreros de la
última hora podrían hacerla propia millones de desempleados. Todos sabemos lo
que significa estar desempleado para quien tiene familia o para un joven que
quiere casarse y no puede porque falta trabajo y con él la mínima garantía de
poder mantener dignamente a la familia. Si falta trabajo para muchos, uno de
los motivos (no el único, no el principal, pero ciertamente relevante) es que
algunos tienen demasiado. Acumulando diferentes trabajos, todos, en modo
distinto, retribuidos.
Otra enseñanza se puede sacar de la parábola. Aquel
propietario sabe que los obreros de la última hora tienen las mismas
necesidades que los demás, tienen también sus niños que alimentar, como los de
la primera hora. Dando a todos la misma paga, el propietario muestra no tener
en cuenta tanto el mérito como la necesidad. Muestra ser no sólo justo, sino
también «bueno», generoso, humano.
© P. Raniero Cantalamessa
Nuestra Señora de la Merced
El
24 de septiembre celebraremos la fiesta litúrgica de Nuestra Señora de la Merced, Madre de Misericordia y Consuelo de
los afligidos. El título mariano la Merced se remonta a la fundación de la
Orden religiosa de los Mercedarios el 10 de agosto de 1218, en Barcelona,
España. La talla de la imagen de la Merced que se venera en la Basílica de la
Merced de Barcelona es del siglo XIV.
San
Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima
Virgen, funda una orden dedicada a la Merced (Obras de Misericordia). Su
misión particular era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos
de los musulmanes. Muchos miembros de la orden canjearon sus vidas por la de
presos y esclavos. San Pedro fue apoyado en tan extraordinaria empresa por el
Rey Jaime I de Aragón. El santo y sus
frailes eran muy devotos de la Virgen María, tomándola como patrona y guía. Su
espiritualidad se fundamenta en Jesús el liberador de la humanidad y en la
Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los
Mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra
redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora. En el
capítulo general de 1272, tras la muerte del fundador, los frailes oficialmente
toman el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los
cautivos, pero son más conocidos como Mercedarios.
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Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir el power point y los comentarios
del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para
tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales
sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Agradecimientos
Imaginemos
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
♡ Nuestra lectora de
la provincia de Córdoba, Argentina, Mary,
agradece a Dios y a los que rezaron por el huracán Irma de hace una semana,
pues ella tiene familiares en Miami (USA) y estaba muy preocupada por lo que
pudiera suceder, y que gracias a Dios no sucedió nada malo. Igual seguimos
rezando por las personas que viven en el Caribe (Cuba, Puerto Rico, Dominica,
etc) que siguen recibiendo azotes de tormentas y huracanes.
♡ Desde la provincia
de Buenos Aires, Ana María escribe y dice: “Comparto la inmensa alegría que
recibimos, cuando mi consuegra Argentina
(Kuky), por quien tanto oramos, y a quien le extirparon un riñón que
presentaba un tumor cancerígeno encapsulado, tuvo consulta con el oncólogo y le
aseguró que estaba muy bien, por lo que no habrá que hacerle quimioterapia,
sino estudios periódicos para saber cómo evoluciona. Toda la familia, feliz por
la buena noticia recibida”.
♡ El Padre Félix María Bruno sdb, que vive en
Montevideo, Uruguay, y que celebró el lunes pasado 69 años de su ordenación
sacerdotal (salesiano) ha escrito este mensaje: “A todos, en este día en que
recuerdo 69 años de mi ordenación sacerdotal, mi sincero agradecimiento y el
ruego que pidan a la Santísima Virgen María que el día en que Dios venga a
buscarme me encuentre aferrado a Ella que es mi Madre. A todos ustedes mi
oración para que Jesús y María los bendigan”
Los cinco minutos de María
Setiembre 24
El
Evangelio nos muestra cómo María afrontó situaciones que no podía comprender.
Algunas
de esas situaciones -su concepción virginal y la glorificación de Dios mediante
la cruz- eran del todo inauditas y sin precedente alguno.
Sin
embargo, la reacción de la Virgen en todo momento fue confiar en Dios
incondicionalmente y prestar decidida colaboración a planes tan desconcertantes.
Nuestra Señora, educadora de la fe, aumenta nuestra
confianza y nuestra fidelidad a Dios.
* P. Alfonso Milagro
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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