PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3452 ~ Martes 19 de Setiembre de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Cuentan
que un importante señor gritó al director de su empresa, porque estaba enfadado
en ese momento. El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de
que estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa.
Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato. La empleada dio una
patada al perro porque la hizo tropezar. El perro salió corriendo y mordió a
una señora que pasaba por la acera, porque le cerraba el paso.
Esa
señora fue al hospital para ponerse la vacuna y que le curaran la herida, y
gritó al joven médico, porque le dolió la vacuna al ser aplicada. El joven
médico llegó a su casa y gritó a su madre, porque la comida no era de su
agrado. Su madre, tolerante y un manantial de amor y perdón, acarició sus cabellos
diciéndole: "Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida favorita. Tú
trabajas mucho, estás cansado y necesitas una buena noche de sueño. Voy a
cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y perfumadas, para que
puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor". Bendijo a su hijo y
abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos...
En
ese momento, se interrumpió el círculo del odio, porque chocó con la
tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor.
¡Buenos días!
Perdonar a todos
Hay
que perdonar a todos, incluso a los difuntos. Dice la mística María Simma que
un día fue a visitarla un campesino y le dijo:
— Estoy
construyendo un establo y cada vez que el muro llega a cierta altura, se cae.
Hay algo extraño y sobrenatural en esto. ¿Qué puedo hacer?
— ¿Hay algún
difunto que tiene algo contra ti, a quién guardas rencor?
— Oh sí,
pensaba que no podía ser sino él. Me hizo mucho daño y no lo puedo perdonar.
— Él quiere
que lo perdones para estar en paz.
— ¿Perdonarlo
yo? ¿A él que tanto daño me ha hecho de vivo? ¿Para que vaya al cielo? No.
— Pues no te
dará reposo hasta que lo hayas perdonado de corazón. ¿Cómo puedes decir en el
Padrenuestro: “Perdónanos como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”? Es
como si dijeras a Dios: No me perdones como yo tampoco perdono.
El
hombre se quedó pensativo y dijo: Tienes razón. En nombre de Dios lo perdono
para que Dios me perdone también a mí. Desde ese día, no tuvo más problemas con
el establo y pudo tener paz y amor en su corazón.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús se fue a una ciudad llamada Naím, e iban con Él sus
discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad,
sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que
acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor, tuvo compasión de ella,
y le dijo: «No llores». Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se
pararon, y Él dijo: «Joven, a ti te digo: levántate». El muerto se incorporó y
se puso a hablar, y Él se lo dio a su madre. El temor se apoderó de todos, y
glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre
nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». Y lo que se decía de Él, se
propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina. (Lc 7,11-17)
Comentario:
Hoy,
dos comitivas se encuentran. Una comitiva que acompaña a la muerte y otra que
acompaña a la vida. Una pobre viuda, seguida por sus familiares y amigos,
llevaba a su hijo al cementerio y de pronto, ve la multitud que iba con Jesús.
Las dos comitivas se cruzan y se paran, y Jesús dice a la madre que iba a
enterrar a su hijo: «No llores» (Lc 7,13). Todos se quedan mirando a Jesús, que
no permanece indiferente al dolor y al sufrimiento de aquella pobre madre,
sino, por el contrario, se compadece y le devuelve la vida a su hijo. Y es que
encontrar a Jesús es hallar la vida, pues Jesús dijo de sí mismo: «Yo soy la
resurrección y la vida» (Jn 11,25). San Braulio de Zaragoza escribe: «La
esperanza de la resurrección debe confortarnos, porque volveremos a ver en el cielo
a quienes perdemos aquí».
Con
la lectura del fragmento del Evangelio que nos habla de la resurrección del
joven de Naím, podría remarcar la divinidad de Jesús e insistir en ella,
diciendo que solamente Dios puede volver un joven a la vida; pero hoy
preferiría poner de relieve su humanidad, para que no veamos a Jesús como un
ser lejano, como un personaje tan diferente de nosotros, o como alguien tan
excesivamente importante que no nos inspire la confianza que puede inspirarnos
un buen amigo.
Los
cristianos hemos de saber imitar a Jesús. Debemos pedir a Dios la gracia de ser
Cristo para los demás. ¡Ojalá que todo aquél que nos vea, pueda contemplar una
imagen de Jesús en la tierra! Quienes veían a san Francisco de Asís, por
ejemplo, veían la imagen viva de Jesús. Los santos son aquellos que llevan a
Jesús en sus palabras y obras e imitan su modo de actuar y su bondad. Nuestra
sociedad tiene necesidad de santos y tú puedes ser uno de ellos en tu ambiente.
+ Rev. D. Joan SERRA i Fontanet (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Genaro de Benevento
Obispo y Mártir
Fue
obispo de Benevento (Campania, Italia). A principios del siglo IV, hacia el año
305, durante la persecución de Diocleciano, sufrió el martirio juntamente con
otros seis cristianos en Pozzuoli, cerca de Nápoles, donde se le tiene una
especial devoción. Tenemos pocos datos históricos de su vida. Según la
tradición, después de que sufriera en vano otros tormentos, fue decapitado en
el estadio de Pozzuoli, y su sangre, recogida en dos ampollas, fue trasladada a
Nápoles junto con el cuerpo del santo. El culto a san Genaro se ha acentuado
por el fenómeno, atestiguado desde finales del siglo XIV, de esa sangre que se
licua normalmente cuatro veces al año en diversas fechas.
Oración: Tú que nos concedes, Señor, venerar la
memoria de tu mártir san Genaro, otórganos también la gracia de gozar de su
compañía en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa Francisco
“Cuanto
más Jesús ocupa el centro de nuestra vida,
más
nos hace salir de nosotros mismos
para
acercarnos a nuestros hermanos”
Historias:
Una muerte santa después de una mala vida
Una
casa de religiosos de la Compañía de Jesús... Llaman telefónicamente desde la
Prisión Militar en la noche del 5 de diciembre de... hace pocos años.
–
Padre, ¿podrá usted acudir?
–
¿Es urgente?
–
Sí, Padre. Venga en seguida...
Llego
a la prisión. Un oficial de la guardia exterior me acompaña hasta una
habitación poco iluminada. Entro, y veo al sentenciado, que aparece abatido y
hunde el rostro en el pecho. Levanta tristemente la mirada hacia mí y hace un
gesto significativo de que no le soy grato.
Le
saludo; corresponde fríamente y exclama: “No necesito sus servicios”.
–
¿Quiere que le acompañe en esta hora difícil?
–
No, gracias; déjeme en paz. No me amargue lo poco que me queda de vida.
–
¿De dónde es usted?
–
De Zaragoza.
–
¿Tiene usted familia en la ciudad?
–
Sí, señor.
–
¿Puedo servirle a usted para transmitir sus últimos deseos?
–
He dicho a usted que me deje tranquilo. ¡Váyase!
–
¿No necesita nada?
–
Por medio de usted, no.
–
Yo quisiera ayudarle en este amargo trance, con la esperanza de una vida que no
muere...
–
¡Déjese de cuentos!
Hubo
una breve pausa.
–
¿Tiene usted madre?
–
Sí, señor.
–
¿Quiere usted algún recuerdo especial para ella?
–
¡Bastante pena ha de tener cuando sepa mi muerte!...
Quedó
pensativo. El tiempo avanzaba.
–
Faltan unos minutos –le digo–. Vamos a ganar el cielo... Pidámoselo a Dios...
¿Sabe usted alguna oración?... ¿El Padrenuestro?
–
No, señor. Jamás me preocupé de eso.
–
No importa. Podemos decirlo ahora los dos juntos.
–
¡No insista! Quiero que me deje en paz ya.
–
Ánimo, amigo mío. En un minuto nada más ganamos el cielo... ¿No sabe usted
rezar nada? ¿No le enseñó su buena madre ni siquiera el Avemaría?...
Aquel
hombre, hasta entonces abatido y hosco, levanta su cabeza, me mira de frente,
desfrunce el ceño y, en tono natural y casi amistoso, me dice:
–
El Avemaría, sí...
–
¿Ah, sí? –exclamo ansioso, vislumbrando el faro de salvación.
–
Mire usted: tenía yo unos catorce años, y hasta esa fecha había vivido con mi
madre, que es muy buena. Pero deseoso de libertad, y empujado por mis
amistades, quise apartarme de la autoridad de mi madre y correr por el mundo. Y
decidí marcharme de casa... Al decírselo a mi madre le causé un gran dolor, y el
día de la partida echó, llorando, sus brazos a mi cuello; me llenó de besos la
cara, y me dijo: “Hijo mío, puesto que no desistes de tu idea y te vas, te voy
a pedir el último favor: quiero que me hagas una promesa. ¿Serías capaz de
negársela a tu madre?”.
–
No, madre; dime qué es lo que quieres (y para apresurar la despedida, añadí):
Te juro que cumpliré la promesa.
–
Pues lo que te pido, hijo mío, es que me prometas rezar a la Virgen todos los
días tres Avemarías.
–
Te lo prometo, dije. Y me fui...
Otro
corto silencio. Luego continuó:
–
He viajado mucho. Mi vida fue azarosa... No obstante, Padre, he cumplido todos
los días la promesa que hice a mi madre.
–
¿Es posible? –le pregunté, conmovido.
–
Sí, señor; ayer, en la cárcel, y esta misma noche, recé las tres Avemarías.
Y
transformado por este bendito recuerdo mi interlocutor, y animado el acento de
su voz, a la vez que asomaba a su rostro una leve sonrisa, agregó:
–
Padre, yo no sé qué íntimo alborozo siento en estos instantes... Yo noto algo
tan extraño en mi interior, que pienso que la Virgen me quiere salvar...
¡Padre, ayúdeme; confiéseme!...
Unas
lágrimas brotan de sus ojos... Y de sus labios van saliendo estas palabras:
“Creo en Dios...”. “Pésame, Señor, de haberos ofendido...”.
–
¿Quiere usted recibir la Sagrada Comunión por Viático?
–
Pero, ¿podré, Padre?...
Sobre
mis rodillas extendí el corporal, saqué la cajita–copón... Lloraba él, y yo no
podía contener mi emoción.
Ecce Agnus Dei...
“He aquí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo...”. Y le dije:
–
Diga usted conmigo: “Señor, no soy digno de que entréis en mi pobre morada...”.
Y terminé diciendo: “El Viático del Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo te
defienda del maligno enemigo y te lleve a la vida eterna. Amén.”
Sobre
los corporales cayeron lágrimas del penitente; y los centinelas se
estremecieron ante la escena...
La
llegada de un refuerzo de la guardia nos advirtió lo inminente del terrible
desenlace.
Rogué
a mi confesado que dijese: “Señor y Dios mío, acepto con ánimo conforme la
muerte que me enviéis, con todas sus penas y dolores”
Dicho
esto se puso en pie y, levantando la cabeza, dijo: “Padre, vamos; ya estoy
dispuesto...”
Y
comenzamos a caminar hacia el lugar de la ejecución.
Seguidamente
me tomó el crucifijo, y ante el mismo me hizo las últimas confidencias y
encargos:
–
Padre, escriba a mi esposa diciendo que me despido de ella, pidiéndole con toda
mi alma que me perdone lo mucho que la hice sufrir en la vida... A mis hijos,
que son aún pequeños, incúlqueles que no sean como el padre, que no sigan sus
ejemplos; que sean fieles cristianos y buenos siempre con su madre, sin
abandonarla nunca... Y, por último, Padre –estábamos llegando al sitio en que
la sentencia había de ser ejecutada–, me ha dicho usted si quiero algo para mi
madre. ¡Sí, desde luego! A mi buenísima madre no deje de decirle que le
agradezco inmensamente que me hubiera hecho prometerle, al separarme de su
lado, rezar a la Virgen todos los días las tres Avemarías; y que ahora su hijo
muere con el íntimo consuelo de sentir que la Virgen le salva y lleva al cielo.
–
Le prometo hacer cuanto me ha encomendado... Y bese el crucifijo y diga:
“Jesús, ten misericordia de mí”... “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”...
“María, Madre mía, sálvame”...
Se
oyeron unos disparos de fusil...; se desplomó su cuerpo, y... el manto de la
Madre celestial lo cobijó... Eran las primeras horas del día 6 de diciembre,
antevíspera de la Inmaculada.
© Sitio Santísima Virgen
Meditaciones
Cuando
vemos la insistencia del demonio en tentarnos contra la pureza, sus acechanzas
para hacernos caer en pecados carnales, nos asombramos mucho. Pero no hay por
qué asombrarse pues el demonio sabe muy bien que con el pecado impuro
desmantela el alma.
Fue
la primera tentación que el diablo empleó con Jesús en el desierto, pues la
tentación del pan fue una figura de la tentación de todas las hambres,
especialmente del hambre impura.
Y
si reflexionamos que la Santísima Virgen ha dicho en Fátima que los pecados que
más almas llevan al Infierno son los pecados de la carne, entonces entendemos
un poco más porque el demonio está tan entusiasmado en tentar a los hombres de
esta manera.
Cuando
dejamos entrar la impureza en nuestra vida, se va desmantelando todo el
edificio espiritual, y hasta el cuerpo se corrompe, pues dice la Escritura que
quien peca con la carne, en la misma carne tiene su castigo.
Reflexionemos
en estas cosas y detengámonos a pensar cómo andamos nosotros en materia de
pureza, porque hoy los medios de comunicación social, en especial la
televisión, hacen de todo para que no podamos fácilmente conservar esta virtud
tan amada por Dios y por la Virgen, y que nos abre la puerta al conocimiento de
Dios y de las cosas de Dios.
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos
perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el
hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración para Sergio, de la provincia de Buenos
Aires, Argentina, afectado de cáncer en la sangre. Actualmente está internado
para una quimioterapia fuerte como etapa de preparación para un futuro
trasplante de médula ósea. Que el Señor lo fortalezca y lo ayude a superar toda
esta difícil situación con fuerzas físicas y espirituales.
Pedimos oración para que Dios Nuestro Señor proteja el viaje de Mary, de la provincia de Córdoba, que se desplaza a USA a visitar familiares en zonas de huracanes.
Pedimos oración para que Dios Nuestro Señor proteja el viaje de Mary, de la provincia de Córdoba, que se desplaza a USA a visitar familiares en zonas de huracanes.
Pedimos oración para Leda D. H., de Bogotá, Colombia, que se
encuentra muy delicada debido a un problema posoperatorio de una hernia
inguinal como consecuencia de una mala fuerza que hizo; rogamos al Señor que
ojalá no tengan que intervenirla nuevamente, y que si el diagnóstico conduce a
ello, sea lo más favorable posible. Tenemos fe que con la intercesión de
nuestra Señora de Lourdes, el Señor Jesucristo le dará a Leda el don de la
salud.
Continuamos
unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de
Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades,
poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para
el mundo, al rezar por la paz; rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los
corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que
están en peligro de ser abortados. Paz
para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para
los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y
sigamos haciéndolo.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras
debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de María
Setiembre 19
Su
opción por Cristo no le hizo a María la vida más fácil; por el contrario, se la
complicó: ella llevaba clavada una espada en su Corazón…
Su
ejemplo debe hacernos desconfiar de nuestra pretendida devoción, si seguimos
tranquilamente instalados, sin preocuparnos de los demás. Nada más opuesto a la
verdadera devoción que el apego obsesivo a la comodidad, que nos impide
entregarnos a Dios y a los hermanos.
Nuestra Señora del Amén, que abrazaste plenamente la
voluntad salvífica de dios, recuérdame tu sí cada vez que deba sufrir por amor.
* P. Alfonso Milagro
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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