PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3462 ~ Viernes 29 de Setiembre de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El
padre Mateo Crawley, el apóstol mundial de la devoción al Corazón de Jesús,
relata que en una oportunidad, se encontró con un indígena chileno, que era
carbonero y amaba mucho a Dios, aunque apenas conocía algo de religión y era
muy ignorante. No sabía ni el padrenuestro ni el avemaría. Pero rezaba con toda
confianza a Dios. El padre Mateo le preguntó: ¿Cómo rezas?
—
Por la mañana le digo: "Señor Jesús, tu bolsa de carbón sale para
trabajar, ayúdame". Y en la tarde le digo: " Señor, tu bolsa de
carbón va a descansar, ayúdame”.
Y
el padre Mateo, ante la fe de aquel carbonero, estuvo a punto de arrodillarse y
agradecerle por su fe y su amor a Dios. Porque no hace falta dirigirse a Dios
con grandes discursos ni con libros hermosos, donde hay bellas oraciones. Lo
que quiere el Señor es amor sencillo y confianza plena, nada más.
¡Buenos días!
Se levantó lleno de alegría y paz
Un
joven, entre 18 y 20 años, se confesaba. Era un obrero alto y fornido. Era la
primera vez que se acercaba a Don Bosco. Con voz bastante fuerte, de modo que
todos podían oírle, empezó a contar sus debilidades que no eran pocas ni
chicas. En vano le indicaba Don Bosco que hablara más bajo e intentaba
amortiguar su voz con un pañuelo blanco. Al terminar se levantó para retirarse
del confesionario y, al volverse, su semblante tenía una expresión de paz, de
humildad y alegría sorprendentes. Buscaba abrirse paso entre la compacta
multitud que, de una y otra parte, no hacía más que repetirle:
— ¿Por qué hablabas tan alto? Todos se han enterado
de tus pecados.
El mozo se paró, extendió los brazos y, con un candor
singular, exclamó:
— ¿Y qué me importa a mí que los hayáis oído? Los he
cometido, es verdad, pero el Señor me los ha perdonado. De aquí en adelante
seré bueno.
Y
apartándose, se arrodilló y se quedó inmóvil por una buena media hora dando
gracias.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un
israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?».
Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de
la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú
eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo
de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en
verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar
sobre el Hijo del hombre». (Jn 1,47-51)
Comentario:
Hoy,
en la fiesta de los Santos Arcángeles, Jesús manifiesta a sus Apóstoles y a
todos la presencia de sus ángeles y la relación que con Él tienen. Los ángeles
están en la gloria celestial, donde alaban perennemente al Hijo del hombre, que
es el Hijo de Dios. Lo rodean y están a su servicio.
«Subir
y bajar» nos recuerda el episodio del sueño del Patriarca Jacob, quien dormido
sobre una piedra durante su viaje a la tierra de origen de su familia
(Mesopotamia), ve a los ángeles que “bajan y suben” por una misteriosa escalera
que une el cielo y la tierra, mientras Dios mismo está de pié junto a él y le
comunica su mensaje. Notemos la relación entre la comunicación divina y la presencia
activa de los ángeles.
Así,
Gabriel, Miguel y Rafael aparecen en la Biblia como presentes en las
vicisitudes terrenas y llevando a los hombres —como nos dice san Gregorio el
Grande— las comunicaciones, mediante su presencia y sus mismas acciones, que
cambian decisivamente nuestras vidas. Se llaman, precisamente, “arcángeles”, es
decir, príncipes de los ángeles, porque son enviados para las más grandes
misiones.
Gabriel
fue enviado para anunciar a María Santísima la concepción virginal del Hijo de
Dios, que es el principio de nuestra redención (cf. Lc 1). Miguel lucha contra
los ángeles rebeldes y los expulsa del cielo (cf. Ap 12). Nos anuncia, así, el
misterio de la justicia divina, que también se ejerció en sus ángeles cuando se
rebelaron, y nos da la seguridad de su victoria y la nuestra sobre el mal.
Rafael acompaña a Tobías “junior”, lo defiende y lo aconseja y cura finalmente
al padre Tobit (cf. Tob). Por esta vía, nos anuncia la presencia de los ángeles
junto a cada uno de nosotros: el ángel que llamamos de la Guarda.
Aprendamos
de esta celebración de los arcángeles que “suben y bajan” sobre el Hijo del
hombre, que sirven a Dios, pero le sirven en beneficio nuestro. Dan gloria a la
Trinidad Santísima, y lo hacen también sirviéndonos a nosotros. Y, en
consecuencia, veamos qué devoción les debemos y cuánta gratitud al Padre que
los envía para nuestro bien.
Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la
S.R.I. (Città del Vaticano, Vaticano)
Santoral Católico:
Santos Arcángeles
Miguel, Gabriel y Rafael
En
la Biblia, desde el AT, aparecen los ángeles y sus jefes, los arcángeles,
criaturas espirituales, como ministros o servidores de Dios, bien sea para
llevar a los hombres los mensajes y la protección divina, bien sea para alabar
al Señor y presentarle las preces de los hombres. La Iglesia celebra a tres
arcángeles. Miguel, que significa «¿Quién como Dios?», es el defensor de los
derechos divinos y el protector del pueblo de Dios y de la Iglesia contra las
asechanzas del mal; a él se refieren Dan 10-12, Ap 12 y la carta de Judas.
Gabriel, «Fuerza de Dios», es sobre todo el ángel que interviene, enviado por
Dios, en los acontecimientos de la Anunciación y del nacimiento de Juan
Bautista y de Jesús (Lc 1). Rafael, «Medicina de Dios», aparece en el libro de
Tobías, como compañero y protector del hijo en su largo y peligroso viaje y
como médico de la ceguera del padre. Con el Salmo 102 podemos rezar: «Bendecid
al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz
de su palabra».
Oración: Oh Dios, que con admirable sabiduría
distribuyes los ministerios de los ángeles y los hombres, te pedimos que
nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten
continuamente en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Pensamiento del día
“La fuerza de las mujeres
la psicología no puede explicarla.
Los hombres pueden ser analizados;
las mujeres sólo pueden ser amadas”
Oscar Wilde
Tema del día:
Ser santos
En
el Antiguo Testamento Dios nos dice: “Sed santos porque yo soy Santo”. Y en el
Evangelio Jesús nos dice que seamos perfectos como el Padre Celestial es
perfecto. Esta es la medida de la santidad que debemos alcanzar, la santidad de
Dios, es decir, infinita.
Por
supuesto que esto no se logra con las solas fuerzas humanas, sino con la ayuda
de la gracia de Dios que, obrando en nosotros y con nosotros, nos lleva a las
más altas cumbres de la santidad.
¿Y
cómo llegaremos a ser semejantes en santidad al mismo Dios? Porque Dios estará
en nosotros, y se cumplirá aquello de San Pablo: “Ya no soy yo quien vivo, sino
que es Cristo quien vive en mí”. También Jesús ha dicho que si lo amamos, el
Padre también nos amará y vendrán y harán morada en nosotros.
Entonces
¿es posible ser santo? No solo que es posible, sino que tenemos la obligación de
ser santos. Porque en la vida espiritual no hay estancamientos, o se avanza o
se retrocede, pero nunca uno queda en el mismo lugar. Así que para no
retroceder es necesario avanzar siempre, de virtud en virtud, con humildad pero
también con valentía, hasta llegar a amar con toda el alma a Dios, que eso es
la santidad.
Para
construir una casa comenzamos por los cimientos, luego las paredes, el techo,
las puertas y ventanas, y todo lo demás. También para ser santos tenemos que
comenzar por reconocer nuestra nada, y así cavar hondo para echar los
cimientos, y esto se logra con la humildad. Debemos convertirnos, hacer una
buena confesión, tal vez general, y empezar a luchar contra el pecado mortal.
Luego seguiremos el combate con los pecados leves y las imperfecciones, y
también iremos tratando de adquirir las virtudes y vencer los vicios.
Ya
lo dice Job: “Es milicia la vida del hombre sobre la tierra”, y si queremos ser
santos, tenemos que prepararnos para la lucha, porque el demonio no querrá eso.
Él quisiera que ni pensemos en ser santos, para que viviendo cada vez peor, al
final nos precipitemos al Infierno donde él espera torturarnos por toda la
eternidad.
Abramos
los ojos y quitemos el polvo de las armas espirituales que hasta ahora casi no
hemos utilizado, que son la oración, la vigilancia, la penitencia, los
sacramentos, los sacramentales y la Palabra de Dios. Lancémonos a la conquista
del Monte de la Santidad, que el Cielo que nos espera merece que nos esforcemos
en un duro combate.
© Sitio Santísima Virgen
Oración a San Miguel Arcángel
San
Miguel Arcángel
defiéndenos
en la batalla.
Sé
nuestro amparo contra la perversidad
y
acechanzas del demonio.
Reprímale
Dios, pedimos suplicantes,
y
tú, Príncipe de la Milicia Celestial
arroja
en el infierno con tu divino poder
a
satanás y demás espíritus malignos
que
andan dispersos por el mundo
para
perdición de las almas.
Amén
Meditaciones
Es
imposible que en el curso de todo un día no nos sobrevenga algún que otro
contratiempo: pequeños accidentes o dificultades que nos apenan y mortifican.
¿No es esto un obstáculo permanente para la felicidad? De ninguna manera, si
sabemos conservar la paz y la alegría cuando sobrevienen estas contrariedades.
Primero:
debes estar siempre prevenido. Las adversidades, cuando se las ve venir, son
menos de temer que cuando nos hieren de improviso. Pon en el presupuesto de tus
previsiones para el día cinco o seis contrariedades a las cuales estés
normalmente expuesto y, cuando te sucedan algunas de ellas, apenas te sorprenderá.
Segundo:
acéptalas de buen grado. Debemos estar dispuestos a soportar las penas y así
parecerán menos duras.
Tercero:
mira al Cielo; esta mirada, en efecto, cambia por completo la naturaleza de las
cosas para un alma que tiene fe. Desde este punto de vista la cruz no es cruz,
es joya preciosa que es preciso estimar en gran valor. Es una moneda con la que
se adquieren bienes inmensos.
“Los
sufrimientos de la vida presente son nada en comparación con la futura gloria
que se revelará en nosotros” (Romanos 8, 18).
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Los cinco minutos de María
Setiembre 29
Jesús
es la imagen del Padre, y según esta imagen del Padre todos hemos sido creados.
María es signo o imagen sacramental de lo que Dios quiere que nosotros
lleguemos a ser en Cristo.
María
es “el anticipo de Dios”, como si dijéramos la señal de lo que los cristianos
podemos llegar a ser por la gracia de Dios. Dios redime a María preservándola
del pecado para ser Madre de Jesús, y para que coopere a la edificación del
Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, es decir: nosotros.
Nuestra Señora del pueblo de Dios, cuida a tus hijos
para que edifiquen la Iglesia en la caridad y el servicio a todos los hijos de
Dios.
* P. Alfonso Milagro
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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