PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3456 ~ Sábado 23 de Setiembre de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy
celebramos felices la memoria litúrgica de un gran santo del siglo XX: San Pío
de Pietrelcina, que fue beatificado (2 de mayo de 1999) y luego canonizado (16
de junio de 2002) por otro amado santo de nuestro tiempo: San Juan Pablo II.
Según
algunas fuentes muy confiables, cuando Karol Wojtyla era un sacerdote en su
nativa Polonia, cada vez que visitaba a Italia viajaba a San Giovanni Rotondo
para confesarse con el Padre Pío. En una de esas ocasiones, el Padre Pío
pareció entrar en un breve trance y le dijo: "Vas a ser Papa" … y
continuó: "También veo sangre... Vas a ser Papa y veo sangre".
El
13 de mayo de 1981, ocurrió el atentado contra aquel mismo sacerdote polaco,
ahora S.S. Juan Pablo II. La sangre fue
derramada. El mismo Papa canonizó años
despues al Padre Pío.
El
mensaje del Padre Pío coincide con el mensaje de la tercera parte del secreto
de Fátima aunque este era aún secreto cuando ocurrió la profecía.
¡Buenos días!
Clarividencia del Padre Pío
Consta
en la biografía de varios santos dedicados al ministerio de la confesión, que
Dios les regaló el don de la clarividencia, por ejemplo, a san Juan Bosco y al
santo Cura de Ars. Por medio de este carisma ayudaban a los penitentes a
clarificar y ordenar su conciencia para recibir con fruto el sacramento del
perdón. Aquí tienes una curiosa anécdota del Padre Pío.
En la primavera de 1967, en el tren del trayecto
Nápoles-Foggia, se encontraron dos madres con sus respectivas hijas que iban a
ver al padre Pío para confesarse. Las dos chicas se hicieron rápidamente
amigas. Maria Teresa, que ya había estado con el fraile, viendo a la otra en
minifalda, le aconsejó que cambiara de ropa al llegar a San Giovanni Rotondo,
porque si no el santo fraile la haría alejarse del confesionario. Las dos
chicas fueron a una tienda, y la napolitana, compró una falda larga. Pero,
mirándose al espejo, dijo: “¡Si me viese mi novio, pensaría que soy un
payaso!”. Al otro día, la chica de Nápoles, que estaba esperando, vio que se abría
la ventanilla y oyó que le decían: “Fuera, ¡vete! Yo no confieso a los
payasos”.
Con
el padre Pío, los trucos no funcionaban. Ella pensaba que conformaría así al
santo, pero por otro lado continuaría cediendo para agradar a su novio. A Dios
no le agradan los engaños. Por eso iluminó al santo fraile. Un refrán popular
dice: “No está bien encender una vela a Dios y otra al diablo”. Dios quiere
corazones enteros y no partidos.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, habiéndose congregado mucha gente, y viniendo a Él de todas las
ciudades, dijo en parábola: «Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al
sembrar, una parte cayó a lo largo del camino, fue pisada, y las aves del cielo
se la comieron; otra cayó sobre piedra, y después de brotar, se secó, por no
tener humedad; otra cayó en medio de abrojos, y creciendo con ella los abrojos,
la ahogaron. Y otra cayó en tierra buena, y creciendo dio fruto centuplicado».
Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Le
preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola, y Él dijo: «A
vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás
sólo en parábolas, para que viendo, no vean y, oyendo, no entiendan.
»La
parábola quiere decir esto: La simiente es la Palabra de Dios. Los de a lo
largo del camino, son los que han oído; después viene el diablo y se lleva de
su corazón la Palabra, no sea que crean y se salven. Los de sobre piedra son
los que, al oír la Palabra, la reciben con alegría; pero éstos no tienen raíz;
creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba desisten. Lo que cayó entre
los abrojos, son los que han oído, pero a lo largo de su caminar son ahogados
por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a
madurez. Lo que cae en buena tierra, son los que, después de haber oído,
conservan la Palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia».
(Lc
8,4-15)
Comentario:
Hoy,
Jesús nos habla de un sembrador que salió «a sembrar su simiente» (Lc 8,5) y
aquella simiente era precisamente «la Palabra de Dios». Pero «creciendo con
ella los abrojos, la ahogaron» (Lc 8,7).
Hay
una gran variedad de abrojos. «Lo que cayó entre los abrojos, son los que han
oído, pero a lo largo de su caminar son ahogados por las preocupaciones, las
riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a madurez» (Lc 8,14).
—Señor,
¿acaso soy yo culpable de tener preocupaciones? Ya quisiera no tenerlas, ¡pero
me vienen por todas partes! No entiendo por qué han de privarme de tu Palabra,
si no son pecado, ni vicio, ni defecto.
—¡Porque
olvidas que Yo soy tu Padre y te dejas esclavizar por un mañana que no sabes si
llegará!
«Si
viviéramos con más confianza en la Providencia divina, seguros —¡con una
firmísima fe!— de esta protección diaria que nunca nos falta, ¡cuántas
preocupaciones o inquietudes nos ahorraríamos! Desaparecerían un montón de
quimeras que, en boca de Jesús, son propias de paganos, de hombres mundanos
(cf. Lc 12,30), de las personas que son carentes de sentido sobrenatural (...).
Yo quisiera grabar a fuego en vuestra mente —nos dice san Josemaría— que
tenemos todos los motivos para andar con optimismo en esta tierra, con el alma
desasida del todo de tantas cosas que parecen imprescindibles, puesto que
vuestro Padre sabe muy bien lo que necesitáis! (cf. Lc 12,30), y Él proveerá».
Dijo David: «Pon tu destino en manos del Señor, y él te sostendrá» (Sal 55,23).
Así lo hizo san José cuando el Señor lo probó: reflexionó, consultó, oró, tomó
una resolución y lo dejó todo en manos de Dios. Cuando vino el Ángel —comenta
Mn. Ballarín—, no osó despertarlo y le habló en sueños. En fin, «Yo no debo
tener más preocupaciones que tu Gloria..., en una palabra, tu Amor» (San
Josemaría).
Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)
Santoral Católico:
San Pío de Pietrelcina
Presbítero Capuchino
Nació
en Pietrelcina (Benevento, Italia) el año 1887, y en 1903 entró en la Orden
Capuchina. Ordenado de sacerdote en 1910, fue destinado en 1916 al convento de
San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte, desarrollando una
extraordinaria aventura de taumaturgo y de apóstol del confesonario. Desde 1918
llevó en su cuerpo las llagas del Señor y fue objeto de otros dones divinos
extraordinarios. Se santificó viviendo a fondo en carne propia el misterio de
la cruz de Cristo y cumpliendo en plenitud su vocación de colaborador en la
Redención. Centró su vida pastoral en la dirección espiritual de los fieles, la
reconciliación sacramental de los penitentes y la celebración de la Eucaristía.
Su preocupación por los pobres y los enfermos se materializó en la «Casa Alivio
del Sufrimiento». Otra iniciativa suya fueron los grupos de oración, que
rápidamente se extendieron por todo el mundo. Murió el 23 de septiembre de 1968
en San Giovanni Rotondo (Apulia). Juan Pablo II lo beatificó en 1999 y el mismo
papa santo lo canonizó en 2002.
Oración: Dios omnipotente y eterno que, con gracia
singular concediste al sacerdote san Pío participar en la cruz de tu Hijo y,
por medio de su ministerio, has renovado las maravillas de tu misericordia,
concédenos, por su intercesión, que unidos constantemente a la pasión de Cristo
podamos llegar felizmente a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Palabras del Santo Padre Pío
"Solo quiero ser un
fraile que reza...
Reza, espera y no te preocupes.
La preocupación es inútil.
Dios es misericordioso y escuchará tu oración...
Reza, espera y no te preocupes.
La preocupación es inútil.
Dios es misericordioso y escuchará tu oración...
La oración es la mejor arma
que tenemos;
es la llave al corazón de
Dios.
Debes hablarle a Jesús,
no solo con tus labios sino con tu corazón.
En realidad, en algunas ocasiones
no solo con tus labios sino con tu corazón.
En realidad, en algunas ocasiones
debes hablarle solo con el
corazón...”
Tema del día:
Algunas anécdotas del Padre Pío
♡ ¡Cuida por dónde caminas!
Un
hombre fue a San Giovanni Rotondo para conocer al Padre Pío pero era tal la
cantidad de gente que había que tuvo que volverse sin ni siquiera poder verlo.
Mientras se alejaba del convento sintió el maravilloso perfume que emanaba de
los estigmas del padre y se sintió reconfortado.
Unos
meses después, mientras caminaba por una zona montañosa, sintió nuevamente el
mismo perfume. Se paró y quedó extasiado por unos momentos inhalando el
exquisito olor. Cuando volvió en sí, se dio cuenta que estaba al borde de un
precipicio y que si no hubiera sido por el perfume del padre hubiera seguido
caminando... Decidió ir inmediatamente a San Giovanni Rotondo a agradecer al
Padre Pío. Cuando llegó al convento, el Padre Pío, el cual jamás lo había
visto, le gritó sonriendo:- “¡Hijo mío! ¡Cuida por dónde caminas!”.
♡ Debajo del colchón
Una
señora sufría de tan terribles jaquecas que decidió poner una foto del Padre
Pío debajo de su almohada con la esperanza de que el dolor desaparecería.
Después de varias semanas el dolor de cabeza persistía y entonces su
temperamento italiano la hizo exclamar fuera de sí: -“Pues mira Padre Pío, como
no has querido quitarme la jaqueca te pondré debajo del colchón como castigo”.
Dicho y hecho. Enfadada puso la fotografía del padre debajo de su colchón.
A
los pocos meses fue a San Giovanni Rotondo a confesarse con el padre. Apenas se
arrodilló frente al confesionario, el padre la miró fijamente y cerró la
puertecilla del confesionario con un soberano golpe. La señora quedó petrificada
pues no esperaba semejante reacción y no pudo articular palabra. A los pocos
minutos se abrió nuevamente la puertecilla del confesionario y el padre le dijo
sonriente: “No te gustó ¿verdad? ¡Pues a mí tampoco me gustó que me pusieras
debajo del colchón!”.
♡ Los consejos del Padre
Pío
Un
sacerdote argentino había oído hablar tanto sobre los consejos del Padre Pío
que decidió viajar desde su país a Italia con el único objeto de que el padre
le diera alguna recomendación útil para su vida espiritual. Llegó a Italia, se
confesó con el padre y se tuvo que volver sin que el padre le diera ningún
consejo. El padre le dio la absolución, lo bendijo y eso fue todo. Llegó a la
Argentina tan desilusionado que se desahogaba contando el episodio a todo el
mundo. “No entiendo por qué el padre no me dijo nada”, decía. “¡Y yo que viajé
desde la Argentina sólo para eso!... El Padre Pío lee las consciencias y sabía
que yo había ido con la esperanza de que me diera alguna recomendación”, etc,
etc. Así se quejaba una y otra vez hasta que sus fieles le empezaron a
preguntar: “Padre, ¿está seguro que el padre Pío no le dijo nada? ¿No habrá
hecho algún gesto, algo fuera de lo común?”. Entonces el sacerdote se puso a
pensar y finalmente se acordó que el Padre Pío sí había hecho algo un poco
extraño. “Me dio la bendición final haciendo la señal de la cruz sumamente
despacio, tan despacio que yo pensé: ¿es que no va a acabar nunca?”, contó a
sus fieles. “¡He ahí el consejo!”, le dijeron, “usted la hace tan rápido cuando
nos bendice que más que una cruz parece un garabato”. El sacerdote quedó
contentísimo con esta forma tan original de aconsejar que tenía el Padre Pío.
♡ El vigilante y los
ladrones
“Unos
ladrones merodeaban en mi barrio, en Roma, y esto me impedía ir a visitar al
Padre Pío. Al final me decidí después de haber hecho un pacto mental con él:
“Padre, yo iré a visitarte si tú me cuidas la casa...”. Una vez en San Giovanni Rotondo, me confesé
con el Padre y al día siguiente, cuando fui a saludarle, me reprendió: “¿Aún
estás aquí? ¡Y yo que estoy sudando para sostenerte la puerta!”.
Me
puse de viaje inmediatamente, sin haber comprendido qué había querido decirme.
Habían forzado la cerradura, pero en casa no faltaba nada.”
♡ Niños y caramelos
“Hacía
tanto tiempo que no iba a visitar al Padre Pío que me sentía obsesionada por la
idea de que se hubiera olvidado de mí.
Una
mañana, después de haberle confiado, como de costumbre, mi hija bajo su
protección, fui a Misa. De regreso, encontré a la pequeña saboreando un
caramelo. Sorprendida le pregunté quién le había dado el “melito”, como ella
llamaba a los caramelitos, y muy contenta me señaló el retrato del Padre Pío
que dominaba sobre el corralito donde dejaba a la pequeña durante mis breves
ausencias.
No
di ninguna importancia al episodio y no pensé más en él. Después de algún tiempo, no logrando sacarme
de la cabeza la idea de que el Padre Pío se hubiera olvidado de mí, pude
finalmente ir a visitarlo. Inmediatamente después de la confesión, cuando fui a
besarle la mano, me dijo riendo: “¿También tú querías un “melito”?”.
♡ Un calvo
“No
había remedios para mi cabello que iba desapareciendo de mi cabeza, y
sinceramente me disgustaba quedar calvo. Me dirigí al Padre Pío y le dije:
“Padre, ruegue para que no se me caiga el cabello”.
El
Padre en ese momento bajaba por la escalera del coro. Yo lo miraba ansioso
esperando una contestación. Cuando estuvo cerca de mí cambió el semblante y con
una mirada expresiva señaló a alguien que estaba detrás y me dijo:
“Encomiéndate a él”. Me di vuelta. Detrás había un sacerdote completamente
calvo, con una cabeza tan brillante que parecía un espejo. Todos nos echamos a
reír.
♡ El zapatazo
Una
vez un paisano del Padre Pío tenía un fuertísimo dolor de muelas. Como el dolor
no lo dejaba tranquilo su esposa le dijo: “¿Por qué no rezas al Padre Pío para
que te quite el dolor de muelas? Mira aquí está su foto, rézale”. El hombre se
enojó y gritó furibundo: “¿Con el dolor que tengo quieres que me ponga a
rezar?”. Inmediatamente cogió un zapato y lo lanzó con todas sus fuerzas contra
la foto del Padre Pío.
Algunos
meses más tarde su esposa lo convenció de irse a confesar con el Padre Pío a
San Giovanni Rotondo. Se arrodilló en el confesionario del Padre y, luego de
decir todos los pecados que se acordaba, el Padre le dijo: “¿Qué más
recuerdas?” “Nada más”, contestó el hombre. “¿Nada más? ¡¿Y qué hay del
zapatazo que me diste en plena cara?!”
♡ El saludo “grande,
grande”
Una
hija espiritual del Padre Pío se había quedado en San Giovanni Rotondo tres
semanas con el único propósito de poder confesarse con él. Al no lograrlo, ya
se marchaba para Suiza profundamente triste, cuando se acordó que el Padre Pío
daba todos los días la bendición desde la ventana de su celda. Se animó con la
idea de que por lo menos recibiría su bendición antes de partir y salió
corriendo hacia el convento. Por el camino iba diciendo para sus adentros:
“quiero un saludo grande, grande, sólo para mí”. Cuando llegó se encontró con
que la gente se había marchado pues el Padre había dado ya su bendición, los
había saludado a todos agitando su pañuelo desde su ventana y se había retirado
a descansar. Un grupo de mujeres que rezaban el Rosario se lo confirmaron. Era
inútil esperar. La señora no se desanimó por eso y se arrodilló con las demás
mujeres diciendo para sí: “no importa, yo quiero un saludo grande, grande, sólo
para mí”. A los pocos minutos se abrió la ventana de la celda del Padre y éste,
luego de dar nuevamente su bendición, se puso a agitar una sábana a modo de
saludo en vez de usar su pañuelo. Todos se echaron a reír y una mujer comentó:
“-¡Miren, el padre se ha vuelto loco!”. La hija espiritual del padre comenzó a
llorar emocionada. Sabía que era el saludo “grande, grande” que había pedido
para sí.
♡ Un niño y los caramelos
Un
niño, hijo de un guardia civil, deseaba tener un trencito eléctrico desde hacía
mucho tiempo. Acercándose la fiesta de Reyes, se dirigió a un retrato del Padre
Pío colgado en la pared, y le hizo esta promesa: “Oye, Padre Pío, si haces que
me regalen un trenecito eléctrico, yo te llevaré un paquete de caramelos”. El
día de los Santos Reyes el niño recibió el trencito tan deseado.
Pasado
algún tiempo, el niño fue con su tía a San Giovanni Rotondo. El padre Pío,
paternal y sonriente, le preguntó: “-Y los caramelos, ¿dónde están?”.
♡ ¡Por dos higos!
Una
señora devota del Padre Pío comió un día un par de higos de más. Asaltada por
los escrúpulos, pues le parecía que había cometido un pecado de gula, prometió
que iría en cuánto pudiera a confesarse con el Padre Pío. Al tiempo se dirigió
a San Giovanni Rotondo y al final de la confesión le dijo al padre muy
preocupada: “Padre, tengo la sensación de que me estoy olvidando de algún
pecado, quizá sea algo grave”. El Padre le dijo: “No se preocupe más. No vale
la pena. ¡Por dos higos!”.
♡ ¿Esperas que me case yo
con ella?
El
Padre Pío estaba celebrando una boda. En el momento culminante del acto el
novio, muy emocionado, no atinaba a pronunciar el “sí” del rito.
El
Padre esperó un poco, procurando ayudarlo con una sonrisa, pero viendo que era
en vano todo intento, exclamó con fuerza: “¡¿En fin, quieres decir este “sí” o
esperas que me case yo con ella?!”
♡ ¡Padre, ruegue por mis
hijitos!
Una
señora muy devota del Padre Pío nunca se iba a dormir sin haberle encomendado
antes a sus hijos. Todas las noches se arrodillaba frente a la imagen del Padre
y le decía: “Padre Pío, ruegue por mis hijitos”. Después de tres años de rezar
todos los días la misma jaculatoria pudo ir a San Giovanni Rotondo. Cuando vio
al Padre le dijo: “Padre, ruegue por mis hijitos”. “Lo sé, hija mía”, le dijo
el Padre, “¡Hace tres años que me vienes repitiendo lo mismo todos los días!”.
♡ ¡Y tú te burlas!
Una
devota del Padre Pío se arrodillaba todos los días frente a la imagen del padre
y le pedía su bendición. Su marido, a pesar de ser también devoto del padre, se
moría de la risa y se burlaba de ella pues consideraba que aquello era una
exageración. Todas las noches se repetía la misma escena entre los esposos. Una
vez fueron los dos a visitar al Padre Pío y el señor le dijo: “Padre, mi esposa
le pide su bendición todas las noches”. “Lo sé”, contestó el Padre… “¡Y tú te
burlas!”.
♡ Amor del Padre Pío por
San Pío X y Pío XII
El
Padre Pío solía decir que San Pío X era el papa más simpático desde San Pedro
hasta nuestros días. “Un verdadero santo”, decía siempre, “la auténtica figura
de Nuestro Señor”. Cuando murió San Pío X Padre Pío lloraba como un niño
diciendo: “Esta guerra se ha llevado a la víctima más inocente, más pura y más
santa: el Papa”, pues corrían rumores que el Santo Padre había ofrecido su vida
para salvar a sus hijos del flagelo de la guerra.
Otra
vez Padre Pío dijo a un sacerdote que iba para Roma: “Dile a su Santidad (Pío
XII) que con gusto ofrezco mi vida por él”. Cuando murió Pío XII el Padre Pío
también lloraba desconsoladamente. Al día siguiente de la muerte no lloraba más
y entonces le preguntaron: “Padre, ¿ya no llora por el Papa?” “No”, contestó el
padre, “pues Cristo ya me lo ha mostrado en Su gloria”.
©
Web Católico de Javier
Humor de sábados
-
Buenos días, quisiera hablar con alguien que me dé información sobre un
paciente que está internado en ese Hospital.
-
¿De qué paciente se trata?
-
Se llama Pablo Rodríguez y está en la
habitación 376.
-
Un momento, lo voy a pasar con enfermería.
-
Buenos días, soy la enfermera Josefina. ¿En qué le puedo ayudar?
-
Quisiera saber el estado actual del paciente Pablo Rodríguez que está en la
habitación 376, por favor.
-
Un minuto que voy a localizar al médico de guardia.
-
Buenos días, habla el doctor Gutiérrez. ¿En qué puedo ayudarlo?
-
Vea doctor, quisiera que me informasen sobre la salud de Pablo Rodríguez de la
habitación 376.
-
Espéreme un minuto que consulto la ficha del paciente.
-
¡Vale!, gracias
-
Aquí está. Hoy comió bien, la presión y el pulso están estables, y responde
bien a la medicación y ya le retiraremos el monitor cardíaco mañana. Si
continúa bien, le daremos el alta en dos o tres días.
-
Muchas gracias, doctor. No sabe que noticia maravillosa que me ha dado... ¡Qué
alegría!
-
Por su entusiasmo, ¿usted debe ser algún pariente muy cercano? ¿No?
-
No, no... Yo soy Pablo Rodríguez y estoy llamando de la habitación 376. Lo que
pasa es que todos los médicos entran y salen de la habitación, hablan entre
ustedes, y a mí nadie me dice nada...
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del Evangelio.
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Los cinco minutos de María
Setiembre 23
El
Concilio Vaticano II propuso a María como Modelo de la Iglesia.
Cada
cristiano, y cada familia cristiana (pequeña Iglesia doméstica), tienen también
en ella su Modelo.
¡Ojalá
que la Virgen, mirando a sus hijos, goce al contemplar cuánto se le parecen!
Nuestra Señora de la evangelización, evangelízanos
para poder evangelizar.
* P. Alfonso Milagro
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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