PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3411 ~ Domingo 6 de Agosto de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Para sentir algo tan difícil como el
bienestar interno y externo que Jesús produce, necesitamos buscar “Tabores” que
nos conviertan en personas nuevas. Experiencias personales donde el traje de
nuestra vida y de nuestras actitudes resplandezcan en un blanco deslumbrador
por el secreto escondido que todos llevamos dentro: la presencia de Dios.
Sólo cuando seamos capaces de
alejarnos del ruido, correr y rasgar los velos que el mundo pone delante de
nosotros, reconoceremos el papel que juega Jesús en nuestra existencia y lo que
pretende de ella.
-Tabor son aquellas situaciones que
Dios nos regala y donde, de una forma sorprendente, comprobamos que Él camina
junto a nosotros.
-Tabor es el monte idílico del que
nunca quisiéramos descender para no enfrentarnos a las numerosas cruces que nos
aguardan. Es la otra cara de la moneda: las dificultades de nuestra misión
cristiana como paso previo a la Resurrección.
-Tabor es la claridad que nos hace
ver, leer, escrutar y asombrarnos ante la huella de Dios por su Palabra y en
sus Misterios
-Tabor es, ante todo, aquel momento
que Dios nos brinda para adquirir la capacidad de comprensión y entendimiento:
detrás de la humanidad de Jesús se descubre la grandeza y el poderío de Dios.
P.
Javier Leoz
¡Buenos días!
Piénsalo bien
“Necesitas
tener una habitación interior a donde poder retirarte cuando lo precises. Un
lugar agradable, lleno de esas riquezas intangibles que renuevan el ánimo:
serenidad, energías positivas y una firme ilusión de vivir” (Larrañaga). Pascal
pensaba que las desgracias de los hombres provienen de una sola fuente: no
saben estar a solas en su habitación. .
El obstáculo más grande es el miedo. El día más bello
es hoy.
Los mayores maestros son los niños. El mayor error es
darse por vencido.
La mayor distracción es el trabajo. El más grande
defecto es el egoísmo.
La peor bancarrota es el desánimo. El sentimiento más
vil es la envidia.
El regalo más hermoso es el perdón. La felicidad más
grande es la paz.
El mayor conocimiento es Dios. Lo más maravilloso del
mundo es el amor.
La
meditación sobre este u otros temas parecidos hace aflorar las certezas sobre
lo que piensas y deseas verdaderamente. Despierta y fecunda tus energías
latentes. Te ayuda a revisar tus valores morales. Da a tu vida equilibrio:
distingues lo principal de lo secundario. Es un espacio para maravillarte y
contemplar. Vale la pena darle un tiempo, ¿no te parece?
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los
lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se
puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En
esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con Él. Tomando Pedro
la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí
tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía
estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube
salía una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco;
escuchadle». Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de
miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis
miedo». Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y
cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta
que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos». (Mt 17,1-9)
Comentario:
Hoy,
el Evangelio nos habla de la Transfiguración de Jesucristo en el monte Tabor.
Jesús, después de la confesión de Pedro, empezó a mostrar la necesidad de que
el Hijo del hombre fuera condenado a muerte, y anunció también su resurrección
al tercer día. En este contexto debemos situar el episodio de la
Transfiguración de Jesús. Atanasio el Sinaíta escribe que «Él se había
revestido con nuestra miserable túnica de piel, hoy se ha puesto el vestido
divino, y la luz le ha envuelto como un manto». El mensaje que Jesús
transfigurado nos trae son las palabras del Padre: «Éste es mi Hijo amado;
escuchadle» (Mc 9,7). Escuchar significa hacer su voluntad, contemplar su
persona, imitarlo, poner en práctica sus consejos, tomar nuestra cruz y
seguirlo.
Con
el fin de evitar equívocos y malas interpretaciones, Jesús «les ordenó que no
contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre hubiera
resucitado de entre los muertos» (Mc 9,9). Los tres apóstoles contemplan a
Jesús transfigurado, signo de su divinidad, pero el Salvador no quiere que lo
difundan hasta después de su resurrección, entonces se podrá comprender el
alcance de este episodio. Cristo nos habla en el Evangelio y en nuestra
oración; podemos repetir entonces las palabras de Pedro: «Maestro, ¡qué bien
estamos aquí!» (Mc 9,5), sobre todo después de ir a comulgar.
El
prefacio de la misa de hoy nos ofrece un bello resumen de la Transfiguración de
Jesús. Dice así: «Porque Cristo, Señor, habiendo anunciado su muerte a los
discípulos, reveló su gloria en la montaña sagrada y, teniendo también la Ley y
los profetas como testigos, les hizo comprender que la pasión es necesaria para
llegar a la gloria de la resurrección». Una lección que los cristianos no
debemos olvidar nunca.
+ Rev. D. Joan SERRA i Fontanet (Barcelona, España)
Palabras de San Juan Pablo II
“Misterio
de luz por excelencia es la Transfiguración, que según la tradición tuvo lugar
en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad resplandece en el Rostro de
Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo
«escuchen» y se dispongan a vivir con Él el momento doloroso de la Pasión, a
fin de llegar con Él a la alegría de la Resurrección y a una vida transfigurada
por el Espíritu Santo”
Predicación del Evangelio:
La gloria del Tabor
Celebramos
la fiesta de la Transfiguración del Señor. Este misterio de la vida de Cristo
es una manifestación de la gloria del Hijo de Dios, una señal, dada a los
Apóstoles, de la Divinidad de Jesús. A partir del día en que Pedro confesó que
Jesús es el Hijo de Dios vivo, el Maestro comenzó a mostrar a sus discípulos
que él debía ir a Jerusalén, y sufrir… y ser condenado a muerte y resucitar al
tercer día (Mt 16, 21): Pedro rechazó este anuncio; los otros no lo
comprendieron mejor. En este contexto se sitúa la Transfiguración de Jesús.
Jesús
desea fortalecer la fe y la esperanza de sus Apóstoles, especialmente de los
que estarán más próximos en los días tristes de la pasión y Muerte. La visión
de Cristo glorioso en el Tabor, como un anticipo de la felicidad que aguarda en
el Cielo a los que sean fieles, les ayudará a propagar y defender la fe en
medio de las más duras persecuciones.
Dios
ha hablado. Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle. Todo lo que Dios quiere
decir a la humanidad lo ha dicho a través de Cristo, al llegar la plenitud de
los tiempos. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer
alguna visión o revelación, no sólo haría necedad, sino agravio a Dios, no
poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad.
Porque le podría responder Dios de esta manera, diciendo: “Si te tengo ya
habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué
te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en
Él, porque en Él te lo tengo dicho y revelado, y hallarás en Él aún más de lo
que pides y deseas; oídle a Él, porque ya no tengo más fe que revelar, ni más
cosas que manifestar” (San Juan de la Cruz).
Entre
otras cosas, Dios, con el maravilloso ejemplo de Cristo en su vida oculta, nos
ha dicho que nos santifiquemos en la vida ordinaria. Es, por tanto, en la vida
corriente donde hemos de buscar y encontrar al Señor.
La
santidad en la vida ordinaria no es utópica sino real… La santidad consiste en
amar a Dios en cada instante, viendo detrás de cada acontecimiento -también de
una pequeña o grande contrariedad- su mano paternal y providente. De ordinario,
Dios nos pide pequeñas cosas, vencimientos casi insignificantes, que
objetivamente valen poco. Sin embargo, con ese poco -que es todo lo que tenemos-
podemos aliviar al Señor, desagraviarle, compensarle el desamor que ha recibido
de nosotros y de los demás.
© P. Álvaro del Portillo
Nuevo vídeo y artículo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Hay
nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes
acceder en la dirección:
Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir el power point y los comentarios
del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para
tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales
sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Meditaciones
La
ausencia de María en la Transfiguración no quiere decir que María no haya visto
nada de la gloria de Jesús antes de su resurrección, recordemos que en Caná
ella estaba presente: "Este fue el primero de los signos de Jesús, en Caná
de Galilea manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él." (Jn
2,11).
Sin
embargo, María está detrás de la vida pública de Jesús, ella sabía desde la
concepción de que su Hijo venía del Cielo, pero durante todo su camino de fe,
podemos decir que María no vio toda la gloria, eso debió ser para Ella una
prueba, una “pena del corazón unida a una especie de noche de la fe." (Rom
17)
La
Transfiguración pone a Jesús en relación con Moisés y lo vincula, hablando del
Éxodo de Jesús, es decir, de su muerte, a Jerusalén. Incluso ausente del monte
de la Transfiguración, María conocía la vida y la muerte de Moisés y Elías
(...).
Ya
que la Transfiguración es un aspecto importante que plantea la cuestión de la
naturaleza divina de Jesús, también es un elemento importante que estimula la
veneración de la Madre de Jesús, Madre de Dios. Sin embargo, no fue sino hasta
la resurrección de Jesús de entre los muertos, que fue aclarada y reconfortada
la fe en la divinidad de Jesús.
Sor
Françoise Breynaert, Teóloga.
Los cinco minutos de María
Agosto 6
Desde
el primer momento, Dios llenó el alma de María con su presencia amorosa; y el
Corazón de María no vaciló un solo momento; se orientó hacia Dios y nunca se desvió
de Él. Lo amó con todas sus energías.
Si
María ama a las criaturas, las ama por Dios y para Dios. Será siempre y toda de
Dios.
Nuestra
ansia de amar y ser amados sólo se podrá satisfacer plenamente con el amor de
Dios.
Virgen, flor de nuestra tierra, perfuma mi alma con
el aroma de tus virtudes.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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