viernes, 4 de agosto de 2017

Pequeñas Semillitas 3409

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3409 ~ Viernes 4 de Agosto de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy es el momento de dejar lo malo atrás, momento de desintoxicar el corazón, de sanar nuestra alma, de buscar sólo lo que nos traiga calma. Es el momento de no pasar la página, sino de cambiar de libro y de cuaderno para empezar a leer y escribir algo nuevo. Es momento da amarnos más, de ser felices a pesar de nuestras cicatrices. Es momento de bailar con la vida, de emprender diferentes rumbos, de mover barreras, de descubrir otros mundos, de saltar todos los muros. Es momento de abrir los ojos; de exhalar el pasado, de respirar el presente y de inhalar el futuro. Hoy es el momento de expulsar los ayeres para poder comenzar un mejor mañana.
Y tal vez la mejor manera de asumir este momento de cambios favorables, sea pasar hoy por una parroquia, saludar el párroco en su día (porque en la fiesta del Santo Cura de Ars se celebra también el “Día del Párroco”) y reforzar nuestros lazos de amistad con Dios a través de una buena confesión.

¡Buenos días!

El Cura de Ars
El sacramento de la confesión puede ser una experiencia profundamente liberadora que nos ayude a crecer y a vivir mejor. Sin embargo, nuestras confesiones no siempre son un momento intensamente vivido. A veces las sentimos como una molestia necesaria, o como un ejercicio de rutina. Bien preparada y recibida con frecuencia, la confesión ayuda a conocerse mejor.

Que un hombre en vida sea visitado en peregrinación, que las multitudes acudan a venerarlo como a una reliquia, es un hecho más único que raro. Durante 30 años, la humilde aldea de Ars fue testigo de una tal maravilla: multitudes, que sin cesar se iban renovando, se postraban de rodillas para confesarse. Desde 1827 a 1859, la iglesia no estuvo ni un momento vacía. Un día de 1829, después de la oración de la tarde, el Cura de Ars acababa de subir a su habitación. De repente, un recio puñetazo conmueve la puerta del patio. Después de dos o tres sacudidas a cuál más violenta, el Cura se decide a bajar y abrir. Un carretero le está aguardando. Ha dejado los animales delante de la iglesia. “Venga, le dice, es un asunto delicado; quiero confesarme y enseguida”.

La confesión tranquiliza la conciencia, consuela el corazón, ayuda a superar la fuerza del mal y del pecado en nosotros, es una respuesta coherente al llamado a la conversión que nos hace la Palabra de Dios y es ocasión para experimentar el amor infinitamente paciente y misericordioso de Dios. Anímate a recibirlo, al menos una vez año, durante el tiempo pascual.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?». Y se escandalizaban a causa de Él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe. (Mt 13,54-58)

Comentario:
Hoy, como ayer, hablar de Dios a quienes nos conocen desde siempre resulta difícil. En el caso de Jesús, san Juan Crisóstomo comenta: «Los de Nazaret se admiran de Él, pero esta admiración no les lleva a creer, sino a sentir envidia, es como si dijeran: ‘¿Por qué Él y no yo?’». Jesús conocía bien a aquellos que en vez de escucharle se escandalizaban de Él. Eran parientes, amigos, vecinos a quienes apreciaba, pero justamente a ellos no les podrá hacer llegar su mensaje de salvación.
Nosotros —que no podemos hacer milagros ni tenemos la santidad de Cristo— no provocaremos envidias (aun cuando en ocasiones pueda suceder si realmente nos esforzamos por vivir cristianamente). Sea como sea, nos encontraremos a menudo, como Jesús, con que aquellos a quienes más amamos o apreciamos son quienes menos nos escuchan. En este sentido, debemos tener presente, también, que se ven más los defectos que las virtudes y que aquellos a quienes hemos tenido a nuestro lado durante años pueden decir interiormente: —Tú que hacías (o haces) esto o aquello, ¿qué me vas a enseñar a mí?
Predicar o hablar de Dios entre la gente de nuestro pueblo o familia es difícil pero necesario. Hace falta decir que Jesús cuando va a su casa está precedido por la fama de sus milagros y de su palabra. Quizás nosotros también necesitaremos, un poco, establecer una cierta fama de santidad fuera (y dentro) de casa antes de “predicar” a los de casa.
San Juan Crisóstomo añade en su comentario: «Fíjate, te lo ruego, en la amabilidad del Maestro: no les castiga por no escucharle, sino que dice con dulzura: ‘Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio’ (Mt 13,57)». Es evidente que Jesús se iría triste de allí, pero continuaría rogando para que su palabra salvadora fuera bien recibida en su pueblo. Y nosotros (que nada habremos de perdonar o pasar por alto), lo mismo tendremos que orar para que la palabra de Jesús llegue a aquellos a quienes amamos, pero que no quieren escucharnos.
Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)

Santoral Católico:
San Juan María Vianney
Cura de Ars
Nació en Dardilly (Lyon, Francia) el año 1786. Eran los agitados tiempos de la Revolución Francesa. Tuvo que superar grandes dificultades en los estudios para llegar a ordenarse de sacerdote en 1815. Fue despedido del seminario de Lyon por insuficiencia, pero con la ayuda del abate de Balley pudo completar los estudios. Después de la ordenación comenzó su ministerio, pero sin licencias aún para oír confesiones. Completada su formación, se le confió la parroquia de la pequeña aldea de Ars, que gobernó y promocionó maravillosamente con su constante predicación, mortificación, oración y caridad. Difundió el mensaje evangélico con la catequesis que a diario impartía a niños y adultos, con la reconciliación que administraba a los penitentes, con sus obras de ardiente caridad alimentada en la Eucaristía. Estaba dotado de unas cualidades extraordinarias como confesor, lo cual hacía que acudieran a él fieles de todas partes. Murió el 4 de agosto de 1859. Pío XI lo nombró patrono de los párrocos.
Oración: Dios de poder y misericordia, que hiciste admirable a san Juan María Vianney por su celo pastoral, concédenos, por su intercesión y su ejemplo, ganar para Cristo a nuestros hermanos y alcanzar, juntamente con ellos, los premios de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano

Pensamiento del Cura de Ars
“Cuando nos abandonamos a nuestras pasiones, entrelazamos espinas alrededor de nuestro corazón. El que vive en el pecado toma las costumbres y formas de las bestias. La bestia, que no tiene capacidad de razonar, sólo conoce sus apetitos; del mismo modo, el hombre que se vuelve semejante a las bestias pierde la razón y se deja conducir por los movimientos de su 'cadáver' (su cuerpo). Un cristiano, creado a la imagen de Dios, redimido por la sangre de un Dios. iUn cristiano... hijo de Dios, hermano de Dios, heredero de Dios! iUn cristiano, objeto de las complacencias de tres Personas divinas! ¡Un cristiano cuyo cuerpo es el templo del Espíritu Santo: he aquí lo que el pecado deshonra!  El pecado es el verdugo del Buen Dios el asesino del alma... Ofender al Buen Dios, que sólo nos ha hecho bien! Contentar al demonio que tan sólo nos hace mal! ¡Qué locura!!!”

Tema del día:
Una buena confesión
Hoy celebramos la memoria litúrgica de San Juan María Vianney, el Cura de Ars, que se destacó por ser uno de los más grandes confesores que ha tenido la Iglesia Católica a lo largo de su historia. Y ello constituye un buen motivo para volver a insistir sobre los extraordinarios beneficios de este gran sacramento que nos permite reconciliarnos con Dios cuando el pecado ha roto esa unión íntima de nuestra alma con Él que llamamos la Gracia Santificante.

Por eso es oportuno exponer a continuación un examen de conciencia de treinta preguntas propuesto por el Papa Francisco para hacer una buena confesión.

En relación a Dios
1- ¿Sólo me dirijo a Dios en caso de necesidad?
2- ¿Participo regularmente en la Misa los domingos y días de fiesta?
3- ¿Comienzo y termino mi jornada con la oración?
4- ¿Blasfemo el nombre de Dios, de la Virgen, de los santos?
5- ¿Me he avergonzado de manifestarme como católico?
6- ¿Qué hago para crecer espiritualmente, cómo lo hago, cuándo lo hago?
7- ¿Me rebelo contra los designios de Dios?
8- ¿Pretendo que Él haga mi voluntad?

En relación al prójimo
9- ¿Sé perdonar, tengo comprensión, ayuda a mi prójimo?
10- ¿Juzgo sin piedad tanto de pensamiento como con palabras?
11- ¿He calumniado, robado, despreciado a los humildes y a los indefensos?
12- ¿Soy envidioso, colérico o parcial’
13- ¿Me avergüenzo de mis hermanos, me preocupo de los pobres y de los enfermos?
14- ¿Soy honesto y justo con todos o alimento la cultura del descarte?
15- ¿Incito a otros a hacer el mal?
16- ¿Observo la moral conyugal y familiar enseñada en el Evangelio?
17- ¿Cómo cumplo mi responsabilidad de la educación de mis hijos?
18- ¿Honro a mis padres?
19- ¿He rechazado la vida recién concebida?
20- ¿He colaborado a hacerlo?
21- ¿Respeto el medio ambiente?

En relación a mí mismo
22- ¿Soy un poco mundano y un poco creyente?
23- ¿Cómo, bebo, fumo o me divierto en exceso?
24- ¿Me preocupo demasiado de mi salud física, de mis bienes?
25- ¿Cómo utilizo mi tiempo?
26- ¿Soy perezoso?
27- ¿Me gusta ser servido?
28- ¿Amo y cultivo la pureza de corazón, de pensamientos, de acciones?
29- ¿Nutro venganzas, alimento rencores?
30- ¿Soy misericordioso, humilde y constructor de paz?

Meditaciones
Mi primera experiencia con Nuestra Señora, particularmente con Nuestra Señora de Aparecida (Brasil) me ocurrió, cuando  era todavía niño, y no tenía aun la conciencia formada, como la de un adulto.
Desde los primeros meses de mi vida había tenido problemas de salud y mis padres, devotos de la Virgen, me consagraron a Nuestra Señora de Aparecida. Rezaron mucho y por largo tiempo pidiendo mi curación y protección a la Virgen. Desde en ese momento, no volví a enfermarme ni puse nunca los pies en un hospital, salvo cuando me herí jugando con el balón a los 17 años.
Conservo todavía la pequeña imagen que recibí en el momento de esa consagración en mi niñez. En esa época mis padres lo hicieron por mí, ahora soy yo quien ha escogido a la Virgen María como compañera de viaje. La Virgen es la referencia de todas mis reflexiones, mis decisiones y acciones. ¡Ella es mi Madre, quien me escucha, me indica el camino y camina conmigo!
Silvonei José - Director de Radio Vaticano en Brasil

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para Anahí Benítez, una chica de dieciséis años, domiciliada en Lomas de Zamora, Buenos Aires, estudiante de una de las escuelas del distrito, excelente alumna y buena compañera, de acuerdo a los informes de sus profesores, que salió de su casa el sábado a la tarde para ir a caminar hasta el Parque Municipal y no se volvieron a tener noticias de ella. Pedimos la intercesión de Nuestra Señora de la Paz, Patrona de la Diócesis y de los Ángeles Custodios para que Anahí aparezca pronto, sana y salva, y para que la familia pueda volver a tener la alegría y la paz que necesitan. 

Pedimos oración para Luz María A., residente en la ciudad de Neiva (Huila - Colombia); pues la han hospitalizado nuevamente debido a que ha tenido inconvenientes serios con la gastrostomía por la cual se alimenta, y ha presentado sangrado. Rogamos al Señor para que pose sus Santas Manos Sanadoras sobre ella e ilumine a los médicos para que logren controlar esa situación, con la confiada intercesión de nuestra Señora de Lourdes. 

Seguimos unidos en oración por Venezuela.

Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo, al rezar por la paz; rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados.  Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de María
Agosto 4
La Virgen en toda su vida hizo siempre lo más perfecto, lo que más agradaba a Dios; correspondió siempre a todas las inspiraciones divinas.
La Virgen estaba diciendo continuamente en su Corazón: “Hágase en mí según tu voluntad”.
No podríamos encontrar nosotros mejor camino de santidad que imitar a la Virgen en esa disponibilidad, para que siempre y en todo se cumpla en nosotros la divina voluntad.
Virgen dichosa, por haber concebido a Dios en tu seno y en tu Corazón, tú eres nuestra sólida esperanza de salvación.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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