PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 2964 ~ Sábado 26 de Marzo de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Jesús
ha muerto. Todo el día de hoy, su Cuerpo reposa en el sepulcro, frío y sin
vida. Ahora nos damos cuenta de lo que pesan nuestros pecados. Jesús ha muerto
para redimirnos.
Estamos
tristes. La Virgen María también está triste, pero contenta porque sabe que
resucitará. Los Apóstoles van llegando a su lado, y Ella les consuela.
Pasemos
el día unidos a la Virgen, y con Ella acompañemos a Jesús en el sepulcro.
Hagamos el propósito de correr al regazo de la Virgen cuando nos hayamos
separado de Él.
¡Buenos días!
Dios lo sabe
Los
infortunios y reveses traen siempre algún valioso mensaje que debes aprovechar
con sabiduría. “Son bendiciones de Dios que entran en casa rompiendo los
cristales”, como escribió un pensador cristiano. Pero hay que reflexionar con
calma para atesorar la experiencia que dejan.
En todo lo que te pase, recuerda que Dios lo sabe, y
estarás tranquilo. Porque Dios quiere tu bien y no se complace en mortificarte.
Nada te podrá quitar la paz del alma, si brilla en tu memoria, esto: Dios lo
sabe. Cualquier cosa que suceda, si las cosas te salen bien, si te salen mal,
es decir contrarias a tus deseos. Dios lo sabe, cálmate, no pierdas la
tranquilidad. Si sufres, en el alma o en el cuerpo... Dios lo sabe. No lo
sabrán los hombres; pero Dios ve tus aflicciones. Él oye los apresurados
latidos de tu corazón. Él, que es la bondad misma... Luego, todo es para tu
bien. Aprovéchate de todo, porque Dios lo sabe... (Martin Luther King)
En
las tribulaciones que nuestra alma sea como un ruiseñor, que canta en medio de una mata de espinas (San
Francisco de Sales). La desgracia descubre al alma luces que la prosperidad no
llega a percibir (Blas Pascal). No hay árbol recio y consistente, si el viento
no lo azota con frecuencia (Séneca). Que estas luces te ayuden en la hora de la
prueba.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
(…)
Comentario:
Hoy
no meditamos un evangelio en particular, puesto que es un día que carece de
liturgia. Pero, con María, la única que ha permanecido firme en la fe y en la
esperanza después de la trágica muerte de su Hijo, nos preparamos, en el
silencio y en la oración, para celebrar la fiesta de nuestra liberación en
Cristo, que es el cumplimiento del Evangelio.
La
coincidencia temporal de los acontecimientos entre la muerte y la resurrección
del Señor y la fiesta judía anual de la Pascua, memorial de la liberación de la
esclavitud de Egipto, permite comprender el sentido liberador de la cruz de
Jesús, nuevo cordero pascual cuya sangre nos preserva de la muerte.
Otra
coincidencia en el tiempo, menos señalada pero sin embargo muy rica en
significado, es la que hay con la fiesta judía semanal del “Sabbat”. Ésta
empieza el viernes por la tarde, cuando la madre de familia enciende las luces
en cada casa judía, terminando el sábado por la tarde. Esto recuerda que
después del trabajo de la creación, después de haber hecho el mundo de la nada,
Dios descansó el séptimo día. Él ha querido que también el hombre descanse el
séptimo día, en acción de gracias por la belleza de la obra del Creador, y como
señal de la alianza de amor entre Dios e Israel, siendo Dios invocado en la
liturgia judía del Sabbat como el esposo de Israel. El Sabbat es el día en que
se invita a cada uno a acoger la paz de Dios, su “Shalom”.
De
este modo, después del doloroso trabajo de la cruz, «retoque en que el hombre
es forjado de nuevo» según la expresión de Catalina de Siena, Jesús entra en su
descanso en el mismo momento en que se encienden las primeras luces del Sabbat:
“Todo se ha cumplido” (Jn 19,3). Ahora se ha terminado la obra de la nueva
creación: el hombre prisionero antaño de la nada del pecado se convierte en una
nueva criatura en Cristo. Una nueva alianza entre Dios y la humanidad, que nada
podrá jamás romper, acaba de ser sellada, ya que en adelante toda infidelidad
puede ser lavada en la sangre y en el agua que brotan de la cruz.
La
carta a los Hebreos dice: «Un descanso, el del séptimo día, queda para el
pueblo de Dios» (Heb 4,9). La fe en Cristo nos da acceso a ello. Que nuestro
verdadero descanso, nuestra paz profunda, no la de un solo día, sino para toda
la vida, sea una total esperanza en la infinita misericordia de Dios, según la
invitación del Salmo 16: «Mi carne descansará en la esperanza, pues tu no
entregarás mi alma al abismo». Que con un corazón nuevo nos preparemos para celebrar
en la alegría las bodas del Cordero y nos dejemos desposar plenamente por el
amor de Dios manifestado en Cristo.
* P. Jacques PHILIPPE (Cordes sur Ciel, Francia)
La frase de hoy
"Jesús
es el grano de trigo que muere.
Del
grano de trigo enterrado comienza
la
gran multiplicación del pan
que
dura hasta el fin de los tiempos:
Él
es el Pan de Vida
capaz
de saciar sobreabundantemente
a
toda la humanidad."
~ Card. J. Ratzinger ~
2005
Tema del día:
Sábado Santo
"Durante
el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su
pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno
su resurrección (Circ 73).
Es
el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las
campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día
para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario,
abierto y vacío.
La
Cruz sigue entronizada desde ayer. Central, iluminada, con un paño rojo, con un
laurel de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el
mal de la humanidad.
Es
el día de la ausencia. El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de
reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el
Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz "¿por qué me has abandonado?"
ahora él calla en el sepulcro. Descansa: "consummatum
est", "todo se ha cumplido".
Pero
este silencio se puede llamar plenitud de la palabra. El anonadamiento, es
elocuente. "Fulget crucis
mysterium": "resplandece el misterio de la Cruz."
El
Sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza,
no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento:
"nosotros esperábamos...", decían los discípulos de Emaús.
Es
un día de meditación y silencio. Algo parecido a la escena que nos describe el
libro de Job, cuando los amigos que fueron a visitarlo, al ver su estado, se
quedaron mudos, atónitos ante su inmenso dolor: "se sentaron en el suelo
junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra,
porque veían que el dolor era muy grande" (Job. 2, 13).
Eso
sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del
Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al
lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y
junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.
El
Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes
y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero
con personalidad. Son tres aspectos -no tanto momentos cronológicos- de un
mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado,
resucitado:
"...se
despojó de su rango y tomó la condición de esclavo... se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de
separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el
momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado
de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es
el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta
el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los
hombres, que establece en la paz al universo entero".
Los cinco minutos de Dios
Marzo 26
Cuando
debes hacer un viaje, te preocupas con cuidado de todos los detalles, piensas
en todas las posibilidades, prevés todas las circunstancias y te provees para
todas ellas; es decir, prevés y provees.
Y
cuanto más largo y complicado el viaje, mayores son tu preocupación y tus
preparativos, porque un descuido podría resultar molesto o de graves consecuencias.
¿Has
pensado en preparar cuanto necesitas para ese viaje, que ya estás realizando,
del tiempo a la eternidad, de la tierra al cielo?
Es
el viaje que más te interesa, el que mayores consecuencias puede reportarte.
Sé
prudente, sé previsor, no te expongas, asegúrate en lo posible; porque de ese
viaje ya no se vuelve, es un viaje sin retorno.
“Alégrate muchacho, mientras eres joven, y que tu
corazón sea feliz en los años juveniles; sigue los impulsos de tu corazón y lo
que es un incentivo para tus ojos…” Esta es la máxima que el mundo silba a los
oídos de los jóvenes y de los adultos; pero a continuación el Espíritu Santo
puntualiza: “pero ten presente que por todo ello Dios te llamará a juicio” (Ecl
11,9).
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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