PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 2960 ~ Martes 22 de Marzo de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Jesús
vuelve a Jerusalén. Pasan por el lugar de la higuera maldecida. Al ver el
templo, profetiza que será destruido. Los discípulos están tristes porque Jesús
les anuncia que dentro de dos días le matarán. Los cristianos, como Él, hemos
aprendido a cumplir siempre la voluntad de Dios Padre, por encima de todo.
En
el Evangelio, Jesús anticipa a los apóstoles la traición de Judas y las
negaciones de Pedro. Este es un día propicio para pedir perdón por nuestras
propias traiciones y negaciones, y acercarnos al sacramento de la
reconciliación, para de ese modo estar interiormente preparados para vivir los
días más fuertes de la Semana Santa, la Vigilia Pascual y luego la Pascua de
Resurrección. No tengamos miedo de aceptar la voluntad de Dios.
¡Señor,
Tú siempre quieres lo mejor para mí! Quiero lo que quieras, quiero porque
quieres, quiero mientras quieras.
¡Buenos días!
Todo con amor
La
regla de oro de las grandes religiones es el amor al prójimo. En el libro de
Tobías el anciano ciego, sintiéndose cercano a la muerte, dio preciosos
consejos a su hijo. Entre ellos se destaca: “No hagas a nadie lo que no te
agrada a ti”. Norma fundamental y obvia, pero tantas veces transgredida por
egoísmo o inconsciencia. “Al final de la vida se nos juzgará por el amor”.
Es bueno hacer lo que Dios quiere; pero quizá sea
mejor, y cueste más, querer lo que Dios hace. Y todavía puedes dar otro paso
adelante: querer lo que Dios hace, pero quererlo con amor; porque lo que en la
vida se hace sin amor, vale muy poco; en cambio, lo que se hace con amor, vale
más que el oro. Entre un ramo de flores que te tiran a la cara, o el capullito
que te ofrecen con cariño, con razón tú preferirás lo segundo. Si las cosas de
tu vida las realizas con amor y por amor, nadie te preguntará qué es lo que has
hecho, sino más bien se fijarán en el amor con que lo has hecho. Nadie te
preguntará; tampoco Dios, que no se fija tanto en lo que hacemos cuanto en el
amor con que lo hacemos. Ama: ésta es la ley, el consejo, la meta, todo.
El
amor auténtico se manifiesta en servir, ayudar, proteger. “Obras son amores, y
no buenas razones”, dice el refrán español. Bajar a lo concreto, aterrizar en
la realidad de la vida, es el signo del amor maduro. Evidentemente esto
requiere sacrificio, entrega y olvido de ti mismo.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En
aquel tiempo, estando Jesús sentado a la mesa con sus discípulos, se turbó en
su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me
entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba.
Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús.
Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando».
Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?». Le
responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar». Y, mojando el
bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras
el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo
pronto». Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como
Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que
nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó
Judas el bocado, salió. Era de noche.
Cuando
salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido
glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también le
glorificará en sí mismo y le glorificará pronto. Hijos míos, ya poco tiempo voy
a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los
judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a
vosotros». Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió:
«Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice:
«¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús:
«¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo
antes que tú me hayas negado tres veces». (Jn 13,21-33.36-38)
Comentario
Hoy,
Martes Santo, la liturgia pone el acento sobre el drama que está a punto de
desencadenarse y que concluirá con la crucifixión del Viernes Santo. «En cuanto
tomó Judas el bocado, salió. Era de noche» (Jn 13,30). Siempre es de noche
cuando uno se aleja del que es «Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero»
(Símbolo de Nicea-Constantinopla).
El
pecador es el que vuelve la espalda al Señor para gravitar alrededor de las
cosas creadas, sin referirlas a su Creador. San Agustín describe el pecado como
«un amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios». Una traición, en suma. Una
prevaricación fruto de «la arrogancia con la que queremos emanciparnos de Dios
y no ser nada más que nosotros mismos; la arrogancia por la que creemos no
tener necesidad del amor eterno, sino que deseamos dominar nuestra vida por
nosotros mismos» (Benedicto XVI). Se puede entender que Jesús, aquella noche,
se haya sentido «turbado en su interior» (Jn 13,21).
Afortunadamente,
el pecado no es la última palabra. Ésta es la misericordia de Dios. Pero ella
supone un “cambio” por nuestra parte. Una inversión de la situación que
consiste en despegarse de las criaturas para vincularse a Dios y reencontrar
así la auténtica libertad. Sin embargo, no esperemos a estar asqueados de las
falsas libertades que hemos tomado, para cambiar a Dios. Según denunció el
padre jesuita Bourdaloue, «querríamos convertirnos cuando estuviésemos cansados
del mundo o, mejor dicho, cuando el mundo se hubiera cansado de nosotros».
Seamos más listos. Decidámonos ahora. La Semana Santa es la ocasión propicia.
En la Cruz, Cristo tiende sus brazos a todos. Nadie está excluido. Todo ladrón
arrepentido tiene su lugar en el paraíso. Eso sí, a condición de cambiar de
vida y de reparar, como el del Evangelio: «Nosotros, en verdad, recibimos lo
debido por lo que hemos hecho; pero éste no hizo mal alguno» (Lc 23,41).
* Abbé Jean GOTTIGNY (Bruxelles, Bélgica)
La frase de hoy
“Señor
Jesús:
Que
me conozca a mí y te conozca a ti.
Que
no desee otra cosa sino a ti.
Que
todo lo haga siempre por ti.
Acepte
todo como venido de ti.
Escoja
seguirte sólo a ti.
Y
ponga toda mi confianza en ti.
Mírame
para que sólo te ame a ti.
Y
llámame para que sólo te siga a ti.
Mi
deseo es estar siempre junto a ti”
~ San Agustín ~
Tema del día:
Martes Santo
Hoy
el Evangelio nos habla de un apóstol que no fue fiel. El Señor lo llamó
personalmente, vivió tres años con él, era de sus íntimos, y sin embargo le
hizo traición. Lo entregó por el precio que se pagaba por un esclavo. Por unas
cuantas monedas, unas 30. Otros son capaces de ofender a Dios por menos, porque
les apetece quedarse en casa un domingo y no van a misa, o porque les apetece
darle una satisfacción al cuerpo.
¿Qué
le sucedió a Judas? Fue elegido personalmente por Jesús: tenía vocación de apóstol.
El Señor le amaba mucho. ¿Qué le sucedió? Al principio ¿quería al Señor? ¡Pues
claro que le quería! Como los otros once. Tendría defectos como el resto de los
apóstoles. Eso no es de extrañar. Pero el amor que tenía a Jesús no fue
creciendo. El amor a nuestro Señor tiene que ir aumentando poco a poco. Judas
se fue acostumbrando a tratar a Jesús.
Cada
vez le iba resultando más antipático, más distante. Fue perdiendo poco a poco
la sintonía con Él. Sus sermones le parecerían un rollo, incluso exagerados. Con
el paso del tiempo pensaría que el Señor era un idealista, y él quería estar
con los pies en la tierra, había que pensar en el futuro. Veía como los demás,
incluso las autoridades, hablaban mal de él, y algunos de sus discípulos le
habían abandonado.
Lo
peor no fue que su amor fuese a menos, que se hubiera acostumbrado a Jesús, que
le resultase incómodo lo que decía. Lo peor fue que se fue callando, que no
dijese nada, que no hablara personalmente con el Señor. Sin duda el problema de
Judas también fue de sinceridad.
Era
un corazón viejo que contrastaba mucho con el resto de los apóstoles que, a
pesar de sus miserias, eran generosos: porque la verdadera juventud consiste en
darse.
Nuestro
Señor necesitaba corazones jóvenes, como el del resto de los apóstoles, para
cambiar el mundo. Así era al principio el corazón de Judas hasta que envejeció
prematuramente y traicionó al Señor por las cosas de la tierra. ¡Si al menos
hubiera sido feliz aquí abajo! Pero era imposible que lo fuera porque una
persona que vuelve la cara a Dios termina mal. Judas perdió la razón de su
vida. ¡Qué pena, qué pena, porque Jesús le quería!
A
nosotros Judas nos cae mal, pero a Jesús no, y le estuvo dando oportunidades
hasta el último momento. El Evangelio nos relata todos los detalles que tuvo el
Señor para ver si se arrepentía. Pero no podía obligarle porque le había
regalado la libertad. El Señor ante nuestra libertad se detiene: el amor no se
exige, se da.
Vamos
a querer a Jesús. Vamos quererle con hechos, de verdad.
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por
el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del
Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos
países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios
y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de
las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del
Purgatorio.
Pedimos oración por Martha Patricia M., de León, Gto,
México; temen que tenga diabetes. Pedimos que todo salga normal en los estudios
que están realizando.
Pedimos oración para las
siguientes personas: Carla, de San
Francisco (USA) afectada de fibromialgia; Nikole,
de la misma ciudad, para que pueda dejar un vicio; Marvin, de Costa Rica para que se aleje de las adicciones; y Harold, un señor que fue amputado de una pierna y no tiene
hogar donde vivir, rogando que sane de infección y consiga donde vivir. Oramos
por todos ellos.
Pedimos oración por las víctimas de los atentados terroristas de hoy en Bruselas, Bélgica. Que cese la violencia en el mundo, por favor.
Pedimos oración por las víctimas de los atentados terroristas de hoy en Bruselas, Bélgica. Que cese la violencia en el mundo, por favor.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de Dios
Marzo 22
Es
triste sufrir; pero más triste es no saber sufrir o sufrir inútilmente.
Podrá
ser bueno sufrir; es mejor no hacer sufrir a los otros; es también muy bueno
hacer que otros no sufran; será todavía mejor sufrir por los otros, o sufrir
para que los otros no sufran.
La
semilla tiene que sufrir al deshacerse y pudrirse en el seno de la madre
tierra; pero se multiplica en la grandeza de la espiga; sin el grano, que
sufrió y se pudrió, no hubiera habido espiga.
Es
duro dominarse, pero es satisfactorio cuando llegamos a la propia superación;
los más grandes hombres son los que más se han superado; la superación, en
todos los órdenes, es la ley fundamental en la vida de los hombres y aún de las
instituciones.
El
mundo va siempre adelante, siempre progresando; no te quedes estancado, porque
así desperdicias tu condición humana.
“Los exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios,
a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: este
es el culto espiritual que deben ofrecer. No tomen como modelo a este mundo
presente; por el contrario transfórmense interiormente renovando su mentalidad,
para que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que
agrada, lo perfecto” (Rom 12,1-2).
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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