domingo, 13 de marzo de 2016

Pequeñas Semillitas 2951

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 2951 ~ Domingo 13 de Marzo de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El que esté si pecado que arroje la primera piedra (Jn 8,1-11).  ¡Qué distintos los parámetros del Señor para tratar los defectos y los fallos de los hombres! No los pasa por alto, pero tampoco los expone en un escaparte para contemplación y escarmiento público. Puede más, en su corazón, los deseos de recuperación que los de destrucción de la persona.
Esta es la misericordia de Dios que es enseñada y presentada por Jesús Maestro: más allá de las leyes, de las normas y de los preceptos está el corazón del hombre. Y, el corazón, es lo que le interesa a Dios. Entre otras cosas, porque sólo Él y uno mismo, podemos saber lo que ocurre en nuestras entrañas o las circunstancias que concurren en la situación de cada persona. ¡Poco les importaba la vida de aquella adúltera aquellos que solicitaban una interpretación de Jesús! A ellos lo que les movía era el poner contra las cuerdas a Jesús.
En estas vísperas de la Pascua del Señor todavía estamos a tiempo de curarnos primero a nosotros mismos. De mirar con detenimiento a esa película que todos tenemos archivada en el corazón y, a continuación entresacar aquellas escenas en las que, alguien y en algún momento, ha tenido misericordia o delicadeza con ciertas acciones que nos causan vergüenza personal o colectiva.
Pidamos al Señor que, a partir de hoy mismo, seamos capaces de admirar a un Jesús que tiene un peculiar estilo de ver y de sentir las cosas: a favor del hombre y lejos de aquello que va contra su dignidad.
Pidamos al Señor que aprendamos la siguiente lección: la corrección del mal comienza con el perdón y no con el reproche.
* P. Javier Leoz

¡Buenos días!

“El jefe te llama”
Si el solo aviso de que el jefe quería hablar con ellos, llenó de angustiosa inquietud a numerosos obreros ingleses, ¿qué será cuando los ángeles toquen las trompetas del juicio para llamar a los pecadores a comparecer ante un Dios airado por los pecados y maldades de quienes hacen lo que Dios rechaza y su justicia condena? He aquí la información detallada:

El Consejo Inglés de Higiene Industrial llevó a cabo -hace algún tiempo- el siguiente experimento: Un psicólogo contratado visitó algunas empresas comerciales, industriales y bancarias, diciendo a los empleados, uno por uno: “El jefe quiere hablar con usted.” Estas sencillas palabras: “El jefe quiere hablar con usted”, llenaron de inquietante preocupación a cuantos las oyeron. Algunos palidecían y se preguntaban: “¿Qué habrá pasado? ¿Qué me querrá decir? ¿Habrá alguna acusación contra mí? ¿Será para decirme que me van a dejar cesante?”

“El juicio final consistirá en la sentencia de vida bienaventurada o de condena eterna que el Señor Jesús, retornando como juez de vivos y muertos, emitirá respecto de los justos y pecadores, reunidos todos juntos delante de él”. Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia, cuya meditación y vivencia es saludable para orientar correctamente nuestra vida.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a Él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?». Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más». (Jn 8,1-11)

Comentario
Hoy vemos a Jesús «escribir con el dedo en la tierra» (Jn 8,6), como si estuviera a la vez ocupado y divertido en algo más importante que el escuchar a quienes acusan a la mujer que le presentan porque «ha sido sorprendida en flagrante adulterio» (Jn 8,3).
Llama la atención la serenidad e incluso el buen humor que vemos en Jesucristo, aún en los momentos que para otros son de gran tensión. Una enseñanza práctica para cada uno, en estos días nuestros que llevan velocidad de vértigo y ponen los nervios de punta en un buen número de ocasiones.
La sigilosa y graciosa huida de los acusadores, nos recuerda que quien juzga es sólo Dios y que todos nosotros somos pecadores. En nuestra vida diaria, con ocasión del trabajo, en las relaciones familiares o de amistad, hacemos juicios de valor. Más de alguna vez, nuestros juicios son erróneos y quitan la buena fama de los demás. Se trata de una verdadera falta de justicia que nos obliga a reparar, tarea no siempre fácil. Al contemplar a Jesús en medio de esa “jauría” de acusadores, entendemos muy bien lo que señaló santo Tomás de Aquino: «La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia es ruina, destrucción».
Hemos de llenarnos de alegría al saber, con certeza, que Dios nos perdona todo, absolutamente todo, en el sacramento de la confesión. En estos días de Cuaresma tenemos la oportunidad magnífica de acudir a quien es rico en misericordia en el sacramento de la reconciliación.
Y, además, para el día de hoy, un propósito concreto: al ver a los demás, diré en el interior de mi corazón las mismas palabras de Jesús: «Tampoco yo te condeno» (Jn 8,11).
* Pbro. D. Pablo ARCE Gargollo (México, D. F., México)

Palabras de San Juan Pablo II
“La Cuaresma es el tiempo propicio para expresar sincera gratitud al Señor por las maravillas que ha hecho en favor del hombre en todas las épocas de la historia, y de modo particular en la redención, para la cual no perdonó ni a su propio Hijo; nos impulsa a la conversión, nos hace sentir a todos como destinatarios de su predilección y nos lleva a alabarlo y darle gracias”

Predicación del Evangelio
“Tampoco yo te condeno”
Le presentan a Jesús a una mujer sorprendida en  adulterio. Todos conocen su destino: será lapidada hasta la muerte según lo establecido por la ley. Nadie habla del adúltero. Como sucede siempre en una sociedad machista, se condena a la mujer y se disculpa al varón. El desafío a Jesús es frontal: «La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras. Tú ¿qué dices?».

Jesús no soporta aquella hipocresía social alimentada por la prepotencia de los varones. Aquella sentencia a muerte no viene de Dios. Con sencillez y audacia admirables, introduce al mismo tiempo verdad, justicia y compasión en el juicio a la adúltera: «el que esté sin pecado, que arroje la primera piedra».

Los acusadores se retiran avergonzados. Ellos saben que son los más responsables de los adulterios que se cometen en aquella sociedad. Entonces Jesús se dirige a la mujer que acaba de escapar de la ejecución y, con ternura y respeto grande, le dice: «Tampoco yo te condeno». Luego, la anima a que su perdón se convierta en punto de partida de una vida nueva: «Anda, y en adelante no peques más».

Así es Jesús. Por fin ha existido sobre la tierra alguien que no se ha dejado condicionar por ninguna ley ni poder opresivo. Alguien libre y magnánimo que nunca odió ni condenó, nunca devolvió mal por mal. En su defensa y su perdón a esta adúltera hay más verdad y justicia que en nuestras reivindicaciones y condenas resentidas.

Los cristianos no hemos sido capaces todavía de extraer todas las consecuencias que encierra la actuación liberadora de Jesús frente a la opresión de la mujer. Desde una Iglesia dirigida e inspirada mayoritariamente por varones, no acertamos a tomar conciencia de todas las injusticias que sigue padeciendo la mujer en todos los ámbitos de la vida. Algún teólogo hablaba hace unos años de "la revolución ignorada" por el cristianismo.

Lo cierto es que, veinte siglos después, en los países de raíces supuestamente cristianas, seguimos viviendo en una sociedad donde con frecuencia la mujer no puede moverse libremente sin temer al varón. La violación, el maltrato y la humillación no son algo imaginario. Al contrario, constituyen una de las violencias más arraigadas y que más sufrimiento genera.

¿No ha de tener el sufrimiento de la mujer un eco más vivo y concreto en nuestras celebraciones, y un lugar más importante en nuestra labor de concienciación social? Pero, sobre todo, ¿no hemos de estar más cerca de toda mujer oprimida para denunciar abusos, proporcionar defensa inteligente y protección eficaz?
* José Antonio Pagola

Cuaresma día a día
Día 33: Domingo 13 de Marzo
Perdonar siempre. Un día, la Madre Teresa de Calcuta, encontró sobre un montón de basura una mujer moribunda que le dijo que su propio hijo la había dejado abandonada allí. La Madre la recogió y la llevó al hogar de Kalighat. Aquella mujer no se quejaba de su estado sino de que hubiera sido su propio hijo quien la dejó allí. No podía perdonarle... La Madre Teresa, que quería que aquella mujer muriese en gracia de Dios, trataba de convencerla:

¿Debe perdonar a su hijo? le decía. Es carne de su carne y sangre de su sangre... Sin duda hizo lo que hizo en un momento de locura y ya estará arrepentido... Pórtese como una verdadera madre y perdónelo... Si ha pedido a Dios que le perdone sus pecados debe perdonar el que su hijo cometió con usted. Si lo hace, Dios recompensará su generosidad con un lugar en el Cielo. La mujer se resistía, pero la gracia terminó venciendo. -Le perdono, le perdono... dijo por fin llorando. Poco después moría.

Dios mío, dame gracia y amor para perdonar siempre: que ningún día me acueste guardando rencor a alguien, aunque me parezca que tengo motivos. ¡Me has perdonado Tú a mí!

Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.
© Web Católico de Javier

Nuevo vídeo y artículo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página.

Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:

Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

El autor de esta página (Felipe), expresa su agradecimiento a Dios, a la Santísima Virgen y a todos los que rezaron, por la recuperación de la salud visual y de esa manera poder seguir adelante con esta humilde misión de difundir la alegría del Evangelio por internet.

Los cinco minutos de Dios
Marzo 13
Si quieres hacer mucho y piensas que haces poco, es buena señal; si juzgas que haces más de lo que te corresponde es mala señal; si crees que siempre estás a tiempo para hacer algo más, es buena señal; si piensas que ya pasó tu hora, es mala señal.
Cuando te esfuerzas por poner un granito más de arena de tu colaboración en la acción común, ofreces una buena señal; cuando te retiras prematuramente, pensando que ya hiciste lo suficiente y que ahora le corresponde poner el hombro a los demás, das una mala impresión de tí mismo, ofreces o presentas una triste figura.
No permitas que haga otro lo que tú debes hacer;   no tengas inconveniente en que otro haga lo que también tú pudieras hacer; pero no dejes de hacer lo que los otros debieran hacer y no lo hacen, o lo que los otros directamente no pueden hacer.
Si somos un Cuerpo Místico, dependemos unos de otros e influimos unos en otros; ninguno puede prescindir de los otros; todos formamos un racimo. “El Dios de la paciencia y el consuelo les conceda tener los unos para con los otros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús, para que unánimes, a una vez, glorifiquen al Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo” (Rom 15,6)
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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