PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 2961 ~ Miércoles 23 de Marzo de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Estamos
transitando ya la mitad de la Semana Santa.
Vivir
la Semana Santa es acompañar a Jesús desde la entrada a Jerusalén hasta la
resurrección.
Vivir
la Semana Santa es descubrir qué pecados hay en mi vida y buscar el perdón
generoso de Dios en el Sacramento de la Reconciliación.
Vivir
la Semana Santa es afirmar que Cristo está presente en la Eucaristía y
recibirlo en la comunión.
Vivir
la Semana Santa es aceptar decididamente que Jesús está presente también en
cada ser humano que convive y se cruza con nosotros.
Vivir
la Semana Santa es proponerse seguir junto a Jesús todos los días del año,
practicando la oración, los sacramentos, la caridad.
Semana
Santa, es la gran oportunidad para detenernos un poco. Para pensar en serio.
Para preguntarse en qué se está gastando nuestra vida. Para darle un rumbo
nuevo al trabajo y a la vida de cada día. Para abrirle el corazón a Dios, que
sigue esperando. Para abrirle el corazón a los hermanos, especialmente a los
más necesitados.
Semana
Santa, es la gran oportunidad para morir con Cristo y resucitar con Cristo,
para morir a nuestro egoísmo y resucitar al amor.
¡Buenos días!
Turbulencias
Confiar
en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas.
Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo.
Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (Salmo 131). Y confiar sobre
todo en las pruebas, cuando las cosas resultan duras e incomprensibles.
Todo ocurre en un aeropuerto. Un niño está solo en la
sala de espera y luego la azafata lo guía hacia el avión. El niño continúa
solo. Qué raro, pues siempre los niños van acompañados de una persona adulta.
Él estaba solo y en la ventanilla. De repente, en el viaje se presenta una
turbulencia. Todos estaban nerviosos y otros gritaban desesperados. Y el niño
como si nada. Una señora se acerca y le pregunta al niño, ¿tú no tienes miedo?,
y él responde: no. ¿Y por qué? Su respuesta fue certera: “Mi papá es el
piloto”. ¡Qué confianza!
“Descarguen
en el Señor sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”. Si lees y meditas
la Biblia, encontrarás esta exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a
fortalecer tu confianza en Dios que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas
mientras vienen calamidades” de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo
estoy. Yo te amo”, te asegura Dios.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En
aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos
sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?». Ellos le
asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una
oportunidad para entregarle.
El
primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron:
«¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de
Pascua?». Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El
Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis
discípulos’». Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon
la Pascua.
Al
atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os
aseguro que uno de vosotros me entregará». Muy entristecidos, se pusieron a
decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?». Él respondió: «El que ha mojado
conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como
está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es
entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó
Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?». Dícele: «Sí, tú lo has
dicho». (Mt
26,14-25)
Comentario
Hoy,
el Evangelio nos propone —por lo menos— tres consideraciones. La primera es
que, cuando el amor hacia el Señor se entibia, entonces la voluntad cede a
otros reclamos, donde la voluptuosidad parece ofrecernos platos más sabrosos
pero, en realidad, condimentados por degradantes e inquietantes venenos. Dada
nuestra nativa fragilidad, no hay que permitir que disminuya el fuego del
fervor que, si no sensible, por lo menos mental, nos une con Aquel que nos ha
amado hasta ofrecer su vida por nosotros.
La
segunda consideración se refiere a la misteriosa elección del sitio donde Jesús
quiere consumir su cena pascual. «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle:
‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con
mis discípulos’» (Mt 26,18). El dueño de la casa, quizá, no fuera uno de los
amigos declarados del Señor; pero debía tener el oído despierto para escuchar
las llamadas “interiores”. El Señor le habría hablado en lo íntimo —como a
menudo nos habla—, a través de mil incentivos para que le abriera la puerta. Su
fantasía y su omnipotencia, soportes del amor infinito con el cual nos ama, no
conocen fronteras y se expresan de maneras siempre aptas a cada situación
personal. Cuando oigamos la llamada hemos de “rendirnos”, dejando aparte los
sofismas y aceptando con alegría ese “mensajero libertador”. Es como si alguien
se hubiese presentado a la puerta de la cárcel y nos invita a seguirlo, como
hizo el Ángel con Pedro diciéndole: «Rápido, levántate y sígueme» (Hch 12,7).
El
tercer motivo de meditación nos lo ofrece el traidor que intenta esconder su
crimen ante la mirada escudriñadora del Omnisciente. Lo había intentado ya el
mismo Adán y, después, su hijo fratricida Caín, pero inútilmente. Antes de ser
nuestro exactísimo Juez, Dios se nos presenta como padre y madre, que no se
rinde ante la idea de perder a un hijo. A Jesús le duele el corazón no tanto
por haber sido traicionado cuanto por ver a un hijo alejarse irremediablemente
de Él.
* P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP (San Domenico di
Fiesole, Florencia, Italia)
La frase de hoy
"La
Semana Santa para muchos
es simplemente la muerte de un gran hombre,
pero los
que conocen a Jesús pueden afirmar
que además de recordar la tragedia de su
muerte,
celebramos especialmente el significado
de su Resurrección para
nuestras vidas."
Tema del día:
Miércoles Santo
¿Qué
hizo hoy Jesús? Jesús se queda en Betania en una vigilia de oración.
Simón,
el leproso que había sido curado por Jesús, invita al Señor a comer en su casa,
por lo agradecido que le estaba. Mientras están comiendo, entra en la casa una
mujer del pueblo llamada María; rompe un frasco de perfume carísimo y lo echa a
los pies del Señor. Los besa y los seca con sus cabellos. A Jesús le gustó ese
detalle de cariño.
Es
entonces cuando Judas busca a los jefes del pueblo judío y les dice: "¿Qué
me dais si os lo entrego?". Ellos se alegraron y prometieron darle dinero.
¿Eres
agradecido como Simón por las veces que a ti también te he curado de tus
pecados? Cada vez, después de confesarte, dale gracias por haberte perdonado.
A
Jesús le gustará que hoy tengas algún detalle de cariño con Él, como María.
Piensa ahora uno concreto y regálaselo ya.
Meditación
Señor
Jesucristo, tú padeciste por nosotros. Tú padeciste también por mí.
Yo
no sé por qué tuviste que asumir ese martirio. Pero, reconozco en él tu amor
hacia nosotros, el cual conservaste hasta el final.
Tú
hubieras podido huir de la necedad de los hombres. Por ello, cuando considero
tu pasión, me sorprendo de tu amor por mí.
Entregaste
tu vida por mí. Fue por mí también, que
te ofreciste. Yo soy valioso ante tus ojos.
Por ello, quiero meditar sobre tu amor en estos días antes de la pascua,
tal como él viene a mi encuentro desde tu pasión.
Pero
tu pasión quiere abrirme los ojos también ante el sufrimiento propio y el de
las personas a mi alrededor.
Tú
me muestras un camino para aceptar todo aquello que me sucede diariamente. Ello debe abrirme al misterio de tu amor
insondable.
No
sé por qué me asalta el sufrimiento, ni tampoco pienso acerca de ello. Te lo
ofrezco y te ruego:
Cura
tú lo que está roto en mí y abre mi corazón para ti. Abre mi corazón también
para quienes me rodean, para lo que sufren su propia causa o porque los ha
golpeado y quebrantado una desgracia.
Te
entregaste en la pasión para estar junto a nosotros en todo lugar, también allí
donde Dios, aparentemente, está ausente.
Transforma
mi sufrimiento y el de este mundo en un espacio de perdón y de vivencia del
amor que no puede ser destruido por nada.
Amén.
*Material de internet
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la
fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este
sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por
las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Manuel M. T., de México, que se
encuentra internado en terapia intensiva con problemas cardíacos y en espera de
que su estado se regularice para una probable cirugía. Que nuestra Madre de
Guadalupe lo acompañe y Jesús lo ayude a recuperar su mejor condición de salud.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de Dios
Marzo 23
Tú
no puedes prescindir de nadie y nadie puede prescindir de tí; tú estás para
todos y todos están para tí; nadie puede sufrir sin que tú sufras; nadie puede
ser feliz sin que tú sientas alegría.
Piensa
lo que serías tú si nadie te hiciera bien; y luego piensa lo qué serían los
demás si tú no les haces bien. Hay una intercomunicación entre todos los
hombres: nadie puede prescindir de nadie, nadie es molécula aislada; todos
somos, más bien, miembros de un mismo cuerpo.
Y
un miembro debe vivir con y para los otros miembros; no vivir "con"
los otros miembros es secarse, condenarse a la muerte; no vivir
"para"
los
otros miembros es ser parásito, es vivir "de" ellos, sin devolverles
algo al menos de lo que de ellos recibimos; es ser egoístas, y tú no puedes
permitirte descender tan bajo.
“No imites lo malo, sino lo bueno; el que hace el
bien, pertenece a Dios; el que obra el mal, no ha visto a Dios” (3 Jn 11). El
bien no solamente lo hacemos para nosotros, sino también para los demás; y
haciendo el bien a los demás nos lo hacemos también a nosotros. “Me voy con paz
en el alma, me voy con la gracia en mí”
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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