viernes, 31 de julio de 2015

Pequeñas Semillitas 2749

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2749 ~ Viernes 31 de Julio de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy celebramos la memoria de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, hace casi cinco siglos, circunstancia que en lo personal me llega muy de cerca porque en mi juventud me eduqué con Jesuitas, que -gracias a Dios- dejaron en mí su fuerte impronta que me acompañará toda la vida y hace que en todo momento me sienta muy cerca de ellos y muy empapado de todo lo que sea jesuítico.
Las estadísticas oficiales de la Compañía de Jesús (actualizadas al 1 de enero de 2014) reflejan que la congregación está compuesta por 16.968 jesuitas: 12.107 sacerdotes, 1.331 hermanos legos, 2.842 estudiantes en preparación al sacerdocio en diferentes etapas de formación, 706 novicios… y ahora también un Papa.
Sí… es una gran bendición para la Compañía haber dado el primer Papa Jesuita de toda la historia, en la persona del padre Jorge Mario Bergoglio, a quien conocí allá por el año 1965, cuando él era un “maestrillo” y todavía no se había ordenado sacerdote (cosa que sucedería a fines de 1969) y yo un joven alumno en el Colegio Inmaculada Concepción de la ciudad de Santa Fe, Argentina.
A San Ignacio de Loyola y a la Compañía de Jesús, con respeto, con amor y agradecimiento, va dedicado este número de “Pequeñas Semillitas”

¡Buenos días!

Hoy… cada día
“Viviré este día como si fuese el último día de mi vida. No perderé ni un momento siquiera en lamentarme por las desgracias del ayer, las derrotas del ayer, los sufrimientos del ayer. Olvidándome del ayer, no pensaré tampoco en el mañana. ¿Debo preocuparme de acontecimientos que quizá nunca contemple? ¡No! El mañana yace sepultado con el ayer, y no pensaré más en él” (Og Mandino). 

Cada día hagamos algo de lo que podamos sentirnos orgullosos al día siguiente. Cada día, pensemos que es el primero, para vivirlo con sorpresa; y el último, para aprovecharlo como nuestra última oportunidad. Cada día, busquemos nuestra felicidad haciendo más feliz a alguien que está a nuestro lado. Sembremos una semilla de cuyos frutos podamos vivir mañana. Renovemos nuestro corazón de tal manera que no quede amargura alguna para el día que vendrá. Y no guardemos nuestras sonrisas de hoy para mañana. Sólo podremos sonreír mañana, si hemos sonreído hoy.

“Este día es todo lo que tengo, y estas horas son ahora mi eternidad. Saludo este amanecer con exclamaciones de gozo, como un preso a quien se le conmuta la sentencia de muerte. Elevo mis brazos con agradecimiento por este don inapreciable de un nuevo día. Trataré con ternura y afecto cada hora porque sé que no retornará jamás. Haré de este día el mejor día de mi vida” (Og Mandino). Tienes hoy a la vista un material precioso para reflexionar. Aprovéchalo. Y toma tus decisiones.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?». Y se escandalizaban a causa de Él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe. (Mt 13,54-58)

Comentario
Hoy, como ayer, hablar de Dios a quienes nos conocen desde siempre resulta difícil. En el caso de Jesús, san Juan Crisóstomo comenta: «Los de Nazaret se admiran de Él, pero esta admiración no les lleva a creer, sino a sentir envidia, es como si dijeran: ‘¿Por qué Él y no yo?’». Jesús conocía bien a aquellos que en vez de escucharle se escandalizaban de Él. Eran parientes, amigos, vecinos a quienes apreciaba, pero justamente a ellos no les podrá hacer llegar su mensaje de salvación.
Nosotros —que no podemos hacer milagros ni tenemos la santidad de Cristo— no provocaremos envidias (aun cuando en ocasiones pueda suceder si realmente nos esforzamos por vivir cristianamente). Sea como sea, nos encontraremos a menudo, como Jesús, con que aquellos a quienes más amamos o apreciamos son quienes menos nos escuchan. En este sentido, debemos tener presente, también, que se ven más los defectos que las virtudes y que aquellos a quienes hemos tenido a nuestro lado durante años pueden decir interiormente: —Tú que hacías (o haces) esto o aquello, ¿qué me vas a enseñar a mí?
Predicar o hablar de Dios entre la gente de nuestro pueblo o familia es difícil pero necesario. Hace falta decir que Jesús cuando va a su casa está precedido por la fama de sus milagros y de su palabra. Quizás nosotros también necesitaremos, un poco, establecer una cierta fama de santidad fuera (y dentro) de casa antes de “predicar” a los de casa.
San Juan Crisóstomo añade en su comentario: «Fíjate, te lo ruego, en la amabilidad del Maestro: no les castiga por no escucharle, sino que dice con dulzura: ‘Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio’ (Mt 13,57)». Es evidente que Jesús se iría triste de allí, pero continuaría rogando para que su palabra salvadora fuera bien recibida en su pueblo. Y nosotros (que nada habremos de perdonar o pasar por alto), lo mismo tendremos que orar para que la palabra de Jesús llegue a aquellos a quienes amamos, pero que no quieren escucharnos.
Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)

Santoral Católico:
San Ignacio de Loyola
Fundador de la Compañía de Jesús
Nació en Loyola (Guipúzcoa, España) el año 1491. De joven permaneció en la corte y se dedicó a la vida militar. Herido en la defensa de Pamplona, tuvo que guardar reposo, y las lecturas piadosas favorecieron su conversión a Dios. Se retiró a Montserrat y Manresa, dando inicio a los Ejercicios espirituales. Viajó a Tierra Santa y luego estudió en Alcalá, Salamanca y finalmente en París, donde reunió a los primeros compañeros, con los que fundó en Roma la Compañía de Jesús. Antes, en Venecia, se ordenó de sacerdote el año 1537. Escribió las constituciones de la Compañía, a la que dio como lema «A mayor gloria de Dios». Fructífero fue su apostolado, por las obras que escribió y por los discípulos que formó, que contribuyeron poderosamente a la verdadera reforma de la Iglesia. Envió a san Francisco Javier a Oriente como misionero. Para que Roma fuera un centro de ciencia eclesiástica, con un plantel de doctores de los que pudiera disponer el Papa, fundó el Colegio Romano, después llamado Universidad Gregoriana. Murió en Roma el 31 de julio de 1556.
Oración: Señor, Dios nuestro, que has suscitado en tu Iglesia a san Ignacio de Loyola para extender la gloria de tu nombre, concédenos que después de combatir en la tierra, bajo su protección y siguiendo su ejemplo, merezcamos compartir con él la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

La frase de hoy

“Tomad, Señor y recibid toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad.
Vos me lo disteis; a vos Señor, lo torno.
Disponed a toda vuestra voluntad y dadme amor y gracia,
que esto me basta, sin que os pida otra cosa”
~ San Ignacio de Loyola ~

Tema del día:
La Compañía de Jesús
La Compañía de Jesús, (Societas Jesu, S. J.), comunidad a la que pertenece el Papa Francisco, es una orden religiosa de la Iglesia Católica, fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola y un grupo de universitarios de la Universidad de París de diversas procedencias. Los "primeros compañeros", inicialmente no pensaron en fundar una nueva orden religiosa, mas con el paso del tiempo, influenciados por su profunda experiencia de Dios y por la crisis que enfrentaba la Iglesia en tiempos de la Reforma protestante, maduraron la idea de conservar una vinculación especial entre ellos, conformando un cuerpo eminentemente apostólico y eclesial. Así, cuando en el mundo comenzaban a soplar los vientos de la modernidad, nace la Compañía de Jesús como un impulso fresco y renovador para la Iglesia y la vida religiosa; sus miembros, posteriormente, recibirán el nombre de "jesuitas".

Desde sus inicios, el principal fin de la Compañía ha sido reunir a hombres generosos de toda raza y nación que se ofrezcan incondicionalmente a comunicar el mensaje de Jesucristo al mundo; hombres que fundan su espiritualidad en la experiencia de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, la mayor riqueza que porta la Compañía. La finalidad de la compañía ha sido formulada en sus Constituciones, como defensa y propagación de la fe y está hoy enriquecida por la Congregación General 32, como servicio de la fe y promoción de la justicia que la misma fe exige. La misma C.G. 32 señala que ser jesuita es reconocer que uno es pecador, pero llamado a ser compañero de Jesús, como lo fue san Ignacio.

Esto supone que todo tipo de apostolado que se oriente a este fin es de interés para la Compañía. De allí que su carisma, que brota de los Ejercicios y está sintetizado en las frases ignacianas “a la mayor gloria de Dios” y “en todo amar y servir” sea múltiple y la conduzca a una gran variedad de apostolados: educación, sacramentos, investigación, arte, proyección social, etc

Ignacio propone los siguientes criterios para ayudar a la Compañía a discernir los apostolados que debe promover:
- donde haya más necesidad,
- donde haya mayor "deuda de gratitud",
- donde el bien sea más universal,
- donde el mal sea más manifiesto,
- donde las obras sean más urgentes,
- y donde el trabajo sea más importante.
La palabra más, o magis, impregna todas la características del jesuita, puesto que nunca se conforma con lo establecido sino que siempre aspira al mayor servicio de Dios.

La Compañía ha tenido una especial intervención en la historia de la Iglesia y del mundo. Para la persecución de sus objetivos casi siempre ha desenvuelto un rol protagónico allí donde su misión lo exigía. Esto ha supuesto el afecto incondicional de mucha gente, pero también el rechazo de personas que no comprendían sus reales motivaciones. De allí que toda la orden es suprimida en 1773, para ser restaurada en 1814. Con todo, cercanos a cumplir cinco siglos de historia, los jesuitas han extendido su misión por todos los continentes, y a inicios del siglo XXI continúan trabajando con especial atención a los retos del mundo moderno en todos los lugares donde la Iglesia y el Papa les envían. Para la Compañía las fronteras y los límites no son obstáculos sino nuevos desafíos, nuevas oportunidades por las que alegrarse.

Por primera vez en su larga y rica historia, hoy la Compañía de Jesús es la orden religiosa de donde proviene el actual Papa Francisco: Jorge Mario Bergoglio.

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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los inmigrantes del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Alberto Leonardo M., que vive en Córdoba, Argentina, y padece melanoma desde hace algún tiempo y ahora presenta un nódulo en un pulmón que está siendo estudiado. Elevamos la plegaria al Señor para que esto no tenga implicancias de riesgo para su salud.

Pedimos oración por Eli de Córdoba, Argentina, y por la salud del Padre José Cuesta, sacerdote salesiano también de esta misma ciudad, encomendándolos a ambos a la intercesión maternal de María Auxiliadora.

Pedimos oración para José Ignacio (Inaki), de México, que será operado del corazón mañana sábado. Que por la intercesión de San Ignacio de Loyola (de quien lleva el nombre) el Señor le conceda sus gracias de sanación.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
Más se ama al prójimo cuanto más se ama a Dios, y María, que ama tanto a Dios, nos ama a nosotros los hombres con un amor tan grande que no nos lo podemos imaginar y que solo comprenderemos en el otro mundo. María ve sobre nosotros la sangre de su Hijo, y por esa sangre hace todo por salvarnos, para que los sufrimientos de su Hijo no sean en vano para nosotros. Ella ama a su Jesús y, cuanto más nosotros nos parecemos a su Hijo, tanto más nos ama María. ¿Y cuando somos pecadores, no nos ama María? Nos ama también mucho, porque ve que la Imagen de su Hijo en nosotros está oscurecida por el pecado y quiere limpiarla y volverla pura y clara como Dios quiere. Si queremos tener una idea aproximada de cómo nos ama María, tratemos de entender cómo María ama a Dios. ¡Enmudezca aquí toda lengua!

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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