PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2740
~ Miércoles 22 de Julio de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Una oración que tiene sólo una palabra: los otros. No es
generosidad; es exigencia de vida. Sin los otros estoy muerto, soy un sueño,
una sombra, soy nada. Los otros son los que mejor me revelan la realidad que
soy. Son ellos mi Dios y son yo mismo.
Entre los otros, Señor, están los que duermen, los que
desesperan, los que tienen hambre, los que son esclavos. Para ellos quiero ser
grito, esperanza, pan y libertad. Están los que tienen sed de toda justicia y
fe en todo gesto humano. Quiero estrechar su mano para caminar junto a ellos
sin preguntarles...
Están en mi barca, sueñan la misma orilla, aunque no
todos le den el mismo nombre; hablan una misma lengua: la que quiere liberar al
ser humano de toda esclavitud. Juan Arias
¡Buenos días!
Convertida por la Eucaristía
Isabel
Ana Seton nacida en la religión anglicana (1774) en nueva York, se casó con un
rico comerciante y fue madre de cinco hijos. Quedó viuda a los 30 años. Movida
de amor a Jesús presente en la Eucaristía, se hizo católica cuando tenía 31
años (1805). Fundó una congregación para educación de las niñas. Es la primera
santa estadounidense elevada al honor de los altares (1975).
En un último intento para restaurar la salud
de su esposo, Isabel había partido para Livorno, Italia, llevando también a la
hija mayor (8 años). Pero su esposó empeoró y murió. Regresó a Nueva York y
buscó la paz en su propia Iglesia anglicana. Un día se sentó en una silla de su
templo, desde donde podía ver la torre de la vecina iglesia católica, y mirando
el altar vacío de su templo, comenzó a hablar con Jesús, presente en la
Eucaristía de la iglesia católica cercana. Así empezó a sentir un profundo amor
a Jesús Sacramentado, que la atraía como un imán, y éste fue el comienzo de su
conversión.
En
Italia, Isabel se había hospedado en casa de una familia católica muy amiga. Un
día encontró Isabel un libro de oraciones. Lo abrió al azar y comenzó a leer:
“Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir...” Cada palabra
le llegaba al alma con inmenso consuelo. Desde ese día pidió a Nuestra Señora
le mostrase el camino que debía seguir.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
El primer día de la semana va María
Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra
quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro
discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al
Señor, y no sabemos dónde le han puesto».
Estaba María junto al sepulcro, fuera,
llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de
blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y
otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les respondió:
«Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se
volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús:
«Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el encargado
del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y
yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice en hebreo:
«Rabbuní» —que quiere decir: “Maestro”—. Dícele Jesús: «No me toques, que
todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi
Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios». Fue María Magdalena y dijo a
los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras. (Jn
20,1-2.11-18)
Comentario
Hoy celebramos con gozo a santa María
Magdalena. ¡Con gozo y provecho para nuestra fe!, porque su camino muy bien
podría ser el nuestro. La Magdalena venía de lejos (cf. Lc 7,36-50) y llegó muy
lejos… En efecto, en el amanecer de la Resurrección, María buscó a Jesús,
encontró a Jesús resucitado y llegó al Padre de Jesús, el “Padre nuestro”.
Aquella mañana, Jesucristo le descubrió lo más grande de nuestra fe: que ella
también era hija de Dios.
En el itinerario de María de Magdala
descubrimos algunos aspectos importantes de la fe. En primer lugar, admiramos
su valentía. La fe, aunque es un don de Dios, requiere coraje por parte del
creyente. Lo natural en nosotros es tender a lo visible, a lo que se puede
agarrar con la mano. Puesto que Dios es esencialmente invisible, la fe «siempre
tiene algo de ruptura arriesgada y de salto, porque implica la osadía de ver lo
auténticamente real en aquello que no se ve» (Benedicto XVI). María viendo a
Cristo resucitado “ve” también al Padre, al Señor.
Por otro lado, al “salto de la fe” «se
llega por lo que la Biblia llama conversión o arrepentimiento: sólo quien
cambia la recibe» (Papa Benedicto). ¿No fue éste el primer paso de María? ¿No
ha de ser éste también un paso reiterado en nuestras vidas?
En la conversión de la Magdalena hubo
mucho amor: ella no ahorró en perfumes para su Amor. ¡El amor!: he aquí otro
“vehículo” de la fe, porque ni escuchamos, ni vemos, ni creemos a quien no
amamos. En el Evangelio de san Juan aparece claramente que «creer es escuchar
y, al mismo tiempo, ver (…)». En aquel amanecer, María Magdalena arriesga por su
Amor, oye a su Amor (le basta escuchar «María» para re-conocerle) y conoce al
Padre. «En la mañana de la Pascua (…), a María Magdalena que ve a Jesús, se le
pide que lo contemple en su camino hacia el Padre, hasta llegar a la plena
confesión: ‘He visto al Señor’ (Jn 20,18)» (Papa Francisco).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa María
Magdalena
Discípula del
Señor
Es una de las santas mujeres que seguían
y atendían a Jesús y al grupo de los Doce, y a las que no siempre es fácil
distinguir e identificar. Según la tradición, había nacido en Magdala, junto al
lago de Tiberíades, y, abandonada su vida de pecado, había seguido a Cristo. El
Evangelio de san Juan nos dice que en el calvario, junto a la cruz de Jesús
estaba, con su Madre y otras mujeres, María Magdalena. También nos dicen los
evangelios que la mañana del domingo de Resurrección fue María al sepulcro y,
cuando lloraba al verlo vacío, se le apareció Jesús, quien le encargó que fuera
a anunciar a sus discípulos lo que había visto.
Oración: Señor, Dios nuestro, Cristo,
tu Unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de
anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a nosotros, por la
intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos, anunciar siempre a
Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los cielos. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
«Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sustenta, y gobierna
y produce diversos frutos
con coloridas
flores y hierba»
~ Cántico de las criaturas ~
Tema del día:
Las tres Teresas
Ya no
están. Estuvieron en el concierto de la Humanidad, les tocó estar en diferentes
épocas, en diferentes siglos.
Ya no
están pero permanecen. Permanecen entre nosotros por la huella que dejaron,
porque sus vidas fueron transcendentales y la luz de sus almas de trayectoria
inconmensurable y pura, no se podrá apagar jamás.
El
nombre de TERESA fue el de las tres.
La
primera, Teresa de Ávila, España, nacida en marzo de 1515, siglo XVI.
La
segunda Teresa nació en Alencón, Francia, en enero de 1873 y a los 16 años
entró de novicia en el Convento de las Carmelita de Lisieux y toda la aventura
y recorrido de su vida la tenemos hace ya dos siglos.
La
tercera Teresa nació en Skopje, hoy Macedonia, en agosto de 1910. Su primer
nombre, Agnes Gonxha Bojaxha, que luego , al entrar a los 18 años al Convento,
cambia por el de Teresa.
El
nombre de Teresa tiene magia para ella pues si grande y admirable fue Teresa de
Ávila, no menos fue Teresa de Lesieux, que sin salir del Convento es proclamada
Patrona de las Misiones por su celo y ardiente afán, en su vida consagrada a
orar por las misiones y misioneros en lejanas tierras.
Una
fue Teresa de Jesús, otra Teresita del Niño Jesús y la tercera, Madre Teresa de Calcuta. Las tres
siguieron los pasos del Maestro amado. Las tres vivieron enamoradas y rendidas
a ese apasionamiento por Jesús.
A la
primera se le atribuye un diálogo, hermoso y muy conocido, con Cristo. Le
pregunta Jesús: -"Tú, ¿quién eres? Ella responde: -"Yo, Teresa de
Jesús… ¿y tú? Responde Él:-"Yo, Jesús de Teresa".
Teresa
de Ávila tuvo una vida activa, profundamente humana y espiritual.
Teresita
del Niño Jesús tuvo una vida breve, dulce, angelical y de salud muy
quebrantada.
La
Madre Teresa de Calcuta tuvo una vida larga, entregada y plena de generosidad,
pero con la misma tónica de cumplimiento: la heroicidad de sus virtudes, de su
fe y de su amor.
Teresa
de Jesús, fuerte y tenaz, libro de texto del espíritu, fruto de experiencia e
iluminación con estilo clásico y genial.
Teresita,
luz de un alma enamorada, miniatura primorosa quebrada por mortal enfermedad y
grandes sufrimientos físicos. Espíritu lírico, y llena de gracia.
Madre
Teresa, alma gigante en envoltura pequeña, plena de amor y donación total de sí
misma.
Ellas
son encarnaciones magníficas de espiritualidad que las hacen "imán del
mundo". Ascetismo dictatorial hasta llegar a la nada en lo humano para que
el alma tenga capacidad para todo lo divino.
Santas
las tres Teresas... pero de carne y hueso. No son ángeles ni seres venidos de
alguna otra dimensión. Nacieron en familias como las nuestras, con padres y
hermanos como pueden ser los de cualquier hogar, quizá no tan cualquiera, pues
en sus hogares aprendieron a orar y a amar a Dios. Ahí puede radicar la
diferencia. En eso puede descubrirse el secreto de sus vidas: la oración.
La
oración las llevó a una relación con Dios poco común. Fueron fieles a los designios
del Señor. Abrieron las puertas del alma para dejar entrar al bien amado.
La
oración fue su escudo, su fuerza, su refugio, su lanza para luchar contra
muchas y diferentes tentaciones y sufrimientos. Fue la fuente para dar de beber
al sediento, el valor para tener los pies cansados y polvorientos y el alma en
las alturas, para acariciar las carnes enfermas de los moribundos, para hacer
de la enfermedad y de los dolores un incienso perfumado en alabanza a Dios. La
oración las colocó en "contacto directo" con Jesucristo y con la
Santísima Virgen y fue el "ancla" más poderosa y mejor en sus vidas
de fe.
¿Qué
nos pasa a nosotros que no oramos?
Las
tres Teresas nos están dando la clave y el grandioso ejemplo de sus vidas.
Ellas se fueron pero están presentes y nos dejaron el testimonio de todo lo
maravilloso y fascinante que puede ser un alma humana.
María Esther de Ariño
Nuevo vídeo
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por
el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por
la Paz en el mundo; por los cristianos
perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por
nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las
enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el
hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los inmigrantes del Mediterráneo;
por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por
la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación
de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración para Nancy, de Córdoba, Argentina, que hoy
recibirá un trasplante de riñón que le donará su hermano Wilson. Que el Señor Misericordioso bendiga esta cirugía y sus
resultados sean enteramente satisfactorios.
Pedimos oración por Manolo, de Córdoba, Argentina, internado por una afección cardíaca.
Que el Señor lo bendiga con sus gracias y le conceda poder sanarse.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Unidos a María
¿Cómo
podemos temer perdernos si somos hijos de María? Una madre de la tierra hace
todo por salvar la vida de sus hijos. Pero María es la Madre del Cielo y hace
todo por salvar a sus hijos de las garras de los demonios y de las pasiones
desordenadas. Estemos contentos de tener semejante Madre y entreguémonos a la
Virgen cada día más, si es posible mediante una formal consagración a su
Corazón Inmaculado, ya que Ella promete la salvación eterna a los que se le
consagran. ¿Qué mayor regalo le podemos hacer a la Virgen, puesto que Ella nos
ha donado a su propio Hijo, lo más querido que tenía? Entonces entreguémoselo
todo de nosotros para que María nos guarde en su Corazón y así estemos
protegidos de los piratas de este mundo de tinieblas que tratan de robarnos el
precioso tesoro de la gracia de nuestras almas.
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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