miércoles, 29 de julio de 2015

Pequeñas Semillitas 2747

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2747 ~ Miércoles 29 de Julio de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Perdonarse a uno mismo a veces resulta mucho más difícil que perdonar a alguien más. Cuando llevamos algún sentimiento de culpa por algo que ha sucedido en el pasado, sentimos profundamente, por lo general, una horrible sensación de infelicidad. Es importante para todos, que nos podamos perdonar para poder avanzar y liberarnos de esas angustias que desestabilizan todos nuestros sentidos. Perdonarse a sí mismo, también ayuda a sanar nuestra salud.
Por eso hoy, como “tema del día”, presentamos una oración liberadora, en la que podemos recurrir a diario, si es necesario, en los momentos de debilidad o de oscuridad, que puede ayudarnos a encontrar ese perdón interior que cure nuestras propias heridas. La oración está tomada de la página “Píldoras de Fe”

¡Buenos días!

Salir de uno mismo
Te ofrezco hoy, una reflexión sobre la importancia de salir al encuentro de los demás. “Si el grano de arena no forma duna, se lo lleva el viento. Si la gota de agua no se confunde con el torrente, la evapora el calor. Si tú no te unes a la comunidad, viviendo en ella y para ella, fácilmente te puedes perder” (Alfonso Milagro).
                 
Partir es, ante todo, salir de uno mismo, romper la coraza de egoísmo que intenta aprisionarnos en nuestro propio “yo”. Partir es dejar de dar vueltas alrededor de uno mismo, como si ése fuera el centro del mundo y de la vida. Partir es no dejarse encerrar en el círculo de los problemas del pequeño mundo al que pertenecemos, cualquiera sea su importancia. La humanidad es más grande, y es a ella a quien debemos servir. Partir no es devorar kilómetros, atravesar los mares o alcanzar velocidades supersónicas. Es, ante todo, abrirse a los otros, descubrirlos, ir a su encuentro; abrirse a otras ideas, incluso a las que se oponen a las nuestras. Es tener el aire de un buen caminante. (Mons. Helder Cámara).

“Hazme comprender, Señor, que fui creado no como un ser acabado y encerrado sino como en tensión y movimiento hacia los demás; que debo participar de la riqueza de los demás y dejar que los demás participen de mi riqueza; y que encerrarse es muerte y abrirse es vida, libertad, madurez”.  Busca hoy ocasiones de trabar un fructuoso diálogo con tus semejantes.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada». (Lc 10,38-42)

Comentario
Hoy, también nosotros —atareados como vamos a veces por muchas cosas— hemos de escuchar cómo el Señor nos recuerda que «hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,42): el amor, la santidad. Es el punto de mira, el horizonte que no hemos de perder nunca de vista en medio de nuestras ocupaciones cotidianas.
Porque “ocupados” lo estaremos si obedecemos a la indicación del Creador: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla» (Gn 1,28). ¡La tierra!, ¡el mundo!: he aquí nuestro lugar de encuentro con el Señor. «No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno» (Jn 17,15). Sí, el mundo es “altar” para nosotros y para nuestra entrega a Dios y a los otros.
Somos del mundo, pero no hemos de ser mundanos. Bien al contrario, estamos llamados a ser —en bella expresión de Juan Pablo II— “sacerdotes de la creación”, “sacerdotes” de nuestro mundo, de un mundo que amamos apasionadamente.
He aquí la cuestión: el mundo y la santidad; el tráfico diario y la única cosa necesaria. No son dos realidades opuestas: hemos de procurar la confluencia de ambas. Y esta confluencia se ha de producir —en primer lugar y sobre todo— en nuestro corazón, que es donde se pueden unir cielo y tierra. Porque en el corazón humano es donde puede nacer el diálogo entre el Creador y la criatura.
Es necesaria, por tanto, la oración. «El nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que a menudo desemboca en el activismo, con el riesgo fácil del “hacer por hacer”. Tenemos que resistir a esta tentación, buscando “ser” antes que “hacer”. Recordemos a este respecto el reproche de Jesús a Marta: ‘Tú te afanas y te preocupas por muchas cosas y sin embargo sólo una es necesaria’ (Lc 10,41-42)» (Juan Pablo II).
No hay oposición entre el ser y el hacer, pero sí que hay un orden de prioridad, de precedencia: «María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (Lc 10,42).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santa Marta de Betania
Hermana de Lázaro y María
Era hermana de María y de Lázaro, la familia de Betania amiga de Jesús, en cuya casa el Señor se encontraba muy a gusto. San Juan nos dice que «Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro» (Jn 11,5). Dos escenas del evangelio nos lo evidencian. Marta acogió en su casa a Jesús; éste se entretenía con María; Marta se quejó de la falta de colaboración de su hermana, y entonces escuchó el dulce reproche de Señor que establece la jerarquía de valores: «Marta, Marta, una sola cosa es necesaria» (Lc 10,41-42); Marta hospedó al Señor y le sirvió con esmero. No menos emotivo es el episodio de la resurrección de Lázaro, y el diálogo que la precede entre Jesús y Marta cuando ésta sale a su encuentro y acaba confesando: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (Jn 11,27).
Oración: Dios todopoderoso, tu Hijo aceptó la hospitalidad de santa Marta y se albergó en su casa; concédenos, por intercesión de esta santa mujer, servir fielmente a Cristo en nuestros hermanos y ser recibidos, como premio, en tu casa del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

La frase de hoy

"Mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos
y decirles que fuimos derrotados.
Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles
que viven así porque no nos animamos a pelear"
~ Mahatma Gandhi ~

Tema del día:
Oración del perdón
Mi amado Jesús, he venido hasta Ti en este momento porque sé que sólo Tú me puedes ayudar, quiero contarte ahora lo que hay en mi corazón. Sé que Tú me puedes llenar de bendición, por eso, te entrego todo lo que soy, toma mi vida, toma el desierto de mi vida y hazlo florecer. Tú me has dicho que no me vas a abandonar y yo confío en esa palabra, creo en ella, creo que es una promesa de amor.

Quiero pedirte perdón por mis pecados. Derrama tu sangre bendita sobre mí, perdóname, Señor mío, por todo aquello que no he hecho bien, por todo el mal que he hecho queriendo hacer el bien. No he actuado como corresponde.

Reconozco mis faltas, muchas veces, a diario, me olvido de Ti, me he olvidado de tu amor, de tu misericordia, por las veces que he transformado mi vida en algo sin norte, sin rumbo. Muchas veces he creído en muchas cosas fuera de Ti y no en tu amor sincero, por eso, Padre mío, a Ti que me amas incondicionalmente, te pido perdón por mis pecados, por conservar también rencor en mi corazón, por no perdonarme a mí mismo el daño que he causado, por las veces que he creído en maleficios, en embrujos, en esoterismos y cosas sin sentido que me han alejado de tu bondad.

Rompe Señor, con todas esas cadenas que me han atado a vivir una vida llena de dolor y sufrimiento. A veces pienso que es tan grave mi falta que no soy digno de tu perdón, por ello, te ruego, te imploro, te suplico, que siembres en mi alma, la humildad, el amor, la confianza para poder perdonarme esas heridas que me dejaron los vacíos de no tenerte y de apartarte de mí.

Te pido perdón, Jesús mío, por todas las faltas cometidas contra mis hermanos, he caído en las habladurías y he hablado mal de ellos, he actuado mal y no he sabido vivir el servicio de la generosidad, solidaridad y amabilidad con ellos, he actuado cegado por la rabia, por la ira, perdón Señor, perdón.

Perdóname por los momentos en que he querido lanzar la toalla, que no he valorado que soy hechura tuya. Perdóname cuando he gritado al mundo entero que no puedo más, que ya no puedo seguir.

Perdóname por los momentos en que no me he valorado, en que he pensado que de nada sirvo en este mundo. Quiero sentir que limpias mi corazón, que me liberas. Quiero saber que Tú estás conmigo y que toda frustración y todo deseo de miseria que habita en mí, quede destruido por el poder de tu Cruz.

Sólo Tú, Señor de la historia, me das vida en abundancia, por eso me retiro confiado de saberme perdonado, sano y liberado por tu amor.

Lléname de tu fuerza de ahora en adelante, necesito siempre de tu amor, de tu perdón, de tu alegría para vivir. Quiero sentir tu presencia, tu paz, tu gozo en cada circunstancia de mi vida. Lléname de tu poder, lléname de fortaleza y por sobre todo, envíame tu Espíritu Santo, el gran Consolador, para que guíe mis pasos y pueda caminar hacia Ti, sintiéndome perdonado y amado por Ti.

Me perdono, me perdono, me perdono por tu amor y por tu bondad, me perdono por tu Cruz y por tu Palabra que todo lo sana y todo lo renueva. Amén
Padre Pedro Guerra, S.E.

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los inmigrantes del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para José Carlos y su esposa, que viven en Michigan, USA, y están pasando momentos muy difíciles por problemas matrimoniales, con dos niños en medio. Que el Señor, con su infinita misericordia, toque el corazón de estos esposos para que decidan lo que sea mejor para ellos y los hijos. 

Pedimos oración para María Luz, de Buenos Aires, Argentina, una joven amputada de ambas piernas, con problemas de esclerodermia activa, depresión y otros problemas médicos, que necesita toda la fuerza de Jesús y de María para poder seguir haciendo frente a todas estas situaciones.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
Esta debe ser nuestra máxima ambición: morir sobre el pecho de María, pues allí no nos alcanzará la justa mano de Dios ni la astucia de los demonios y de todo el Infierno que querrá perdernos a último momentos, sabiendo que ya nos estamos por escapar de sus manos maléficas. Hay promesas solemnes de María en que nos asegura que el que la honre diariamente con el rezo de siete avemarías recordando sus siete dolores, tendrá la dicha de ver el rostro de la Virgen en el momento de la muerte. También el rezo de tres avemarías en honor del poder, sabiduría y amor que le concedió la Santísima Trinidad, hace que la tengamos como Protectora en el momento crucial de nuestra muerte. Dicen que el árbol cae hacia el lado en que está inclinado. Por eso inclinémonos durante toda nuestra vida hacia María, tengámosle una tierna y constante devoción, y entonces en el momento de nuestra muerte la veremos y nos reclinaremos sobre su pecho virginal y moriremos en paz y nos salvaremos.

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.