miércoles, 1 de julio de 2015

Pequeñas Semillitas 2724

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 10 - Número 2724 ~ Miércoles 1 de Julio de 2015
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Con su gesto y sus palabras Jesús proclama que la Casa de su Padre es lugar de encuentro de Dios con su pueblo y la limpia de todo tipo de comercio material y espiritual. En otros momentos condenará, con el adjetivo de hipócritas, a los ministros que adulteran sofisticadamente la pureza de la casa de Dios. A ellos les echará en cara que “cargan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente” (Mt 23, 4-7). Les dirá claramente que son instrumentos de desencuentro del pueblo con Dios porque “cierran a los hombres el Reino de los cielos […]. A latigazos Jesús los echa porque profanan el Templo e impiden, con su clerical hipocresía, el encuentro del pueblo con su Señor. No son hombres de Dios, sencillamente son mundanos.
Card. Jorge Bergoglio (2009)

¡Buenos días!

Una evaluación periódica
Que no te suceda a ti lo que dijo el famoso pensador Blas Pascal: “Las desgracias de los hombres provienen de una sola fuente: no saben estar a solas en su habitación”. ¿Para qué? Para detenerte un poco, encontrarte contigo mismo y renovar tus energías positivas, afirmarte en tus aspiraciones profundas y, ¿por qué no?, evaluar la marcha de tu vida.

La evaluación de nuestros actos es una manera práctica de intensificar la vida moral y de crecer más cada día. Es mirarse por dentro. El espíritu posee la facultad de conocer lo bueno y lo malo, y de saber lo que conviene hacer y lo que no se debe hacer. La evaluación de nuestra conciencia consiste en indagar y estudiar nuestros actos. Los actos son de hecho o de palabra. Con la palabra también podemos ser groseros o delicados, generosos o mezquinos. El comerciante saca la cuenta hace el balance al fin del día, para saber cuánto ha ganado en dinero. Haz tú también tu balance para saber si has procedido bien o mal en las diversas circunstancias en que has actuado. Esto es más importante que el balance del dinero.

El salterio se abre con un hermoso salmo que proclama: “Dichoso el hombre cuyo gozo es la ley del Señor, y la medita de día y de noche”. Una buena evaluación te ayuda a confrontar tu vida con la luz que proyecta sobre ella la Palabra de Dios. Agradece a Dios el valioso regalo de su ley que reafirma y esclarece la voz de la conciencia.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, al llegar Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?». Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos». Él les dijo: «Id». Saliendo ellos, se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron, y al llegar a la ciudad lo contaron todo y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término. (Mt 8,28-34)

Comentario
Hoy contemplamos un triste contraste. “Contraste” porque admiramos el poder y majestad divinos de Jesucristo, a quien voluntariamente se le someten los demonios (señal cierta de la llegada del Reino de los cielos). Pero, a la vez, deploramos la estrechez y mezquindad de las que es capaz el corazón humano al rechazar al portador de la Buena Nueva: «Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término» (Mt 8,34). Y “triste” porque «la luz verdadera (...) vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron» (Jn 1,9.11).
Más contraste y más sorpresa si ponemos atención en el hecho de que el hombre es libre y esta libertad tiene el “poder de detener” el poder infinito de Dios. Digámoslo de otra manera: la infinita potestad divina llega hasta donde se lo permite nuestra “poderosa” libertad. Y esto es así porque Dios nos ama principalmente con un amor de Padre y, por tanto, no nos ha de extrañar que Él sea muy respetuoso de nuestra libertad: Él no impone su amor, sino que nos lo propone.
Dios, con sabiduría y bondad infinitas, gobierna providencialmente el universo, respetando nuestra libertad; también cuando esta libertad humana le gira las espaldas y no quiere aceptar su voluntad. Al contrario de lo que pudiera parecer, no se le escapa el mundo de las manos: Dios lo lleva todo a buen término, a pesar de los impedimentos que le podamos poner. De hecho, nuestros impedimentos son, antes que nada, impedimentos para nosotros mismos.
Con todo, uno puede afirmar que «frente a la libertad humana Dios ha querido hacerse “impotente”. Y puede decirse asimismo que Dios está pagando por este gran don [la libertad] que ha concedido a un ser creado por Él a su imagen y semejanza [el hombre]» (Juan Pablo II). ¡Dios paga!: si le echamos, Él obedece y se marcha. Él paga, pero nosotros perdemos. Salimos ganando, en cambio, cuando respondemos como Santa María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santos Justino Oroná y Atiliano Cruz
Presbíteros y Mártires
Eran el párroco y el coadjutor de Cuquío (Jalisco, México) y fueron martirizados en el Rancho de las Cruces (Guadalajara) el 1 de julio de 1928. Justino nació en Atoyac el año 1877. Estudió en el seminario de Guadalajara y se ordenó de sacerdote en 1904. Trabajó en diversas parroquias y en 1916 lo nombraron párroco de Cuquío. Fueron años de apostolado fecundo en los que también colaboró con el seminario y contribuyó a la fundación de las Clarisas del Sagrado Corazón dedicadas a recoger niñas huérfanas y pobres. Atilano nació el año 1901 en Ahuetiche de Abajo. Estudió en los seminarios de Totaliche y Guadalajara, y en casas particulares tras el cierre de los seminarios. Recibió la ordenación sacerdotal en la clandestinidad en 1927, y enseguida lo destinaron a Cuquío. Era humilde y celoso. Encontrándose el párroco en el Rancho, mandó llamar al coadjutor. Estuvieron hablando largamente de la pastoral parroquial y rezaron juntos. A las dos de la madrugada llegaron los soldados y golpearon la puerta. Les abrió el párroco, y lo acribillaron a balazos mientas gritaba: ¡Viva Cristo Rey! Luego balearon al coadjutor en su habitación, mientras rezaba con el crucifijo y el rosario en sus manos.
© Directorio Franciscano    

La frase de hoy

"No hay nada más hermoso que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse profundamente y sin ver atrás. Aquello de lo que te enamores, lo que arrebate tu imaginación afectará todo. Determinará lo que te haga levantar por la mañana, lo que hagas con tus atardeceres, como pases tus fines de semana, lo que leas, a quien conozcas, lo que te rompa el corazón y lo que te llene de asombro con alegría y agradecimiento. Enamórate, permanece enamorado y esto lo decidirá todo."
~ Pedro Arrupe SJ ~

Tema del día:
Para enfrentar la muerte y el duelo
La muerte nos asusta a todos; vernos indefensos y frágiles nos genera incertidumbre, preguntas, malestar. Muchas veces, evadiendo el tema, decimos que aún nos falta mucho para ese día, que no nos preocupa y cuando alguien nos toca el tema lo desviamos.

En realidad, lo que estamos llamados a hacer es entender el verdadero sentido de la muerte, y para ello debemos revisar los siguientes aspectos que nos darán una visión cristiana de la misma

1. Recurrir a los sacramentos: Unción de los enfermos, confesión y comunión.
Cuando este momento se acerca se debe procurar dejar este mundo libre de cargas y pecados, recibir la unción de los enfermos, confesarse y comulgar. De esta forma, al llegar la muerte, será el encuentro con Cristo, que como Buen Pastor acompaña a sus ovejas.
Debemos procurar que si un ser querido o vecino se encuentra en esta situación, ayudemos buscando o avisándole a un sacerdote cercano para que vaya a visitar al enfermo y pueda irse en gracia de Dios.
Recordemos personalmente buscar vivir en comunión con el Señor, cumplir sus mandamientos y confesarnos y comulgar con frecuencia por amor a nuestro Dios y considerando que la propia muerte puede sobrevenirnos cuando menos lo esperamos.

2. Comprender que la muerte es un estado liberador.
Cristo quiso liberarnos con amor y entrega. Al resucitar, Él venció a la muerte y nosotros debemos vivirla comprendiendo que un ciclo terreno termina e inicia el tiempo de gracia al lado de Dios y su corte celestial.
Recordemos que la muerte y resurrección de nuestro Señor nos permite que compartamos con Él la vida eterna. Jesús nos dice: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Juan 11, 25-26)

3. Entender que la muerte no es un castigo sino la entrada a la vida eterna.
La muerte entró al mundo para purificar el pecado que heredamos de nuestros primeros padres, todos estamos convocados a ir con el Creador de la vida y entregar cuentas de cómo hemos vivido en esta tierra. No necesariamente la enfrentaremos cuando estemos enfermos o ancianos, será cuando se nos llame al encuentro con Dios Padre, quizás en el momento menos esperado.
Nuestra esperanza y alegría es Cristo quien nos ha redimido: “Porque el salario del pecado es la muerte, mientras que el don gratuito de Dios es la Vida eterna, en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6,23)

4. Conservemos con amor el recuerdo de nuestros seres queridos que han partido.
Si bien ya no están físicamente con nosotros, todas sus enseñanzas y los momentos compartidos viven en nuestros corazones, honremos siempre su memoria como un tesoro invaluable que nos acompañará en nuestra vida.

5. Acompañar, aconsejar y ayudar a los familiares de quien ha fallecido.
Cuando se ha perdido a alguien, generalmente nos refugiamos en la soledad, el llanto y el silencio, la depresión, la inapetencia y el estrés.
Nuestra tarea cristiana es acompañar, aconsejar y ayudar a los familiares, recordarle con alegría, procurando que se distraigan y vean en la muerte no un fin, sino un continuar en el amor de Dios, que tiene preparado un lugar para cada uno de nosotros.

6. Evitemos caer en depresiones prolongadas, busquemos ayuda y soporte espiritual.
Aunque nos duele que un ser querido haya partido y sentimos un vacío en ese tiempo y espacio que compartía con nosotros, hay que evitar caer en depresiones prolongadas, primeramente porque sabemos que a quien se ha ido no le hubiese gustado vernos así, y segundo, porque contamos con la esperanza cristiana de que, quien ha creído y vivido en el Señor, tiene vida eterna en Él.
Si nos es difícil levantarnos del duelo, busquemos ayuda en un sacerdote o director espiritual para sobrellevar el dolor, será muy útil.

7. Respetar el luto y evitar hablar de dinero o herencias en los momentos más sensibles.
Es posible que la persona fallecida haya dejado algunos bienes que corresponden a los hijos o las personas que comparten un rasgo de consanguinidad.
Todo tiene su tiempo apropiado, y es lamentable ver familias que, aun cuando no ha ocurrido la muerte o está muy reciente, tienen rencillas por temas materiales. La Biblia nos enseña: “Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra” (Colosenses 3,1-2)

8. Es recomendable donar la ropa y cosas usadas por nuestro familiar difunto.
Es una buena obra de caridad donar las prendas que la persona usó a una beneficencia, casa hogar o refugio, de esta forma corresponderemos con la obra de misericordia de vestir al desnudo. Otra razón es que muchas veces estas cosas materiales a las cuales nos apegamos nos hacen mucho daño, no nos permiten superar el dolor que ocasionado por la pérdida y dejar a nuestro familiar descansar en paz.

9. Evitemos caer en prácticas supersticiosas o de Nueva Era para mitigar nuestro dolor.
Algunas empresas en su afán, no de compartir el dolor sino de lucrarse de éste, ofrecen rituales que no son compatibles con la verdadera vida cristiana. Por ejemplo: sembrar un árbol con los restos de nuestro familiar, arrojar las cenizas a un lago para perpetuar su memoria, crear un cementerio virtual para visitarle online, o llamarle a un animalito como el familiar relacionándolo con la reencarnación (la cual es incompatible con nuestra fe), etc. El dolor no puede desviarnos de nuestra fe, nuestra confianza siempre debe estar puesta en Dios y en sus promesas, es su gracia la que nos ayudará a continuar.

10. Orar por el eterno descanso de quienes han partido.
Es esencial y la mayor obra de amor que podemos tener con nuestro ser querido. En muchos de nuestros países de habla hispana se acostumbra, al día siguiente de la cristiana sepultura, reunirse en torno a la oración o “novenario” para ayudar al difunto durante la purificación que le corresponda en el purgatorio.
Debemos hacerlo con mucha fe, ofreciendo la Eucaristía por su eterno descanso, rezando el Santo Rosario, la Coronilla de la Misericordia, etc. Es nuestro deber cristiano orar los unos por los otros: La Iglesia purgante (los que han fallecido), la Iglesia militante (los que aún tenemos vida terrenal) y la Iglesia triunfante (Los Santos que están con Cristo.)

Nos dice el Catecismo de la Iglesia: “Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46).

Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios.” (# 1032)
© Fabio Acuña Acuña (ReL)

Estadísticas 
El siguiente es el estado demostrativo de la cantidad de visitas registradas en los dos blogs que llevamos adelante en internet: "Pequeñas Semillitas" y "Juan Pablo II inolvidable". Esta información se publica el primer día de cada mes.

Debe recordarse que las visitas se cuentan desde el inicio de cada uno de ellos que ha sido en fechas distintas:

Desde el 1º de Marzo de 2007 hasta hoy ha sido visitado por 2.180.993 lectores. Durante el último mes (junio 2015) registró 13.967 nuevas visitas.

Desde el 25 de Diciembre de 2009 hasta hoy ha sido visitado por 444.844  lectores. Durante el último mes (junio 2015) registró 4.810 nuevas visitas.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los inmigrantes del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Osvaldo De M., de la ciudad de Buenos Aires, que sufrió un accidente automovilístico del que se está recuperando pero sigue muy deprimido porque en ese evento falleció una persona. Rogamos al Señor y a la Virgen de Lourdes que lleven paz a su corazón.

Pedimos oración para Carlos C. M., de Veracruz, México, que está muy grave. Que el Señor esté junto a Él y se haga según Sus designios.

Pedimos oración por Emiliano, de Pehuajó, Buenos Aires, Argentina, 30 años, esperando trasplante de riñón y muy depresivo por su estado actual de salud, en diálisis hace tres años. Que la Virgen lo fortalezca en la fe y la esperanza, y Jesús permita que llegue el órgano para que pueda operarse.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Unidos a María
Nosotros creemos que somos los más interesados en nuestra salvación, pero esto no es así, sino que Jesús y María son los más interesados en que nosotros nos salvemos. Por eso confiemos a María nuestra salvación. No quiere decir con ello que nos quedemos inertes, sino que pongamos todo lo necesario para salvarnos, pero confiando siempre en la Virgen y pidiéndole su ayuda, y consagrándonos a Ella, ya que esto es un seguro de salvación, puesto que si somos de María, Ella no permitirá que le seamos arrebatados de su Corazón Inmaculado. Si María está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Porque Ella es la Obra Maestra de Dios y tiene a toda la creación bajo sus pies, y es solo inferior a Dios, y que esto nos lo diga todo.

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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