sábado, 1 de noviembre de 2014

Pequeñas Semillitas 2509

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2509 ~ Sábado 1° de Noviembre de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy celebramos la Fiesta de Todos los Santos, una fecha muy tradicional dentro del marco de la Iglesia Católica. Y es bueno reiterar que SANTOS son todos los que habiendo muerto están ya gozando en el cielo la presencia del Señor. Tenemos la costumbre de llamar así a los que han sido canonizados oficialmente, luego de cumplir los pasos previstos para tal fin, pero en verdad, el cielo está lleno de “santos anónimos”, personas iguales a nosotros, que han pasado por el mundo haciendo el bien, amando con caridad y cumpliendo los mandamientos… y hoy gozan el reino prometido.
Todos, pero todos, estamos llamados a ser santos, Dios nos quiere santos, y para eso nos dio el Don de la Fe. Fue su regalo cuando nos bautizaron, y todos los que estamos bautizados tenemos que ser santos, pero también tenemos que querer serlo. Por eso, ese papa santo que fue San Juan Pablo II, cuando se dirigía a los jóvenes a los que tanto amaba, en las Jornadas de la Juventud que él instituyó, les decía: “No tengan miedo de ser santos”.
Sepamos pues que el llamado a la santidad es para todos. Y que el camino para conseguirlo no es algo extraordinario sino que consiste en hacer bien las cosas ordinarias, las de todos los días, y cumplir los mandamientos, que son una escuela de santidad para todos. Por eso, podríamos decir que ser santos es querer seguir a Jesús, actuar como él, hacer el bien como él, amar como él. Ser santo es -en definitiva- ser amigo de Jesús.

¡Buenos días!

Camino del éxito
Nadie alcanza el éxito con un solo intento, ni perfecciona la vida con una sola rectificación, ni alcanza altura con un solo vuelo. Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces... Nadie mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones, ni se mete en el barco sin temerle a la tempestad, ni llega a puerto sin remar muchas veces.

El éxito no es una casualidad sino la recompensa: para quien lo buscó y luchó por él; para quien, al caer, supo levantarse; para quien necesitó ayuda y supo pedirla; para quien, cuando se sintió solo, buscó compañía; para quien, cuando tuvo duda, buscó a un consejero; para quien, antes de buscar ser entendido, pudo entender; para quien estuvo dispuesto a empezar en cualquier momento; para quien comprendió que el amor es la fiel recompensa de amar.

Dios siempre está dispuesto a concederte sus dones, pero pide tu colaboración, tu esfuerzo. Leonardo da Vinci quiso sobre su tumba este epitafio: “Tú, Señor, regalas todos tus dones al precio del esfuerzo”. El éxito comienza siempre con una voluntad decidida a permanecer firme en la lucha, ése es el gran regalo de Dios. Utilízalo con humildad.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos». (Mt 5,1-12a)

Comentario
Hoy celebramos la realidad de un misterio salvador expresado en el “credo” y que resulta muy consolador: «Creo en la comunión de los santos». Todos los santos, desde la Virgen María, que han pasado ya a la vida eterna, forman una unidad: son la Iglesia de los bienaventurados, a quienes Jesús felicita: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8). Al mismo tiempo, también están en comunión con nosotros. La fe y la esperanza no pueden unirnos porque ellos ya gozan de la eterna visión de Dios; pero nos une, en cambio el amor «que no pasa nunca» (1Cor 13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y solícitos para con nosotros. Por tanto, no veneramos a los santos solamente por su ejemplaridad, sino sobre todo por la unidad en el Espíritu de toda la Iglesia, que se fortalece con la práctica del amor fraterno.
Por esta profunda unidad, hemos de sentirnos cerca de todos los santos que, anteriormente a nosotros, han creído y esperado lo mismo que nosotros creemos y esperamos y, sobre todo, han amado al Padre Dios y a sus hermanos los hombres, procurando imitar el amor de Cristo.
Los santos apóstoles, los santos mártires, los santos confesores que han existido a lo largo de la historia son, por tanto, nuestros hermanos e intercesores; en ellos se han cumplido estas palabras proféticas de Jesús: «Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,11-12). Los tesoros de su santidad son bienes de familia, con los que podemos contar. Éstos son los tesoros del cielo que Jesús invita a reunir (cf. Mt 6,20). Como afirma el Concilio Vaticano II, «su fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad» (Lumen gentium, 49). Esta solemnidad nos aporta una noticia reconfortante que nos invita a la alegría y a la fiesta.
Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida (Lleida, España)

Santoral Católico:
Fiesta de Todos los Santos
Este día se celebran a todos los millones de personas que han llegado al cielo, aunque sean desconocidos para nosotros. Información amplia y muy interesante, haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

Palabras de San Juan Pablo II

“La santidad no es algo reservado  para algunas almas escogidas; todos, sin excepción, estamos llamados a la santidad. Para todos están las gracias necesarias y suficientes; nadie está excluido…. ¿Qué es la santidad? Es precisamente la alegría de hacerla Voluntad de Dios…. ¡No tengáis miedo ante esa palabra! ¡No tengáis miedo ante la realidad de una vida santa!”
San Juan Pablo II

Tema del día:
Todos los Santos
Hoy celebra la Iglesia la fiesta de Todos los Santos. Esta palabra “santo” en la Biblia se aplicaba sólo a Dios, pues significa: sagrado o separado. Pero luego se fue diciendo de todo lo que se acercaba más a Dios. Así ya san Pablo llama santos a los cristianos por el hecho de estar unidos a Dios por el bautismo. Después ya sólo se aplicó a aquellas personas que por su comportamiento están más cerca de Dios. Especialmente los mártires que, por su muerte gloriosa, se unen para siempre con Dios.

La Iglesia desde el principio comenzó a honrar a los mártires en su día propio del martirio; pero ya por el siglo III eran tantos los mártires que tuvieron que celebrar su fiesta en un día todos juntos, aunque no tenían un día fijo. El 13 de Mayo del año 609 el papa consagró el panteón romano, que había sido templo pagano de todos los dioses, para que fuese templo de la Virgen María y de todos los santos. Unos cien años después la fiesta de todos los santos quedó fijada para el día 1 de Noviembre.

Hay muchos santos, cuyos nombres conocemos, porque han sido “canonizados”, es decir declarados santos solemnemente por el papa, después de haber examinado minuciosamente su vida y sus escritos y normalmente después de que Dios ha ratificado esa santidad por uno o más milagros. Pero santos hay muchos más que no conocemos, quizá porque han vivido una vida muy oculta, pero que gozan con Dios con una gloria semejante. Entre estos santos habrá familiares y conocidos nuestros. Hoy es el día para festejar a todos y también para alzar nuestra mirada al cielo para pedir su protección y sobre todo para desear imitarles y un día poder estar con ellos en el cielo.

Todos estamos llamados a la santidad. Nos lo ha dicho muchas veces la Iglesia. De una manera especial lo recalcó el concilio Vaticano II. No es que haya que tener una vida externa diferente a los demás, aunque la verdad es que hay situaciones que ayudan y hay situaciones que pueden estorbar. Tenemos que esforzarnos por conseguir siempre ser mejores y tender a un ideal grande. No es fácil, pero tampoco es imposible. Para ello Jesucristo nos enseñó el camino. El principal es la caridad. Sin amor no puede haber verdadera vida cristiana: Amor dirigido hacia Dios, que es nuestro Padre y nos acompaña, amor que se expresa especialmente en la oración, y amor hacia los demás, porque todos somos hermanos.

Hoy en el evangelio se nos propone este ideal por medio de las bienaventuranzas. Son actitudes o maneras de ser. Son  las condiciones para el seguimiento en el camino del Reino de Dios trazado por Jesús. Con ellas podemos imitar su misma vida.

La santidad no es un camino triste, sino muy gozoso. Si queremos ser felices de verdad debemos ser “pobres de espíritu”, que significa ser desprendidos de los bienes materiales, tenga uno algo de dinero o no tenga nada. Va en contra de la codicia, procurando llevar una vida sencilla y humilde. Se trata de tener una vida de confianza filial en Dios, que es nuestro Padre. La 2ª nos dice que hay que ser manso, ser suave con los demás en juicios, palabras y hechos. Para ello uno tiene que saber dominarse a sí, no violentar a los demás. La 3ª habla del llorar, no porque el santo tenga que ser triste, sino porque hay que sufrir por los propios pecados y por los males ajenos. En la 4ª nos habla de tener “hambre y sed de justicia”. Es un gran deseo en la perfección moral y religiosa. En la Biblia se llama justo al que se esfuerza sinceramente por cumplir la voluntad de Dios. Quien se esfuerza lo consigue, porque Dios nos ayuda. En la 5ª alaba a los misericordiosos. Se trata de compartir las desdichas del prójimo, materiales y espirituales. Dios nos medirá al final según nuestro grado de misericordia. En la 6ª alaba a los limpios de corazón. Un corazón sucio ofusca la visión para las cosas de Dios. En la 7ª se alaba a los pacíficos: No sólo los que eliminan las discusiones, sino los que trabajan por unir en la paz, que sale del amor. Por fin, aquel que es santo será objeto de persecuciones, porque el bien perturba a los malos.
P. Silverio Velasco (España)


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Estadísticas
El siguiente es el estado demostrativo de la cantidad de visitas registradas en los dos blogs que llevamos adelante en internet: "Pequeñas Semillitas" y "Juan Pablo II inolvidable". Esta información se publica el primer día de cada mes.

Debe recordarse que las visitas se cuentan desde el inicio de cada uno de ellos que ha sido en fechas distintas:

Desde el 1º de Marzo de 2007 hasta hoy ha sido visitado por 2.065.906 lectores. Durante el último mes (octubre 2014) registró 11.114 nuevas visitas.

Desde el 25 de Diciembre de 2009 hasta hoy ha sido visitado por 412.602  lectores. Durante el último mes (octubre 2014) registró 2.315 nuevas visitas.

Un estímulo todos los días
Noviembre 1
Hoy la Iglesia recuerda a todos los santos, y así nos invita a recordar que Jesús nos llama siempre a la santidad.
El estilo de vida que Jesús enseña es el de la sencillez, la mansedumbre, la lucha por la paz y la justicia; es la renuncia a los honores mundanos. Queda claro entonces que la felicidad que Jesús propone no es la misma que ofrece el mundo, es de otro nivel. Jesús declara felices a los pacientes, a los afligidos, a los que buscan la justicia, a los misericordiosos, a los que luchan por la paz, a los que son perseguidos por hacer el bien (Mt 5, 1-12). A todos ellos les dice que sus angustias, cansancios y renuncias no son inútiles, sino que son bien tenidas en cuenta por el Padre, y que tendrán una recompensa que supera todo lo terreno. Esta invitación quiere producir la alegría de saber que la vida entregada por el Reino de Dios tiene un profundo sentido.
Es también una invitación a contemplar con cariño a los santos que, a lo largo de la historia, han vivido el espíritu del Evangelio, porque lo que en ellos se refleja es la misma vida de Cristo. Su entrega generosa es una alabanza a la gracia de Dios que los ha hecho semejantes a Jesús.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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