lunes, 3 de noviembre de 2014

Pequeñas Semillitas 2511

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2511 ~ Lunes 3 de Noviembre de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Pensando que ayer hemos recordado a los fieles difuntos, es bueno tener presente que Dios quiere que todos se salven.
El Papa Juan Pablo II afirma que “el infierno es la situación en que se sitúa definitivamente quien rechaza la misericordia del Padre, incluso en el último momento de su vida... El infierno más que un lugar indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría” (28-7-1999). Por su parte, el Catecismo de la Iglesia Católica dice que es “el estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados” (Cat 1033).
Santa Teresa de Jesús nos cuenta: “Un día murió cierta persona, que había vivido muy mal y por muchos años. Murió sin confesión, mas a pesar de esto no me parecía que se había de condenar. Mientras estaban amortajando el cuerpo, vi que muchos demonios tomaban aquel cuerpo y parecía que jugaban con él... Cuando pusieron el cuerpo en la sepultura, era tanta la multitud de demonios que estaban dentro para apoderarse del mismo, que yo estaba fuera de mí al verlo y tuve que hacer un gran esfuerzo para disimularlo. Consideraba qué harían de aquella alma, cuando así se enseñoreaban del triste cuerpo. Ojalá el Señor hiciera ver esto que yo vi a todos los que andan por mal camino, pues me parece que sería muy eficaz para persuadirlos a vivir bien” (Vida 38,24).
Lo que todos nosotros podemos hacer es rezar y ofrecer misas por las almas del purgatorio y tener en cuenta lo que se expresa a continuación:
Sacar un alma del Purgatorio cada día
Desde el 1 al 8 de Noviembre se puede sacar cada día un alma del Purgatorio, es decir, ganar una indulgencia plenaria aplicable a los difuntos.
A los fieles que visiten devotamente el cementerio y oren, aunque sea sólo mentalmente, por los difuntos, se les concede indulgencia plenaria únicamente aplicable a las almas del Purgatorio. Cada uno de los días desde el 1 al 8 de noviembre.
Para ganar la indulgencia plenaria cada día, liberando un alma del Purgatorio, también es necesario cada día visitar una Iglesia y rezar un Padrenuestro y el Credo, añadiendo la confesión sacramental (que puede ser una semana antes o después), comunión eucarística y una oración por las intenciones del Sumo Pontífice.

¡Buenos días!

Avalancha de nieve
María Simma fue una sencilla campesina que desde pequeña oraba por las almas del Purgatorio. A los 25 años fue favorecida con el carisma de ser visitada a menudo por estas almas. Vivía sola en su casita de Sonntag en Austria. Fue alentada en su tarea por el párroco y el obispo. Con generosidad María respondía siempre a los pedidos de las almas benditas.

Una noche de 1954 un joven estaba en su casa, cuando de improviso un terrible alud se abatió tan cerca que oía gritos que pedían auxilio. De inmediato el joven se levantó y se precipitó para socorrer a esas personas. Pero su madre en la puerta quiso impedirle el paso. El joven, conmovido por los gritos y resuelto a auxiliarlos, empujó a su madre y le dijo: "¡Sí, yo voy! ¡No quiero dejarlos morir así!” y salió. Pero también él, a lo largo del trayecto, fue alcanzado por otro alud y murió... Dos días después se apareció a María Simma y le dijo: "Haz celebrar tres misas por mí, así seré liberado del Purgatorio". Más tarde el joven le explicó que al entregar su vida por esas personas, el Señor perdonó sus muchos y graves pecados y pudo entrar rápidamente al Cielo porque la caridad cubre la multitud de las culpas.

El Purgatorio es el estado de los que mueren en amistad con Dios pero, aunque están seguros de su salvación eterna, necesitan aún de purificación para entrar al Cielo. Nosotros podemos ayudarlos ofreciendo expiaciones a Dios, como Misas, oraciones, obras de misericordia, etc. Son actos excelentes que el Señor te recompensará.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo también a aquel hombre principal de los fariseos que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos». (Lc 14,12-14)

Comentario
Hoy, el Señor nos enseña el verdadero sentido de la generosidad cristiana: el darse a los demás. «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa» (Lc 14,12).
El cristiano se mueve en el mundo como una persona corriente; pero el fundamento del trato con sus semejantes no puede ser ni la recompensa humana ni la vanagloria; debe buscar ante todo la gloria de Dios, sin pretender otra recompensa que la del Cielo. «Al contrario, cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos» (Lc 14,13-14).
El Señor nos invita a darnos incondicionalmente a todos los hombres, movidos solamente por amor a Dios y al prójimo por el Señor. «Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente» (Lc 6,34).
Esto es así porque el Señor nos ayuda a entender que si nos damos generosamente, sin esperar nada a cambio, Dios nos pagará con una gran recompensa y nos hará sus hijos predilectos. Por esto, Jesús nos dice: «Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo» (Lc 6,35).
Pidamos a la Virgen la generosidad de saber huir de cualquier tendencia al egoísmo, como su Hijo. «Egoísta. —Tú, siempre a “lo tuyo”. —Pareces incapaz de sentir la fraternidad de Cristo: en los demás, no ves hermanos; ves peldaños (...)» (San Josemaría).
Fr. Austin Chukwuemeka IHEKWEME (Ikenanzizi, Nigeria)

Santoral Católico:
San Martín de Porres
Religioso Dominico Peruano
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

La frase de hoy

“Que nuestras buenas obras tengan como único origen el amor a Dios y al prójimo, sean superiores a las injusticias que nos rodean. No rehusemos hacer a nuestros hermanos todo el bien que podamos. Pues sólo adhiriéndonos a Dios y compadeciéndonos del prójimo, es como nos haremos miembros de nuestro redentor”
San Gregorio Magno

Tema del día:
El “secreto” del Papa
1) Para saber
A fines de octubre el Papa Francisco unos jóvenes, a cien años de la Primera Guerra Mundial, le transmitieron sus inquietudes y temores ante las amenazas del mundo de hoy en que se contempla el odio, la división y la indiferencia de muchos. Y le hicieron una petición: “Santo Padre, ¿compartiría con nosotros su secreto? ¿Cómo mantiene usted la alegría y la esperanza a pesar de las dificultades y las guerras de nuestro tiempo? ¿Cómo persevera en el servicio al enfermo, al pobre y al desamparado?”

El Papa comenzó por decirles que no tenía mucha idea, pero tal vez fuera por su personalidad un tanto inconsciente que le llevaba a rezar y abandonarse. Añadió que el Señor le había dado la gracia de tener una gran confianza, la de abandonarse a su bondad. Y como Él no lo abandona, entonces eso lo hace más confianzudo, y puede ir adelante con Él.

Afirmó el Papa: “Yo sé que Él no me va a abandonar. Y rezo. Eso sí, pido… Él no falla. Y he visto que Él es capaz, a través, no digo a través mío, sino a través de la gente de hacer milagros. Yo he visto milagros que el Señor hace a través de la gente que va por este camino de abandonarse en sus manos”.

2) Para pensar
En Dios siempre se puede y se debe confiar, sabiendo que nunca nos va a fallar.

Una periodista, Paloma Gómez Borrego, escribe en un libro que cuando viajó a Lituania, un país que estuvo sometida al comunismo por cuarenta y cinco años, se sorprendió que en ese tiempo la gente había perdido la confianza entre sí, pues siempre existía el peligro de ser delatados, incluso entre parientes o amigos. Aunque, gracias a Dios, la van recobrando poco a poco.

Cuenta que en esos años de comunismo, en un cementerio de Vilnius, la capital, muchas tumbas tenían un banquito muy rústico al lado. Cuando preguntó el por qué de esa costumbre, se sorprendió de la respuesta. Le dijeron que servía para que se sentaran y «hablaran» con los seres queridos, para confiarse, para desahogarse con ellos, sabiendo que nunca los delatarían y podían hablar con libertad.

3) Para vivir
El Papa dice que parte de ese “secreto” son dos actitudes que menciona san Pablo para predicar a Jesucristo: el coraje y el aguante. El coraje para ir adelante y el aguante de soportar el peso del trabajo. Y esas cualidades deben darse también en la oración. Él tiene coraje en la oración.

Si nos falta ese coraje, indica también falta de confianza. Rezar, pues, con coraje. Nuestro Señor nos lo dijo: ‘Todo lo que ustedes pidan en mi nombre, si lo piden con fe, y creen que lo tienen, ya lo tienen’.

Y después, el aguante. Aguantar las contradicciones, los fracasos, los dolores, las enfermedades, las situaciones duras de la vida. Aguantar en la vida hasta ser dejado de lado, rechazado, sin vengarse con la lengua, la calumnia, la difamación.

En resumen, el “secreto” sería: Una sana inconciencia, que lleva rezar y abandonarse, saber que es Dios quien hace las cosas. Y además del coraje y aguante y una más: salir a la periferia.

Pero esta última la comentaremos en un próximo artículo.
Pbro. José Martínez Colín

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Jorge Arturo G. C., de Perú, que se encuentra hospitalizado en UCI. Que por la intercesión de San Martín de Porres, el Señor le conceda la gracia de recuperar su salud.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Un estímulo todos los días
Noviembre 3
“Aquí estoy, Padre, vuelvo a ti, vuelvo a ti una vez más como el hijo pródigo clamando por tu misericordia. Aquí estoy, Jesús, mi Redentor, vuelvo a ti.
Vuelvo a ti que perdonaste a la mujer pecadora, y que comprendiste la debilidad de Pedro. Aquí estoy, Espíritu Santo, que eres fuego divino, llama purificadora que puedes dar vida nueva a mi interior enfermo.
Vuelvo a ti porque te necesito y, en el fondo, siempre te estoy buscando. Dame un corazón nuevo, Dios mío, rocíame con tu agua purísima y quedaré limpio.
Hoy quiero cambiar, Señor, imploro tu gracia divina para que se produzca una verdadera conversión.
¡Ayúdame a entregarte todo lo que me esclaviza, todo lo que me separa de ti y de los hermanos!
Tú tienes infinito poder, tú me lavaste con tu sangre y resucitaste lleno de gloria.
Tú puedes tocarme y devolverme la libertad interior. Te seguiré buscando, Señor, porque tu amor perdona setenta veces siete, porque no puedes dejar de perdonarme cada vez que vuelvo a ti.
Dame la gracia de perdonarme a mí mismo con tu amor paciente y generoso. Coloca tú en mi corazón la decisión de volver a intentarlo, y de entregarte todo.
Tómame Señor. Amén.”
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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