PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 9 - Número 2510 ~ Domingo
2 de Noviembre de 2014
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Para comprender el significado de la solemnidad de todos
los santos y la conmemoración de los difuntos hay que saber que existen tres estados
en la Iglesia:
1- La iglesia triunfante, conformada por los que ya están
glorificados en el cielo. A ellos, los santos, les honramos el 1 de Noviembre.
2- La iglesia peregrina (o militante) formada por los que
estamos en la tierra, hasta el día de nuestra muerte, luchando por hacer el
bien y evitar el mal.
3- La iglesia sufriente o purgante (en el purgatorio), la
componen los difuntos que necesitan aún purificación antes de entrar en el
cielo. Por ellos oramos el día de los difuntos, el 2 de Noviembre, para que
pronto vayan al cielo. (No rezamos por los que están en el infierno porque su
condena es irreversible).
El Catecismo de la Iglesia Católica dice acerca del
purgatorio que allí están “los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no
perfectamente purificados, y sufren después de la muerte una purificación para
obtener la completa hermosura de su alma” (# 1030)
Desde remotos tiempos se ha instalado en la Iglesia la
costumbre de ofrecer oraciones y misas por las almas del purgatorio con la
seguridad que eso acorta a esas almas el tiempo de estada allí y las aproxima
más rápidamente al gozo eterno de Dios en el cielo.
¡Buenos días!
Contra la corriente
A veces lo que
aprueban o desaprueban los demás no es lo correcto. Es mejor prestar atención a
nuestra conciencia para percibir la verdad. No te dejes esclavizar del temor a
lo que dirán los otros. El Cura de Ars decía: “¿Saben cuál es la primera
tentación del demonio a una persona que ha decidido a servir mejor a Dios? Es
el respeto humano”.
Dos africanos descendían por el río Zambeze
en su angosta piragua. Oculto bajo las
aguas, un cocodrilo aguardaba su presa. De repente la canoa fue sacudida
con violencia. El cocodrilo había hundido sus dientes en un remo.
Desequilibrados, los dos remeros cayeron al agua. Ante una muerte segura,
trataron de escapar. Uno sabía el consejo de los ancianos: "Si caes en un
río donde hay cocodrilos, nada bajo agua río arriba, pues el animal busca su
presa aprovechando la corriente". Con gran esfuerzo este hombre salvó su
vida. El otro eligió la solución fácil: nadó a favor de la corriente, lo mismo
que hizo el cocodrilo. Cayó en sus fauces y fue arrastrado al fondo del río.
El peligro está
tan presente en un río lleno de cocodrilos como al seguir la corriente de la
moda, la opinión pública, los placeres dudosos, el amor al dinero, la
popularidad... ¿Andas tú en la dirección correcta, o en el sentido de la
corriente? Dios dice: "Hay caminos que parecen rectos; pero al final
conducen a la muerte", (Pr 14, 12). Alerta, pues.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: 'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día'". Y las mujeres recordaron sus palabras. (Lc 24,1-8)
La frase de hoy
“Una flor sobre su tumba se marchita.
Una lágrima sobre su recuerdo se evapora.
Una oración por su alma, la recibe Dios”
San Agustín
Tema del día:
En las manos de Dios
Los hombres de hoy no sabemos qué hacer con la muerte. A
veces, lo único que se nos ocurre es ignorarla y no hablar de ella. Olvidar
cuanto antes ese triste suceso, cumplir los trámites religiosos o civiles
necesarios y volver de nuevo a nuestra vida cotidiana.
Pero tarde o temprano, la muerte va visitando nuestros
hogares arrancándonos nuestros seres más queridos. ¿Cómo reaccionar entonces
ante esa muerte que nos arrebata para siempre a nuestra madre? ¿Qué actitud
adoptar ante el esposo querido que nos dice su último adiós? ¿Qué hacer ante el
vacío que van dejando en nuestra vida tantos amigos y amigas?
La muerte es una puerta que traspasa cada persona en
solitario. Una vez cerrada la puerta, el muerto se nos oculta para siempre. No
sabemos qué ha sido de él. Ese ser tan querido y cercano se nos pierde ahora en
el misterio insondable de Dios. ¿Cómo relacionarnos con él?
Los seguidores de Jesús no nos limitamos a asistir
pasivamente al hecho de la muerte. Confiando en Cristo resucitado, lo
acompañamos con amor y con nuestra plegaria en ese misterioso encuentro con
Dios. En la liturgia cristiana por los difuntos no hay desolación, rebelión o
desesperanza. En su centro solo una oración de confianza: “En tus manos, Padre
de bondad, confiamos la vida de nuestro ser querido”
¿Qué sentido pueden tener hoy entre nosotros esos
funerales en los que nos reunimos personas de diferente sensibilidad ante el
misterio de la muerte? ¿Qué podemos hacer juntos: creyentes, menos creyentes,
poco creyentes y también increyentes?
A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por
dentro. Nos hemos hecho más críticos, pero también más frágiles y vulnerables;
somos más incrédulos, pero también más inseguros. No nos resulta fácil creer,
pero es difícil no creer. Vivimos llenos de dudas e incertidumbres, pero no
sabemos encontrar una esperanza.
A veces, suelo invitar a quienes asisten a un funeral a
hacer algo que todos podemos hacer, cada uno desde su pequeña fe. Decirle desde
dentro a nuestro ser querido unas palabras que expresen nuestro amor a él y
nuestra invocación humilde a Dios:
“Te seguimos queriendo, pero ya no sabemos cómo
encontrarnos contigo ni qué hacer por ti. Nuestra fe es débil y no sabemos
rezar bien. Pero te confiamos al amor de Dios, te dejamos en sus manos. Ese
amor de Dios es hoy para ti un lugar más seguro que todo lo que nosotros te
podemos ofrecer. Disfruta de la vida plena. Dios te quiere como nosotros no te
hemos sabido querer. Un día nos volveremos a ver”.
José Antonio Pagola
Nuevo vídeo
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Nunca olvidemos agradecer
Una vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes
para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde San Antonio, Texas, USA, nos llega un
agradecimiento por las oraciones hechas en favor de la señora Concepción C., operada de un tumor en
la matriz, que gracias a Dios ha resultado ser benigno y ella está mucho mejor.
Se agradece también a las personas que rezaron por Leandro, de Rosario, Argentina, que ha
conseguido trabajo. Y en el mismo sentido (trabajo concedido) llega un agradecimiento
a Dios de parte de María, que vive
en la ciudad de Bayamón, Puerto Rico ¡Gracias Señor Jesús por escuchar nuestras
oraciones!
Un estímulo todos los días
Noviembre 2
Hoy la Iglesia te invita a orar por los que ya murieron.
En realidad, la mejor manera de comunicarse con los difuntos es pedirle al
Señor por ellos. Con tu oración acompañas a tu ser querido y lo ayudas en su
purificación después de la muerte.
Dios puede perdonar a todos con su infinita misericordia,
aunque sea en el momento de la muerte. Pero eso no significa que no tengan que
purificarse de alguna manera por lo que han hecho en la vida. Esa purificación
puede realizarse después de la muerte y antes de entrar a la felicidad del
cielo. Pero Dios ya los ha liberado del pecado antes de morir. Simplemente
están siendo purificados de algunas consecuencias
de sus pecados, cuando eso no se realizó durante la vida. Si algunas cosas no
han sido purificadas en la vida de una persona, Dios con su amor puede
purificarlas después. Porque él quiere que entremos en su presencia celestial
completamente liberados de todo. Nada impuro entra en su presencia santa y
gloriosa. Por eso oramos por los que ya murieron y así los acompañamos en su
purificación.
Dice la Biblia que “es algo santo y provechoso orar por
los difuntos” (2 Mac 12,45). Este día de oración también puede convertirse en
un momento de reconciliación, para terminar de hacer las paces con ellos.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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