jueves, 6 de noviembre de 2014

Pequeñas Semillitas 2514

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2514 ~ Jueves 6 de Noviembre de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina) 
Alabado sea Jesucristo…
Quizá no puedes cambiar la realidad a tu alrededor, pero sí puedes cambiar la lente a través de la cual la observas, la interpretación que hagas de ella.
Toma consciencia de que no todos percibimos las cosas de la misma manera, de que hay muchos modos de concebir la existencia.
Muchas personas entienden la vida de otra manera y no son por ello tus enemigos. Acostúmbrate a respetar su forma de pensar, su ritmo, su modo de vida.
Trata siempre de mirar todas las cosas a través de la lente que te muestra una visión positiva de la vida, que te permite vislumbrar sus colores luminosos, sus ventajas y posibilidades.
Saber vivir implica adquirir consciencia de todas las capacidades con que cuentas y ponerlas en acto para alcanzar, a cada momento, una vida feliz y satisfactoria, en armonía con Dios y contigo mismo, con el mundo y con todas las personas que te rodean, por amor y con amor… por el simple placer de compartir los dones recibidos.

¡Buenos días!

El amor todo lo puede
Saluda este día con amor en tu corazón. Este es el secreto más grande de la Palabra de Dios, para tu felicidad. Contempla todas las cosas con amor y nacerás de nuevo. Ama a toda clase de personas porque cada una tiene  cualidades dignas de ser admiradas. Derriba lo que separa los corazones y en su lugar tiende puentes de comprensión y bondad.

No hay dificultad por muy grande que sea, que el amor no la supere. No hay puerta por muy cerrada que esté, que el amor no la abra. No hay distancias por extremas que sean, que el amor no las acorte tendiendo puentes sobre ellas. No importa cuán serio sea un problema, cuán desesperada una situación, cuán grande un error, el amor tiene poder para superar todo esto. Si eres capaz de experimentar y vivir realmente el amor, tú puedes ser la persona más feliz del mundo. Ama...  siempre. En cada acto, en cada pensamiento, en cada día que amanece, en cada noche que llega, haz de tu vida siempre una canción de amor.

San Pablo a los colosenses los pone en guardia contra las rivalidades, envidias y discordias, obras propias del hombre terreno. Desea, en cambio, verlos llenos de los frutos del Espíritu, a saber: amabilidad, bondad, confianza mutua, alegría, amor y paz. Por lo tanto, vigila y ora al Espíritu Santo para que encienda en tu corazón el fuego de su amor.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».
Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.
»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta». (Lc 15,1-10)

Comentario
Hoy, el evangelista de la misericordia de Dios nos expone dos parábolas de Jesús que iluminan la conducta divina hacia los pecadores que regresan al buen camino. Con la imagen tan humana de la alegría, nos revela la bondad de Dios que se complace en el retorno de quien se había alejado del pecado. Es como un volver a la casa del Padre (como dirá más explícitamente en Lc 15,11-32). El Señor no vino a condenar el mundo, sino a salvarlo (cf. Jn 3,17), y lo hizo acogiendo a los pecadores que con plena confianza «se acercaban a Jesús para oírle» (Lc 15,1), ya que Él les curaba el alma como un médico cura el cuerpo de los enfermos (cf. Mt 9,12). Los fariseos se tenían por buenos y no sentían necesidad del médico, y es por ellos —dice el evangelista— que Jesús propuso las parábolas que hoy leemos.
Si nosotros nos sentimos espiritualmente enfermos, Jesús nos atenderá y se alegrará de que acudamos a Él. Si, en cambio, como los orgullosos fariseos pensásemos que no nos es necesario pedir perdón, el Médico divino no podría obrar en nosotros. Sentirnos pecadores lo hemos de hacer cada vez que recitamos el Padrenuestro, ya que en él decimos «perdona nuestras ofensas...». ¡Y cuánto hemos de agradecerle que lo haga! ¡Cuánto agradecimiento también hemos de sentir por el sacramento de la reconciliación que ha puesto a nuestro alcance tan compasivamente! Que la soberbia no nos lo haga menospreciar. San Agustín nos dice que Jesucristo, Dios Hombre, nos dio ejemplo de humildad para curarnos del “tumor” de la soberbia, «ya que gran miseria es el hombre soberbio, pero más grande misericordia es Dios humilde».
Digamos todavía que la lección que Jesús da a los fariseos es ejemplar también para nosotros; no podemos alejar de nosotros a los pecadores. El Señor quiere que nos amemos como Él nos ha amado (cf. Jn 13,34) y hemos de sentir gran gozo cuando podamos llevar una oveja errante al redil o recobrar una moneda perdida.
Rev. D. Francesc NICOLAU i Pous (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Demetrio de Chipre
Obispo
 
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Fuente: Catholic.net    

Palabras del Papa Francisco

“Dios no esperó a que fuéramos a Él,
sino que es Él que se mueve hacia nosotros,
sin cálculos, sin medidas.
Dios es así: Él da siempre el primer paso,
Él se mueve hacia nosotros”
Papa Francisco

Tema del día:
Amanecer y ocaso
Algunas de las lecciones más profundas de la vida pueden recibirse en los lugares menos esperados si tan sólo nos tomamos el tiempo para mirar a nuestro alrededor y ver con nuestros corazones tanto como con nuestros ojos.

Un día, mientras viajábamos desde el trabajo entre San Antonio y Bandera, Texas, presencié uno de los más espectaculares amaneceres de mi vida. Una de las ventajas de mi viaje diario era la rara oportunidad de ver al sol tanto salir como ponerse y en el esplendor de las colinas de Texas. En esta particular mañana, me tomé el tiempo para detenerme en la cima de una colina y observar el cambio de colores mientras el gran cuerpo celeste se asomaba por sobre el horizonte y florecía en toda su gloria, imposibilitándome el mirar directamente sus enceguecedores rayos. El recuerdo de aquel amanecer me acompañó todo el día.

Al dirigirme a casa esa tarde, anticipaba particularmente la puesta del sol. ¡No fui decepcionado! No solo observé aquel ocaso, lo experimenté. Tuve una vista panorámica mediante mis espejos retrovisor y laterales, además de mi vista en dirección al noroeste. ¡Qué vista tan hermosamente impresionante! Una vez más detuve el auto para sacarle ventaja a la espectacular puesta del sol. Estando sentado observando los siempre cambiante colores, me di cuenta de que lágrimas de puro gozo corrían por mis mejillas. Sin embargo, lo mejor estaba todavía por venir en la forma de la luminiscencia. Mientras que los brillantes y vibrantes colores del ocaso comenzaban a desvanecerse en los más hermosos pasteles, mezclándose y combinándose en cada color imaginable, me di cuenta de que Dios me había concedido uno de los más grandes regalos de toda mi vida: una vista de la vida de comienzo a fin y más allá.

Para mí, la verdadera belleza de la vida reside en el hecho de que no somos derramados en un molde específico con un patrón de vida predeterminado e inalterable. Fuimos creados como individuos únicos con libre albedrío para tomar decisiones que moldeen nuestras vidas. Entonces, esperamos, hallamos el valor de vivir con las consecuencias de esas decisiones.

He aprendido que al enfrentar los desafíos desarrollo músculos morales, espirituales y mentales que me preparan para la siguiente tormenta. No puedo pensar en nada menos provechoso que una vida vivida sin el beneficio de pruebas y dificultades que nos preparen para las crisis que han de venir.

Cuando el ocaso de mi vida llegue y vea el rostro de mi Señor, contemplaré, por vez primera, aquel amanecer en gloria. Al mismo tiempo, los seres queridos que dejo atrás estarán viendo mi luminiscencia. Es mi deseo que cuando me llegue este momento, ¡sea un tiempo de celebración de mi vida que nunca acabará! Ninguna canción triste… ¡sólo canciones de Victoria!
M. Baker

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la salud de la señora Guadalupe A., de 84 años de edad, que vive en Camargo, Chihuahua, México y está hospitalizada por neumonía y embolia pulmonar. Que el Señor Misericordioso, por la intercesión de la Virgen cuyo nombre lleva, le conceda la gracia de sanarse.

Pedimos oración para Luciano, de 6 años, de Córdoba, Argentina, con una patología cerebral tumoral, en espera de resultados para definir el tratamiento. Y también para Manuel, 38 años, también de Córdoba, con cáncer de testículo con ramificaciones, por su esposa Magdalena, y por toda la familia. Que Jesús los toque a todos con sus manos sanadoras.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Un estímulo todos los días
Noviembre 6
Los cristianos creemos en un Dios que es Trinidad. Es decir, tres Personas perfectamente unidas, hasta el punto de ser un único Dios. Esto significa que el corazón de Dios es una comunidad donde todo es completamente compartido. En la intimidad de Dios hay Tres que se aman sin límites y que están perfectamente orientados el uno hacia el otro, diferentes pero sin conflictos. El Padre derrama todo su ser en el Hijo y ellos a su vez lo derraman todo en el Espíritu Santo, que los une como una atracción infinita de amor. Allí todo es pura vida que se comunica, amor que se da y se recibe, intensidad y encuentro.
Por eso nosotros, que hemos sido creados a imagen de Dios, necesitamos vivir en comunión. Es verdad que a veces nos ofendemos con los demás, nos desilusionamos, nos irritamos, y quisiéramos escaparnos del mundo para tener un poco de paz. Pero el aislamiento no es la solución, porque no estamos hechos para eso. Necesitamos el encuentro, el diálogo, la amistad, porque de otra manera nos secamos por dentro, nos debilitamos, nos empequeñecemos.
En todo caso, pidamos a nuestro Dios Trinidad que nos enseñe a convivir y que nos dé la fuerza para enfrentar las dificultades de la convivencia. Eso siempre será más sano que la tentación del aislamiento.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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